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04 feb 12 Etapa ciclista: Sierra de Aznalcóllar II (22/01/2012)

El pasado 22 de enero (y como está siendo una tónica, últimamente, vuelvo a retrasarme en escribir una crónica de etapa) salimos a rodar por la Sierra de Aznalcóllar mis compañeros de trabajo y yo: esta vez el grupo estuvo formado por Miguel, Fran, y un invitado de última hora: Jose, conocido del trabajo y cliente nuestro. En principio el grupo iba a ser más amplio, ya que Jose venía con dos amigos, pero estos se tuvieron que volver, al haber perdido uno de ellos la rosca de ajuste de una de las ruedas de la bici.

Reducido, pues, el grupo a cuatro personas, salimos de Aznalcóllar a las 10:25h. Y para empezar haciendo el bestia, no se me ocurrió otra cosa que -en vez de tomar la carretera de Aznalcóllar o la pista por el interior del parque minero, hacer que nos encamináramos a un farallón de roca que hay a la salida del pueblo, para probar la doble en esa zona tan quebrada. Un disparate como otro cualquiera, pero muy divertido para ir con la doble.

Bromas de salida aparte, nos dirigimos hacia el embalse del Agrio por carretera. La verdad, el día en lo climatológico era excelente, pero todo hacía presagiar con que íbamos a tener una etapa movida: mientras nos preparábamos para la salida, no habíamos dejado de ver pasar todoterrenos con cazadores y lebreles de caza. Quizás no era el mejor domingo de los posibles para salir a dar pedales por la zona… Ajenos a ello, seguimos rodando para afrontar las primeras rampas de subida por carretera. Cruzamos la cola del pantano, y empezamos la subida por carretera, hasta completar los siete kilómetros de asfalto desde la salida del pueblo, antes de empezar a rodar por pista.

Salimos por una amplia pista forestal, que empezaba con una fuerte bajada. Terreno ya conocido para Miguel y para mí, pues no en balde ya habíamos rodado por la zona en otra ocasión. Jose también lo conocía bien, ya que es -como pudimos ir viendo en la etapa- un avezado rodador.Tras la bajada, emprendimos la primera de las paredes del día, un muro de 800 metros con rampas cercanas al 10%. Y que para colmo, nos empeñamos en hacer bastante dura.

Seguimos ascendiendo durante un par de kilómetros más, en terreno pestoso, con frecuentes cambios de nivel que, si bien permitían respirar de cuando en cuanto, también te arreaban un buen latigazo en las piernas a poco que te despistaras. Y así, llegamos al punto crítico de la etapa. En la vez anterior habíamos tomado un desvío a mano derecha que surgía de la pista principal. Apenas nos habíamos detenido allí para descansar un punto (y solucionar un problema con el camelback de Jose), cuando nos empezaron a pasar todoterrenos de cazadores. El último de ellos se detuvo, y nos informó de que se iba a celebrar una montería en la zona, y que por cualquiera de los dos caminos íbamos a dar de bruces con los puestos de tiro. Así que para evitar problemas, decidimos dar media vuelta, y tomar un desvío anterior, esta vez a mano izquierda, que Jose conocía, y que presumíamos que nos permitiría evitar la montería. Eran las 11:15h., apenas llevábamos en el cuerpo 11 kilómetros de etapa, y ya parecía que podía tocar a su fin de una manera imprevista.

Retrocedimos unos 600 metros, y tomamos dicho desvío. Desvío que nos llevó en fuerte bajada a una brusca pared, preludio de una bajada a una pequeña represa de agua, que marcó el inicio de una pared brutal: apenas 800 metros de durísima subida, que por poco nos nos hizo echar los pulmones. Llegamos razonablemente bien a la cima, con Miguel dándolo todo en la subida, y Jose y yo por detrás, seguidos a no mucha distancia por Fran, que estaba empezando a sufrir sus meses de poca actividad ciclista. Una vez reagrupados, afrontamos los dos kilómetros largos de subida que teníamos por delante, hasta llegar de nuevo a la pista principal, que habíamos dejado tras el encuentro con los monteros. De camino nos encontramos con otro grupo ciclista, que nos avisaron de que el camino se encontraba cortado por los cazadores. Aun así, nos decidimos a subir hasta el cruce, por ver si había alguna manera de evitar los puestos de caza. Llegamos al cruce a las 11:50h, y a esas alturas era patente que la montería había empezado. Nos paramos un momento a descansar, y a decidir qué hacer a partir de ese punto.

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Finalmente optamos por seguir subiendo por la pista, en dirección a los barracones de la Carnicería, ya que en esa zona no había señalización de la montería, en caso de encontrárnoslas, siempre podríamos dar la vuelta y empezar el descenso. Así pues, reanudamos la marcha pasado el mediodía. Teníamos por delante otros 4 kilómetros de subeybaja antes de llegar a la carretera. En efecto, no encontramos ningún obstáculo en nuestro avance, si bien en uno de los cruces dejamos a nuestra derecha la señalización de la montería, y cruzamos un puesto de avituallamiento de los monteros, en el que estaban empezando a preparar un perol, algo que -al menos a mí- me abrió el apetito.

Llegamos a la carretera a las 12:20h, tras afrontar una pequeña pared de pista. Rápidamente enfilamos la subida, decididos a realizar la larga y trepidante bajada hasta el arroyo Cañaveroso, y sufrir la espantosa subida posterior. Pero al poco de abandonar la carretera, y justo antes de empezar la bajada, sufrí un reventón en la rueda trasera, que nos obligó a detenernos.

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Detención providencial, ya que en ese momento Jose recibía una llamada que le hacía tener que abortar la etapa. Consecuentes con el principio de que no se abandona a un compañero en plena etapa, decidimos volvernos con él. Así que volvimos grupas, y afrontamos la vuelta a Aznalcóllar por la carretera que acabábamos de abandonar. Eran las 12:40h.

Una bajada engañosa, ya que en vez de tratarse de un contínuo descenso, era más bien una sucesión de rampas de descenso trufadas de pequeñas tachuelas rompepiernas -más de lo mismo, en realidad, sólo que por asfalto-. Terreno en el que Miguel y Jose se movían como pez en el agua, pero en el que no me sentía especialmente cómodo, sobre todo con la doble equipada con una High Roller de 2.35” de descenso, delante, y una Michelin Country Mud de 2.00”, detrás. Además, en plena bajada, me vi obligado a detenerme, ya que tras el arreglo de la rueda trasera, la cubierta no había quedado bien encastrada en la llanta, y se había desllantado en la parte de la válvula.

Una vez reintegrado en el grupo, aproveché para comer algo, ya que tenía síntomas de visita del tío del mazo. Una barrita de cereal que me vino como anillo al dedo. Y es que los más de 30 kilómetros que llevábamos, a un ritmo intenso, entre pecho y espalda se estaban empezando a notar. Cinco kilómetros de bajada después, volvimos a llegar al punto donde habíamos dejado la carretera. Continuamos descendiendo hasta alcanzar de nuevo la cola del Agrio. En esa subida Fran sufrió un desfallecimiento, que le obligó a bajar el ritmo. Así, fuimos haciendo un poco la goma con Miguel y Jose durante algunos kilómetros, hasta que llegamos de vuelta a Aznalcóllar, al filo de las 13:45h., tras casi 43 kms. de etapa que habíamos hecho bastante dura. Tan dura habíamos hecho, que dos días después aún tendría las piernas cargadas de la etapa.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 43’25 km.
  • Distancia (según el GPS): 42’729 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 27m 33s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 16m 21s
  • Velocidad media: 17’58 km/h
  • Velocidad máxima: 55’45 km/h
  • Pulsaciones medias: 141 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 178
  • Consumo medio de calorías: 1010 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1370 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 27m 32s
  • Consumo total de calorías: 3306 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 48AB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Sierra de Aznalcóllar (II)

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