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¡Mano de milenio y gamba!
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12 jun 16 Fuente del Elefante, Trassierra

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La réplica, obviamente. Hoy he disfrutado de una excelente etapa con Antonio, su tío y unos amigos de éste  54 kilómetros por Sierra Morena. Y es que este fin de semana hemos venido a Córdoba para el bautizo de mi sobrina (sí, ya soy padrino). Y ya que estábamos aquí, no podía menos que realizar una bonita etapa en casa. Y lo ha sido, vaya que sí.

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17 dic 11 Etapa ciclista: Los Morales – Fuentes del Bejarano – Montecobre (04/12/2011)

El pasado 4 de diciembre (cuánto ha llovido ya, dicho sea de paso), salí a rodar con mis amigos de Córdoba. Esta vez tuvimos una nueva incorporación al grupo: Inma, la hermana de Ángel. Por lo demás, completamos la partida Javi Balaguer, Mané, Carlos y yo. En esta ocasión, y por distintos avatares, los demás no pudieron acompañarnos.

Empezamos la etapa a las 9:35h, con una temperatura que no llegaba a los 10ºC, en una mañana clara y despejada. Empezamos con un bonito ascenso para abrir boca: la subida de Los Morales. Carlos llevaba en riguroso estreno su doble plato en la bici de descenso, lo que en la subida que teníamos por delante le iba a ser de una considerable ayuda. La subida por Los Morales iba a ser, como de costumbre, dura, exigente, y tremendamente fatigosa. Pero era algo que, por conocido, no nos iba a echar para atrás, ni mucho menos. Como no echó para atrás a Carlos, que subió como un campeón con su bici de descenso, y a Inma y Javi, que pese al tiempo transcurrido sin salir en serio, demostraron un pundonor más que sobrado.

Llegamos al Lagar de la Cruz al filo de las 11:00h, tras casi hora y media de subida. La mañana seguía siendo fría, y nos encontramos con la sorpresa de que el cruce del Lagar estaba tomado por la Guardia Civil: esa misma mañana se disputaba una marcha de fondo a Las Ermitas. Hicimos una primera parada en el Lagar para reponer fuerzas. Aún teníamos por delante un recorrido interesante: atravesar las Siete Fincas hasta las Fuentes del Bejarano, para posteriormente dirigirnos -si íbamos con tiempo- hasta Santa María de Trassierra, y volver a Córdoba por el Bosque de Fangorn y Montecobre.

Reanudamos la etapa a las 11:30h, aún con bastante frío, pero acompañados por el sol. Hicimos un rápido descenso por la pista asfaltada de las Siete Fincas, observando que seguíamos las marcas rojas y blancas del GR-48, nuestro viejo amigo. Y precisamente por seguirlas, cometí un error en el recorrido previsto: nuestra intención era llegar a las Fuentes del Bejarano por la senda que conduce a ellas directamente, girando a la izquierda por una de las calles de la urbanización. Sin embargo, al seguir estrictamente las marcas del GR-48, no tomamos el desvío a la izquierda, sino que seguimos por la pista principal, hasta que se transformó en una pista de tierra. Cuando nos percatamos del error, tras una bajada trepidante, no era cosa volver atrás. Y además, era una buena manera de llegar al Bejarano por una pista que no habíamos recorrido.

Seguimos pues, hacia delante, y acabamos llegando igualmente al Bejarano al filo del mediodía,tras un pequeño rodeo no previsto. :) Aunque en realidad las Fuentes del Bejarano habían quedado fuera de nuestro recorrido, no vacilamos en ir expresamente hacia ellas. Total, estaban sólo a un centenar escaso de metros. :mrgreen:

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Y es innegable que que el desvío merecía la pena: la zona se encontraba en pleno esplendor del otoño. Lamentablemente, la mañana se nos estaba empezando a echar encima. Como en ocasiones anteriores, teníamos que volver apresuradamente a Córdoba. En este caso, teníamos que estar de vuelta a las 13:30h, ya que Inma tenía que pasar por casa de su hermano antes de que éste se fuera. Aún así, no pudimos dejar de realizar otro pequeño desvío por la vereda del Vado del Negro, hasta las cercanías del cortijo del Bejarano. Mané nos había asegurado que merecía la pena hacerlo.

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Y tengo que reconocerlo: había acertado de pleno.

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Lamentablemente íbamos con el tiempo algo justo, por lo que optamos por prescindir de la parada de Santa María de Trassierra. En lugar de ello, bajamos directamente a la Fuente del Elefante, a donde llegamos a las 12:30h. Llevábamos a esas alturas 15 kms. de recorrido.

La última vez que había realizado esa bajada, rompí el tornillo que sujetaba los platos al eje del pedalier. Por suerte, lo descubrí al llegar a la fuente, y no a media bajada.

Dejamos atrás rápidamente la fuente, pasamos junto al Lagar del Caño del Escarabita, y avanzamos en dirección al Pinar de Torrehoria. La pista se encontraba llena de charcos embarrados, y allí Javi sufrió un pequeño percance, afortunadamente sin consecuencias más allá de un poco de barro. Una vez en la urbanización, descartamos atravesar el Bosque de Fangorn, y en su lugar optamos por tomar la pista que conduce hasta la entrada del Mirador de las Niñas, y hacer la bajada directamente.

A esas alturas de la etapa, Inma, Carlos y Javi empezaban a notar el peso de los kilómetros, especialmente los dos primeros. Aún así, seguían demostrando una entereza envidiable. Llegamos a la entrada del Mirador a las 13:00h, y sin solución de continuidad nos dirigimos al comienzo de la bajada hasta la Torre de las Sietes Esquinas. No teníamos tiempo que perder. Hicimos ese tramo de la bajada en compañía, pero nos dividimos para el siguiente: Javi y Mané bajaron por Montecobre Express, y Carlos, Inma y yo por la bajada normal. En mi caso, esperaba poder grabar a Javi y Mané realizando la bajada Express. Sin embargo, me había dejado encendida la cámara en la bajada de la Fuente del Elefante, y había agotado la batería. Por desgracia, sólo lo descubrí al llegar a casa.

Tras “grabar” a Mané y Javi, realicé un descenso frenético hasta el punto de encuentro. Demasiado frenético, ya que dejé atrás a Carlos e Inma. Y ambos, al no conocer bien la bajada, se despistaron en la Casa de la Ventana, y a punto estuvieron de perderse por los agrestes montes cordobeses. :mrgreen: Afortunadamente pronto dieron con la bajada buena, y reanudamos la bajada, esta vez por carretera, camino de La Albaida.

Regresamos a Santa Rosa a las 14:00h, algo más tarde de lo previsto. Carlos e Inma se dirigieron a casa de Ángel, mientras que Mané, Javi y yo fuimos a por otra clase de destino:

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Poco después se nos unió Carlos, y cerveza mediante, dimos por terminada la etapa.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 30’65 km.
  • Distancia (según el GPS): 29’6 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 31m 54s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 17m 44s
  • Velocidad media: 12’1 km/h
  • Velocidad máxima: 54’09 km/h
  • Pulsaciones medias: 134 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 184
  • Consumo medio de calorías: 940 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 22m 41s
  • Consumo total de calorías: 3852 kcal

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Fuentes del Bejarano – Montecobre

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10 abr 11 Etapa ciclista: Monte Cobre – Castañar de Valdejetas – Puerto Artafi – Fuente del Elefante – Cuesta del Reventón (27/03/2011)

El pasado 27 de marzo Javi Aljama, Enrique, Mané y yo hicimos una gran etapa por la Sierra de Córdoba. Una etapa que, por segunda vez consecutiva, iba a disputar sin haber dormido prácticamente nada la noche anterior. Y es que había tenido una intervención nocturna en el trabajo por videoconferencia que se alargó hasta las cinco de la mañana, que apenas me permitió dormir una hora y tres cuartos antes del comienzo del Gran Premio de Australia de Fórmula 1, que se alargó hasta las nueve y media de la mañana. Apenas había cruzado Vettel la línea de meta, cuando salía yo por la puerta con las gafas enfundadas y el casco puesto. Y es que se me paraba a pensarlo, caía redondo de sueño.

Empezamos la etapa un poco antes de las 9:45h, y nos dirigimos al canal del Guadalmellato, para enlazar con la vereda de Trassierra. Íbamos a subir por Monte Cobre hasta el cruce de Trassierra. Empezamos la subida suaves; había calculado hora y media de subida hasta el cruce, pero tengo que admitir que era la segunda vez que subía Monte Cobre desde la vereda: salvo en una de las Maratones MTB Sierra Morena, siempre había subido hasta el camino de la Casa de la Ventana por la carretera de la Albaida.

Al llegar a la altura del Cortijo de la Gitana Javi y yo, que íbamos en cabeza de palique, nos desviamos por una dura subida, que pronto tuvimos que desandar, ya que nos habíamos saltado el desvío que da comienzo al primer tramo de Monte Cobre. Empezamos la subida por un camino, seguido de un durísimo sendero que nos acabó llevando, a las 10:40h, junto al guardarraíl que corta el paso de la subida, y que hay que salvar para continuar ascendiendo hasta la Casa de la Ventana, primero, a la Torre de las Siete Esquinas, después, y por último, al Mirador de las Niñas.

Poco después empezamos la subida hacia la Casa de la Ventana, acompañados por un grupo de ciclistas que habían subido por la carretera de la Albaida. Salvamos la cerca que corta el paso cerca de la Casa, y continuamos ascendiendo. Pronto Enrique, lastrado por sus cubiertas de descenso, se fue quedando atrás, mientras Mané y Javi se iban un poco en cabeza. Superamos el olivar que antecede a la Torre, y nos reagrupamos en ésta. Pudimos descansar un poco, mientras contemplábamos una magnífica vista del Valle del Guadalquivir.

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Antes de continuar, tuvimos un breve momento de duda sobre si seguir ascendiendo por el camino conocido, o seguirlo haciendo por un sendero que surgía hacia el oeste de la torre. Tentados estuvimos de tomarlo, pero el recuerdo de los acontecimientos de la semana anterior nos hicieron desistir, aunque dudamos bastante. Seguimos el ascenso hacia el Mirador de las Niñas, donde de nuevo volvimos a separarnos. Tuve algunos problemas de cambio con la Ghost, y perdí comba con Mané y Javi, que consiguieron subir del tirón hasta el Mirador.

Desde allí continuamos hasta la primera parada del día, la gasolinera del Cruce de Trassierra. Eran las 11:30h de la mañana. Habíamos tardado algo menos de dos horas en subir. Allí Enrique decidió no continuar con la etapa: tenía que estar pronto de vuelta en casa, y la etapa, de la que apenas habíamos hecho un tercio, prometía ser larga. Así que, reducido el grupo a tres integrantes, tomamos la decisión de ir hasta el punto más lejano propuesto: el castañas de Valdejetas. Eso suponía que íbamos a subir tres puertos de montaña, y que ya habíamos superado el primero de ellos.

Al filo del mediodía reemprendimos la marcha. Tomamos la carretera de Trassierra, para abandonarla poco después, siguiendo las indicaciones de Puerto Artafi. Tomanos la vereda del Llano de Mesoneros, que nos hizo pasar junto a la fuente de la Marquesa, para llevarnos en un divertido descenso hasta el embalse de la Jarosa. Era ya terreno conocido para nosotros. Seguimos avanzando, siguiendo las indicaciones de Puerto Artafi, hasta que llegamos al cruce del GR-48 que, semanas atrás, Mané y yo habíamos seguido para ir a Santa María de Trassierra. En este caso, continuamos de frente.

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Otro grupo de ciclistas, con bicis rígidas, nos preguntaron a dónde iba el camino. Les respondimos que se trataba del GR-48, y que nosotros íbamos siguiendo las indicaciones del Sendero Azul hasta el castañar. Era fácil: sólo tenían que ir siguiendo las marcas rojas y blancas, hasta encontrar a mano derecha el desvío para el castañar. Decidieron recorrerlo, por lo que nos dieron las gracias y siguieron avanzando.

El GR-48 seguía en dirección noroeste, pasando por un magnífico tramo de dehesa, mezclada con bosque mediterráneo. Desde el embalse habíamos ido en un suave ascenso, marcado por ocasionales subidas y bajadas, que hacían el rodar bastante divertido. Dos kilómetros y medio después, llegamos a una intersección del GR-48 con otro camino. Consultamos el GPS, y vimos que teníamos que abandonar el GR-48, y seguir a mano derecha para emprender la subida al castañar de Valdejetas. Sin embargo, no había rastro de indicación del Sendero Azul. Espero que el trío de las rígidas no hubieran seguido avanzando, esperando encontrarse el cartel azul, porque si no podrían haber acabado en Portugal.

Faltaban diez minutos para la una de la tarde cuando empezamos el ascenso a Puerto Artafi por el castañar de Valdejetas. El entorno era un preciosidad, pese a que el castañar no se encontraba en su mejor época del año. Pasamos junto al Cortijo de Valdejetas que, como bien dijo Mané, más parecía un cortijo de campiña que uno de sierra, y salimos de la finca no mucho tiempo después. Hicimos la segunda parada de la jornada junto a la cancela de entrada a Valdejetas. Era la una y diez de la tarde. Habíamos cruzado el castañar en 20 minutos, a un ritmo bastante tranquilo, y disfrutando del paisaje.

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Nubes de tormenta avanzaban sobre nosotros, por lo que tuvimos que decidir cómo finalizar la etapa. Determinamos llegar hasta la carretera de Trassierra, y volver a Trassierra por ella para, posteriormente, bajar a Córdoba por la Cuesta del Reventón. Dicho y hecho. Empezamos un breve descenso, seguido de una dura subida hasta Puerto Artafi, donde tuve que entregar la cuchara. Repuesto del esfuerzo, bajamos hasta la carretera, y volvimos rápidamente a Trassierra y tomamos, sin detenernos, el camino hacia la Fuente del Elefante. A partir de este punto, Mané empezó a experimentar molestias en una de sus rodillas. Estaba claro que íbamos a tener que terminar la etapa por la vía rápida.

Pasamos por la Fuente del Elefante pasadas las dos menos cuarto de la tarde. Seguimos hasta el Cortijo del Caño del Escarabita, y tomamos el camino que lleva hasta la Torre del Beato. Recordaba haber pasado por allí en la II Maratón MTB Sierra Morena, pero me encontraba bastante despistado, especialmente cuando salimos a la carretera. En un momento creí reconocer el entorno como -precisamente- el de la Torre del Beato, pero ni a Javi ni a Mané parecía sonarles. Como luego pude comprobar en Google Earth, lo había reconocido bien.

Desde la Torre tomamos la carretera en dirección a Las Ermitas. Íbamos a afrontar el tercer y último puerto de la jornada. Y el primero por carretera. Aunque a esas alturas del día no era demasiada ventaja. Aun así, disfrutamos del veloz descenso por carretera hasta el comienzo de la cuesta del Reventón. Terminamos la etapa con un trepidante descenso por la Cuesta del Reventón, en el que, para variar, abusé de los frenos de disco. :mrgreen:

Dimos por finalizada la etapa al pie de la cuesta del Reventón, cerca de la casa de Javi. Eran las dos y media de la tarde, y en ese momento el GPS, que estaba a punto de quedarse sin batería tras casi cinco horas de etapa, indicaba que habíamos recorrido 40’3 kms. Mané y yo, tras despedirnos de Javi, descendimos hasta el Brillante, y nos encaminamos a casa, a donde llegamos al filo de las tres de la tarde. Habíamos recorrido, en total, 45’56 kms. de etapa larga, divertida, y con un paisaje sumamente hermoso. Y por una vez, no volvíamos cubierto de barro o arañazos.

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/03/27 – Monte Cobre – Puerto Artafi – Cuesta del Reventón en un mapa más grande

En cuanto a los datos de la etapa, por error no puse en marcha el pulsómetro a la salida (me dí cuenta a la altura del Cortijo de la Gitana), y se interrumpió en la Fuente del Elefante, por lo que los datos cardíacos son sólo parciales, correspondientes a ese segmento de la etapa. Los correspondientes al kilometraje sí son correctos:

  • Distancia (según el velocímetro): 45’56 km.
  • Distancia (según el GPS): 40’3 km. (hasta la Cuesta del Reventón)
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 46m 40s (hasta la Cuesta del Reventón)
  • Pulsaciones medias: 139 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 990 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 7m 32s
  • Consumo total de calorías: 3363 kcal
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16 feb 11 Etapa ciclista: Vereda de la Canchuela – Santa María de Trassierra – Cuesta de la Media Ladera (13/II/2011)

El pasado domingo 13 de febrero Mané y yo volvimos a salir a dar pedales por la Sierra de Córdoba. En esta ocasión variamos un poco el guión: dado que Mané tenía ganas de explorar nuevos caminos por la vertiente más occidental de la sierra, y yo tenía ganas de volver a rodar por aquella zona, decidimos subir por la Vereda de la Canchuela hasta Trassierra y, en la medida de lo posible, enlazar con la zona de El Salado. Dicho y hecho: el plan que tenía en mente era subir por la Canchuela hasta el cortijo de Pedrajas, seguir hasta el embalse de la Jarosa, entrar en la pista de El Salado, para bajar a Trassierra. Desde allí, bajar hasta los baños de Popea, remontar el Bejarano, y enlazar con el Lagar de la Cruz por las Dos Columnas. Y finalmente, bajar a Córdoba por Los Morales. Una auténtica kilometrada, de la que al final solamente haríamos la mitad del plan. Pero no adelantemos acontecimientos.

Salimos a las 9:00h, y bajamos hasta el Camping, para tomar la pista paralela al canal del Guadalmellato. Tuvimos que abandonarla a la altura de los cines de El Tablero, al hallarse la zona en obras. Fuimos por la circunvalación hasta San Rafael de la Albaida, donde tomamos la pista de mantenimiento del canal durante un buen rato. Rato que aprovechamos para hablar de todo un poco, e ir haciendo algo de rodaje para afrontar en las mejores condiciones posibles el reto que teníamos por delante.

Dejamos el canal poco después de pasar junto a Córdoba la Vieja, y justo antes de llegar a la urbanización de la Gorgojuela. Allí arranca la vereda de la Canchuela. Y lo hace bien fuerte, internándose directamente en la sierra, como para marcar un violento contraste con el llano camino que veníamos siguiendo hasta entonces. Las primeras rampas de la Canchuela son sencillamente brutales, y el rato que transcurre desde que sales del valle y entras poco a poco en la dehesa se hace sumamente duro. Al llegar a la primera zona arbolada hicimos una pausa para recuperar algo de fuelle. Una vez se llega a los árboles el camino, si bien en ascenso, se hace algo más relajado. Y así, poco a poco, fuimos subiendo por la vereda hasta alcanzar un poste con una calavera de vaca. No pudimos evitar detenernos para dejar constancia de tan inusual decoración:

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Tras pasar la calavera de vaca, seguimos por la vereda. Al principio, de nuevo en subida, interrumpida poco después por una breve bajada hasta un arroyo… que marca el inicio de los 700 metros más duros de toda la subida, hasta el cortijo de Pedrajas. Una auténtica pared interrumpida por una cerca, que hace que, quieras o no, tengas que echar pie a tierra en al menos una ocasión. Alguna más, en mi caso…

Superado el ascenso, y dejado atrás el cortijo, hicimos una pausa para orientarnos. Había llevado mi libro de “Andar por la Sierra de Córdoba“, una excelente guía de los caminos y senderos existentes en la Sierra Morena cordobesa, y que durante años ha sido mi libro de cabecera para estas expediciones. De acuerdo a esta guía, podíamos tomar el camino de la Jarosa para cruzar el arroyo Guadarromán aguas abajo del embalse de la Jarosa, y encontrarnos con el sendero GR48 en las cercanías del cortijo de La Porrada. Sin embargo, habíamos decidido seguir por La Canchuela durante algo más de tiempo, para girar a la izquierda en el enlace con la vereda del Llano de Mesoneros, y llegar al embalse aguas arriba. Algo más corto, pero más fiel al recorrido de la vereda.

Seguimos adelante, siguiendo una amplia curva a la derecha que realiza el camino. Pronto vimos a nuestra izquierda un sendero que dejaba el camino, para internarse poco después en la arboleda, valle abajo. Supusimos que se trataba del comienzo del camino de la Jarosa, y nos lo apuntamos para mejor ocasión. En realidad, como pude ver después en los mapas, es un camino que lleva más directamente al vado del Guadarromán, un poco más abajo del embalse de la Jarosa. Nosotros seguimos, en un suave ascenso, por el camino, para iniciar poco después un rápido descenso hasta que alcanzamos dos grandes portelas. Empezaba a estar algo preocupado, ya que a esas alturas teníamos que haber visto a nuestra izquierda la bifurcación que realiza la vereda de la Canchuela. Sin embargo, ahí no había nada, salvo pequeños senderos y vegetación.

Al pasar la portela nos encontramos con un grupo de ciclistas, y les preguntamos cómo llegar al embalse. Nos dijeron que continuáramos recto, hasta ver al cabo de un rato una puerta a la izquierda con un cartel anunciando una montería. Por allí, subiendo un poco, podríamos encontrar un camino que nos llevaría hasta el embalse. Seguimos, pues, sus indicaciones, y continuamos avanzando en un suace ascenso. Sospechaba que nos estábamos adentrando en la vereda del Llano de Mesoneros. Un rato después llegamos a una zona más llana, y paramos junto a una portela que se abría a la izquierda. Sospechaba que por ahí podríamos llegar hasta el embalse de la Jarosa. Preguntamos a unos caminantes, y si bien nos dijeron que en efecto por ahí saldríamos al embalse, nos recomendaron seguir un poco más adelante, para llegar al sitio que el grupo de ciclistas nos habían indicado. Tras comernos unas barritas de cereales, decidimos hacer caso de las indicaciones, aunque daba la impresión de que estábamos dando un enorme rodeo… como así era en realidad.

Continuamos el camino, en suave ascenso, hasta que llegamos a la cancela indicada que, además, no tenía pérdida, ya que se encontraba indicada de manera múltiple: por un lado, con las indicaciones de la Ruta Azul, de Paseos por la Sierra de Córdoba, hasta Puerto Artafi, y por otro, con indicaciones de Trassierra de la red de caminos de la Junta de Andalucía. Estaba bastante claro. Pasamos la cancela, y afrontamos una dura, aunque breve, subida, para llegar a una bifurcación. Seguimos el camino en descenso a mano derecha, desechando para otra ocasión la subida a mano izquierda. Emprendimos un rápido descenso hasta desembocar en un camino, justo al lado de la fuente de la Marquesa.

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La fuente de la Marquesa se trata, en realidad, de una de las tomas del acueducto Aqua Augusta, que abastecía de agua a la Corduba romana, primero, a la Qurtuba musulmana, después, y por último a la Córdoba cristiana. Una larga historia, vaya que sí. No estábamos seguros, pero por el ruido del tráfico calculábamos que debíamos de andar cerca del cruce de Trassierra, como así era.

Desde la fuente emprendimos un rápido y movido descenso entre vegetación muy cerrada hasta alcanzar el embalse de la Jarosa, en un pequeño valle que haría las delicias de los campistas. Nosotros, desde luego, estábamos disfrutando sobremanera de la etapa. Una auténtica delicia, con grandes contrastes entre subidas, bajadas, trayectos por valles, duras subidas y emocionantes descensos, con todo el rango de vegetación con el que obsequia la Sierra. Sencillamente precioso.

Bordeamos el embalse de la Jarosa y, poco después, desechamos un camino que surgía a nuestra derecha, por seguir los postes azules de la ruta de Puerto Artafi y las marcas blancas y amarillas de sendero de pequeño recorrido. Aún no lo sabíamos, pero estábamos descartando un camino directo hasta Trassierra. En su lugar estábamos retomando la vereda de la Canchuela, lo que nos llevaría a dar un rodeo de varios kilómetros. En ese momento nos volvimos a encontrar con el grupo ciclista con el que habíamos conversado en la portela. Sospechoso. O ellos o nosotros estaban andando en círculos. Creo que no necesito aclarar quién.

Así pues, seguimos avanzando por la vereda, primero en subida, y luego en llano, hasta llegar a un cruce. Se trataba del cruce del GR-48 con la vereda de la Canchuela. Podíamos seguir a la derecha hacia Trassierra, por el GR-48, o seguir avanzando hasta Puerto Artafi, por un lado, y por el Camino Viejo de Almodóvar, por otro. Huelgo decir que giramos a la derecha. Llevábamos unos 23 kilómetros, y según la indicación, aún nos faltaban 4’5 kms. hasta Trassierra.

Cruce de caminos en la vereda de La Canchuela (Imagen cortesía de Ricardo SM)

Cruce de caminos en la vereda de La Canchuela (Imagen cortesía de Ricardo SM)

De nuevo en ascenso, nos adentramos en un frondoso bosque mediterráneo, para llegar poco después hasta una de las entradas del cortijo de Lo Vaca, marcada por una vistosa puerta. Seguimos sin problemas las marcas rojas y blancas del sendero GR-48, y con alternancia de subidas y bajadas, fuimos adentrándonos en lo que parecía ser El Salado. Poco después tuvimos confirmación de este extremo, cuando llegamos a la pista asfaltada de El Salado, justo en la zona en la que describe un giro de 90º. Ya no tuvimos más que seguir la pista hasta llegar a Santa María de Trassierra. Llevábamos 27 kilómetros largos de etapa. Más que si hubiéramos seguido el camino propuesto por la guía.

En Trassierra paramos a tomar algo de comer en un pequeño supermercado que se encuentra a la entrada del pueblo. Allí nos encontramos con unos amigos de Mané, que también se encontraban dando pedales por la Sierra. Nos ofrecieron unirnos a ellos, como así hicimos. No tenían muy claro por dónde bajar a Córdoba, pero a esas alturas poco importaba: iba a ser divertido. Al final, en plena marcha, decidieron volver por la Fuente del Elefante y el cortijo del Caño del Escarabita. Estaba encantado: hacía años que no pasaba por allí. Aunque, de esta manera, abandonábamos el plan de etapa que teníamos previsto. No es que importara demasiado, ya que llevábamos una interesante paliza en lo alto.

Pasamos por la fuente del Elefante en un rodar bastante agradable, y sin mayor novedad llegamos hasta el cortijo del Caño, donde giramos a mano derecha para enfilar, por el Camino del Caño, hasta las casas del Rosal de las Escuelas. Y desde allí, una nueva sorpresa: íbamos a atravesar el bosque de Fangorn hasta el cruce de Trassierra. Eso sí que era nuevo para mí. Había oído hablar a Mané de ese trayecto, pero no lo conocía. Y tengo que reconocer que tiene el nombre bien puesto: una subida (desde ese lado) por bosque tupido, por un sendero muy cerrado, con abundantes curvas y contracurvas, con breves pero duras subidas, algunas de ellas apuntaladas por postes de madera, para evitar su derrumbe. Y a todo esto le seguían vertiginosos descensos por bosque cerrado en tramos trialeros a más no poder. Magnífico.

Así, llegamos a la gasolinera del cruce de Trassierra pasada la una de la tarde. Y amenazando lluvia. El grupo al que acompañábamos había decidido bajar por la cuesta de Media Ladera, que desemboca en el cortijo La Gitana. Unas semanas antes le había propuesto a Mané subir por ahí, pero lo habíamos descartado ya que tenía noticias de que las lluvias de los dos últimos años habían arrasado el camino. Esto no disuadió a los amigos de Mané, que se equiparon con sus grebas de descenso. Viendo lo que se veía encima, me preparé para lo peor.

Me quedé corto. La cuesta de la Media Ladera es un camino árabe que se abre paso por el estrecho valle que se encuentra encajonado entre la carretera de la Albaida y la de San Jerónimo. El comienzo de la bajada era una sucesión de piedra triturada y arrastrada por el agua. Enormemente divertido con una bicicleta de doble suspensión, pero un poco más complicado para una simple. Aun así, le eché valor y realicé el descenso. Hasta el punto en el que el arroyo ha arrasado el camino. Era sencillamente impracticable, con tramos en los que el agua había arrastrado toda la cubierta de tierra, hasta horadar un par de metros de profundidad. No nos quedó más remedio que echar pie a tierra, y bajar por una cárcava encerrada entre matorrales y árboles medio arrancados del terreno. Una vez pasado una enorme roca, el arroyo se desvía a la derecha, por lo que pudimos seguir por el camino. Un camino que aflojaba los empastes, y no hablo de manera metafórica. Uno de nuestros compañeros observó, al llegar al final del descenso, que los anclajes de la suspensión delantera de su bici se habían desprendido de su sitio. Yo, por mi parte, conseguí llegar sin novedad hasta el final del camino. Fue ahí donde mis compañeros se sorprendieron al darse cuenta de que había hecho la bajada con rastrales, en lugar de con pedales automáticos. “¿Y cómo haces para sacar los pies si te vas al suelo?”, me preguntaron. “Sacarlos rápidamente”, fue mi respuestas. Creo que no mejoró la impresión que tenían de mí. :mrgreen:

Desde ahí, la etapa estaba prácticamente terminada. Seguimos camino abajo hasta el canal, pasando junto al puente árabe de los Nogales y el matadero. Desde el canal llegamos hasta la carretera de la Albaida, y volvimos a Santa Rosa por la circunvalación. Y desde ahí, a casa. Llegamos a las 14:10h. Una bonita etapa, sin lugar a dudas. Esa tarde, cuando comprobé el recorrido en la cartografía y en Google Earth, ví que, como sospechaba, habíamos estado dando más vueltas que un trompo:


Ver Vereda de la Canchuela – Trassierra – Vereda de la Media Ladera (13/02/2011) en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según mi velocímetro): 42,351 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 19m 55s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 10m 54s
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