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25 sep 12 Etapa ciclista: Montecobre – Bosque de Fangorn – GR-48 – Lagar de la Cruz (15/08/2012)

El 15 de agosto, ya de vuelta de Galicia, tuve el inmenso placer de volver a rodar por la Sierra de Córdoba. En esta ocasión tuvimos una salida un tanto atípica: una salida mixta con miembros de Los Califas. Y es que aparte de Marcos, Ángel y yo salieron con nosotros otros tres integrantes de este club. Otra de las particularidades de esa salida es que empezamos a rodar a las 7:30h, ya que era jornada laborable, y aunque yo me encontraba de vacaciones, otros de los integrantes del grupo no eran tan afortunados.

Así pues, salimos del Camping y nos dirigimos a la vereda de Trassierra, que abandonamos para realizar la subida de Montecobre. Pronto los Califas empezaron a marcar su ley, con lo que Ángel y yo empezamos a sufrir sobre la bicicleta. Y es que en mi caso, las etapas gallegas no habían servido de mucho en lo referente a coger forma.

A las 8:35h ya habíamos subido hasta el Mirador de las Niñas y -según los Califas- ya íbamos con retraso. Así que sin solución de continuidad bajamos hasta el cruce de Trassierra y entramos en el bosque de Fangorn, que atravesamos no sin algún que otro percance, afortunadamente sin mayores consecuencias. Una vez fuera del bosque de Fangorn, nos encaminamos a toda velocidad al Lagar del Caño del Escarabita, desde donde ascendimos hasta tomar la pista que lleva directamente a las fuentes del Bejarano.

Desde allí tomamos el GR-48 camino hacia las Siete Fincas. A esas alturas, con la lengua arrastrando, iba quedándome descolgado poco a poco. Ángel y Marcos aminoraron algo el ritmo para no dejarme completamente atrás, pero iba sufriendo como un condenado. Una vez alcanzamos el tramo de asfalto de las Siete Fincas, los Califas siguieron su camino, ya que tenían que llegar a tiempo al trabajo. Marcos y Ángel, por su parte, aflojaron el ritmo para no hacerme trizas a esas alturas.

Paramos un momento en casa de Carlos para recuperar el resuello y hacer una breve visita. Tras ello, continuamos hasta el Lagar de la Cruz, a donde llegamos a las 9:35h. Allí nos cruzamos con mi primo Jose y sus colegas de bici, pero iba tan hecho polvo que no me di ni cuenta. Vista la hora, decidimos bajar por carretera a Córdoba, para que Marcos pudiera abrir la tienda a una hora razonable. Así pues, bajamos hasta el Camping, donde nos separamos de Marcos, y Ángel se quedó en casa. Yo llegué a la mía, hecho trizas, a las 9:50h. Una etapa durísima donde las haya, y en la que tengo la constancia de que los Califas se iban conteniendo. ¡Que fieras!

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 33’52 km
  • Distancia (según el GPS): 32’379 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 07m 53s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 18m 13s
  • Velocidad media: 15’72 km/h
  • Velocidad máxima: 56’58 km/h
  • Pulsaciones medias: 149 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 174 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: 1080 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1330 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 58m 54s
  • Consumo total de calorías: 2457 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 83AB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Montecobre – Bosque de Fangorn – GR-48 – Lagar de la Cruz

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24 sep 12 Etapa ciclista: Los Morales – Bejarano – Minas Romanas – Siete Fincas (29/07/2012)

La segunda salida del último fin de semana de julio fue una salida sumamente especial. Aunque en un principio habíamos quedado tres amigos (Marcos, Mané y yo) para salir a rodar en una etapa exploratoria que tenía por objetivo principal alcanzar las minas romanas del arroyo Bejarano, finalmente acabamos saliendo tan sólo Marcos y yo. La hora escogida para salir, las 10:00h, tampoco fue especialmente acertada, pero había sido uno de los requisitos que Mané solicitó para poder acompañarnos, por lo que accedimos a salir más tarde de la cuenta. Irónicamente Mané finalmente no estuvo en condiciones de salir, por lo que Marcos y yo acabamos haciendo en solitario una etapa ciertamente exigente, a una hora avanzada, en uno de los días más calurosos del año.

Realizamos la subida de Los Morales, lo cual fue una auténtica tortura por el asfixiante calor que hacía en la zona a esa hora del día. Aun así, logramos llegar al Lagar de la Cruz apenas pasadas las 11:00h. Continuamos siguiendo el GR-48, atravesando las Siete Fincas, hasta el arroyo Bejarano, no sin antes detenernos unos momentos en casa de Carlos e Inma a estar un momento de palique. Reanudada la etapa, tomamos la ruta Bejarano-El Molino, bajando todo el rato en paralelo al arroyo Bejarano. No dejamos de advertir un hecho curioso: al principio de la senda había colocados múltiples bidones de agua, delimitados con cinta bicolor de advertencia. Nos pareció curioso, pero no volvimos a pensar en ello, hasta que unos días después leí en el periódico que los álamos de ribera de la zona se encuentran afectados por un hongo mortal, y la única manera de contener la infección es arrancando los árboles enfermos y sustituyéndolos por nuevos plantones, que son regados por voluntarios. Una gran iniciativa, que animo a apoyar a todo el que pueda.

Continuado nuestro camino nos fuimos internando más y más en la maleza, hasta casi perder el camino. Por suerte, nos encontramos con unos senderistas (uno de ellos, Yiyo, había sido compañero mío en La Salle), que nos indicaron el camino correcto: un sendero estrecho, con una fuerte pendiente lateral que descendía siempre pegado al arroyo. Un sendero genial, pero sumamente peligroso. Tan peligroso que Marcos sufrió una caída de las que hacen época: enganchó un pedal en un tronco de árbol, de tal manera que pivotó sobre él, saliendo despedido, con bici y todo, al cauce del arroyo Bejarano, para dar con sus huesos en un frondoso zarzal, del que tuve que ayudarle a salir.

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Paramos unos momentos a que Marcos se lavara en las aguas del Bejarano para quitarse el escozor y extraer pinchos, y hacer algunas reparaciones mecánicas.

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Hecho esto, seguimos hasta las minas romanas. Entramos en la primera, rectilínea, sin más novedad que la de encontrar un enorme murciélago en su interior. La segunda, más amplia e interesante, dio para más juego. Exploramos varios ramales, llegando hasta su máxima profundidad, que se encontraba con bastantes derrumbes…

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…y anegada de agua:

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De vuelta a la salida de la cueva, nos echamos unas fotos antes de continuar con la marcha.

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Seguimos descendiendo por el Bejarano hasta llegar al río Guadiato. Allí, giramos a la izquierda, aguas abajo, hasta llegar a la Mesa de la Aldea. Desde la Mesa, en fuerte subida, ascendimos por un angosto sendero (yo siempre lo había recorrido hacia abajo) hasta enlazar con la pista que lleva a Santa María de Trassierra. Desde allí tomamos el GR-48, para dirigirnos de nuevo al Bejarano. A esas alturas de la etapa empezaba a estar bastante machacado, por lo que me vi forzado a bajar el ritmo. No en balde, eran ya las 13:00h, y el calor empezaba a ser brutal.

Sin muchos más trámites seguimos por el GR-48, pasamos junto al Bejarano y volvimos a entrar en las Siete Fincas. Nos volvimos a detener en casa de Carlos e Inma, en principio a tomar unas refrescantes cervezas, pero ya puestos, aceptamos una invitación para comer, lo que tengo que admitir que me vino de perlas, ya que además me permitió ver el G.P. de Fórmula 1.

Retomamos la etapa a las 17:20h. Decidimos acabar con el recorrido por la vía rápida, bajando desde el Lagar de la Cruz por la carretera del Brillante. Sin embargo, aún quedaba un percance por suceder: al poco de salir de casa de Carlos, sufrí un pinchazo en las Dos Columnas… ¡con un trocito de grava del aglomerado asfáltico! No quedó más remedio que cambiar la llanta, antes de proseguir la etapa. El resto del recorrido no tuvo mayor inconveniente. Marcos y yo nos separamos al entrar en el Brillante, bajando yo por Sansueña para llegar a casa minutos antes de las 18:00h.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: N/D
  • Distancia (según el GPS): 33’569 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 35m 11s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 7h 51m 28s
  • Velocidad media: 12’98 km/h
  • Velocidad máxima: 52’34 km/h
  • Pulsaciones medias: N/D
  • Pulsaciones máximas: N/D
  • Consumo medio de calorías: N/D
  • Consumo máximo de calorías: N/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: N/D
  • Consumo total de calorías: 4695 kcal (estimado)
  • Índice IBP de dificultad: 94BA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Bejarano – Minas Romanas – Siete Fincas

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16 jun 12 Etapa ciclista: Los Morales – Pasada del Pino – GR-48 – Reventón (10/06/2012)

El domingo 10 de junio volví a salir a rodar por Córdoba con Javi Aljama. Hacía al menos un par de meses que no salía a dar pedales con él -es más, que el propio Javi no salía a rodar-, por lo que agradecí bastante dar de nuevo pedales en tan buena compañía. Lamentablemente -como en las últimas jornadas- fue tan sólo una etapa de dos participantes, pero aun así, fue una gran jornada.

Empezamos a dar pedales a las 8:45h desde mi casa, y nos dirigimos hacia Los Morales para realizar de esta manera el primer ascenso del día. Pronto me di cuenta de que estaba volviendo a rodar -como suele pasarme- demasiado fuerte al inicio, por lo que tuve que bajar el ritmo, so pena de que Los Morales -como también acostumbra- me pase factura a las primeras de cambio. Además, esa jornada el calor se dejaba notar desde primera hora de la mañana, a diferencia del sábado anterior, que el día estuvo bastante fresco hasta bien entrada la tarde. Estaba claro que cuando algo puede salir mal, saldrá mal.

Realizamos la subida de Los Morales en unos aceptables 66 minutos. Íbamos con idea de parar a tomar algo en el Lagar, pero nos encontramos con el establecimiento cerrado. Y es que no en balde apenas eran las 9:55h, y aún no habían abierto. Por ello, no nos quedó más remedio que dirigirnos directamente hacia la siguiente escala de nuestra etapa: Los Villares. Bordeamos el cerro donde se yerguen las torres de telecomunicaciones, y no tardamos excesivo tiempo en llegar hasta el área de recepción de visitantes. Esto fue una pequeña variación con respecto a lo acostumbrado, ya que por lo general solemos tomar un desvío que lleva hasta el cruce del 14%. En esta ocasión, llegamos directamente al centro de visitantes. Ya que estábamos allí, entramos con la esperanza de poder encontrar algún bar o máquina donde comprar bebida isotónica, pero nos quedamos con las ganas.

Así pues, continuamos avanzando hacia el Club de Golf, ya que para ese día íbamos a realizar el descenso de la Vereda de la Pasada del Pino. Entramos en el club de golf por carretera, y pensamos en probar suerte en el edificio de recepción. Pero una vez allí, vimos que no había máquina o cafetería a la vista, y que nuestro atuendo no era demasiado adecuado como para que no nos echaran de allí a patadas. Así que nos dejamos de bebidas isotónicas, y atacamos directamente la Vereda. Bordeamos el club de golf por el norte, y realizamos el trepidante descenso por pista que antecede al enlace con la vereda. Desde allí observamos algo bastante llamativo: la torre de Gemasolar de Fuentes de Andalucía era perfectamente visible. No pudimos menos que detenernos a echar unas fotos:

la foto (1)

…como bien señala Javi:

la foto (3)

Sin embargo, nos vimos forzados a detenernos una segunda vez: otro grupo de ciclistas había sufrido un pinchazo, y al pararnos a ofrecer ayuda, nos hicieron ver que yo llevaba mi rueda delantera floja. En efecto, había sufrido un pinchazo. Así que nos encontramos ambos grupos solucionando idéntico problema. Acabamos simultáneamente, y reanudamos nuestra marcha en conjunto. Sin embargo, no tardamos mucho en separarnos, ya que Javi y yo seguimos fielmente la trazada de la Vereda, mientras el otro grupo tomó el desvío de la casa en ruinas.

De nuevo en solitario, Javi y yo realizamos rápidamente el descenso de la vereda. Una bajada ciertamente interesante, pero que se torna algo arriesgada al llegar al tramo del granito vivo, ya que hay arena de granito sobre la piedra, lo que lo hace tremendamente resbaladizo. Aun así, es una gran bajada, que hay que incorporar al catálogo.

Llegamos a Las Jaras a las 11:00h. Nos paramos a tomar un refrigerio en el bar, y aprovechamos para avisar a Carlos de que íbamos a pasar por su casa, ya que ninguno de los dos la había visto. Media hora después reemprendimos la marcha, camino por segunda vez en el día del Lagar de la Cruz. Esta vez subimos por el GR-48, bordeando la carretera, y cruzándola en un par de ocasiones. Una vez en el Lagar, cruzamos las Siete Fincas hasta casa de Carlos, quien nos recibió amablemente con unas cervezas bien frescas. Posteriormente Mané haría acto de presencia, así como los padres de Carlos.

Javi y yo, por nuestra parte, nos pusimos de nuevo en marcha a las 13:00h. El calor apretaba y tocaba volver a casa rápidamente, a fin de no morir achicharrados en la Sierra. Desandamos nuestros pasos hasta el Lagar de la Cruz, y tomamos la vereda de las Ermitas, que tiene por mal nombre Los Salchichones, donde hicimos un rápido descenso hasta Las Ermitas. Y desde allí, como no podía ser menos, bajamos el Reventón, donde advertí de nuevo los problemas en el freno delantero que ya había sufrido en la etapa del Tubo. Así que, para mi desgracia, no pudimos hacer la bajada de La Milla. :(

El resto de la etapa fue bastante convencional. Bajamos por la carretera de las Ermitas hasta el Parador, y allí nos desviamos en dirección a la rotonda del Tablero, punto en donde Javi y yo nos separamos. Desde allí volví a casa por El Tablero, dando por finalizada la etapa a las 13:50h.

  • Distancia: 37’01 km.
  • Distancia (según el GPS): 35’625 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 47m 22s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 58m 34s
  • Velocidad media: 13’26 km/h
  • Velocidad máxima: 49’29 km/h
  • Pulsaciones medias: 122
  • Pulsaciones máximas: 181
  • Consumo medio de calorías: 820 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1400 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 44m 24s
  • Consumo total de calorías: 4303 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 90AA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Pasada del Pino – Reventón

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03 abr 12 Etapa ciclista: Brutal 3. Los Morales – Ermitas – Cruce de Trassierra – Almodóvar – Guadalcázar – Vía Verde de la Campiña (17/03/2012)

El sábado 17 de marzo Ángel y yo realizamos la que, hasta la fecha, es la etapa más larga que he hecho en Córdoba. Una etapa que, si se cumplía el plan que teníamos previsto, tenía que llevarnos hasta los 80 kilómetros de distancia. Una etapa de la que llevábamos hablando semanas, y a la que nadie más había querido -o en algunos casos podido- apuntarse. Así que allí estábamos. Solos ante el peligro. Peligro que, en realidad, éramos nosotros mismos.

Habíamos quedado a las 8:00h para empezar a rodar. Era una etapa larga y, aunque en invierno es inusual quedar antes de las 9:00h, la etapa lo merecía. De todas maneras, en mi caso no es que fuera a dormir mucho más, de todas maneras, ya que ese fin se semana se disputaba el G.P. de Fórmula 1 de Australia. El caso es que Ángel se presentó en casa a las 7:45h, por lo que pudimos salir incluso 5 minutos antes de lo previsto. La cosa empezaba a dar miedo. La mañana, además, se presentaba fría y gris. La Sierra estaba cubierta de nubes bajas que no dejaban ver su esplendor, lo que para nosotros significaba que íbamos a meternos en una bruma húmeda y sofocante. Sobre todo teniendo en cuenta que el primer plato del día iba a ser Los Morales.

Empecé la etapa fuerte. Demasiado fuerte. Tenía unas sensaciones raras que estaba deseando quitarme de encima de la manera más rápida posible. Un malestar que no presagiaba nada bueno. Ángel, equipado con su flamante Ghost, no tardó en advertírmelo: ten cuidado que vas muy acelerado. Era algo de lo que me daba cuenta, pero que me costaba controlar. Y es que la Fuji con la Larsen TT desgastada atrás seguía rodando muy bien. Pero aun así, esas sensaciones extrañas no desaparecían. Iba a ser un día complicado.

Realizamos la subida hasta el Lagar de la Cruz en 54 minutos. No fue una buena subida, al menos para mí. El primer tramo de la Huerta de Hierro lo realicé sin problemas, pero a un ritmo más elevado de la cuenta. Las primeras rampas de Los Morales no fueron malas, y el frescor de la mañana no agobiaba, pero estaba empezando a marearme. Malas sensaciones. Y encima, la Larsen, que en esos primeros compases se mostraba firme, empezó a dar lo peor de sí misma en los tramos de piedra suelta -y húmeda-, ya iniciada la subida. Y es que si hay algo que lleve mal una Larsen (sobre todo si está fundida) es eso. Bueno, y los bancos de arena. Pero aun así, subimos como unos campeones. En la parte final de la subida aprovechamos un pequeño sendero que abrieron durante la Andalucía Bike Race para evitar bajarse al llegar a la barrera del cable de acero. El terreno estaba aún algo suelto por lo nuevo de esa variante, pero valió la pena. Lo que habrá que ver es cuánto tiempo dura sin ser bloqueado.

Eran las 8:50h cuando llegamos al Lagar, y no estaba en nuestras intenciones el detenernos tan pronto. Teníamos previsto hacer la primera parada del día en la gasolinera del Cruce de Trassierra, y aún quedaba un poco de fiesta antes de llegar allí. Así pues, sin pausa ninguna enlazamos con la bajada hacia las Ermitas, por la vereda del mismo nombre (aunque es conocida como la bajada del Salchichón). De nuevo aquí aprovechamos un camino abierto por la Andalucía Bike Race para evitar el tener que tocar asfalto hasta el final de la bajada. Ángel, como no podía ser menos, dio lo mejor de sí mismo en la bajada. La humedad, que tanto había fastidiado en la subida, nos ayudó en la bajada, ya que el terreno se encontraba con la humedad justa para que la arena fina que tan común es en ese tramo estuviera perfectamente compactada. Una delicia para rodar, vaya. Aunque también la misma humedad hacía que estuviéramos empapados por la condensación. Como le dije a Ángel, el día estaba gallego a más no poder. A Marcos le hubiera encantado.

Tras 14 minutos escasos, llegamos a la entrada de las Ermitas, y enfilamos rápidamente la carretera hacia el cruce de Trassierra. La llanta trasera que amablemente Ángel me había cedido la jornada precedente demostró que se encontraba en un estado perfecto. Qué diferencia con respecto a los problemas que había tenido en mi etapa anterior en esta zona. Y es que así daba gusto. Pero mis sensaciones seguían sin ser buenas. Es más, empeoraban: los riñones empezaban a dolerme cosa mala. Las lumbares, como de costumbre. No iba a quedar más remedio que apretarse los machos. Al menos lo que teníamos por delante era de lo más relajado del día: 6 kilómetros de asfalto hasta el cruce. Algo de sube y baja, pero con un razonable descanso al final. O eso creía yo.

Y es que hicimos un ritmo bueno. Muy bueno. En 20 minutos mal contados nos plantamos en el cruce. Eran las 9:26h y ya estábamos en la que se suponía que iba a ser la primera parada del día. Y en un excelente estado, salvo por lo de los riñones. Ángel, por su parte, se encontraba pletórico. No era plan partirle el ritmo. Así que, valientes al frente, continuamos en un non-stop camino de Almodóvar. Sin pausa alguna rodeamos el Rosal de las Escuelas y bajamos rápidamente hasta el embalse de la Jarosa. Embalse que se encontraba en el nivel más bajo que jamás le había visto, y que estrenaba una nueva cerca que lo aislaba del camino. Cerca que me hizo temer problemas de paso, que afortunadamente no se cumplieron. Pasamos el embalse, y continuamos camino de la última cota digna de tal nombre en lo que quedaba de día: la entrada del Castañar de Valdejetas. El día seguía frío y gris, pero las nubes bajas ya habían levantado, y esa sensación de humedad sofocante había desaparecido. Perfecto para rodar.

20 minutos -de nuevo- fue lo que tardamos en recorrer la distancia entre La Jarosa y el Castañar. Un ritmo bastante bueno, para los 4,5 kilómetros de camino. 13’7 km/h de media. No estaba nada mal, si lo comparamos con los 17 km/h de media del anterior tramo de asfalto. Teníamos por delante el Camino de los Toros, que nos habría de llevar hasta Almodóvar. Casi todo bajada, salvo un último repecho, antes de llegar a la casa de la Porrada. Nada complicado, si no fuera porque los riñones me estaban haciendo trizas. Tanto fue así, que justo antes de llegar a la Porrada, tuve que detenerme a dejar descansar la espalda, y recolocarme la faja lumbar. Algo que me vino de fábula. Una vez de nuevo en marcha, y pasada la Porrada, empezamos la larga bajada. El primer tramo por dehesa fue sencillamente genial. No tardamos mucho tiempo en salir al calvero que forma el cortijo de Villalobillos, y que supuso un pequeño descanso en la bajada. Fue en este punto en el que nos encontramos a los primeros ciclistas del día, si bien es verdad que en el tramo entre la Jarosa y Valdejetas habíamos visto marcas de otros dos ciclistas que llevaban nuestro mismo itinerario.

Una vez pasamos Villalobillos, reanudamos el largo descenso hasta Almodóvar, si bien esta vez por asfalto. Un asfalto viejo, quebrado, muy agresivo y adherente. Un asfalto lleno de baches que me hizo echar mucho de menos mi Ghost de doble suspensión. Una bajada asfalto que me hizo trizas los riñones, y que jamás me hizo alegrarme tanto en mi vida de llegar a un sitio donde hacer una parada. Para mi sorpresa, eran las 10:40h de la mañana cuando llegamos a Almodóvar. En mi mejor previsión no esperaba estar allí antes de las 12:30h. Ángel, que sí era más optimista, contaba con estar a las 10:30h-11:00h. Y la verdad, no había estado demasiado desencaminado. Es más: lo había clavado. Aunque también hay que decir que nos habíamos saltado una de las escalas previstas.

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Hicimos una escala de unos 30 minutos, en la que dimos buena cuenta de unas excelentes tostadas, antes de seguir nuestra marcha. Llevábamos 39 kilómetros de etapa, y habíamos ya superado lo más difícil del día. Lo que teníamos por delante era ya más una lucha contra nosotros y nuestro cansancio que contra el terreno en sí. Estábamos en el valle del Guadalquivir, y la vuelta a Córdoba la íbamos a hacer por vía verde. Cierto es que teníamos por delante otros tantos kilómetros, pero el principal esfuerzo era ya dosificarse de manera adecuada.

Reemprendimos la etapa a las 11:05h. Cruzamos la carretera de Posadas, y tomamos la carretera que une Almodóvar con Guadalcázar. Esta carretera transcurrre en parte sobre el viejo camino de Almodóvar a Guadalcázar, que era en realidad nuestro recorrido. Este camino no tiene ninguna complicación: une casi en línea recta ambos pueblos. Lo único complicado es saber dónde tienes que abandonar la carretera. Algo que el trazado de ésta pone sumamente fácil, ya que es precisamente la carretera la que abandona el trazado del camino en un fuerte giro a izquierdas, que deja surgir el camino justo ante tus ojos. Un camino rodeado de olivos, sin pérdida posible.

Entramos en Guadalcázar a las 11:35h., tras apenas media hora de recorrido desde Almodóvar, para los algo más de 10 kilómetros de distancia. Descartamos afrontar la dura subida que se nos ofrecía hasta el castillo del pueblo, y optamos por entrar al pueblo desde la entrada de la carretera de Córdoba. Como había dicho, se trataba de regular las fuerzas y de no reventar inútilmente. Así pues, cruzamos el pueblo y tomamos la carrerera que lleva a la barriada de San Vicente, surgida en el lugar que ocupaba la desaparecida estación de Guadalcázar. Camino de la barriada, Ángel notó cómo una de sus calas no enganchaba correctamente en el pedal correspondiente. Nos detuvimos a ver lo que pasaba, y descubrimos el origen del problema: uno de los tornillos del anclaje de la bota se había partido, por lo que el anclaje se encontraba desplazado de su posición original. Continuamos hasta la entrada de la vía verde, y allí aprovechamos para hacer una pequeña parada, e intentar arreglar el problema.

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Una vez realizado el breve descanso, y recolocado de manera precaria el anclaje, reemprendimos la marcha. Estábamos al filo del mediodía, e iniciábamos la vuelta a Córdoba. A esas alturas llevábamos ya entre pecho y espalda más de 50 kilómetros de etapa, y casi cuatro horas de marcha. Nos separaban 15 kilómetros de Valchillón, y 19 de Córdoba. Volamos por esos 15 kilómetros, a una media de 23 km/h. Llegamos a Valchillón a las 12:35h, y seguimos sin pausa hasta entrar en la ciudad. El tramo más pesado, como no podía ser menos, fue el que una la Torrecilla con el puente de San Rafael. Un tramo paralelo al río de grava con bastante mala idea. Sobre todo si a esas alturas llevas ya en el cuerpo la paliza que nosotros llevábamos.

Entramos en Vallellano a las 13:00h. Cruzamos el parque de Ciudad Jardín y bordeamos la estación, camino de Arroyo del Moro. ¿Por qué un itinerario tan poco habitual? Porque el fin de etapa estaba marcado en cierto bar de la zona, que los sábados ofrece caña y tapa a un euro. Y es que ese premio de fin de etapa era algo que nos habíamos ganado sobradamente. Llegamos a la meta a las 13:13h, tras 5 horas y 17 minutos de recorrido. Y estos fueron los trofeos que se nos ofrecieron:

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En cuanto a la distancia en sí, mi velocímetro tuvo algunos problemas con el soporte para el móvil que había improvisado, y esa jornada no dio mediciones fiables. Así que nos restaban el GPS y el velocímetro de Ángel. Mi GPS indicaba una distancia de 79’289 km., y el velocímetro de Ángel 84’77:

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¿Cuál era la medida exacta? ¿Habíamos llegado al objetivo de los 80 kilómetros? En cualquier caso, luego nos quedaba volver a casa desde Arroyo del Moro, así que el objetivo de los 80 kilómetros había quedado ampliamente superado, en cualquiera de los dos casos. Y habíamos hecho el recorrido de la etapa en un tiempo excelente, mucho mejor del que yo había calculado. Así que no cabía ninguna duda: la de ese día era una etapa para recordar.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro de Ángel): 84’77 km.
  • Distancia (según el GPS): 79’289 km.
  • Tiempo de etapa: 4h 32m 06s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 16m 54s
  • Velocidad media: 16’58 km/h
  • Velocidad máxima: 47’1 km/h
  • Pulsaciones medias: 146
  • Pulsaciones máximas: 178
  • Consumo medio de calorías: 1060 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1370 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 4h 22m 45s
  • Consumo total de calorías: 5518 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 122BC

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Brutal 3. Los Morales – Ermitas – Cruce de Trassierra – Almodóvar – Guadalcázar – Vía Verde de la Campiña

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10 ene 12 Etapa ciclista: Lagar de la Cruz – Vado del Negro – Arenales – Montecobre Express (02/01/2012)

Aunque llevo unos cuantos días sin escribir (a todo esto, ¡feliz año nuevo!), la temporada ciclista de 2012 empezó realmente pronto: el 2 de enero. Y para no romper los viejos mitos, tengo que admitirlo: se nos fue de las manos. Lo que en principio iba a ser una etapa relativamente corta, acabó convertido en una etapa de más de cinco horas de pedaleo duro por la Sierra, con descensos brutales y enlaces largos entre tramo y tramo. Pero no adelantemos acontecimientos.

Empezamos a rodar Mané y yo, los únicos que finalmente salimos, al filo de las 10:15h. Aunque durante las Navidades nos habíamos planteado realizar una etapa larga por la Sierra, con parada a comer en los Arenales incluida, finalmente vimos que no iba a ser factible realizarlo en esa ocasión. Así que, dado que teníamos ganas de salir a rodar, convenimos al menos realizar la parte del recorrido que más nos apetecía: el descenso de la Vereda del Vado del Negro. Como habíamos decidido salir algo más tarde de lo normal, optamos por realizar la subida hasta el Lagar de la Cruz por carretera, a fin de ganar algo de tiempo. Una subida que, personalmente, tenía fresca, ya que había sido el comienzo de la última etapa del año 2011, aunque en esta ocasión optamos por subir por Sansueña en lugar de bajar hasta el comienzo del Brillante.

La mañana estaba cubierta, a diferencia de los días anteriores. Eso nos garantizaba, por un lado, que las temperaturas no iban a ser tan frías al comienzo de la mañana como en otros días, pero conllevaba que a media mañana el sol no iba a calentarnos tampoco. En resumen, teníamos por delante una mañana fría y relativamente gris.

Realizamos la subida hasta el Lagar en 57 minutos. Paramos en el Lagar para tomar algo de fruta, y continuamos -antes de enfriarnos demasiado- camino de nuestra siguiente parada: las fuentes del Bejarano. Para ello fuimos a través de las Siete Fincas por el GR-48. Una vez en el Bejarano -ya rayando el mediodía- pasamos por la cancela que permite seguir el cauce del arroyo aguas abajo. Una zona preciosa, que arranca con un bonito tramo de bosque de ribera, que culmina en una pequeña cascada antes de internarse en bosque de tipo mediterráneo.

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Atravesamos los lugares del Martinete, el Molinillo y el Desierto, camino del cortijo de los Baldíos del Río, en un subeybaja que nos habría de llevar, finalmente, hasta el arroyo de Don Lucas, que vadeamos. Allí nos encontramos con una sorpresa un tanto desagradable: los propietarios de la finca había utilizado maquinaria industrial para desbrozar el bosque y abrir una pista hasta el mismo arroyo, destrozando de esta manera un bosque de singular belleza. No sin lamentar semejante barbarie, seguimos nuestra senda, que estrecha y siempre a la izquierda de la nueva pista, seguía abriéndose camino. Y así llegamos a la primera gran bajada del día: el descenso hasta el Vado del Negro.

Un descenso largo, complicado, por senda estrecha y muy traicionera: con mucha piedra, musgo, raíces húmedas, barro y otra gran cantidad de elementos que garantizan que al mínimo despiste tengas un percance. Era especialmente llamativo lo del barro: pese a que hacía semanas que no llovía, el barro era omnipresente. Peligroso, muy peligroso. Tanto que fue en esa bajada la primera vez que vi a Mané irse al suelo. Afortunadamente, sin ninguna consecuencia grave.

Una vez alcanzamos el río Guadiato, remontamos su margen izquierda hasta llegar a los Arenales. Camino del puente nos encontramos con otra sorpresa desagradable. La pista que llevábamos, bastante buena y que permitía rodar rápido, se encontraba cortada de manera sorpresiva a la altura de un arroyo, lo que, si no hubiéramos ido atentos, nos podría haber provocado un grave percance. ¿Efectos de las lluvias o acción de algún desaprensivo? Es mejor no especular, a fin de no cabrearse.

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Así pues, llegamos a las 13:00h al puente de los Arenales. Cruzamos a la margen derecha del río, y nos tomamos unas bien merecidas cervezas, acompañadas de una brutal ración de morcilla. Y así, de palique y vianda va, vianda viene, se nos ocurrió la siguiente barbarie: en vez de volver por la vía rápida por la carretera de las Jaras, ¿por qué no tomar la pista de la margen derecha del Guadiato hasta Santa María de Trassierra?

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Y como no había nadie que pusiera cordura, el disparate tomó forma. Reanudamos la etapa a las 13:30h, camino de Trassierra. Nos aguardaba una pista de subeybaja hasta llegar al puente sobre el Guadiato. A partir de ahí, teníamos por delante una brutal subida de un par de kilómetros, con rampas escalofriantes. Pero bueno, al menos la vitamina M que habíamos ingerido un rato antes nos iba a servir de ayuda. Y hay que decir que, al menos en mi caso, la sudamos a base de bien. Nunca vino mejor aquello de “sudar sangre”. :mrgreen:

Tras la escalofriante subida, entramos en Trassierra a las 14:15h. Nos acercábamos a la hora a la que solíamos dar por finalizadas las etapas, y aún estábamos en mitad de la Sierra. Nos estaba quedando un día la mar de divertido. ^_^ Por ello, y aunque Mané se moría de ganas por completar la etapa con un Bosque de Fangorn, finalmente optamos por tomar la carretera hasta la urbanización Torrehoria, y encaminarnos por la pista de cemento hasta la entrada del Mirador de las Niñas: se imponía terminar la etapa por la vía rápida. Montecobre Express.

Camino del Mirador vino a visitarme -la verdad, me sorprende que no lo hiciera antes- el tío del mazo, y estuve arrastrándome miserablemente un rato hasta el comienzo de la bajada hasta la Torre de las Siete Esquinas. Por suerte, todo lo que nos quedaba era para abajo. :) Y como no podía ser menos, pusimos la cámara a grabar:

“A saco la bajada”. Sí señor, a fondo hicimos toda la bajada, en especial el último tramo, justo antes de llegar a la Torre. Tan a saco lo hicimos, que Mané de un llantazo reventó la rueda trasera al pasar sobre las piedras. Por ello, nos tocó realizar labores de mantenimiento, que aproveché para tomar una panorámica del Valle del Guadalquivir. Y es que el día lo merecía.

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Una vez cambiada la cámara, continuamos con el descenso. Y dado que queríamos acabar por la vía rápida, no pudimos menos que hacerlo por Montecobre Express.

El comienzo fue más accidentado que la anterior vez que realizara el descenso. Lo achaqué al cansancio de la etapa. Pero, pese a todo, realizamos la bajada sin mayor inconveniente, aunque tengo que admitir que notaba la bici extraña, más nerviosa y dura. Cuando terminé la bajada, me percaté de la causa. En efecto, tenía que ver con el cansancio. Pero no de la manera que me había imaginado: con la visita del tío del mazo, había olvidado, en el mirador, desbloquear la horquilla delantera al comienzo de la bajada. Había realizado toda la bajada con la suspensión rígida. :O

El resto de la etapa fue un puro trámite. Realizamos la bajada por carretera hasta la Albaida, y entramos en Santa Rosa por el Tablero Bajo. Llegamos a casa, tras cinco horas de etapa, pasadas las 15:15h. Lo que se había planteado como una etapa corta, reciclada de un gran recorrido, había terminado siendo una gran etapa por sí misma. Y un excelente comienzo del año ciclista 2012. :mrgreen:

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 44’65 km.
  • Distancia (según el GPS): 43’844 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 15m 36s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 58m 34s
  • Velocidad media: 13’69 km/h
  • Velocidad máxima: 55’05 km/h
  • Pulsaciones medias: 135 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 179
  • Consumo medio de calorías: 950 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1380 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 59m 27s
  • Consumo total de calorías: 4719 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 101AA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Lagar de la Cruz – Vado del Negro – Arenales – Trassierra – Montecobre Express

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