Vista del Puente de Hierro de Córdoba a vista de dron. Grabación efectuada la tarde de Año Nuevo con un dron DJI Mini 3 Pro.
Música:
Emotional Piano Improvisation by Alexander Nakarada | https://www.serpentsoundstudios.com
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Etiquetas: córdoba, dji mini 3 pro, dron, puente de hierro
El sábado 17 de febrero, tras un periplo de algunas semanas sin ir por Córdoba, volví a salir a rodar con mis compañeros bartocalvos. Aunque en esta ocasión fue una salida multitudinaria, pues además de algunos integrantes del club (Kike, Mané, Javi Balaguer y yo mismo), salieron también con nosotros algunos conocidos (Chicote, Carbonell, Luis y otros), hasta alcanzar la impresionante cifra de diez personas en la salida. Incluso nos acompañó Birra, la perra de Carbonell.
Empezamos la etapa poco después de las 9:00h. Aunque la idea era no efectuar una etapa excesivamente exigente, empezamos con una buena manera de abrir boca: los Morales. Y como suele pasarme cuando vuelvo de Sevilla, empecé cebándome demasiado en la subida. Abrí fuego con algunas de las primeras rampas, lo que no estaba mal, pero tenieno en cuenta que me había abrigado más de la cuenta (tres capas de ropa térmica de invierno, guantes de neopreno, etc…) pronto empecé a sudar la gota gorda. Y en la primera de las paredes exigentes de Los Morales estaba ya con un calentón digno de mejores circunstancias. Lo malo es que había empezado a marearme. Así que opté por bajar un poco el pistón, recuperar el estado de ánimo, y descolgarme un poco para hacer de enlace con los rezagados, para no reventar a las primeras de cambio.
Por otro lado, teníamos una primera hora límite para subir Los Morales: Marcos y Ángel, en su entrenamiento para la Guzmán, llevaban desde las 8:00h dando pedales, y habíamos establecido un punto de encuentro en el Lagar de la Cruz a las 10:00h. Íbamos con algo de retraso. Así que tras superar la primera de las rampas duras de Los Morales, realizamos el resto de la subida a un ritmo razonablemente ágil. Aun así, no llegamos al Lagar hasta el filo de las 10:30h. A esas alturas, Ángel y Marcos ya habían estado allí, nos habían esperado, y se habían ido para no enfriarse.
Nosotros, por nuestra parte, hicimos una parada para comer algo, y a las 10:45h reanudamos la marcha. Tomamos el GR-48 para bajar a Las Jaras. Pero, a diferencia de lo que solíamos realizar, no abandonamos el GR-48 para entrar en Las Jaras pegando al embalse, sino que lo seguimos estrictamente, cruzando por encima de un puente medio derruido, y bajando por un sendero bastante estrecho por la margen derecha de la carretera. Pasamos junto al enlace con la vereda de Linares, y bajamos hasta la entrada de Las Jaras. Allí tomamos la vereda de la Pasada del Pino. Empezamos a ascender en dirección hacia el club de golf. Aunque la presencia del agua se dejaba notar, no se encontraba tan enfangado como cuando pasamos, en dirección contraria, a finales de diciembre. Así pues, llegamos a las inmediaciones del club de golf. Tuvimos que hacer una pequeña parada, pues Birra se había quedado atrapada entre dos cancelas, y no pudo seguirnos.
Una vez resuelto el incidente, terminamos de realizar el ascenso al club. Coronamos la subida al filo del mediodía, y una vez allí, tomamos la decisión de por donde volver. Aunque a priori se había hablado de realizar un descenso por Los Morales, a la hora de la verdad se decidió hacer una bajada por Avionetas Express. Dicho y hecho, hacia allá que nos encaminamos. Sin embargo, realizar esa bajada no era plato de buen gusto para todo el mundo, por lo que el grupo se partió en dos. La parte mayoritaria bajamos por Avionetas Express, y los más prudentes lo hicieros por Avionetas Normal, con la idea de reintegrarnos en la casa derruida que se encuentra a las espaldas de Santo Domingo.
Avionetas Express es una bajada por un cortafuegos brutal y peligrosa, con abundante piedra suelta y bastante traicionera. Y pese a todo, es sumamente divertida, aunque suele propiciar que la gente se pegue unos leñazos fenomenales. Y esta partida no fue una excepción. Carbonell sufrió abundantes percances, lo que, yendo con una rígida no cabe menos que calificar como una proeza, y Chicote sufrió también alguna caída que pudo ser bastante grave. Pero la piña de la jornada, más por aparatosa que por grave, la sufrió Javi Balaguer, que se salió del cortafuegos para acabar deteniéndose contra un pino. Todo ello, por suerte, sin consecuencias relevantes. Por mi parte, y ya habiendo rodado por Avionetas Express con una rígida, me lo tomé con calma con la doble equipada con la Sektor, por lo que no tuve incidentes, aunque realicé a pie más tramos de lo que sería de desear.
Llegamos a la casa derruida a las 12:45h. Nuestros compañeros se reincorporaron, tras haber sufrido también algún leñazo, pocos minutos después, y afrontamos la última parte de nuestra etapa. Vadeamos el arroyo Barrionuevo, y bajamos por la trialera, a toda velocidad, hasta llegar al arroyo Pedroche, primero, y hasta Puente de Hierro, después. Una bajada sin más inconvenientes, salvo el hecho de que al llegar a la fuente de la Palomera varios de los integrantes del grupo quedaron regazados, así que no quedó otra que reencontrarnos en el final de etapa, en el bar Chin, donde nos encontramos con lo más granado del ciclismo de montaña cordobés. Una excelente etapa, con un éxito de asistentes, y un gran final.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – GR48 – Pasada del Pino – Avionetas Express
Etiquetas: arroyo pedroche, avionetas express, córdoba, gr-48, lagar de la cruz, las jaras, los morales, mtb, puente de hierro, vereda de la pasada del pino
El martes 28 de agosto, ya de vuelta en Córdoba, volví a salir con mis compañeros de aventuras y desventuras ciclistas. Venía pletórico de las etapas malagueñas, por lo cual una salida del club iba a ser algo que no pensaba perderme por nada del mundo. Y encima, teniendo en cuenta que iba a ser una de las salidas más multitudinarias en las que había participado, ya que saldríamos Ángel, Kike, Mané, Javi Aljama, Javi Balaguer y yo.
Salimos del Cámping a las 18:45h. Un poco tarde para lo que teníamos previsto, pero que ayudó a compensar el calor del día. Subimos por la Cuesta Negra para posteriormente enlazar con la subida de Santo Domingo. Abandonamos la carretera a la altura de las Salesas y nos encaminamos hacia el mirador de San José. Sin embargo, nos desviamos por una pista alternativa que pronto nos condujo hasta el comienzo del sendero local de Santo Domingo, a cuya urbanización llegamos a las 19:25h.
Desde allí nos decidimos a subir el 14% por carretera, y para ello, nada mejor que enlazar por la cuesta de “Los Morares” hasta el repetidor de la carretera. Esta vez la subida, al no ir morados, no fue tan divertida, aunque sí igualmente exigente. Kike incluso se marcó la heroicidad de superar el primer tramo de piedra tomando carrerilla y a toda velocidad, algo que no hubiera considerado posible de no haberlo visto.
Una vez en la carretera, empezamos a subir. Poco a poco el perfil fue haciendo criba, y no tardé en encontrarme en cabeza, gracias entre otras cosas a mi querida Larsen TT de 1.9” y al duro entrenamiento que entre Ángel y Málaga había sufrido en las etapas anteriores. Acabamos llegando todos al cruce del 14% al filo de las 20:00h. A esas alturas de la tarde se nos estaban acabando las opciones. La luz empezaba a declinar, y teníamos que decidir rápidamente por dónde bajar. Y tomamos la decisión equivocada: bajar Los Postes.
Tomamos, por tanto, el GR-48 en paralelo a la carretera de los Villares, hasta llegar a las cercanías del club de golf. Allí giramos a la derecha, para ir a la subestación de bombeo del gasoducto, que marca la brutal bajada de Los Postes. Y ahí empezó la debacle. Los especialistas en descenso (Mané, Ángel, Kike), afrontaron la bajada en excelentes condiciones. Ambos Javis lo hicieron con un magnífico aplomo. Y yo, por mi parte, lo hice como pude, hasta que me di cuenta de que me había quedado sin freno trasero. No frenaba: la maneta llegaba hasta el puño, y no disponía más que del freno delantero para no acabar con los dientes en un cucurucho. No me quedaba más remedio que bajar con calma.
Seguimos bajando por Los Postes hasta tomar el desvío a la derecha que lleva, por una estrecha senda, hasta la Meseta Blanca. Pero en vez de llegar hasta la Meseta, optamos por bajar por una torrentera que conduce directamente hasta el cortijo en ruinas de Barrionuevo (Muros). Sin embargo, tuvimos que hacer una parada inesperada debido a un pinchazo en la rueda trasera de Kike. La tarde empezaba a echársenos encima, aunque nos permitía tener una excelentes vistas del atardecer.
También aprovechamos para inmortalizar la salida, algo que hasta ese momento aún no habíamos hecho en condiciones:
Reanudada la marcha, dejamos atrás Muros y bajamos a toda velocidad por la trialera. O al menos a toda la velocidad a la que podíamos ir sin estamparnos en la oscuridad contra un alcornoque, ya que al ir por el fondo de un estrecho valle la luz que aún quedaba del día era considerablemente reducida. Pese a todo, llegamos sin novedad hasta Puente de Hierro, desde donde hicimos la subida por la pista convencional, en donde dí un nuevo arreón, porque, pese a todo, me encontraba pletórico de energía. Desde allí nos dirigimos al Barrio Naranjo, separándonos de Ángel y Kike, que tuvieron que volver a sus casas. Los dos Javis, Mané y yo compramos unas cervezas, y fuimos a mi casa a hacer un tercer tiempo de la etapa, algo que fue tremendamente de agradecer.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santo Domingo – 14% – Los Postes
Etiquetas: 14%, córdoba, gr-48, los postes, mtb, puente de hierro, santo domingo
El lunes 20 de agosto continuamos con una dinámica de gran actividad ciclista. En este caso se trató de una etapa en la que participamos Kike y yo. La idea era hacer algo tranquilo no excesivamente rodador por las proximidades de Córdoba… objetivo que conseguimos a medias.
Para evitar el fuerte calor del día empezamos a rodar al filo de las 20:00h en el Barrio Naranjo. Salimos por un descenso bastante abrupto junto al castillo del Maimón, que Kike hizo a las mil maravillas con su burra, pero que a mí me dio algunos problemas más con la mía. Rápidamente llegamos al pie de puente de hierro. Cruzamos el arroyo Pedroche y remontamos por la horrible subida del otro lado de la ladera de nuevo hasta el puente. Avanzamos sin mucho problema hasta llegar a la Carrera del Caballo. Durante un rato probé la bici de Kike, con sus plataformas. Tengo que admitir que eran bastante cómodas para rodar, y firmes para agarrar el calzado, pero fiel a mis viejas costumbres, me sigo decantando por los rastrales.
Desde la Carrera del Caballo tomamos el viejo camino de la cantera que lleva hasta el lago azul. Desde allí cruzamos el canal, y seguimos el recorrido de éste hasta cruzarnos con la vereda de Alcolea. Allí no pudimos menos que tomarla para hacer la vereda de Linares. Para mi sorpresa, una vez que pasamos el puente romano, vi que en fechas recientes habían pasado por allí una niveladora. Hay que admitir que facilitaba el tránsito por la vereda, pero por otro lado le quitaba todo el encanto de la subida pedregosa, y el posterior llaneo esquivando roderas provocadas por todoterrenos. En fin, algo menos de diversión en un recorrido siempre interesante.
Al llegar a la cancela, giramos a mano izquierda para enlazar con la vereda de Linares. Como siempre, este tramo fue sumamente divertido. Y por primera vez conseguí hacerlo entero, incluyendo el cruce del arroyo Rabanales, sin llegar a poner pie a tierra. Y a partir del arroyo, como siempre, el horror. Las dos subidas brutales, especialmente la segunda, que constituyen auténticas patadas en el pecho. Pero subida que hicimos como campeones. El problema era la hora: eran las 21:00h y todavía no habíamos empezado el descenso hacia la Ermita de Linares. Estaba claro que íbamos a tener un problema con la luz.
La bajada de Linares fue, como de costumbre, sumamente divertida, aunque la falta de luz la hizo algo más complicada que de costumbre. Una vez en Linares emprendimos el camino de vuelta por el trazado del Camino Mozárabe. Atravesamos sin especiales incidentes la zona de Torreblanca hasta alcanzar la N-432. A esas alturas el sol ya se había puesto, y la luz empezaba a escasear. Tuvimos que descartar nuestra idea original de bajar por la trialera hasta Puente de Hierro, y en su lugar seguimos por el viejo trazado de la vía del tren. Suerte que las bicicletas de doble suspensión hicieron su trabajo a la perfección.
Pero aun así la luz empezó a ser prácticamente nula. Por suerte Kike llevaba su linterna del chino, si bien hacía un año que no cargaba la batería. ¿Daría para llegar a casa? Sólo había una forma de comprobarlo. Seguimos el trazado de la vía hasta que la nueva variante de la N-432 nos obligó a tomar la carretera antigua. Desde allí cruzamos por debajo de la variante, y recuperamos el trazado de la vía. No nos quedaba más alternativa que cruzar por el Puente de Hierro… en la oscuridad. Y así lo hicimos. Andando, eso sí. Tampoco era plan jugarse el tipo porque sí.
Una vez que pasamos el Puente, cruzamos el Barrio Naranjo, y el parque de la Asomadilla. Llegué, sorprendentemente de una pieza, a casa pasadas las 22:00h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Naranjo – Carrera del Caballo – Vereda de Linares – Puente de Hierro
Etiquetas: Camino Mozárabe, canteras, carrera del caballo, córdoba, lago azul, mtb, n-432, puente de hierro, vereda de alcolea, vereda de linares
El viernes 22 de julio realizamos la primera etapa nocturna de la temporada en Córdoba, que espero sea la primera de muchas. Quedamos a las 20:45h en casa de Ángel el propio Ángel, Mané, Javi Balaguer, Marcos, José Anta y yo. Javi Aljama, que también tenía intención de venir sufrió los días previos a la salida un esguince de tobillo, por lo que por desgracia se tuvo que caer del cartel. Teníamos un claro objetivo para esta etapa, que no era otro que pasar por dentro del tubo que pasa por debajo de la N-432 a la altura de la Carrera del Caballo. Dicho y hecho, iba a ser divertido.
Salimos a las 21:55h de casa de Ángel, y nos encaminamos hacia Puente de Hierro, a realizar una breve bajada que Mané había experimentado en salidas precedentes. Así pues, cruzamos el Parque de la Asomadilla y el Barrio Naranjo, y no tardamos en salir a la antigua vía del tren de Almorchón. Llegamos justo hasta el Puente de Hierro, y allí Mané nos mostró la bajada: una escalofriante torrentera que se abre justo a la izquierda del pretil del puente, y que se despeña -o más bien hace que te despeñes- hasta alcanzar el arroyo Pedroches. Era descenso de bajar el sillín al tope. Mané y Ángel lo bajaron perfectos. Marcos y yo lo hicimos, a continuación, como pudimos. En mi caso, con el culo completamente apoyado en la rueda trasera. Tanto, que tenía mis dudas si en realidad estaba frenando con los frenos de disco o con el trasero. Jose y Javi, por su parte, también bajaron con precaución y sin demasiados problemas. En resumen, una bajada que era una buena manera de llegar sin dientes a casa a poco que te descuidaras.
Y la cosa no iba a hacer sino mejorar. Cruzamos el arroyo Pedroche y trepamos por una horrenda subida para alcanzar de nuevo la vieja vía. No pongo en duda que hacia abajo esa cuesta tiene que ser la bomba, pero hacia arriba es peor que un dolor de muelas. Aunque tengo que admitir que como reto no está nada mal. A esas alturas de la feria ya llevábamos las luces encendidas. Mané había sufrido un percance con su Lupichin de estreno (el bloque de baterías se había descargado sin razón aparente para ello), por lo que no le había quedado más remedio que llevar una luz del Lidl que dejaba bastante que desear, pero por suerte en ese tramo de la etapa nos apañábamos bien con el resto de luces.
Una vez en la Carrera del Caballo cruzamos al otro lado de la Nacional por el grupo de rotondas, y a la altura de la gasolinera de Repsol abandonamos la carretera, y retomamos el trazado de la vía… si bien con algún que otro problema, porque no dábamos con el sendero. Avanzamos en paralelo a la N-432, hasta llegar a la bajada que lleva hasta el tubo. En este tramo, en una pequeña subida sufrí un tirón en el gemelo derecho. Malas sensaciones que llevaban acompañándome desde hace algunas semanas habían hecho acto de presencia. No me quedaba más remedio que contemporizar un poco… o eso pensaba yo. Realizamos la bajada hasta el tubo sin más percance que una caída de Javi, afortunadamente sin mayor consecuencia. Y allí estábamos: el tubo.
110 metros de longitud, 1’8 metros de diametro, y 50 metros de tierra por encima. ¡Era la bomba! Sólo lo había cruzado una vez con anterioridad, en el año 2009, de día, en solitario, y sin luces. Esta vez éramos seis, de noche y con luces. ¿Cuál fue el resultado? Pues el que se puede imaginar:
Una vez pasado el tubo, y a diferencia de lo que hice en el 2009, bordeamos el arroyo Pedroche por su margen izquierda, hasta alcanzar el camino de la cantera de Santo Domingo. Estábamos ya al filo de las 23:00h, y teníamos aún que llegar hasta Santo Domingo, donde nos esperaban Enrique, Juan, Carlos, Inma y algunos amigos más. Íbamos tarde, muy tarde. Por ello subimos la cuesta de la cantera hasta el cortijo de Los Velascos a toda velocidad, lo que hizo que el propio Jose, aún novato en estas lides las pasara canutas. Pasado el cortijo, bajamos hasta el arroyo Santo Domingo y seguimos avanzando hasta la cantera.
Decidimos sacrificar parte del recorrido (subida por la cantera, para luego ir a la ermita y bajar hasta el lago desde ella), y enfilar directamente hasta Santo Domingo, y desde allí al bar donde nos esperaban. Y así, sin detenernos apenas, afrontamos la escalofriante subida de grava que antecede al monasterio, con sus rampas del 19%. Y con un calor de 31ºC. Llegamos a las 23:25h. Había sido duro, muy duro. Pero mereció la pena.
Y es que nos pegamos un magnífico homenaje a base de morcilla, flamenquines, ensaladilla, japuta, croquetas, y por supuesto, jarras y jarras de cerveza. Valga decir que una parada que habíamos previsto de media hora, a lo sumo, se prolongó hasta la hora y media larga. Así que creo que no es necesario decir que cuando nos decidimos a volver a montar en las bicis nos encontrábamos algo perjudicados. Habíamos decidido subir el 14%, y desde allí enlazar con la bajada de Los Morales… y ya se vería desde allí. Jose a esas alturas se vio obligado a abandonarnos, merced a obligaciones familiares. Así que el quinteto restante afrontamos una nueva subida, desde el restaurante hasta la antena de comunicaciones del 14%. Habida cuenta del objetivo que teníamos por delante, y de lo alegres que íbamos, no tardamos en bautizar la subida como “Los Morares”.
No recuerdo haber hecho una subida más divertida en mucho tiempo. Divertida pese a que cada 50 metros me iba metiendo directo contra un arbusto, y dejándome las piernas hechas un cristo. Para apenas 400 metros de subida lo estábamos pasando como enanos… hasta que sobrevino la debacle: la luz del Lidl de Mané dijo basta, y dejó de alumbrar. Vista la situación, llegamos hasta la antena, y decidimos qué hacer.
Tras evaluar las circunstancias, optamos por lo más sensato -lo cual, dicho sea de paso, es sorprendente-: recoger bártulos y volver a casa. Realizar un descenso como Los Morales a oscuras no es algo especialmente recomendable. Bajamos por la carretera del 14%, hasta tomar un enlace a mano derecha que lleva hasta el Cerrillo. Pese a que habíamos optado por lo más razonable, no íbamos a hacer todo lo razonable. Al menos el tramo final de Los Morales, el correspondiente a la Huerta de Hierro, íbamos a hacerlo. Y así fue. Conseguimos apañarnos con las cuatro luces que nos quedaban para hacer el descenso. Y ya una vez en la civilización, la vuelta a casa por Sansueña no fue más que un puro trámite. Llegamos a casa de Mané a las 1:35h, habiendo recorrido tan sólo 17 kilómetros. 17 kilómetros, eso sí, a un ritmo frenético, que nos depararon enormes dosis de diversión, sangre, sudor… y birra. ¡Ah! Y un grito de guerra:
¡¡¡Espartinas!!!
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Nocturna Carrera del Caballo – Tubo N-432 – Santo Domingo – Huerta de Hierro
Etiquetas: 14%, carrera del caballo, córdoba, los morales, mtb, n-432, puente de hierro, santo domingo, tubo