El domingo 28 de marzo, de nuevo en Sevilla, realicé una etapa ciclista con Miguel y Manolo, consistente de bordear el río Guadalquivir a su paso por Sevilla. La idea era hacer kilómetros para ir cogiendo fondo, y a fe que se cumplió. Quedamos temprano, a las 8:30h, en la Isla de la Cartuja. En realidad, fue más temprano de lo previsto, debido a un error al interpretar el cambio horario de esa misma noche. A las dos pasaban a ser las tres, y no al revés. Cosas de organizar la etapa cansado, en mitad de un viaje. El resultado del mismo es que cuando salí de Santiponce aún era de noche, y tuve que acoplar una linterna al manillar de la bici para poder ver algo. Y es que en mi caso, decidí empezar a dar pedales desde casa, a fin del complementar un poco el trayecto.
Como se puede ver, escogí para la etapa la Super BH L6000 Gravel, que entre unas cosas y otras no había utilizado desde el verano anterior. No es necesario decir que representaba un enorme cambio con respecto a la bici que vengo cogiendo últimamente, la Giant de 26” con doble suspensión. Esto viene a ser todo lo contrario: ligera, sin suspensión alguna, manillar de cabra, doble plato con el mayor de 46 dientes, y ruedas bien finas (unas 700×32). Eso sí, una verdadera flecha, tanto por asfalto como por pista. Salí de casa a las 8:15h, y no tardé demasiado en llegar a La Cartuja, donde ya me esperaban Manolo y Miguel. Y es que tardé algo más de lo previsto debido a que las puertas interiores del recinto de La Cartuja estaban cerradas, y tuve que dirigirme hasta la puerta que usan los autobuses. Solventado el problema, rodamos hasta Torre Triana para allí coger el camino de la margen izquierda del Guadalquivir. Ya no abandonaríamos este camino hasta llegar al estribo izquierdo del Puente de Hierro de San Juan. Pasado este, entramos en los terrenos de la Base de Tablada por un sendero, que nos encaminó hasta un nuevo camino, que a mano derecha de nuestro avance, nos llevó hasta la cabecera norte de la pista de aterrizaje. Recorrimos los 1800 metros de pista, hasta salir por la cabecera sur, en un sendero que parte hacia el este, y que bordea el antiguo cauce del Guadaira, y la estación depuradora de aguas.
Salimos del sendero, y llegamos la carretera de la depuradora, jugándome un poco el tipo con la gravel en una zanja en la que sinceramente pensaba que me iba a abrir la crisma. Ya en la carretera, tomamos en sentido sur la carretera de La Esclusa, hasta llegar a las mismas.
Una vez allí, decidimos variar el programa, y en vez de retornar por el mismo camino, bordeamos la cabecera del canal Sevilla-Bonanza, y volvimos a Sevilla por la Avenida de la Raza. Subimos hasta el puente de las Delicias, y allí cruzamos la Dársena, para entrar de nuevo en Tablada. Pasamos junto a la antigua CASA (hoy Airbus) hasta llegar al paso de la SE-30 que permite ganar el Puente de Hierro de San Juan. Cruzamos el río, y ya en la margen derecha, subimos junto al río hasta llegar al Puente de la Señorita, en Camas, para entrar en La Cartuja. Paramos en Torre Triana para tomar un café en el Starbucks (lástima no haber recordado que la cafetería del Museo de Arte Moderno estaría abierta), y finalizamos la etapa junto a nuestra oficina. Y ya desde allí, el trámite de volver a casa, para complementar 50 kilómetros de etapa.
Datos de la etapa
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Hoy he vuelto salir a rodar con mis compañeros de trabajo de Sevilla, pero con una interesante novedad: hemos tenido dos nuevas incorporaciones, Sergio y Fran Pérez. En realidad, estrictamente hablando no son una novedad, ya que en semanas anteriores salieron con Miguel y Rafa a dar pedales, pero como es la primera vez que salen conmigo, lo considero una novedad en mi haber. Por ello escogimos una etapa algo más convencional, para que vayan rodando un poco y haciendo piernas, antes de llevarlos a rodar por lugares algo más exigentes. Así pues, escogimos repetir la etapa circular del Aljarafe que hicimos Rafa, Miguel y yo el pasado abril.
Empezamos a dar pedales un poco antes de las 9:15h, y salimos de Mairena realizando una pequeña variación sobre el recorrido: en vez de tomar el camino de la Venta del Río Pudio, que nos hace atravesar Mairena pubelo, optamos por tomar desde Ciudad Expo el Cordel de Triana a Villamanrique, que lo bordea por el norte, y que igualmente lleva hasta el puente romano sobre el río Pudio. Aparte de esta variación, el recorrido siguió las directrices habituales. Pasado el puente tomamos la Cañada Real de las Islas, que nos llevó hasta las cercanías de Saltera y Valencina. Llevamos un ritmo bastante relajado, sobre todo porque el día estaba siendo caluroso, y no era plan reventar a las primeras de cambio.
Hicimos una pequeña parada bajo el puente que salva la vía den tren entre Salteras y Valencina. La verdad, era una de las pocas sombras que íbamos a tener en todo el recorrido, y no resultaba conveniente desaprovecharla. Reemprendimos la marcha a las 10:15h, bajando por la Cañada hasta el cruce con el GR-41, que tomamos en dirección a los carambolos de Camas. Cruzamos la carretera entre Santiponce y Valencina, y seguimos bordeando los cerros. Al llegar a Cerro Blanco nos dividimos: Rafa y yo subimos el cerro, con la idea de hacer la posterior bajada. Miguel, Sergio y Fran, por su parte, prefirieron bordearlo, y esperarnos al otro lado. Realizamos bastante bien la subida, pero la bajada fue algo más problemática, ya que el terreno se encontraba completamente seco, con abundante tierra suelta y sumamente resbaladizo. De hecho, Rafa sufrió una caída, si bien sin más consecuencias que algunos raspones. Yo, por mi parte, no tuve otro remedio que realizar parte de la bajada apoyando un pie, y con el culotte tocando la cubierta trasera en otras partes. En fin. Arriesgado, muy arriesgado.
Superado el percance subimos al mirador de Santa Brígida, que nos proporcionó una excelentes vistas de la zona, como de costumbre:
Para bajar del cerro volvimos sobre nuestros pasos, y realizamos el descenso hasta el polígono industrial de Camas. Desde allí tomamos la vía verde hasta llegar al río, cruzando Camas y pasando junto a su vieja estación de ferrocarril. Una vez en el río, el resto de la etapa fue puro trámite. Bordeamos el río hasta llegar a San Juan de Aznalfarache, y desde allí tomamos la calle que sube hasta Mairena. Fue una subida a un buen ritmo, en la que incluso nos permitimos lanzar un pequeño sprint que nos llevó a marcar la velocidad punta de la jornada: 40 km/h. Y como colofón de la jornada, disfrutamos de un magnífico tercer tiempo en uno de los bares de la zona de Cavaleri.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Circular del Aljarafe (II)
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El pasado domingo 20, el último día de la primavera, cinco compañeros del trabajo realizamos la -hasta la fecha- más larga salida ciclista que he efectuado en Sevilla: un recorrido circular, con salida y llegada en Mairena del Aljarafe, en el que pasamos junto a Salteras, Valencina, Santiponce, Guillena, Camas, Sevilla y San Juan de Aznalfarache.
Salimos de Mairena a las 9:15h, desde la conocida cervecería Macarena. Atravesamos Mairena para desembocar en el camino del río Pudio, que seguimos hasta cruzarlo por el puente romano. Desde allí giramos a la derecha por la Cañada Real de las Islas. Cruzamos varias carreteras, y pasamos bajo la autovía de Huelva por un paso inferior. En este tramo el camino no ofrecía dificultad alguna. Llevábamos un ligerísimo ascenso, que se hacía prácticamente imperceptible.
Poco antes de llegar a Salteras encontramos la vía férrea de Huelva, que bordeamos hasta llegar a la carretera de Valencina a Salteras. Cruzamos la vía del tren, para afrontar una frenética bajada por la cañada real, en la que llegamos a alcanzar puntas de 52 km/h por pista de tierra, hasta la vía verde de Itálica. Ésta fue la primera pausa de la jornada.
Cruzamos el puente sobre el arroyo del Judío, y retomamos la cañada real. El perfil, tras la bajada, no cambió en demasía, aunque pasó a ser algo más típico de campiña, con suaves subidas y bajadas. Pronto alcanzamos la carretera que enlaza la N-630 con Valencina, que atravesamos, retomando la cañada real. No encontramos mayor dificultad hasta llegar al vado del arroyo de los Molinos. En esta zona la vegetación, a diferencia del resto de la etapa, se deja notar con mayor feracidad, lo que se traducía al llegar al vado en que el camino estaba prácticamente perdido por la vegetación.
Contra lo que pueda parecer, el cruce del arroyo no tuvo mayor dificultad que el evitar llenarnos los pies -así como las bicicletas- de maloliente barro. Hacía apenas dos semanas que Rafa y yo habíamos pasado por allí, y era impresionante ver cómo había descendido el nivel del agua. Sobre todo teniendo en cuenta que no estaba siendo un final de primavera caluroso. En cualquier caso, nos lo estábamos pasando bien.
Tras cruzar el arroyo, llegamos a la estación de servicio de la venta de Ana Velázquez, donde paramos para realizar una pequeña labor de mantenimiento: hinchado de neumáticos. No sería la última.
Una vez finalizada la parada, emprendimos el descenso hacia Guillena. A diferencia de la vez anterior, decidimos evitar la carretera, y bajar por una pista paralela a ésta que había observado la vez anterior. Sin embargo, no fue posible tomarla debido a que su inicio se encontraba bastante perdido por el pasto. Por ello, tomamos un camino que pasaba junto a el cortijo que tenía por llamativo nombre Mata Hijas”, que nos condujo más rápidamente de lo esperado a la Vía de la Plata. Tras descender del cortijo llegamos hasta lo que en apariencia se trataba de la antigua plataforma del ferrocarril del Cala, hoy perdido.
Recorrimos la vía de la plata en sentido inverso, cruzándonos con varios esforzados peregrinos. En este tramo tuvieron lugar dos de los incidentes más significados de la jornada. Al vadear por segunda vez el arroyo de los Molinos (aunque esta vez sin hacer el bestia), Rafa sufrió un enganchón de la cadena en el plato grande, que le hizo dar con sus huesos en el suelo (aunque, afortunadamente, sin consecuencias graves). El vado, como en el caso anterior, se encontraba con bastante menos agua que en semanas anteriores.
La segunda incidencia la sufrí en mis carnes: casi al final de la vía verde existe una pequeña bolsa de agua, que hasta la fecha había venido bordeando sin mayores consecuencias, ya que por su límite izquierdo apenas alcanzaba una profundidad de unos centímetros. Así que esta vez, ni corto ni perezoso, me dispuse a afrontar el charco de agua cenagosa sin adoptar mayores precauciones, como en veces anteriores. Cuál no sería mi sorpresa cuando ví cómo la rueda delantera se hundía hasta tres cuartas partes de su diámetro. Si no salí descabalgado por encima del manillar fue gracias a que pude sacar rápidamente el pie de las calas, y echarlo a… agua.
Una vez superados estos incidentes, entramos en Santiponce, donde hicimos la última parada de la jornada. La justificación de esta parada fue realizar un pequeño ajuste del sillín de la bici de Rafa, que había venido dando guerra desde la salida, y que apenas habíamos podido enmendar debido a la carencia de una llave allen del tamaño adecuado. Pero, como pasamos por delante de casa, pude hacer el arreglo adecuadamente, además de repostar.
El último tramo de la etapa no tuvo mayor complicación, si bien no estuvo a la altura del resto de la etapa en cuanto a estética o interés. Abandonamos Santiponce por un camino lateral que conduce hasta el campo de tiro olímpico de Camas, y tomamos un camino que nos llevó hasta el Guadalquivir, a la altura del cortijo de El Alamillo. Una vez allí, bordeamos el río hasta alcanzar San Juan de Aznalfarache. Llegamos al pueblo en las vísperas de sus fiestas, y pudimos ver cómo se levantaban las carpas de su feria local. Lástima -nos dijimos- haber llegado con unas fechas de adelanto, y no poder disfrutar de unas buenas cañas con sus correspondientes tapas.
Emprendimos el tramo final de la etapa: la subida a Mairena desde San Juan, tomando la calle 28 de Febrero y la avenida de Mairena, ambas en suave pero constante ascenso. Fran y Manolo aprovecharon para demarrar, y abrieron un pequeño hueco, desintegrando el grupo. Ambos llegaron, con Fran en cabeza, al final de la etapa: la cervecería Macarena. Llegué en tercer lugar, a unos diez segundos; unos 20 segundos después llegó Rafa, y por último, a unos 30 segundos, cerró la etapa Miguel. Habíamos empleado 3 horas y 25 minutos en recorrer 48’76 kilómetros de etapa.
El tercer tiempo, cómo no, fue celebrado en la propia meta. Corrieron la cerveza, el vargas (aunque aquí no lo llamen así), la coca-cola, y se degustaron altramuces, a la par que se comentaban los avatares de la jornada. Una bonita etapa, pese a que, para mi gusto, le sobraron 10 kilómetros del final, bastante feos.
El recorrido fue el siguiente:
Ver Mairena del Aljarafe – Guillena – San Juan de Aznalfarache (20/06/2010) en un mapa más grande
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