El pasado 13 de mayo realicé una nueva etapa ciclista en Córdoba, con Javi Balaguer y su amigo Pedro, del club A las 9 en Aqua. Aunque habíamos quedado a las 8:30h en la Cruz de Juárez para empezar a rodar, salimos con algo de retraso. La razón de una salida tan tempranera -para lo que son nuestras costumbres- es que el día estaba anunciado como uno de los más calurosos en lo que llevábamos de año. Y, pardiez, las predicciones acertaron de pleno.
Salimos de Cruz de Juárez camino de la vereda de la Alcaidía. Ganamos el Vial Norte, y desde allí cruzamos Fátima para dar al puente romano del arroyo Pedroche. Avanzamos hasta la Campiñuela Baja, y tomamos la vereda de Alcolea, camino de la dura subida que teníamos por delante. Rodamos a buen ritmo hasta llegar al cruce de veredas, al filo de las 9:25h. A pesar de lo temprano de la mañana, el calor ya se iba dejando notar. Atacamos la subida de la Alcaidía, y sus rampas del 18% con buen empeño y osadía, pero como tampoco era plan de echar los pulmones por la boca, marcamos un ritmo, sobre todo en la parte de anterior a la cancela, lo suficientemente relajado como para no morir de deshidratación en la subida. Realizamos los casi 3 kms. de subida en unos 40 minutos.
Tras el pequeño descanso de rigor, reanudamos la etapa, camino de una zona de la Sierra que aún no conocía: el descenso hacia El Tubo. El Tubo es una sección del suministro de aguas a Córdoba desde el pantano del Guadalmellato. Yendo hacia el este desde la Alcaidía se puede alcanzar El Tubo, en las cercanías de la urbanización El Sol. Hay que cruzarlo para poder seguir descendiendo y poder enlazar con la Vereda de Alcolea, a la altura de las pizarras. Así pues, giramos al este, y emprendimos una interesante bajada, hasta llegar a una verja que impide el paso de vehículos motorizados, pero que tiene un pequeño (muy pequeño) paso para peatones y ciclistas. En este punto nos confundimos de camino, y avanzamos un centenar de metros por la pista principal, y que nos alejaba del tubo. Visto el error, desandamos el camino, y afrontamos el primer tramo de bajada; un primer tramo de descenso bastante interesante:
En este punto nos unimos a un trío de ciclistas que ya nos habíamos cruzado por la Alcaidía, ya que ellos conocían bien el camino. Así pues, iniciamos el segundo tramo de descenso, con mucha más piedra y más complicado que el tramo anterior, pero sumamente divertido (dejo a continuación un vídeo del resto de la bajada):
Durante la bajada Pedro sufrió un reventón en la rueda trasera, lo que le obligó a detenerse con Javi para repararlo. Yo, enfrascado en el descenso, me había unido al otro grupo, y no me había percatado de ello. Una vez llegamos a la zanja, al ver que Javi y Pedro no aparecían, me volví para buscarlos, separándome del otro grupo. Una vez reunido con mis compañeros, seguimos el descenso hasta el valle que antecede al tubo. Alcanzamos al otro grupo en la pequeña subida que hay antes del propio tubo, donde nos estaban dejando unas marcas para que no nos desorientáramos.
Así pues, llegamos al tubo sin más incidentes. Cruzamos sobre el arroyo Guadalbarbo, y continuamos la bajada hasta llegar a la vereda de Alcolea. Eran las 11:00h, y llevábamos ya casi 20 kilómetros de etapa. Además de tener 30ºC. Era hora de emprender la vuelta. Nos encaminamos hacia el cruce de veredas, donde teníamos previsto volver a Córdoba sin más. Pero la verdad, era bastante temprano, y había ganas de más. No tardamos en decidirnos tomar la vereda de Linares, a pesar de que íbamos a tener que subir su espantosa pared de 300 metros al 18% con más de 30ºC. Una vez en el sitio, sin vegetación y sin terreno de pizarra, los grados exactos fueron 33ºC. Con el suelo reverberando calor, y sin una sola sombra donde guarecerse… hasta el final de la subida. Y aun así, lo hicimos. Una vez arriba, nos quedaba el divertido descenso hasta la ermita. Descenso que por lo menos iba a ser a la sombra.
Desde Linares nos dirigimos hacia Torreblanca por el trazado del Camino Mozárabe. De nuevo sin ninguna complicación digna de mención. Una vez en Torreblanca, paramos un momento en un supermercado para reabastecernos de líquido. A esas alturas de etapa ya había acabado con los dos litros de agua que llevaba encima, por lo que la parada me vino de perlas. Una vez salimos de Torreblanca, bajamos hasta el arroyo Pedroche por el camino de la cantera de Santo Domingo. Allí nos separamos de Pedro, que se había quedado con ganas de más, y decidió subir hasta el Cortijo de Los Velascos. Javi y yo, por nuestra parte, bajamos por la trialera hasta el Puente de Hierro, y desde allí volvimos a la Asomadilla atravesando el barrio Naranjo y el parque, donde nos encontramos a Ángel. Dimos por finalizada la etapa al filo de las 13:00h.
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Alcaidía – Tubo – Vereda de Linares – Arroyo Pedroche
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El sábado 10 de marzo volví a salir a rodar por Córdoba, en la que sería la primera etapa nocturna de la temporada en tierras cordobesas (y es que -no lo olvidemos- ya había salido a rodar en nocturnas en Sevilla en 2012). Para esta etapa tan sólo habíamos quedado tres personas: Ángel, su amigo Josemi y un servidor. Y nos planteamos hacer un recorrido diferente: recorrer la Vereda de Linares (que la teníamos bastante abandonada), y bajar por la trialera hasta Puente de Hierro. Un recorrido que, pese a todo, tenía su aquel, pues realizar la bajada técnica de Linares por la noche no era precisamente como rodar por el Vial Norte. Pero era interesante.
Empezamos la etapa a las 19:00h, en el Cámping. Bajamos por Chinales hasta Fátima, y salimos de Córdoba por el puente romano sobre el arroyo Pedroche. Tomamos la carretera hasta la Campiñuela Baja, y entramos a continuación en la vereda de Alcolea. No faltó mucho tiempo antes de que me dejara llevar por la Fuji, y empecé a rodar ligero casi sin proponérselo. Ángel, con su BigHit de descenso, y Josemi, con su Giant Reign de all mountain, no tuvieron que tardar mucho en llamarme a capítulo. El tramo por la vereda no supuso más novedad que el poder contemplar en campo en pleno crepúsculo, algo que no observaba en esta zona desde hacía bastantes años. Al llegar al cruce con la vereda de Linares fue el momento elegido para poner en marcha las luces. Y es que la noche ya se nos había echado encima.
La bajada hasta el arroyo Rabanales fue bastante divertida, aunque me deparó un buen susto. En el tramo más abrupto de la bajada perdí el control de la bici -por frenar demasiado- y tuve que salir dando brincos por encima del manillar. Por suerte, sin más inconveniente que un tirón en el gemelo derecho. A partir de ahí empezó el sufrimiento: la subida de la cuesta de Linares, con su 18.3% de pendiente, y en plena noche. Subida dura, subida exigente, pero subida genial. Una vez pasada la subida, salimos de mi terreno y entramos en los dominios de Ángel: la bajada de Linares. Una bajada técnica, peligrosa, con mucha piedra suelta, raíces y ramas. Y que íbamos a hacer de noche. Y que hicimos del tirón. Ángel, para lo que es su costumbre, marcó un ritmo tranquilo. Eso quiere decir que me costaba trabajo seguirle. Y pese a todo, conseguí hacer una bajada bastante decente con la rígida. Y sin partirme la crisma.
Terminado el descenso, tomamos el tramo del Camino Mozárabe. Realizamos la subida y la posterior bajada por las piedras. Creo que fue cosa de la oscuridad, y que no veía bien por donde me metía, pero realicé un salto por las piedras que hay justo al coronar que en condiciones normales casi no realizo con la Ghost. Ni yo mismo me creía lo que estaba haciendo, así que el ver el gesto de aprobación de Ángel tras verme dar ese salto fue un premio que agradecí bastante.
De vuelta en la carretera, optamos por dirigirnos a la trialera atravesando Torreblanca por asfalto. A esas alturas Josemi, que había salido equipado con las espinilleras y el casco integral, estaba empezando a pasarlo mal, por lo que Ángel comentó que lo mejor sería volver hacia su casa desde Santo Domingo. Eso nos dejaba con la única opción de realizar la subida de la pista de la cantera hasta el Cortijo de los Velascos: kilómetro y cuarto de subida psicológica con una pendiente máxima del 14%. Ángel y yo realizamos la subida bastante bien, pero Josemi lo pasó bastante mal.
Desde allí, subimos a Santo Domingo por la cantera, sin más percance que una pequeña caída de Josemi al cruzar el arroyo Santo Domingo. Llegamos al picadero e hicimos una pequeña parada, antes de afrontar la subida de la pista de grava que está antes del monasterio.Y allí fue, por fin, donde inmortalizamos la etapa:
Tras el pequeño descanso, afrontamos la última subida del día digna de ese nombre: 300 metros de pista de grava, con una pendiente máxima del 17%. Una bonita pared que, de nuevo, hizo su selección. Y es que este día, a diferencia de la etapa anterior, agradecí bastante llevar la Larsen. Pese al susto que me había dado en la bajada del arroyo de Rabanales. Y así, llegamos a la cota de la etapa: 343 m. de altitud. A partir de ahí, la etapa fue casi un mero trámite. Bajamos por asfalto hasta la carretera del 14%. Allí subimos un poco para tomar el carril que comunica con El Cerrillo (que era, dicho sea de paso, desconocido para mí), y por último realizamos la bajada de la Huerta de Hierro por los eucaliptos. Un bonito descenso para poner fin a la etapa. Ángel y yo nos despedimos de Josemi, y bajamos de vuelta a casa por la calle Sansueña y por la Cuesta Negra. Dimos por finalizada la etapa a las 21:41h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Vereda de Linares – Santo Domingo – El Cerrillo (nocturna)
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Como se ve que con la etapa del 11 de junio no nos habíamos quedado satisfechos, continuamos con la sesión doble del fin de semana haciendo una etapa el domingo 12. En esta ocasión salimos a rodar Javi, Mané y yo. Y el recorrido escogido fue una etapa que ya había efectuado en solitario el pasado 15 de mayo: la vereda de Linares, ya que Mané y Javi tenían interés en recorrerla.
Empezamos la etapa a las 9:15h, lo que fue una interesante diferencia con la etapa del día anterior, que iniciamos a las 7:00h. Tomamos el Vial Norte y pasamos por debajo de la joroba de Asland, y desde allí fuimos por carretera hasta la Campiñuela Baja. Como Javi tenía ganas de ver el Lago Azul (una antigua cantera abandonada), decidimos ir hasta la vereda de Alcolea por el Canal. Tras una pequeña visita al lago, seguimos avanzando por la vereda hasta llegar al cruce con la vereda de Linares.
El recorrido hasta el arroyo Rabanales fue sumamente rápido, y la bajada hasta éste hizo las delicias de Mané y Javi, aunque me emocioné en un par de puntos, y la bici me hizo algunos extraños, que por suerte pude controlar sin mayor problema.
Hicimos una pequeña pausa una vez pasamos el arroyo, aunque no demasiado larga, ya que el calor empezaba a apretar, y aún teníamos por delante la terrorífica doble subida de la vereda, con unas rampas máximas del 18’8%. En esta ocasión hice la subida sin detenerme, al igual que Javi y Mané, pero hay que admitir que fue terrorífica. Eso sí, constituyó un magnífico aperitivo para la bajada que nos esperaba justo a continuación:
Hice la bajada a un mejor ritmo que la vez precedente, aunque acabé metido dentro de un matorral que me provocó un hematoma en la frente, visible durante el resto de la semana. Pero valió la pena.
Hicimos una nueva pausa en la Virgen de Linares, donde estuvimos un rato de palique, tomando un refrigerio. Un merecido descanso después de una intensa bajada. De nuevo en marcha, bajamos hasta la Carrera del Caballo por el Camino Mozárabe. Desde allí enlazamos por carretera con la cantera abandonada de Pedroche, bajamos hasta el arroyo por el camino que bordea la cantera. En la bajada Javi sufrió una caída que, en condiciones normales no habría tenido consecuencias, pero al quedársele trabado el pedal automático en la cala, le provocó algunos rasguños y una erupción debida a haber caído sobre unas plantas espinosas:
Desde allí finalizamos la etapa volviendo al Naranjo por el Castillo del Maimón. Nos separamos de Javi en la rotonda del Calasancio, y dimos por finalizada la etapa a las 11:50h, tras 21’7 kms. de etapa.
El recorrido en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/06/12: Vereda de Linares en un mapa más grande
Y los datos de la etapa son estos:
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El pasado domingo salí de nuevo a rodar por Córdoba. Aunque quería haber salido con mis amigos de allí, por circunstancias varias acabé dando pedales yo solo a las 8:30h. Y aunque había previsto una etapa larga, con la subida al cortijo de la Alcaidía, una bajada por la zona de los tubos del canal, y por último recorrer la vereda de Linares hasta la ermita, me decidí a recortar la etapa y dejarla sólo en este último tramo, que era el que de verdad tenía ganas de hacer.
Como decía, salí de casa a las 8:30h, y me dirigí hacia el vial norte. Crucé por debajo de la joroba de Asland, y pasé el arroyo Pedroche por el puente romano. Me dirigí posteriormente a la Campiñuela Baja, donde, por variar, tomé la pista de mantenimiento del canal del Guadalmellato. Generalmente tomo el trazado de la vereda de Alcolea, pero hacía tiempo que no pasaba por allí, y quería ver su estado. Pasé cerca del sospechoso lago azul formado por una antigua cantera inundada, antes de cruzarme con la vereda, y tomarla en dirección noreste, en dirección al cruce de las tres veredas: Alcaidía, Alcolea y Linares. Llegué al cruce a las 9:07h, y tomé, como tenía previsto, la vereda de Linares, girando en dirección oeste. La vereda empieza bordeando las estribaciones de Sierra Morena, y transcurre con una pequeña subida, primero, y una bajada, después en sus primeros kilómetros. Pasa cerca de las canteras de Asland, y poco a poco se va internando en el valle que forma el arroyo Rabanales. Justo antes de llegar al arroyo se toma una fuerte, aunque breve, bajada, que sirve de aperitivo a lo que viene después.
El arroyo de Rabanales es ancho y poco profundo en esta época del año, pero tiene excavado un cauce con casi un metro de altura, lo que da una idea de la cantidad de agua que puede llevar en invierno. En esta época del año, sin embargo, no presentaba ningún problema cruzarlo, si bien merecía la pena pararse a disfrutar de la vista, como no dejé de hacer:
El arroyo marcó el punto de inflexión de este tramo de la etapa. De la misma manera que había disfrutado con la bajada anterior, no me quedaba más remedio que afrontar una dura, aunque breve, pared de apenas 300 metros, pero con rampas del 11%. Pared a la que seguía una breve bajada, y la verdadera subida del día. 400 metros de subida con un brutal desnivel del 18.5%. Y con unas vistas excelentes:
Alcancé a dos ciclistas que también estaban realizando el ascenso. Los sobrepasé y continué con mi subida. Una vez superada la tortura, (cuyo fin lo marcan unos postes de gasoducto) empezaba la parte divertida: la bajada hasta la Virgen de Linares. La vez que había tomado la vereda no había realizado este ascenso, sino que había seguido a la izquierda de la casa que se encontraba en el fondo del valle, en vez de hacerlo por la derecha. Por ello, esta bajada iba a ser inédita para mí:
Tras una bajada sumamente divertida, llegué a la Virgen de Linares a las 9:38h. No me detuve demasiado antes de emprender la vuelta por el tramo de la Vía Augusta que confirma el Camino Mozárabe. Entré en la aberración urbanística de Torreblanca poco después, con idea de bajar por el arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. Sin embargo, me confundí al atravesar la urbanización, y acabé saliendo al tramo antiguo de la N-432 por debajo de la rotonda que antecede a la bajada al arroyo. Subí hasta la rotonda, y allí decidí cambiar el plan previsto: en vez de bajar por el arroyo, tomé el tramo abandonado del ferrocarril de Almorchón en dirección Córdoba, que no abandoné hasta llegar a la gasolinera de Repsol de la Carrera del Caballo. La vía, pese a encontrarse con abundante balasto y algunas traviesas de madera, es transitable, pero no es demasiado cómodo rodar por ella.
Finalmente, crucé por debajo de la variante de la N-432, y llegué a la parte superior de la cantera abandonada de áridos. Estuve un poco subiendo y bajando por la cantera, antes de tomar una pista que desciende por una abrupta pendiente -muy divertida- hasta el arroyo, y que llega justamente hasta el viejo acueducto romano que transcurre por la margen izquierda del arroyo.
(Imagen correspondiente a otra etapa)
Una vez en el arroyo, subí hasta Puente de Hierro, donde crucé al otro lado del cauce. En esta ocasión no subí hasta el castillo del Maimón por la pista que asciende junto a la vía del tren, sino que seguí subiendo hasta alcanzar la fuente de la Palomera, y desde allí tomé el camino que asciende hasta el castillo. Al llegar al comienzo de la bajada, para mi sorpresa, encontré una puerta metálica puesta recientemente, pero que no presenta ningún problema saltar, aparte del evidente fastidio. Y como el día estaba siendo prolífico en variaciones, decidía añadir una más. En vez de dirigirme hacia el barrio Naranjo, giré a la derecha para aparecer en la zona de chalets de Sansueña, desde donde -esta vez sí- volví a casa, dando por finalizada la etapa a las 10:25h. Una etapa corta, pero bastante interesante.
El mapa de la etapa es el siguiente:
Ver 2011/05/15: Vereda de Linares – Puente de Hierro en un mapa más grande
En esta ocasión no hay muchos datos de la etapa, ya que el pulsómetro no me funcionó bien:
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Hace algunos meses escribía acerca de la señalización del Camino Mozárabe, y me lamentaba especialmente de la carencia de señalización a su paso por la ciudad. Por una vez, y sin que sirva de precedente, hay motivos de alegría a este respecto. Cuando estuve hace unos días contemplando la crecida del río a la altura del Puente Romano, pude observar, a la altura de la calle Bajada del Puente, el siguiente azulejo:
Es de lamentar, y por las mismas razones que el caso de la foto anterior, que no pudiera tomar la imagen más que con la cámara de fotos del móvil, pero el azulejo muestra la indicación, en su parte superior, de “Camino Mozárabe a Santiago”. En la sección inferior, tres azulejos, de izquierda a derecha, hacen referencia a Córdoba Patrimonio de la Humanidad, la vieira indicando la dirección hacia Santiago, y el logotipo de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago en Córdoba.
La colocación de la placa ha de ser relativamente reciente, ya que en las capturas de la zona de Google Street View aún no aparecen ni la placa de la calle, ni el azulejo del Camino:
Es la única placa de la que tengo noticias hasta ahora. Me gustaría haber tenido tiempo para recorrer el Camino a su paso por nuestra ciudad, para observar si existen más placas, sobre todo en el entorno de la Mezquita. Aunque, pensándolo bien, es una bonita tarea para realizar en mis días de asueto en casa.
Una bonita noticia para empezar el año.
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