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10 ene 12 Etapa ciclista: Lagar de la Cruz – Vado del Negro – Arenales – Montecobre Express (02/01/2012)

Aunque llevo unos cuantos días sin escribir (a todo esto, ¡feliz año nuevo!), la temporada ciclista de 2012 empezó realmente pronto: el 2 de enero. Y para no romper los viejos mitos, tengo que admitirlo: se nos fue de las manos. Lo que en principio iba a ser una etapa relativamente corta, acabó convertido en una etapa de más de cinco horas de pedaleo duro por la Sierra, con descensos brutales y enlaces largos entre tramo y tramo. Pero no adelantemos acontecimientos.

Empezamos a rodar Mané y yo, los únicos que finalmente salimos, al filo de las 10:15h. Aunque durante las Navidades nos habíamos planteado realizar una etapa larga por la Sierra, con parada a comer en los Arenales incluida, finalmente vimos que no iba a ser factible realizarlo en esa ocasión. Así que, dado que teníamos ganas de salir a rodar, convenimos al menos realizar la parte del recorrido que más nos apetecía: el descenso de la Vereda del Vado del Negro. Como habíamos decidido salir algo más tarde de lo normal, optamos por realizar la subida hasta el Lagar de la Cruz por carretera, a fin de ganar algo de tiempo. Una subida que, personalmente, tenía fresca, ya que había sido el comienzo de la última etapa del año 2011, aunque en esta ocasión optamos por subir por Sansueña en lugar de bajar hasta el comienzo del Brillante.

La mañana estaba cubierta, a diferencia de los días anteriores. Eso nos garantizaba, por un lado, que las temperaturas no iban a ser tan frías al comienzo de la mañana como en otros días, pero conllevaba que a media mañana el sol no iba a calentarnos tampoco. En resumen, teníamos por delante una mañana fría y relativamente gris.

Realizamos la subida hasta el Lagar en 57 minutos. Paramos en el Lagar para tomar algo de fruta, y continuamos -antes de enfriarnos demasiado- camino de nuestra siguiente parada: las fuentes del Bejarano. Para ello fuimos a través de las Siete Fincas por el GR-48. Una vez en el Bejarano -ya rayando el mediodía- pasamos por la cancela que permite seguir el cauce del arroyo aguas abajo. Una zona preciosa, que arranca con un bonito tramo de bosque de ribera, que culmina en una pequeña cascada antes de internarse en bosque de tipo mediterráneo.

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Atravesamos los lugares del Martinete, el Molinillo y el Desierto, camino del cortijo de los Baldíos del Río, en un subeybaja que nos habría de llevar, finalmente, hasta el arroyo de Don Lucas, que vadeamos. Allí nos encontramos con una sorpresa un tanto desagradable: los propietarios de la finca había utilizado maquinaria industrial para desbrozar el bosque y abrir una pista hasta el mismo arroyo, destrozando de esta manera un bosque de singular belleza. No sin lamentar semejante barbarie, seguimos nuestra senda, que estrecha y siempre a la izquierda de la nueva pista, seguía abriéndose camino. Y así llegamos a la primera gran bajada del día: el descenso hasta el Vado del Negro.

Un descenso largo, complicado, por senda estrecha y muy traicionera: con mucha piedra, musgo, raíces húmedas, barro y otra gran cantidad de elementos que garantizan que al mínimo despiste tengas un percance. Era especialmente llamativo lo del barro: pese a que hacía semanas que no llovía, el barro era omnipresente. Peligroso, muy peligroso. Tanto que fue en esa bajada la primera vez que vi a Mané irse al suelo. Afortunadamente, sin ninguna consecuencia grave.

Una vez alcanzamos el río Guadiato, remontamos su margen izquierda hasta llegar a los Arenales. Camino del puente nos encontramos con otra sorpresa desagradable. La pista que llevábamos, bastante buena y que permitía rodar rápido, se encontraba cortada de manera sorpresiva a la altura de un arroyo, lo que, si no hubiéramos ido atentos, nos podría haber provocado un grave percance. ¿Efectos de las lluvias o acción de algún desaprensivo? Es mejor no especular, a fin de no cabrearse.

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Así pues, llegamos a las 13:00h al puente de los Arenales. Cruzamos a la margen derecha del río, y nos tomamos unas bien merecidas cervezas, acompañadas de una brutal ración de morcilla. Y así, de palique y vianda va, vianda viene, se nos ocurrió la siguiente barbarie: en vez de volver por la vía rápida por la carretera de las Jaras, ¿por qué no tomar la pista de la margen derecha del Guadiato hasta Santa María de Trassierra?

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Y como no había nadie que pusiera cordura, el disparate tomó forma. Reanudamos la etapa a las 13:30h, camino de Trassierra. Nos aguardaba una pista de subeybaja hasta llegar al puente sobre el Guadiato. A partir de ahí, teníamos por delante una brutal subida de un par de kilómetros, con rampas escalofriantes. Pero bueno, al menos la vitamina M que habíamos ingerido un rato antes nos iba a servir de ayuda. Y hay que decir que, al menos en mi caso, la sudamos a base de bien. Nunca vino mejor aquello de “sudar sangre”. :mrgreen:

Tras la escalofriante subida, entramos en Trassierra a las 14:15h. Nos acercábamos a la hora a la que solíamos dar por finalizadas las etapas, y aún estábamos en mitad de la Sierra. Nos estaba quedando un día la mar de divertido. ^_^ Por ello, y aunque Mané se moría de ganas por completar la etapa con un Bosque de Fangorn, finalmente optamos por tomar la carretera hasta la urbanización Torrehoria, y encaminarnos por la pista de cemento hasta la entrada del Mirador de las Niñas: se imponía terminar la etapa por la vía rápida. Montecobre Express.

Camino del Mirador vino a visitarme -la verdad, me sorprende que no lo hiciera antes- el tío del mazo, y estuve arrastrándome miserablemente un rato hasta el comienzo de la bajada hasta la Torre de las Siete Esquinas. Por suerte, todo lo que nos quedaba era para abajo. :) Y como no podía ser menos, pusimos la cámara a grabar:

“A saco la bajada”. Sí señor, a fondo hicimos toda la bajada, en especial el último tramo, justo antes de llegar a la Torre. Tan a saco lo hicimos, que Mané de un llantazo reventó la rueda trasera al pasar sobre las piedras. Por ello, nos tocó realizar labores de mantenimiento, que aproveché para tomar una panorámica del Valle del Guadalquivir. Y es que el día lo merecía.

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Una vez cambiada la cámara, continuamos con el descenso. Y dado que queríamos acabar por la vía rápida, no pudimos menos que hacerlo por Montecobre Express.

El comienzo fue más accidentado que la anterior vez que realizara el descenso. Lo achaqué al cansancio de la etapa. Pero, pese a todo, realizamos la bajada sin mayor inconveniente, aunque tengo que admitir que notaba la bici extraña, más nerviosa y dura. Cuando terminé la bajada, me percaté de la causa. En efecto, tenía que ver con el cansancio. Pero no de la manera que me había imaginado: con la visita del tío del mazo, había olvidado, en el mirador, desbloquear la horquilla delantera al comienzo de la bajada. Había realizado toda la bajada con la suspensión rígida. :O

El resto de la etapa fue un puro trámite. Realizamos la bajada por carretera hasta la Albaida, y entramos en Santa Rosa por el Tablero Bajo. Llegamos a casa, tras cinco horas de etapa, pasadas las 15:15h. Lo que se había planteado como una etapa corta, reciclada de un gran recorrido, había terminado siendo una gran etapa por sí misma. Y un excelente comienzo del año ciclista 2012. :mrgreen:

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 44’65 km.
  • Distancia (según el GPS): 43’844 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 15m 36s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 58m 34s
  • Velocidad media: 13’69 km/h
  • Velocidad máxima: 55’05 km/h
  • Pulsaciones medias: 135 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 179
  • Consumo medio de calorías: 950 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1380 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 59m 27s
  • Consumo total de calorías: 4719 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 101AA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Lagar de la Cruz – Vado del Negro – Arenales – Trassierra – Montecobre Express

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31 dic 11 Etapa ciclista: Lagar de la Cruz – Fuentes del Bejarano (29/12/2011)

La última de las etapas de la semana -y del año- fue una etapa algo más relajada que hice con mi padre. Finalmente me he dejado convencer para realizar el año que viene el Camino de Santiago desde San Juan de la Peña, en Huesca, por lo que mi padre ha comenzado a entrenarse para hacer un buen papel en el recorrido. Así que cuando me propuso salir a rodar con él por la Sierra no pude negarme.

Empezamos la etapa a las 9:25h, con un buen plato de apertura: la subida del Brillante, y la carretera de Villaviciosa hasta el Lagar de la Cruz. Como en los días anteriores, nos encontrábamos con una mañana completamende despejada, y muy fría. Realizamos el ascenso por carretera a un ritmo contenido, sin prisa pero sin pausa, que nos hizo estar en el Lagar en hora y media de pedaleo, con tan sólo una pequeña parada a la altura del colegio La Aduana, en donde estuve viendo con mi padre la zona en la que él veraneaba de pequeño, y en la que existe una vereda de la carne que permitía a los curas de La Aduana bajar hasta el Cerrillo a coger el autobús, sin tener que bajar por carretera. Vereda que, dicho sea de paso, sería interesante recuperar.

Apenas nos detuvimos unos minutos en el Lagar, para seguir a continuación a la siguiente parada de nuestra etapa: las fuentes del Bejarano. Seguimos, como es preceptivo, las indicaciones del GR-48, y así atravesamos las Siete Fincas por asfalto, para tomar poco después la vereda pecuaria que lleva por campo hasta el cortijo del Bejarano. Como siempre, un recorrido magnífico por bosque de dehesa cordobesa.

Llegamos a las Fuentes del Bejarano a las 11:15h, sin ningún percance digno de mención. Como en los días anteriores, nos encontramos rodando prácticamente en solitario por la Sierra, como hacía muchos años que no me pasaba. Una magnífica manera de disfrutar del día.

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Desde las Fuentes nos dirigimos a Trassierra, siguiendo igualmente el trazado del GR-48. Llegamos a Trassierra al filo del mediodía, y nos pegamos -como es preceptivo- un buen homenaje a base de tostadas. Esta vez junto a un buen fuego, ya que la mañana lo pedía a gritos.

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Tras el merecido reconstituyente, emprendimos los compases finales de la etapa. Decidimos desandar nuestros pasos, y retroceder por el GR-48 hasta el cruce con el camino que lleva hasta la Fuente del Elefante. Rodamos en un agradable sube y baja hasta la Fuente, antes de seguir en dirección al Cortijo del Caño del Escarabita.

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Salimos, con bastante barro, a la entrada de la urbanización Torrehoria. Allí tomamos la pista de cemento que bordea la urbanización hasta la entrada del Mirador de las Niñas, y emprendimos la vuelta a casa. Giramos a la derecha en dirección al cruce de Trassierra, y realizamos el descenso por la carretera de la Albaida, para volver a casa por el Tablero, a donde llegamos pasadas la 13:30h.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 34’835 km.
  • Distancia (según el GPS): 34’4 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 1m 28s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 0m 27s
  • Velocidad media: 11’5 km/h
  • Velocidad máxima: 41’7 km/h
  • Pulsaciones medias: 110 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 155
  • Consumo medio de calorías: 710 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1140 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 28m 11s
  • Consumo total de calorías: 2818 kcal

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Lagar de la Cruz – Fuentes del Bejarano

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19 nov 11 Etapa ciclista: Carretera de la Albaida – Castañar de Valdejetas – Cuesta del Reventón (13/11/2011)

El domingo pasado por fin tuve la oportunidad de realizar una etapa con la que llevaba tiempo soñando: realizar una nueva subida al castañar de Valdejetas, esta vez en otoño, cuando los castaños -árboles de hojas caducas- se visten de colores rojizos y dorados, y empiezan a dejar caer sus hojas, anticipo del invierno que, como bien sabe la familia Stark, presto se acerca.

Una etapa especial porque, sin que sirva de precedente, nos habíamos conseguido juntar ocho personas para realizar la etapa: Ángel y un amigo, Marcos, Mané, Enrique, Carlos, Javi Aljama y yo. Algo verdaderamente inusitado. Así que, dado que la ocasión lo merecía, aproveché para hacer una limpieza general en la bici, con desengrasado de cadena y coronas incluido (hecho que me tuvo unas cuantas horas danzando entre gasoil, grasa de litio y herramientas varias). A la postre tuve que cambiar la cadena de la bici, ya que se encontraba en bastante mal estado, pero el resto de la limpieza mereció la pena.

Habíamos quedado a las 9:00h en Cruz de Juárez, pero a las 8:45h ya teníamos noticia de dos bajas: Mané había caído enfermo esa noche, al igual que el hijo de Ángel, lo que obligó a ambos a quedarse en casa -e hizo que el amigo de Ángel se decidiera a salir con otros conocidos-. Así que a las 8:55h, cuando salí de casa y me encontré con Marcos, contaba con que los participantes se habían reducido a cinco. Cuatro, me dijo Marcos poco después. Enrique también había pasado mala noche con su hijo recién nacido, y tampoco acudía. Nos vi subiendo solos a Marcos y a mí, que aunque no era mala perspectiva, resultaba un tanto descorazonador teniendo en cuenta que supuestamente íbamos a salir ocho.

Sin embargo, pronto llegaron Carlos y Javi, con lo que nuestras negras espectativas quedaron en buena parte despejadas. Y poco después llegó un nuevo mensaje de Enrique, diciendo que podíamos contar con él. Cinco al final. Lo que no estaba nada mal.

Empezamos la etapa a las 9:05 en Cruz de Juárez. Allí nos encotnramos con el amigo de Ángel y sus compañeros de etapa. Comentamos un poco lo que esperábamos hacer cada uno, por si hacíamos trayecto común, pero al final partimos cada grupo por nuestro lado, si bien estuvimos en compañía hasta el Tablero. Nuestro recorrido previsto era el siguiente: subir por la carretera de la Albaida hasta el Cruce de Trassierra, desde allí tomar la vereda de la Canchuela y el GR-48 hasta la entrada del Castañar de Valdejetas -la Ruta Azul-, y volver a Santa María de Trassierra por carretera. Desde allí, en función del tiempo que tuviéramos disponible, bajaríamos bien por carretera, bien por el bosque de Fangorn y Montecobre. La razón de que la etapa tuviera ese comienzo de asfalto -tan poco habitual- era que Carlos no disponía aún del doble plato en su bici de descenso, y mover esa monstruosidad de 18 kilos por las subidas habituales (Montecobre, Vereda de la Canchuela o Alto de San Jerónimo) era poco menos que inhumano. Y que a los demás tampoco nos venía mal: Javi llevaba dos meses sin rodar, yo casi un mes, y Enrique hacía tiempo que no realizaba una etapa larga. El único que se salvaba era Marcos.

Así pues, iniciamos con calma el ascenso de la carretera de la Albaida. A las primeras rampas de la subida el grupo se empezó a fragmentar: Javi y Marcos por delante, yo en medio, y Enrique y Carlos detrás. Nos agrupamos en la entrada del castillo, y continuamos subiendo, pero a un ritmo más relajado. La subida desde el castillo tiene 4’8 kms. de longitud, y tres tramos bien diferenciados: una primera pared de un kilómetro largo, con pendientes del 13’6%, casi tres kilómetros de subida más relajada, y un último trozo de unos 700 metros, con algunas rampas del 10%. Se trataba de superar el primer escollo, pillar resuello en el segundo tramo, y acabar la subida de la mejor manera posible.

La primera pared, como era de esperar, se atragantó bastante, si bien la salvamos de una manera bastante decente. Hicimos una pequeña parada en la entrada del camino de la Casa de la Ventana, donde se cruzan la carretera y la subida de Montecobre. En principio era una pequeña parada para permitir recuperar el resuello, pero Carlos había notado un problema con su juego de bielas: bailaba de derecha a izquierda, con bastante holgura. Estaba claro que no era muy buena idea hacer toda la etapa con esa monstruosidad de holgura, porque corría el riesgo de destrozar el buje. Carlos casi parecía dispuesto a dar la vuelta y dar por finalizada la etapa, pero Enrique le dio una alternativa: como él tenía que estar en Córdoba da vuelta a las 12:30h, tampoco iba a realizar la parte de la subida al Castañar, si bien iban a tratar de llegar hasta Trassierra. Así que decidimos hacer una cosa: continuar con la subida hasta el cruce del GR-48 con la Vereda de la Canchuela, y allí decidir.

Continuamos con nuestro ascenso, esta vez por el tramo de subida más relajada. Pronto nos volvimos a quedar en cabeza Marcos, Javi y yo. Seguimos subiendo a un ritmo razonable, pero Javi empezó a notar los dos meses que llevaba sin dar pedales, y poco a poco se fue quedando. Finalmente el último tramo de subida lo hicimos Marcos y yo en solitario, aunque Marcos -tengo que admitirlo- me llevaba con la lengua fuera.

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Nos volvimos a agrupar en el cruce de Trassierra, donde nos detuvimos para recuperar algo de fuerzas. Eran las 10:45h, y el tiempo -en especial a Enrique- nos empezaba a apretar. Reanudamos la etapa, y en el Rosal de las Escuelas nos desviamos a la izquierda para tomar la vereda de la Canchuela, siguiendo la Ruta Azul.

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Pasamos junto a la Fuente de la Marquesa, e iniciamos un rápido descenso -el primero del día- hasta el embalse de la Jarosa, que nos sorprendió por el bajo nivel que alcanzaban sus aguas, que contrastaba bastante con el nivel que alcanzaban en marzo.

A partir de la Jarosa empezamos, como de costumbre, un tramo de subidas y bajadas antes de alcanzar el cruce con el GR-48. Tramo que no tendría nada de particular, salvo por el hecho de que se encontraba lleno de vacas. Algunas con sus terneritos, y con aviesas intenciones. Más de una vez tuvimos que salirnos de la pista para evitar tener un encuentro desagradable.

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Llegamos al cruce a las 11:15h. Tras un rato de palique y de descanso, Enrique y Carlos no se dejaron convencer, y tomaron el GR-48 para dirigirse directamente a Santa María de Trassierra e iniciar la vuelta. Nos quedamos solos para afrontar el resto de la etapa Javi, Marcos y yo. Nos quedaba por delante la cota más alta del día: cinco kilómetros hasta Puerto Artafi, pasando por el Castañar, y cinco más hasta Trassierra. Tres kilómetros de subida por el castañar, con pendientes del 13%. Al menos el paisaje era -o iba a ser- excelente. Esperaba no equivocarme.

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Y no me equivoqué. El otoño había empezado a hacer mella en el paraje, y los tonos verdes de finales de verano se entrelazaban con los ocres del invierno, tanto en los árboles como en el suelo. No en balde, cada palmo de terreno estaba cubierto de hojas muertas y erizos de castaña.

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La subida por el castañar, pese a lo duro, fue una auténtica delicia. Delicia compartida, por otro lado, ya que había gran cantidad de excursionistas que frecuentaban la zona. Más concurrido que la calle Cruz Conde, como llegué a comentar en una ocasión.

Pasamos junto al cortijo de Valdejetas, que da nombre al castañar. Allí tuvimos la ocasión de saludar a uno de sus habitantes; saludo que nos fue devuelto, y con bastante amabilidad. Hecho que, por desgracia, no es algo que siempre nos encontremos.

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Seguimos avanzando, inmersos en esa magnífica paleta de pintor que era el castañar. Encontramos claros de castaños, repletos de hojas caídas, y tramos ganados para el olivar, en perfecta armonía. No lamentaba, ni mucho menos, haber insistido tanto en subir al lugar. Estaba disfrutando como un enano.

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Y así, llegamos al otro extremo de la finca, y atravesamos la cerca que corta el paso a los vehículos. Realizamos un breve descenso, antes de afrontar una nueva subida, durísima, que lleva al punto más alto del castañar, antes de descender hasta Puerto Artafi.

Hicimos la vuelta hasta Santa María de Trassierra por carretera. Llegamos a la pedanía a las 12:30h, y la atravesamos sin detenernos. Al igual que Enrique, Marcos tenía que estar de vuelta en Córdoba, en su caso a las 13:30h, por lo que íbamos con el tiempo justo. Salimos de Trassierra por carretera. Íbamos a tener que olvidarnos de atravesar el bosque de Fangorn, dado que el tiempo corría en nuestra contra, y que Javi estaba sufriendo sobremanera con el final de etapa: no en balde llevaba dos meses sin coger la bici. Sólo podía quitarme el sombrero ante su pundonor. Eso, y ponerle las cosas más fáciles. A la entrada del bosque de Fangorn, optamos por una alternativa algo más relajada: tomar la pista que pasa por la urbanización Torrehoria, y que lleva directamente hasta la entrada del Mirador de las Niñas. Desde allí, podríamos bajar a Córdoba bien por Montecobre, por carretera, o bien por la Cuesta del Reventón.

Entramos en la pista. El único que aguantaba el tipo de manera digna era Marcos. De hecho, nos llevaba con la lengua fuera. Las etapas con Los Califas lo han dejado en un excelente estado de forma, y además iba con prisas… En fin. :) Llegamos a la entrada del mirador al filo de las 13:00h. Allí tomamos la siguiente decisión: Javi optaba por volver las Ermitas y el Reventón (ya que lo dejaba directamente en su casa), y Marcos, para ir más rápido, prefería bajar por la carretera de las Ermitas. Yo por mi parte ¡bajaría por Montecobre! Hubiera sido divertido, pero no. Viendo tan hecho polvo a Javi, preferí acompañarlo en su bajada por el Reventón. Así pues, nos despedimos de Marcos, y nos dirigimos por carretera a las Ermitas.

Ese trayecto por carretera no tuvo mucha más complicación, salvo por el pequeño puerto que hay que salvar por carretera. Fue en ese momento -llevábamos ya cuatro horas largas de etapa- cuando el GPS empezó a dar señales de que la batería se encontraba exhausta. No era la única, porque nosotros no estábamos mucho mejor. Quise entonces conectarle la batería externa de Dealextreme, pero ésta -oh, sorpresa- se había vuelto a estropear. Tuve entonces que activar el GPS del móvil. Javi, que había seguido subiendo, aprovechó para detenerse y recuperar azúcares a base de comer madroños de un arbusto que había encontrado. No era mala manera de hacerlo, pardiez.

Llegamos al comienzo de la bajada del Reventón a las 13:25h, y empezamos el descenso. Javi esta vez se lo tomó con calma. A mí, por mi parte, también empezaba a apretarme la hora: el GP de Fórmula 1 empezaba a las 14:00h, y no quería perdérmelo. La bajada, como siempre, fue divertida.

Tras 10 minutos de descenso, llegamos a casa de Javi. Decliné una invitación a tomar unas birras -cosa que me apetecía bastante- para volver rápidamente a casa. La hora se me echaba encima, y empezaba yo también a estar hecho polvo. Llegué a las 13:44h, con el tiempo justo para ducharme y ver empezar el GP. Un buen epílogo para una etapa sobresaliente.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 44’56 km.
  • Distancia (según el GPS): 42 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 7m 22s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 32m 46s
  • Velocidad media: 14’27 km/h
  • Velocidad máxima: 57’35 km/h
  • Pulsaciones medias: 138 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 186
  • Consumo medio de calorías: 980 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1440 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 52m 36s
  • Consumo total de calorías: 4370 kcal

Y aquí (atención, variación en el modo de publicar artículos) está el enlace al recorrido de la etapa: Carretera de la Albaida – Castañar de Valdejetas – Cuesta del Reventón

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26 sep 11 Etapa ciclista: Vereda de la Canchuela – GR48 – Trassierra (18/09/2011)

El pasado 19 de septiembre volvimos a salir a rodar Mané, Javi Balaguer y yo por la Sierra de Córdoba. Habíamos elegido para rodar un trazado que se salía un tanto de lo convencional: subir a Trassierra por la vereda de La Canchuela, para bajar al arroyo Guadarromán por un sendero que había recorrido hacía años en una Maratón MTB Sierra Morena, y enlazar con Santa María de Trassierra por el GR-48. Desde allí, si las ganas acompañaban, bajar a los Baños de Popea, y remontar el Bejarano hasta las Fuentes, para volver a Córdoba por la Cuesta de la Traición. Un recorrido ambicioso, sin lugar a dudas.

Demasiado ambicioso, teniendo en cuenta que quedamos a las 9:30h para empezar la etapa. Es verdad que el tiempo ya acompañaba, y el calor empezaba a ser más soportable, pero parecía una hora demasiado tardía como para acometer esa etapa. Ángel, de hecho, que había pensado apuntarse, desestimó el venir vista la hora a la que íbamos a salir. La verdad, tengo que admitir que era una opción razonable.

Así pues, quedamos Mané -que había dormido pocas horas a causa de una buena fiesta la noche anterior-, Javi y yo. Empezamos la etapa a las 9:40h. Tomamos el Canal del Guadalmellato, y a un buen ritmo, poco a poco nos fuimos acercando hasta el comienzo de la Vereda de la Canchuela. Llegamos a las 10:30h al comienzo de la Vereda, y empezamos la brutal subida (con una pendiente máxima del 14’5%) subiendo de manera sostenida; sin prisa, pero sin pausa. Hicimos sin descanso alguno el kilómetro y medio largo de subida que lleva hasta el poste donde in illo tempore podía contemplarse una calavera de vaca.

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(Fotografía correspondiente a otra etapa)

Descansamos un rato, antes de continuar con el duro ascenso. Es cierto que ya habíamos superado la parte más dura de todo el recorrido, pero aún quedaban dos paredes temibles por delante. O al menos, eso creíamos. Seguimos subiendo por la vereda, que alcanzaba rampas del 11%, antes de llegar a la breve bajada previa a la última rampa antes de la llegada al Cortijo de Pedrajas. Iniciamos el ascenso, en el que se evidenció de nuevo que la Larsen TT que monto en la rueda trasera se encontraba ya en las últimas, hasta la cancela que delimita la entrada en los terrenos más cercanos al cortijo. Allí nos encontramos con una sorpresa: los propietarios del cortijo, al parecer con el consentimiento del Ayuntamiento, han desviado el trazado delimitado de la vereda, haciendo que ésta dé un rodeo al oeste del cortijo de 2’6 kms., frente al kilómetro escaso del recorrido original. Preguntamos a otros ciclistas que por allí pasaban, quienes nos confirmaron que el cambio databa de unos cuantos meses atras, dicho lo cual, continuamos por el nuevo trazado: siempre era una oportunidad de conocer otra subida, y al menos en este caso no se nos impedía de manera ilegal el acceso, como en otros sitios.

Hay que admitir que el trazado alternativo era bastante chulo, con unas pendientes soportables, en vez del espanto de subida de la vereda original, por lo que la molestia de dar el rodeo en realidad no lo era tanto. Volvimos a enlazar con la vereda original justo por encima del Cortijo de Pedrajas, y justo al reincorporarnos, abandonamos el trazado para bajar hasta el arroyo Guadarromán. Recordaba haber efectuado esa bajada -como ya he dicho anteriormente- durante una de las Maratones MTB Sierra Morena que disputé hace unos años, y la recordaba muy rápida y bastante divertida. Y no recordaba mal. Mané bajó por ella como si el mañana no existiera, especialmente para tratarse de la primera vez que la recorría.

Una vez en el fondo del valle, encontramos marcas blancas y verdes que delimitaban el camino. Eso me tranquilizó bastante, porque tenía la constancia de que podíamos bajar, pero no la de que podríamos salir de allí por un camino diferente al que hasta entonces llevábamos. Pasamos el arroyo, y tomamos una pequeña senda entre fincas ganaderas. Remontamos la senda hasta la entrada de la finca de la Jarosa, que tiene una cerca, y allí giramos a mano izquierda por una cancela -la única- que se encuentra sin candado. La senda, esta vez más estrecha, empezaba una dura subida por terreno muy suelto, que corría en paralelo a la vereda de La Canchuela en el tramo que se dirige a Puerto Artafi. Superamos un par de cercas sin candado, y poco a poco nos fuimos acercando hasta el cruce de la Canchuela con el GR-48: nos encontrábamos a las espaldas de Santa María de Trassierra. Eran ya las 12:15h y llevábamos entre pecho y espalda 20’9 kms. de dura etapa por la Sierra.

Continuamos hasta Santa María de Trassierra por el GR-48. Habíamos decidido para allí para tomar un tentempié, y decidir qué trazado tomábamos a continuación. No tardamos mucho en llegar hasta el pueblo tomando la pista del Salado, si bien a la hora a la que llegamos (12:45h) casi era más propio tomarnos un vermú que una tostada, por lo que optamos por tirar por la calle de en medio, y tomarnos unos Acuarios con un plátano (que Mané complementó con un gofre que me hizo plantearme volver a entrar en el supermercado donde habíamos parado). Allí decidimos, viendo lo tarde que ya se había hecho, volver a Córdoba por la vía rápida: carretera hasta el cruce de Trassierra, y bajada -también por carretera- por La Albaida.

Dicho y hecho. A las 13:15h volvimos a dar pedales, avanzando rápidamente por la carretera. Javi empezaba a notar el esfuerzo, y las primeras rampas de la carretera hicieron estragos en él. Nos detuvimos unos instantes a la salida del Bosque de Fangorn, y nos planteamos tomar la pista que atraviesa la urbanización de la Virgen de la Cabeza y que lleva hasta el Mirador de las Niñas, para bajar a Córdoba por Montecobre. Desestimamos esta opción, ya que pese al rodeo que daba la carretera, era previsible que tardáramos menos que por la pista. Así pues, seguimos por la carretera hasta el Cruce, e iniciamos el descenso de La Albaida.

Fue un descenso frenético. Hacía pocas semanas que la Vuelta Ciclista había bajado por ese mismo trazado en la etapa que tuvo Córdoba por final, y no pude menos que intentar emular a Pablo Lastras en la primera gran bajada que hacía por carretera en mucho tiempo. No lo pensé demasiado, y bajé a todo ritmo, alcanzando un pico de velocidad de 63’49 km/h según el velocímetro y 67’7 km/h según el GPS. Muy lejano, en todo caso, a los 80 km/h que registraron los profesionales, pero que aún así me hicieron temer en algunos momentos por mi seguridad, dado lo que vibraba la bici. Los flancos de la High Roller, en todo caso, quedaron perfectamente limpios de polvo en el descenso. :mrgreen:

Una vez pasado el Castillo de La Albaida, moderé el ritmo de descenso, hasta que Javi y Mané me alcanzaron. El descenso, de 4.9 kms, lo había realizado en 6m 45s. El resto de la etapa fue bastante convencional. Volvimos a Santa Rosa por el Pryca La Sierra, y tras despedirnos de Javi, Mané y yo volvimos a la Asomadilla por la Cuesta Negra. Finalizamos la etapa a las 14:53h, habiendo recortado bastante el recorrido previsto, pero en cualquier caso, tras haber disfrutado de una excelente etapa.

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/09/18: Canchuela – GR-48 – Trassierra en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los que siguen:

  • Distancia (según el velocímetros): 41’72 km.
  • Distancia (según el GPS): 40’1 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 59m 36s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 20m 58s
  • Velocidad media: 13’93 km/h
  • Velocidad máxima: 63’49 km/h
  • Pulsaciones medias: 137 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 970 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 0m 22s
  • Consumo total de calorías: 4212 kcal

Por primera vez en muchas etapas, he podido volver a recuperar las estadísticas completas. Todo ha funcionado correctamente: el GPS, el velocímetro y el pulsómetro. :mrgreen:

En esta ocasión, por el contrario, no hay fotos ni vídeos. Y es curioso, porque realizamos dos bajadas chulísimas, y pasamos por algunas zonas que daban ganas de pararse a fotografiar. Pero es que volvimos a ir embrutecidos. ^_^

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22 jun 11 Etapa ciclista: Almodóvar del Río – GR48 – Montecobre Express (11/06/2011)

El pasado 11 de julio tuvimos la primera de las etapas de un fin de semana particularmente activo en el ámbito ciclista. Una etapa que, ya desde el papel, imponía sobremanera. Había encontrado en Wikiloc, gracias a un buscador para Android, un recorrido que habíamos dado en llamar “El etapón del Copón”: un recorrido por la vía verde de la Campiña hasta Guadalcázar, que posteriormente enlazaba con Almodóvar, subía hasta el castañar de Valdejetas por el GR48, pasaba hasta Puerto Artafi, y desde ahí descendía de vuelta a Córdoba por Trassierra y la Fuente del Elefante. Más de 80 kms. de etapa. Un gran objetivo. E incluso nos planteamos realizar el recorrido de noche. Pero, puestos a considerarlo, decidimos recortar un tanto la etapa, para no pasar más calor de la cuenta, y llegar a una hora decente a casa. Y de día.

Una vez establecido el recorrido, quedamos a las 7:30h de la mañana Mané, Ángel y yo. Fuimos a Almodóvar por el canal del Guadalmellato, bordeando la zona oeste de Sierra Morena. Empezamos la etapa con fuerza; con demasiada fuerza, quizás, pues pronto nos encontramos rodando a unos 20 km/h por una pista de tierra. Fuerzas que más valía guardar para la etapa que teníamos entre manos. Pero al ir de palique, unos por los otros, poco a poco íbamos acelerando sin darnos prácticamente cuenta.

Mantuvimos el recorrido por el canal hasta llegar a una balsa de riego, cerca de las Cuevas Bajas. Allí el canal pasa a encajonarse en la sierra, y la pista de mantenimiento desaparece. Hace algunos años había intentado realizar ese mismo recorrido con Pablo, y sabía que el canal era impracticable. Y más si, como era el caso, llevaba agua. Así que no nos quedó más remedio que tomar una pista de la CHG, que nos acabó llevando a la carretera de Palma, pasados Los Mochos. Una vez en la carretera, llegamos hasta la entrada de Almodóvar, donde paramos a tomar un tentempié en un bar. Eran las 9:10h, y en apenas 1h 40m nos habíamos fundido 26 kms. de etapa. La parte más sencilla de la etapa, es cierto, pero aun así habíamos mantenido una excelente media, superior a los 16 km/h.

Tras la pausa, en la que nos ventilamos unas buenas tostadas acompañadas de café y colacao, reemprendimos la etapa. Teníamos por delante 11 kilómetros de subida por el GR-48, por asfalto, primero, y por pista a continuación. Pero no pudimos abandonar las cercanías de Almodóvar sin dejar testimonio gráfico de ello, junto a una reproducción de un miliario romano:

S8000325.JPG

Emprendimos la subida, siguiendo las indicaciones de “Camino de los Toros”. Empezamos con una carretera con unas rampas sostenidas de en torno al 5% de desnivel, que poco a poco dejaba atrás un paisaje de valle agrícola para introducirse paulatinamente en una dehesa serrana. Un bonito contraste para abrir boca, por una carretera sin tráfico alguno. Tras 4 kms. de subida, dejamos a nuestra izquierda una pista que conducía al pantano de la Breña II, y la carretera, poco a poco, empezó a empinarse. Durante otros 4 kms. seguimos subiendo con rampas cercanas al 6%, hasta que salimos de la zona arbolada, y al entrar en una finca, salimos a terreno completamente ralo, desde donte tuvimos las primeras vistas del pantano, y abandonamos la carretera.

S8000328.JPG

En ese momento desaparecieron las indicaciones del GR-48, posiblemente arrancadas por el dueño de la finca. Mientras nos orientábamos, un joven en un todoterreno nos indicó el camino a seguir, a la par que nos indicaba que en realidad el GR-48 transcurría bordeando la finca, pero que al realizar el deslinde habían hecho pasar el trazado por dentro de la finca. No se mostraba especialmente contento por ello, pero al menos no nos puso problemas. Posteriormente pude verificar en las cartas del Ministerio de Fomento la veracidad de la afirmación.

Reanudamos nuestro recorrido, con una pequeña bajada, antes de entrar en el terreno de la finca de La Porrada, donde volvimos a entrar en arbolado. A partir de este punto encontramos indicaciones de que circulábamos por la vereda de la Cruz de la Mujer, nombre que me resulta conocido, al existir otro camino igual (cordel, en este caso) en Guillena. La pista ascendía con rampas cercanas al de hasta el 13%, las más elevadas que habíamos tenido hasta el momento, y que se dejaban sentir, en conjunción con el calor que a esa hora de la mañana -pasaban ya de las 10:30h- estaba empezando a apretar. Tal fue así la cosa, que sufrí lo que los compañeros agachalomeros llaman un “huyhuyhuy”. Estaba empezando a desfallecer. No en balde las tres semanas que había estado prácticamente parado por una lesión de espalda se estaban empezando a notar.

Poco después, y a un ritmo más sosegado, llegamos hasta una nave de la finca La Porrada, que dejamos a nuestra derecha. La subida había acabado. Ahora tocaba disfrutar con algo de descenso. Pasamos junto a la casa de la Porrada, que dejamos a nuestra izquierda, y continuamos con unas bajadas por pista, con algunos tramos comprometidos, hasta alcanzar la entrada del castañar de Valdejetas. Eran las 11:00h, y ya nos habíamos ventilado 40 kms. de la etapa. En ese punto decidimos seguir el recorrido por el GR-48, tomando la vereda de la Canchuela. Después del “huyhuyhuy” de la Porrada no tenía muchas ganas de desfallecer subiendo a Puerto Artafi. Y de todas maneras, el castañar no estaría -dada la época del año- en su momento más bonito. Así que, decidido el rumbo, seguimos avanzando por el GR-48.

Continuamos unos 5 kms. por la Canchuela hasta llegar al pantano de la Jarosa. Un poco antes descartamos seguir el GR-48, que nos hubiera llevado por las fincas de Lo Vaca y El Salado hasta Trassierra. Pasada La Jarosa, empezamos el que, a la postre, sería el último ascenso del día: la subida por la vereda del Llano de Mesoneros hasta la fuente de la Marquesa, antiguo acueducto romano. Era la primera vez, en mi caso, que realizaba ese ascenso, ya que las veces anteriores había recorrido ese camino en sentido inverso. La subida, como no podía ser menos, iba a ser dura, con paredes cercanas al 10%. Rondaban ya las 11:30h y el calor se estaba haciendo cada vez más insufrible. Y para colmo, estábamos empezando a quedarnos sin agua.

S8000331.JPG

Hicimos una nueva parada en la fuente de la Marquesa. La subida había sido bastante dura. Por mi parte, en un par de momentos me dio la impresión de que había pinchado de la rueda trasera, ya que no podía creerme que pudiera ir tan enganchado en la subida. Pero así era: las rampas eran bastante duras, y la paliza del día se dejaba notar. Mané, por su parte, empezaba a acusar el esfuerzo. Estaba también a punto del “huyhuyhuy”. Ángel era el que parecía aguantar de la mejor manera, aunque tampoco sin excesivas alegrías. Aún tenía que llegar su mejor momento del día.

Seguimos ascendiendo por la vereda hasta llegar a las casas del Rosal de las Escuelas, donde enganchamos con la carretera de Trassierra. Nos dirigimos hasta el cruce, y allí nos hicimos la última foto del día, junto al repuesto monolito del cruce; aunque este monolito no es una reproducción del original (que era un prisma cuadrangular), sino del que se encontraba al pie de la sierra, que era cilíndrico. Pero al menos, era algo.

S8000332.JPG

Y desde allí, decidimos realizar la última variación en el recorrido del día. Teníamos previsto realizar el descenso por el Alto de San Jerónimo hasta el Monasterio, y desde allí bajar a Medina Azahara y volver por el canal. Pero el incierto estado de este camino, y la paliza que llevábamos hasta ese momento (a esas alturas nos habiamos metido entre pecho y espalda 49 kms. de bici), nos hicieron cambiar de parecer: bajaríamos por el Mirador de las Niñas y Montecobre Express. Una bajada inédita en mi caso.

Dicho y hecho. Nos encaminamos por carretera hasta el Mirador, donde alcanzamos el techo de la etapa: 500 metros de altitud. Y nos acabábamos de quedar sin agua.

El descenso fue sencillamente apoteósico. El primer tramo, entre el mirador de las niñas y la torre de las 7 esquinas, transcurrió entre vegetación enormemente cerrada, por un trazado ratonero y estrecho, pero ya conocido. Ahí sufrí un ligero percance en forma de ramazo en el casco, que hizo salir volando la cámara deportiva. Por suerte, sin mayores incidentes.

La segunda parte de la bajada, desde la torre de las 7 esquinas, me dejó sin palabras. Hasta ese momento siempre había subido y bajado por la zona pasando por la Casa de la Ventana (el recorrido que suele llamarse “Montecobre”). “Montecobre Express” salía directamente en bajada desde la Torre, en un comienzo de bajada a tumba abierta directamente hacia el fondo del valle. Brutal. Pero eso era sólo el comienzo. El resto del recorrido transcurría por un sendero lleno de piedra suelta, roderas traicioneras, y piedra enormemente irregular. Y eso en el mejor de los casos. En otros, simplemente era un sendero escorado hacia el barranco, que a poco que frenaras de más te escupía directamente a una caída de decenas de metros por matorral hasta caer a una carretera de montaña. Como para andarse con milongas. Aun así, pude bajarlo entero, lo que asombró a Mané y a Ángel. A decir de ellos, eran el primero que conocían que en su primera bajada por Montecobre Express no hubiera puesto el pie en el suelo. Tengo que admitir que tuve la suerte de que ambos me iban abriendo camino, y me mostraban por dónde se podía bajar (y que se podía bajar).

El final de la bajada lo hicimos por la carretera de la Albaida, que nos llevó de vuelta a Córdoba, en donde entrábamos a la sorprendente hora de las 12:30h, tras cinco horas de pedaleo. Dimos por finalizada la etapa en Santa Rosa, donde nos dimos un merecido homenaje en una terraza, a base de cervezas, bitter, tapas y un revuelto de bacalao excelente. Un buen final para una etapa sobresaliente.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/06/11: Almodóvar – GR48 – Montecobre Express en un mapa más grande

En cuanto a los datos, son los que siguen:

  • Distancia (según el GPS): 60’7 km.
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 17m 39s
  • Pulsaciones medias: 144 pulsaciones/minuto
  • Pulsaciones máximas: 188
  • Consumo medio de calorías: 1040 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1460 kcal/h
  • Tiempo en zona de pulsaciones: 3h 43m 11s
  • Consumo total de calorías: 5840 kcal
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