Ayer estuve haciendo algo de bici. Una cosa relajada, simplemente para desoxidarme un poco, estirar las piernas, y tener una excusa para bajar al río Lérez. Y es que estos días está haciendo calor -calor húmedo- en Forcarey. No es la locura de Córdoba o de Sevilla, pero cuando no tienes aire acondicionado, también machaca un poco. El caso es que, como decía, tenía ganas de bajar al río. Y de rodar un poco con la Super BH. Y no me pude resistir.
No es el trazado más adecuado para este tipo de bici. Mucha piedra, recorrido ratonero, y abundante hojarasca, que con cubiertas finas te llevan a patinar más de la cuenta. Pero si no hubiera ido con esta bici, me habría perdido esta foto. Luego, en el río, no pude menos que bañarme. El primer baño en el río de la temporada. EL agua estaba aún algo fría, pero con el calor era de agradecer. También es cierto que no me quedó otra. Me había bajado el dron, y como no lo calibré adecuadamente antes de salir, acabó en el fondo del Lérez, de donde tuve que sacarlo.
No voy a decir que no supiera que iba a acabar así. Bañándome, quiero decir. No en balde, había salido de casa con el bañador puesto. Pero no esperaba que fuera a resultar tan necesario. Al menos, tuve una excusa para echarle valor y nadar de punta a punta del río.
Una vez de vuelta a casa, tengo que decir que la Super BH L6000 gravelizada es un demonio para subir. Sin darle especialmente, mejoré de manera tremenda mis tiempos en la subida a Gaxín, y en la subida a Forcarey desde Ponte. Es divertida de montar. Muy divertida. Y el trayecto, pese a ser apenas 6 kilómetros, lo merece.
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El sábado 28 de abril estuve haciendo una nueva etapa con mi cuñado Slava por las cercanías de Forcarey. Le ha gustado la zona -entiendo por qué- y es agradable tener compañía para rodar por estos lares, así que tras la etapa del fin de semana anterior, no podíamos menos que repetir. De nuevo, salimos por la tarde, y quizás fue el único fallo de la jornada (aunque fallo que no podíamos evitar, ya que tenía unos compromisos en Santiago por la mañana que hacía que no pudiera llegar antes), ya que la tarde se adivinaba calurosa y húmeda, como acabó siendo. Empezamos a rodar al filo de las 16h, subiendo hacia Forcarey, y desde allí girando a la derecha por la carretera de Dosiglesias. Al poco de salir a la carretera, la dejamos por la derecha, tomando la bajada que lleva hasta el río Lérez. Se notaba que había llovido y hecho calor esos días, porque la vegetación había crecido de manera espectacular. Tanto, que me confundí en un tramo de la bajada que andaba comido de maleza, y acabamos en un prado. Vueltos sobre nuestros pasos, continuamos bajando hasta el Lérez, que atravesé sin poner pie en tierra, pero con agua hasta las rodillas. Muy divertido.
Slava cruzó por el paso de piedra, y ya en el otro lado del río, subimos hacia Pontemaril, y desde allí, acometimos la subida hasta el Castro de Loureiro. Nos desviamos y entramos en el castro, para encontrarlo -de nuevo- comido por la maleza. Nada que se pudiera hacer. Volvimos al camino, y desde allí a la carretera. Hicimos la subida hasta Valiñas -dura y calurosa-, y continuamos por el coto, subiendo sin descanso hasta salir a la carretera PO-534. Desde allí giramos a la derecha, en busca de la pista que entra en el parque eólico. La tomamos, y no tardamos en dar con los primeros generadores. Ahí el calor y la falta de vegetación se dejaban notar -al menos, en mi caso - pero estaba siendo una etapa estupenda. Como íbamos bien de tiempo, en vez de dirigirnos hacia la subestación, optamos por ir hacia las Neveras de Fixó. Descendimos un rato por la cresta de la montaña, y llegamos a las neveras, donde paramos un rato.
Reemprendida la marcha, no me pude resistir a que nos desviáramos para ir hasta el mirador de Grobas. Se trata de un mirador desde el que se puede contemplar el valle que excava el río Grobas, y en el fondo del cual se halla la aldea abandonada del mismo nombre. Había estado en la otra ladera, y bajado hasta la aldea, pero no había estado nunca en el mirador. Y ya lo creo que vale la pena.
Tras la parada en el mirador, emprendimos el camino de vuelta. Por no regresar exactamente por el mismo sitio, giramos a la derecha camino de un grupo de generadores. Tuvimos que afrontar una subida técnica y dura, que dio paso a una de las pistas de mantenimiento. Desde allí, acabamos volviendo al camino principal, y esta vez sí, tomamos el camino de la subestación. De acuerdo a lo previsto, nos desviamos a la izquierda, para salir a la aldea de A Noveliza, en una divertida bajada. Allí volvimos a cruzar sobre el Lérez (segunda vez en el día), apenas un hilo de agua, ya que nace justo al lado de la aldea. Tomamos un tramo de carretera hacia A Rochela, que dejamos por la izquierda, en una bajada que lleva hasta un camino que va hacia el monasterio de Aciveiro. Es un tramo muy adecuado para gravel, que algún día tengo que recorrer con la Super BH L6000 de aquí. Cruzamos el Lérez -tercera vez-, y tras un poco de subida, emprendimos bajada, que abandonamos antes del final, para dirigirnos al monasterio por la aldea de Vilaverde.
No tardamos en llegar al monasterio, donde hicimos una breve parada para descansar, y abastecernos de agua, aprovechando que estaba abierto. A esas alturas Slava estaba ya sin agua, y el brebaje que yo llevaba (mi viejo clásico, agua, zumo de dos limones, azúcar y sal) me estaba torturando más allá de lo razonable, ya que no había atinado con las proporciones. Una vez reabastecido, gracias a la amabilidad de uno de los empleados del hotel, seguimos por carretera para pasar junto a Aldón, pasamos de nuevo el Lérez -cuarta vez- por carretera, y acabamos saliendo a la carretera de Silleda. Desde allí, emprendimos el camino de vuelta a Forcarey, que no tardamos en abandonar, a la altura del aerogenerador solitario, por una carreterita a mano derecha. Allí, poco después, tomamos una pista a la izquierda, para bajar por camino hasta Córneas, en una bajada muy divertida. En Córneas tuvimos un percance interesante, al salirnos dos perrazos de una casa. Poco faltó para que se nos echaran encima; en mi caso, tuve que parar, y apaciguar a los perros. Por suerte, no hicieron nada, pero era para haberse llevado un susto.
Retomado el camino, salimos de Córneas a mano derecha, buscando un viejo camino que comunica con Forcarey, y que tuve ocasión de conocer en la bajada que hice por As Rabadeiras hace algunas semanas. Puestos a volver a Forcarey, mejor por sombra y un camino agradable que por asfalto. Y así fue. Volvimos a salir a la carretera de Dosiglesias, y volvimos a Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 19:22h, tras algo más de 35 kilómetros de etapa estupendamente aprovechada.
Datos de la etapa:
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El sábado 21 de mayo hice una etapa ciclista por el entorno de Forcarey, con la interesante novedad de que lo hice acompañado. Mi cuñado Slava, que tenía bastantes ganas de salir por esta zona, me propuso salir a rodar, y no pude menos que aceptar. El día, en principio, no parecía el más propicio, ya que se habían anunciado tormentas en la zona, pero al final resultó ser bastante bueno, ya que el cielo estuvo cubierto toda la tarde, apenas nos cayeron unas gotas (salvo al final, que nos cayó un chaparrón bien curioso), y nos libramos de tener calor o mucho sol.
Como decía, salimos a rodar por la tarde. Empezamos la etapa pasadas las 16:45h, y salimos de Forcarey en dirección a la Chamosa. Slava me había pedido hacer una etapa bonita, y decidí componer un recorrido con algunos de los puntos más interesantes de las cercanías de Forcarey. Lo de las cercanías fue sobre todo por la amenaza de tormenta, por lo que había priorizado sitios cercanos, de los que podríamos volver rápidamente en caso de tormenta fuerte. Empezamos descendiendo a la cascada de La Chamosa por Tras do Lombo, que tiene algunas bajadas y subidas bastante divertidas. Tras parar en la cascada, subimos a la Chamosa por la calzada de piedra, para desde ahí salir a la carretera, y seguir hacia O Salgueiro. Allí continuamos por el Camino Miñoto, pasando por el tramo de camino de piedra, y después la dura subida por asfalto hasta el observatorio.
Desde el observatorio, giramos a la izquierda para tomar la pista que lleva hasta A Mámoa, un tramo bien divertido, que conjuga pista de tierra, un descenso por grava, el vadeo del arroyo que forma la cascada, y después una subida sostenida por antiguo camino hasta A Mámoa. Allí enlazamos con el Camino de los Arrieros, para bajar por pista hasta Puente de Gomail.
Desde el puente, subimos por la corredoira hasta Gaxín, para allí seguir por carretera a través de Cachafeiro, para llegar hasta la zona recreativa de la Freixeira. Paramos un rato para reponernos del esfuerzo, y continuamos por el Camino, siempre en dirección contraria. Éste, que había sido limpiado hace algunos meses, empezaba a estar otra vez comido de vegetación. ¡Es lo que tiene Galicia!
Salimos momentáneamente a carretera, para volver a tomar la pista, en un primer tramo con bastante barro, y posteriormente con una subida interesante, y algo más de vegetación. Salimos a Vilar, y allí giramos a la derecha por carretera, para pasar junto a Fontela y Acivedo, y seguir hasta dar con la carretera que lleva a Forcarey, a la altura de la cementera. Desde allí bajamos a Vilariño, para seguir por el antiguo camino empedrado hasta el Puente de Parada. La bajada estaba algo peor de lo que recordaba, y entre eso y la humedad de las lloviznas, hacía que fuera bastante peligroso, así que tuvimos que bajar un rato a pie, hasta las cercanías del puente, donde hicimos una nueva parada.
Cruzamos el puente, y subimos hacia Parada. La subida, aunque muy técnica, estaba mejor que la bajada desde Vilariño, y pudimos hacerla casi entera sobre la bici. Desde Parada emprendimos el retorno a Forcarey, que ya fue todo por carretera. Salimos a la carretera que va de Forcarey a Folgoso, y emprendimos la vuelta, pasando por Barciela y Murada. Fue el tramo que más nos llovió. De hecho, desechamos parar en Barciela, y volviendo del tirón a Forcarey, a donde llegamos a las 19:40, con casi 28 kilómetros de etapa, que fue bien interesante, y mejor disfrutada.
Datos de la etapa:
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Tras la restauración que realicé recientemente sobre una Super BH L6000, no podía tardar mucho en probarla. Aprovechando que el 4 de mayo era festivo en Sevilla, y no tenía por tanto que trabajar, aproveché para salir a hacer una salida corta y probar sensaciones. Salí de Forcarey por la Chamosa, para subir por carretera hasta Las Casetas. El rodar con la bici era bastante agradable, aunque como es un cuadro pequeño, la notaba bastante nerviosa. Sin embargo, no estaba teniendo el principal problema que había estado temiendo, que era el que la rueda delantera me tropezara con los rastrales al girar, ya que al tener el tiro tan corto, había notado que podían llegar a tropezar. Y si bien es cierto que esto era algo que podía darse girando muy en redondo a baja velocidad, con un ritmo normal de pedaleo no se estaba dando. Ya en Las Casetas, enganché con el recorrido del Camino Miñoto Ribeiro, con la declarada idea de ir hasta Quintillán, si bien no me pude contener, he hice una primera parada en Levoso, junto a una preciosa casa de piedra.
Pasado Levoso, pude comprobar algo que ya había estado temiendo, también. La bici frenaba poco en bajadas abruptas. Cierto es que las pastillas estaban aún nuevas, pero las sensaciones no eran buenas. Sin embargo, el rodar por campo sí que lo era.
Pasé la cascada de Quintillán, y me dirigí hacia la Ermita de San Amaro, donde también paré.
Desde la ermita, volví un poco sobre mis pasos, para tomar una pista a mano izquierda que subía por la montaña, para volver a Quintillán. La pista picaba bastante en algunos momentos, y tuve la oportunidad de probar la combinación de 36×50 que había montado. Suficiente para subir, pero el cambio no acababa de ir del todo fino, y saltaba un poco. Tras intentar algunos ajustes, de manera infructuosa, decidí continuar usando como máximo el 42.
Regresé a Quintillán rodando por un terreno mixto de pista forestal y camino asfaltado, que hicieron las delicias de la bici, y es que está diseñada para rodar exactamente por este tipo de superficies. Estaba siendo un acierto total, aunque notaba el manillar algo más estrecho de la cuenta. No el balde era el que había recortado para mi añorada plegable irlandesa.
Regresé a Forcarey por carretera, volviendo por Rozados, ya todo por carretera, y tomé un estupendo café con leche en la plaza del ayuntamiento. Recapitulando, tenía tres puntos claros de mejora: la patilla del cambio, los frenos, y el manillar. En lo referente al primero, tenía claro lo que hacer: había tenido que hacer uso de dos extensiones de la patilla del cambio. Encargué un solo extensor de mayor longitud, que me llegó al día siguiente. Aparte de ponerlo, aproveché para rectificar un poco la posición de la patilla, que tenía pinta de estar algo doblada. Requirió algo de trasteo, pero acabé por dejarlo todo fino. En cuanto al segundo, pedí pastillas de freno nueva, de tipo V-Brake. Pude colocarlas en el freno trasero, pero no acababan de entrar en el delantero. De momento ha quedado una configuración mixta que no me hace muy feliz, pero frena mejor. Y en lo que se refiere al tercero, subiré desde Sevilla otro manillar que tengo, más ancho, proveniente de la Fuji. Ya veremos si lo cambio. En la siguiente foto ya se aprecian los cambios comentados:
Pasados unos días, hice una nueva prueba, esta vez por Monte Seixo. Una salida corta, desde la subestación eléctrica. Fue un recorrido sencillo y corto, hasta la capilla de Santa María, primero, y después hasta el Mirador de las Tres Rías. Como el día estaba tremendamente despejado, se pudo disfrutar de una salida estupenda.
He aprovechado, también, para rodar un vídeo en las ubicaciones indicadas. Espero que os guste.
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El sábado 2 de abril realicé una etapa por la tarde por varias parroquias de Forcarey y Cerdedo. Ya iba siendo hora de estirar un poco las piernas, y tras un día bastante ajetreado, no iba a dejar pasar la oportunidad de rodar en una tarde estupenda, aunque algo fría y con bastante viento. Salí un poco antes de las 18:30h, tomando la carretera de la Chamosa, para pasar por O Salgueiro, y realizar la subida dura del observatorio. Ese es un tramo del Camino Miñoto Ribeiro, que fue limpiado hace algunos meses, pero que vuelve a estar con algo más de vegetación de la cuenta. Veremos a ver cuánto dura abierto.
Una vez en el observatorio, tomé la pista que lleva hacia A Mámoa. A la altura del cercado de las vacas se encontraba con bastante barro, lo que me obligó a echar el pie a tierra un par de veces. Desde A Mámoa subí por carretera al Monte da Lagoa, y pasé por la derecha junto a la antena de comunicaciones. Desde allí realicé un descenso bastante divertido hasta las cercanías de Moureira, desembocando en la carretera EP-7106. El día aún tenía bastante luz, así que decidí dirigirme al puente romano de Parada, y desde allí tomar la congostra que sube hasta Vilariño de Cerdedo, que sabía que me tomaría un buen rato si estaba tan cerrada por la vegetación como la vez anterior que pasé por allí. Decidido el rumbo, dejé la carretera, pasé Moureira y Parada, y no tardé en encontrar la bajada al puente. Si bien el comienzo se encontraba tan roto como la primera vez que bajé, cuál sería mi sorpresa, al llegar a las cercanías del puente, de encontrar que se había realizado un arduo trabajo de limpiado del camino y del entorno del puente. ¡Lucía estupendo!
Pasé por encima del puente, y vi que la otra ribera del río también había sido limpiada, así como la congostra que sube hasta Vilariño. Eran muy buenas noticias.
Visto esto, me decidí a explorar un poco por el cauce del río, por el sendero que (en teoría) sube hasta Forcarey bordeando el Lérez, y que la vez anterior se encontraba impracticable. En esta ocasión pude ver que -si bien no se había limpiado- había un sendero claro que seguir. No tardé en llegar al regueiro de la Freixeira, que se encontraba amansado con un paso de piedras, y explotado por diversos molinos abandonados.
Había sendero, una vez al otro lado, pero no era claro que se pudiera seguir de manera mínimamente razonable en bici, así que opté por dar la vuelta y dirigirme a Vilariño. El camino, en efecto, había sido limpiado, pero seguía siendo difícil para subir por él en bici por la abundante piedra suelta. En cualquier caso, era mejor que casi tener que abrirse el paso a machetazos, así que seguía siendo una mejora apreciable.
Una vez en Vilariño, crucé la carretera de Forcarey, pasé por la cementera, y subí por carretera a Acivedo. Allí tomé el Camino de la Geira Romana, y por congostras llenas de agua empecé el camino de vuelta. Llegué al área recreativa de la Freixeira, y desde allí continué por carretera, primero a Cachafeiro, y por último a Forcarey, a donde llegué al filo de las 20:30h. Una buena etapa para estirar las piernas.
Datos de la etapa:
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