El domingo 5 de junio de 2022 estuve dando pedales por el Aljarafe. Algo suave, porque aún estaba algo convaleciente de un resfriado primaveral, pero no quería que algo así arruinara la posibilidad de salir a rodar un poco por la zona después de unos cuantos meses. En realidad, hice dos salidas, una por la mañana, y otra por la tarde.
En la salida de la mañana utilicé la Super BH L6000 gravel. Salí a las 8:35, cruzando Santiponce por carretera, y saliendo hacia Valencina. Al pasar el puente sobre la vía del tren, giré a la izquierda por la ruta del agua. Seguí por la misma, cruzando Cerro Blanco, y bajando hasta la altura de Castilleja de Guzmán. Allí giré a la derecha para subir por el camino que pasa junto a un colegio mayor. Salí a carretera, subí un poco, y giré a la izquierda para buscar el Cordel de los Carboneros, viejo conocido a estas alturas. Una vez en el cordel, lo seguí hasta Salteras, y allí me incorporé a la Cañada Real de las Islas, girando a la izquierda para encaminarme hacia Mairena. Seguí por la cañada, con bastantes trampas de arena, hasta cruzar por debajo de la autopista y alcanzar el puente romano sobre el río Pudio. Allí tomé en ascenso el Cordel de Triana a Villamanrique, y lo seguí hasta llegar hasta el club de golf del Zaudín y el parque homónimo, entrando en Tomares. Por Tomares callejeé, hasta llegar a la fuente de la Mascareta, y lo que parece una antigua casa de postas, con una imagen de la Virgen del Rocío.
Seguí cruzando Tomares, hasta llegar a Castilleja de la Cuesta. Pasé junto al Ikea, y giré a la derecha, hasta llegar a la Ermita de Nª Sª de Guía, donde también me detuve un momento.
Posteriormente, giré a la izquierda, camino de Camas, pasando por los cerros del Carambolo. Una vez en Camas, volví a Santiponce por el trazado de la N-630, para llegar a casa a las 10:45h, tras 36’2 kilómetros de etapa.
Sin embargo, tenía más ganas de bici en el cuerpo. En concreto, llevaba tiempo con ganas de salir a rodar con la veterana Orbea Luarca de paseo. Así que le inflé las ruedas, y salí un poco con ella por la tarde, aprovechando las horas de menos calor anteriores al anochecer. En este caso se trató de una cosa bastante sencilla, ir y volver a la estación de tren de Valencina-Santiponce. Es la Orbea una bici interesante. Pesada como ella sola, lo que hace que tenga un centro de gravedad muy bajo. El sillín de muelles es extraordinariamente cómodo, pero el manillar se me queda estrecho, sobre todo desde que le puse los cambios en el mismo, en vez de su configuración normal en el cuadro. Aun así, es divertida, aunque algo nerviosa, al tener un cuadro algo corto para mi talla, una potencia muy, muy corta, y ese manillar de paseo.
En cualquier caso, vale la pena sacarla de cuando en cuando. Los cambios me quedaron extraordinariamente finos, y tiene estilo.
Datos de la etapa:
Etiquetas: aljarafe, cañada real de las islas, camas, castilleja de guzman, castilleja de la cuesta, cordel de los carboneros, cordel de triana a villamanrique, gravel, mairena del aljarafe, orbea luarca, salteras, santiponce, super bh l6000, tomares
Hace algunas semanas realicé algunos cambios en la Super BH L6000 que tengo en Sevilla. En concreto, cambié el manillar tradicional por uno de estilo compacto, más ancho que el que montaba de fábrica. La idea era tener más estabilidad, al disponer de más anchura, pero me estaba encontrando con un problema: estaba notando que el cambio de radio de un manillar a otro hacía que las manetas de freno quedaran más separadas de lo conveniente para poder acceder fácilmente a ellas.
La verdad, aunque desde el punto de vista de la estabilidad estaba notando la diferencia, había perdido bastante en seguridad sobre la bici, sobre todo en descensos acusados. La solución, en principio, parecía sencilla: de los frenos MTB conocía que existen unos tornillos de ajuste que permiten acercar la maneta al manillar. Buscando algo de información al respecto, encontré que los frenos de carretera Shimano disponen de un tornillo de ajuste similar. Pero no estaba encontrando nada relativo a los Campagnolo Mirage que monto en la gravel. Después de volverme loco al respecto (e incluso encontrar información que decía que estos frenos no se podían ajustar), encontré que la solución era extraordinariamente sencilla: las manetas Campagnolo cuentan con un pasador en el mismo freno, que regula entre dos posibles posiciones del freno. A un lado, más cercanas al manillar, y al contrario, más alejadas. Es tan sólo cuestión de variar la posición del pasador. Extraordinariamente sencillo.
En mi caso, las manetas estaban reguladas en la posición más alejada. Ha sido cuestión de cambiarlas a la otra, y notar una tremenda mejora. Una pequeña tontería, pero que espero que a alguien más le ayude el saberlo.
Etiquetas: campagnolo, gravel, maneta de freno, mirage
El sábado 28 de abril estuve haciendo una nueva etapa con mi cuñado Slava por las cercanías de Forcarey. Le ha gustado la zona -entiendo por qué- y es agradable tener compañía para rodar por estos lares, así que tras la etapa del fin de semana anterior, no podíamos menos que repetir. De nuevo, salimos por la tarde, y quizás fue el único fallo de la jornada (aunque fallo que no podíamos evitar, ya que tenía unos compromisos en Santiago por la mañana que hacía que no pudiera llegar antes), ya que la tarde se adivinaba calurosa y húmeda, como acabó siendo. Empezamos a rodar al filo de las 16h, subiendo hacia Forcarey, y desde allí girando a la derecha por la carretera de Dosiglesias. Al poco de salir a la carretera, la dejamos por la derecha, tomando la bajada que lleva hasta el río Lérez. Se notaba que había llovido y hecho calor esos días, porque la vegetación había crecido de manera espectacular. Tanto, que me confundí en un tramo de la bajada que andaba comido de maleza, y acabamos en un prado. Vueltos sobre nuestros pasos, continuamos bajando hasta el Lérez, que atravesé sin poner pie en tierra, pero con agua hasta las rodillas. Muy divertido.
Slava cruzó por el paso de piedra, y ya en el otro lado del río, subimos hacia Pontemaril, y desde allí, acometimos la subida hasta el Castro de Loureiro. Nos desviamos y entramos en el castro, para encontrarlo -de nuevo- comido por la maleza. Nada que se pudiera hacer. Volvimos al camino, y desde allí a la carretera. Hicimos la subida hasta Valiñas -dura y calurosa-, y continuamos por el coto, subiendo sin descanso hasta salir a la carretera PO-534. Desde allí giramos a la derecha, en busca de la pista que entra en el parque eólico. La tomamos, y no tardamos en dar con los primeros generadores. Ahí el calor y la falta de vegetación se dejaban notar -al menos, en mi caso - pero estaba siendo una etapa estupenda. Como íbamos bien de tiempo, en vez de dirigirnos hacia la subestación, optamos por ir hacia las Neveras de Fixó. Descendimos un rato por la cresta de la montaña, y llegamos a las neveras, donde paramos un rato.
Reemprendida la marcha, no me pude resistir a que nos desviáramos para ir hasta el mirador de Grobas. Se trata de un mirador desde el que se puede contemplar el valle que excava el río Grobas, y en el fondo del cual se halla la aldea abandonada del mismo nombre. Había estado en la otra ladera, y bajado hasta la aldea, pero no había estado nunca en el mirador. Y ya lo creo que vale la pena.
Tras la parada en el mirador, emprendimos el camino de vuelta. Por no regresar exactamente por el mismo sitio, giramos a la derecha camino de un grupo de generadores. Tuvimos que afrontar una subida técnica y dura, que dio paso a una de las pistas de mantenimiento. Desde allí, acabamos volviendo al camino principal, y esta vez sí, tomamos el camino de la subestación. De acuerdo a lo previsto, nos desviamos a la izquierda, para salir a la aldea de A Noveliza, en una divertida bajada. Allí volvimos a cruzar sobre el Lérez (segunda vez en el día), apenas un hilo de agua, ya que nace justo al lado de la aldea. Tomamos un tramo de carretera hacia A Rochela, que dejamos por la izquierda, en una bajada que lleva hasta un camino que va hacia el monasterio de Aciveiro. Es un tramo muy adecuado para gravel, que algún día tengo que recorrer con la Super BH L6000 de aquí. Cruzamos el Lérez -tercera vez-, y tras un poco de subida, emprendimos bajada, que abandonamos antes del final, para dirigirnos al monasterio por la aldea de Vilaverde.
No tardamos en llegar al monasterio, donde hicimos una breve parada para descansar, y abastecernos de agua, aprovechando que estaba abierto. A esas alturas Slava estaba ya sin agua, y el brebaje que yo llevaba (mi viejo clásico, agua, zumo de dos limones, azúcar y sal) me estaba torturando más allá de lo razonable, ya que no había atinado con las proporciones. Una vez reabastecido, gracias a la amabilidad de uno de los empleados del hotel, seguimos por carretera para pasar junto a Aldón, pasamos de nuevo el Lérez -cuarta vez- por carretera, y acabamos saliendo a la carretera de Silleda. Desde allí, emprendimos el camino de vuelta a Forcarey, que no tardamos en abandonar, a la altura del aerogenerador solitario, por una carreterita a mano derecha. Allí, poco después, tomamos una pista a la izquierda, para bajar por camino hasta Córneas, en una bajada muy divertida. En Córneas tuvimos un percance interesante, al salirnos dos perrazos de una casa. Poco faltó para que se nos echaran encima; en mi caso, tuve que parar, y apaciguar a los perros. Por suerte, no hicieron nada, pero era para haberse llevado un susto.
Retomado el camino, salimos de Córneas a mano derecha, buscando un viejo camino que comunica con Forcarey, y que tuve ocasión de conocer en la bajada que hice por As Rabadeiras hace algunas semanas. Puestos a volver a Forcarey, mejor por sombra y un camino agradable que por asfalto. Y así fue. Volvimos a salir a la carretera de Dosiglesias, y volvimos a Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 19:22h, tras algo más de 35 kilómetros de etapa estupendamente aprovechada.
Datos de la etapa:
Etiquetas: castro de loureiro, forcarey, mirador de grobas, monasterio de aciveiro, mtb, neveras de fixó
El sábado 21 de mayo hice una etapa ciclista por el entorno de Forcarey, con la interesante novedad de que lo hice acompañado. Mi cuñado Slava, que tenía bastantes ganas de salir por esta zona, me propuso salir a rodar, y no pude menos que aceptar. El día, en principio, no parecía el más propicio, ya que se habían anunciado tormentas en la zona, pero al final resultó ser bastante bueno, ya que el cielo estuvo cubierto toda la tarde, apenas nos cayeron unas gotas (salvo al final, que nos cayó un chaparrón bien curioso), y nos libramos de tener calor o mucho sol.
Como decía, salimos a rodar por la tarde. Empezamos la etapa pasadas las 16:45h, y salimos de Forcarey en dirección a la Chamosa. Slava me había pedido hacer una etapa bonita, y decidí componer un recorrido con algunos de los puntos más interesantes de las cercanías de Forcarey. Lo de las cercanías fue sobre todo por la amenaza de tormenta, por lo que había priorizado sitios cercanos, de los que podríamos volver rápidamente en caso de tormenta fuerte. Empezamos descendiendo a la cascada de La Chamosa por Tras do Lombo, que tiene algunas bajadas y subidas bastante divertidas. Tras parar en la cascada, subimos a la Chamosa por la calzada de piedra, para desde ahí salir a la carretera, y seguir hacia O Salgueiro. Allí continuamos por el Camino Miñoto, pasando por el tramo de camino de piedra, y después la dura subida por asfalto hasta el observatorio.
Desde el observatorio, giramos a la izquierda para tomar la pista que lleva hasta A Mámoa, un tramo bien divertido, que conjuga pista de tierra, un descenso por grava, el vadeo del arroyo que forma la cascada, y después una subida sostenida por antiguo camino hasta A Mámoa. Allí enlazamos con el Camino de los Arrieros, para bajar por pista hasta Puente de Gomail.
Desde el puente, subimos por la corredoira hasta Gaxín, para allí seguir por carretera a través de Cachafeiro, para llegar hasta la zona recreativa de la Freixeira. Paramos un rato para reponernos del esfuerzo, y continuamos por el Camino, siempre en dirección contraria. Éste, que había sido limpiado hace algunos meses, empezaba a estar otra vez comido de vegetación. ¡Es lo que tiene Galicia!
Salimos momentáneamente a carretera, para volver a tomar la pista, en un primer tramo con bastante barro, y posteriormente con una subida interesante, y algo más de vegetación. Salimos a Vilar, y allí giramos a la derecha por carretera, para pasar junto a Fontela y Acivedo, y seguir hasta dar con la carretera que lleva a Forcarey, a la altura de la cementera. Desde allí bajamos a Vilariño, para seguir por el antiguo camino empedrado hasta el Puente de Parada. La bajada estaba algo peor de lo que recordaba, y entre eso y la humedad de las lloviznas, hacía que fuera bastante peligroso, así que tuvimos que bajar un rato a pie, hasta las cercanías del puente, donde hicimos una nueva parada.
Cruzamos el puente, y subimos hacia Parada. La subida, aunque muy técnica, estaba mejor que la bajada desde Vilariño, y pudimos hacerla casi entera sobre la bici. Desde Parada emprendimos el retorno a Forcarey, que ya fue todo por carretera. Salimos a la carretera que va de Forcarey a Folgoso, y emprendimos la vuelta, pasando por Barciela y Murada. Fue el tramo que más nos llovió. De hecho, desechamos parar en Barciela, y volviendo del tirón a Forcarey, a donde llegamos a las 19:40, con casi 28 kilómetros de etapa, que fue bien interesante, y mejor disfrutada.
Datos de la etapa:
Etiquetas: camino de geira y de los arrieros, camino miñoto, forcarey, gomail, mtb, puente de parada
Tras la restauración que realicé recientemente sobre una Super BH L6000, no podía tardar mucho en probarla. Aprovechando que el 4 de mayo era festivo en Sevilla, y no tenía por tanto que trabajar, aproveché para salir a hacer una salida corta y probar sensaciones. Salí de Forcarey por la Chamosa, para subir por carretera hasta Las Casetas. El rodar con la bici era bastante agradable, aunque como es un cuadro pequeño, la notaba bastante nerviosa. Sin embargo, no estaba teniendo el principal problema que había estado temiendo, que era el que la rueda delantera me tropezara con los rastrales al girar, ya que al tener el tiro tan corto, había notado que podían llegar a tropezar. Y si bien es cierto que esto era algo que podía darse girando muy en redondo a baja velocidad, con un ritmo normal de pedaleo no se estaba dando. Ya en Las Casetas, enganché con el recorrido del Camino Miñoto Ribeiro, con la declarada idea de ir hasta Quintillán, si bien no me pude contener, he hice una primera parada en Levoso, junto a una preciosa casa de piedra.
Pasado Levoso, pude comprobar algo que ya había estado temiendo, también. La bici frenaba poco en bajadas abruptas. Cierto es que las pastillas estaban aún nuevas, pero las sensaciones no eran buenas. Sin embargo, el rodar por campo sí que lo era.
Pasé la cascada de Quintillán, y me dirigí hacia la Ermita de San Amaro, donde también paré.
Desde la ermita, volví un poco sobre mis pasos, para tomar una pista a mano izquierda que subía por la montaña, para volver a Quintillán. La pista picaba bastante en algunos momentos, y tuve la oportunidad de probar la combinación de 36×50 que había montado. Suficiente para subir, pero el cambio no acababa de ir del todo fino, y saltaba un poco. Tras intentar algunos ajustes, de manera infructuosa, decidí continuar usando como máximo el 42.
Regresé a Quintillán rodando por un terreno mixto de pista forestal y camino asfaltado, que hicieron las delicias de la bici, y es que está diseñada para rodar exactamente por este tipo de superficies. Estaba siendo un acierto total, aunque notaba el manillar algo más estrecho de la cuenta. No el balde era el que había recortado para mi añorada plegable irlandesa.
Regresé a Forcarey por carretera, volviendo por Rozados, ya todo por carretera, y tomé un estupendo café con leche en la plaza del ayuntamiento. Recapitulando, tenía tres puntos claros de mejora: la patilla del cambio, los frenos, y el manillar. En lo referente al primero, tenía claro lo que hacer: había tenido que hacer uso de dos extensiones de la patilla del cambio. Encargué un solo extensor de mayor longitud, que me llegó al día siguiente. Aparte de ponerlo, aproveché para rectificar un poco la posición de la patilla, que tenía pinta de estar algo doblada. Requirió algo de trasteo, pero acabé por dejarlo todo fino. En cuanto al segundo, pedí pastillas de freno nueva, de tipo V-Brake. Pude colocarlas en el freno trasero, pero no acababan de entrar en el delantero. De momento ha quedado una configuración mixta que no me hace muy feliz, pero frena mejor. Y en lo que se refiere al tercero, subiré desde Sevilla otro manillar que tengo, más ancho, proveniente de la Fuji. Ya veremos si lo cambio. En la siguiente foto ya se aprecian los cambios comentados:
Pasados unos días, hice una nueva prueba, esta vez por Monte Seixo. Una salida corta, desde la subestación eléctrica. Fue un recorrido sencillo y corto, hasta la capilla de Santa María, primero, y después hasta el Mirador de las Tres Rías. Como el día estaba tremendamente despejado, se pudo disfrutar de una salida estupenda.
He aprovechado, también, para rodar un vídeo en las ubicaciones indicadas. Espero que os guste.
Etiquetas: forcarey, gravel, mirador de las tres rías, monte seixo, quintillán, san amaro, super bh l6000