El domingo 25 de noviembre realicé una nueva etapa por Sevilla, en compañía de mis habituales, Miguel y Sergio, y en la que nos acompañó Enrique, uno conocido nuestro. Se trató de una etapa que tenía por objetivo principal era recorrer en dirección norte el viejo trazado del ferrocarril del Cala, más allá de La Central.
Así pues, salimos de Las Pajanosas a las 9:15h, con algo de retraso sobre el horario previsto. Teníamos unos 19ºC, una temperatura bastante inhabitual dadas las fechas del año, pero que agradecí enormemente, porque esa mañana me había olvidado los guantes de la bici en casa. Si algún día tenía que salir sin guantes, desde luego que más me valía que fuera ese. Dejamos atrás Las Pajanosas, como de costumbre, en dirección al Zoo de Guillena, tomando a continuación la Ruta del Agua, hasta llegar a la entrada del tramo restringido. Desde allí optamos por variar la rutina de salidas anteriores, y optamos por subir hasta La Cantina por el Cordel de la Cruz de la Mujer. En la subida Enrique, algo fuera de forma tras no haber cogido recientemente la bici, se empezó a quedar un poco, y Miguel le ofreció una rueda durante un rato. Sergio y yo, por nuestra parte, fuimos haciendo la subida en compañía, hasta llegar al punto álgido de la subida, donde estiré un poco, coronando la cumbre en solitario.
Una vez reagrupados, iniciamos un rápido descenso hasta La Cantina, descenso en el que hice mis dos recortes habituales. Esa mañana iba estrenando una cubierta Hutchinson Toro de 2.1” en la rueda trasera, y esa era su prueba de fuego. Tengo que decir que mi primera impresión con esa cubierta fue sumamente buena: pese a tener un taco grande y separado, pensado para barro, no se enganchaba excesivamente a la hora de rodar, y respondía con aplomo y decisión en las bajadas. Estaba quedando sumamente satisfecho.
Llegamos a La Cantina a las 10:20h, y prácticamente sin detenernos, bajamos hasta la presa de Guillena, que cruzamos, para tomar a continuación el viejo trazado del ferrocarril. Las fuertes lluvias caidas recientemente se dejaban notar por doquier: el campo se encontraba muy reverdecido, el barro hacía acto de presencia, y el pantano de Guillena arrastraba una cantidad increíble de fango y maleza.
Llegamos al comienzo de la cuesta del Toro, que abandonamos a mano izquierda, para tomar el comienzo del ferrocarril, cerrado por una portela constituida con una valla de obra. Una vez en el trazado del ferrocarril, tuvimos que salvar varias portelas, sin más inconveniente que abrir y cerrar, y pronto llegamos al túnel que se encuentra frente a la central de bombeo de Guillena. A esas alturas ya habíamos empezado a rodar por un trazado que abundaba en derrumbes, pero que, pese a todo, permitía rodar con algo de soltura. Una vez pasamos el túnel, no podimos menos que datenernos a realizar las primeras fotos de la jornada:
Seguimos ascendiendo, río arriba, hasta alcanzar la altura de La Central, a donde llegamos a las 11:20h. A diferencia de nuestra última visita, las aguas del Ribera de Huelva se encontraban a un nivel muy bajo, lo que nos hubiera permitido, caso de haber llegado a La Central por carretera, cruzar el cauce del río y volver aguas abajo por el ferrocarril. Pero esta vez nuestro objetivo se encontraba aguas arriba.
Aquello era, para nosotros, terra incognita, pues siempre habíamos recorrido el ferrocarril en sentido inverso. Y aunque sobre el papel la vía era transitable hasta el comienzo de la cuesta de la Media Fanega, el estado real del camino era, simplemente, desconocido para nosotros. Tras una breve pausa de 5 minutos, reanudamos la marcha. A esas alturas los derrumbes eran cosa del pasado, y el firme de la vieja vía era poco menos que excelente. Así, fuimos ascendiendo, hasta llegar a la altura de la vieja estación de la Rigüela, donde nos encontramos un grupo de vacas que, asustadas por nuestra presencia, al sur, y de un gran grupo de ciclistas, al norte, no sabían a dónde dirigirse. Finalmente nos apartamos del camino en un pradillo, y los otros ciclistas las hicieron huir dando gritos vaqueros.
Una vez pasamos la estación, llegamos a la primera valla de todo el recorrido que nos encontrábamos cerrada. Teníamos la certeza de que los ciclistas habían pasado por ahí, pero no teníamos claro el punto exacto. Finalmente saltamos la valla, y tras hacer un poco de labor de rastreador, di con el camino, que se encontraba bordeando la cerca que habíamos saltado, y cruzando una zanja, tras la cual se encontraba otra cancela azul -abierta, en este caso- tras la que se recuperaba el trazado de la antigua vía.
Salvadas estas dificultades, reanudamos una vez más la marcha. El río cambió su dirección hacia el oeste, por lo que dejamos de avanzar en dirección norte, ya que el trazado de la vía siempre iba paralelo al del río. Notamos cómo poco a poco el trazado de la vía iba mejorando en su mantenimiento, ya que aguas arriba, a la altura el embalse de La Minilla, la antigua vía se halla reconvertida en vía verde. Y aunque aguas abajo parecía haberse abandonado más este mantenimiento -quién sabe si por algún problema de lindes a la altura de La Rigüela-, seguía notándose una clara mejora con respecto a los tramos más asalvajados por los que habíamos rodado hasta entonces.
Seguimos avanzando, y pronto llegamos a la intersección con la antigua N-630, y con la autovía A-66. Cruzamos ambas por debajo, haciendo uso de un nuevo túnel bajo la autovía, que era una prolongación del viejo túnel del ferrocarril. Era muy llamativo pasar del nuevo túnel, prefabricado y rectangular, al viejo, excavado en la roca y abovedado.
Una vez pasamos los túneles, pudimos divisar una increíble vista de los tres ascensos de la Media Fanega. La autovía A-66, a la derecha, la N-630, a la izquierda, y en medio un tramo antiguo de la N-630. Era impresionante.
Retomamos la marcha a las 12:10h. En vez de seguir por la vía hasta llegar a la N-630, a la altura de Villa Rosario, junto a La Minilla, optamos por atrochar campo a través, y cruzar el Rivera de Huelva por un vado al pie de la autovía. Y como no podía ser menos, pronto nos encontramos saltando cercas y haciendo el ganso. Pero aun así, cruzamos el río sin más inconveniente. El inconveniente, eso sí, se llamaba Cuesta de la Media Fanega, que nos iba a tocar ascender. Una ascensión de casi 5 kilómetros hasta la Venta del Alto, por el viejo tramo de la N-630, con pendientes máximas del 13’5%. Al menos, todo por asfalto y con un tráfico prácticamente nulo, ya que el tráfico convencional circulaba por la autovía, y los moteros lo hacían por la N-630 nueva.
Así pues, iniciamos el ascenso. Enrique se encontraba algo tocado a esas alturas, por lo que opté por rodar con calma, ofreciéndole una rueda, aunque no tardó en descolgarse, subiendo tranquilo, sin prisa pero sin pausa. Sergio y Miguel, por su parte, optaron también por ascender a su ritmo. Sergio coronó en primer lugar, seguido por Miguel. Yo, por mi parte, terminé la subida a las 12:53h. Al poco llegó Enrique, y emprendimos el regreso. Aunque la idea era haber vuelto por El Garrobo y la trialera hasta Las Pajanosas, optamos, dado que llevábamos ya casi 35 kms. de etapa, por volver por carretera a Las Pajanosas. El resto de la etapa no tuvo más historia que un tranquilo descenso hasta la pedanía de Guillena, a donde llegamos al filo de las 13:30h. Y como no podía ser menos, nos ventilamos unas deliciosas tostadas, en mi caso con ajo untado, aceite y sal.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Cordel de la Cruz de la Mujer – Ferrocarril del Cala – Cuesta de la Media Fanega
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