Seguimos con el dron. Hace algunas semanas tuve un incidente con el dron, que lo dejó en el dique seco unos cuantos días. Suena irónico lo del dique seco, pues lo que pasó es que el dron acabó en el fondo del Lérez, a resultas de lo cual se quemaron dos de los cuatro motores del mismo. Podía haber sido peor, ya que estuvo sus buenos dos minutos bajo el agua, y encendido, así que el haber salido con un resultado tan leve fue bastante positivo. Algo que habla bien de la durabilidad de los dispositivos del fabricante, Eachine. El caso es que encargué los repuestos, que recibí esta semana. Tras montarlo todo, y comprobar que el dron funcionaba correctamente, no podía menos que volver a la carga.
Y nada menos que en el lugar del desastre. Estuve haciendo este domingo algunos vuelos de prueba, bastante satisfactorios. Luego, en casa, al revisarlos, me encontré con una grabación bastante decente de una escena deliciosa que se produjo. Nuestro perro, Ulises, empezó a juguetear con el dron cuando lo volaba a baja altura, incitándole a perseguirlo, y brincando como loco. Le puse una música divertida, y este es el resultado:
Una de las grabaciones más tiernas y divertidas que tengo del chuchencio. Y es que no deja de ponerme una sonrisa en la cara.
La música, por cierto, es Creative Commons, de Scott Holmes. El apropiado nombre del tema es Furry Friend.
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