No me lo puedo creer: son las doce de la noche, y los cabrones de los vecinos del bloque de enfrente, en exámentes, llevan todo el podrido día de fiesta salvaje, liándola a lo bestia; lo último, ponerse a tocar los bongos en el balcón desde las 23:00h. Y ahora, encima, acaban de empezar a cantar flamenco. O algo que se le parece.
Empiezo a odiar los jodidos bongos, invención del infierno. Los condenaría a todos al fuego eterno, pero esos en especial se los metía por el trasero de través al jodido percusionista. A ser posibles rellenos de nitroglicerina.
Veo que tu fijación por los bongos supera mi odio hacia el acordeón xDDD
El día de antes al límite para entregar la práctica de lex había fiesta en el colegio de al lado de mi casa… y cuando hay un error estúpido que no detectas, que hasta Nicolás se tiró tres cuartos de hora para encontrarlo, los bongos se te pueden meter MUCHO en la cabeza…
La solución no es complicada…
CIANOCRILATO.
en cristiano, superglue,
Te vas hasta la casa del señor este del bongo…
le pillas las manos…
se las embadurnas en este liquido elemento…
y se las pegas al bongo…
solucionao.
Saludos.
Funciona. Doy Fe.
Cianocrilato, sí señor, muy buena opción. Bueno, bonito y barato; sin embargo, me sigue gustando más la opción de la nitroglicerina: al siguiente toque de percusión… ¡BUM!
En fin, al menos los tíos extraños no han vuelto a dar señales de vida. Igual todavía siguen fumados y resacosos…