El domingo 14 de febrero realicé una nueva etapa por la zona de la Sierra de Candán, la más larga hasta ahora de las realizada en las cercanías de Forcarey. El objetivo principal de esta etapa era encontrar unas cascadas de cuya existencia habían referido en la panadería Kalis de Soutelo de Montes (que aprovecho para recomendar) y, ya de paso, enlazar con Soutelo desde Forcarey, algo que no había hecho hasta el momento. La ubicación de la cascada no había sido demasiado precisa, algo más allá de La Portela de Lamas, cerca de Arnelas, por una pista que habían limpiado recientemente. Sobre el mapa no encontré gran cosa, más allá de algunas fuentes entre Arnelas y Ventosela, así que decidí extender la zona de búsqueda hasta As Antas, y desde allí volver por algunas pistas que había identificado, y que pasaban por estas fuentes y las aldeas indicadas. Una verdadera etapa de sherpeo.
Empecé a rodar al filo de las 9 de la mañana, bajando por una corredoira hacia a Ponte desde Forcarey. No fue demasiada buena idea porque la corredoira está bastante comida de vegetación, y al poco de empezar tuve que echar pie a tierra y abrirme paso entre aulagas y espinos. No sería la última -ni la peor- de las veces que tuviera que hacerlo a lo largo de la etapa. Pero la corredoira tenía su encanto, salía a un bosquecillo, y posteriormente a un prado, antes de desembocar en la carretera de A Ponte. Desde allí bajé hasta el Lérez para remontar por carretera hasta a Casanova, para seguir a mano derecha por otra corredoira que acaba saliendo a la carretera PO-2205 un poco antes de Cachafeiro. Crucé el núcleo urbano, para dejar la carretera a la altura del área recreativa de A Freixeira, con la idea de tomar un camino hasta Vilar. Sin embargo, no pude seguir durante mucho tiempo el camino, ya que al poco éste se hallaba devorado por la maleza e inundado de agua. Un rato bastante fastidioso, antes de volverse a abrir el camino, poco antes de un desvío que llevaba de nuevo a la carretera. Seguí por la misma hasta el desvío de La Madalena, pasando junto al circuito de velocidad allí existente.
De nuevo por carretera, no tardé mucho en llegar a Soutelo, desde donde giré a la izquierda, tomando la N-541 sentido Orense. Desde allí me esperaban 7 kilómetros de subida hasta As Antas, no demasiado dura, pero sí sostenida, y con bastante viento, lo que la hacía bastante fastidiosa. Por suerte, apenas pasó algún vehículo durante todo el recorrido. Recorrido que me habría de llevar por La Portela de Lamas, A Ermida, Liñares y finalmente, As Antas.
Nada más llegar encontré algo curioso, La Mesa de los Obispos. Al parecer la aldea estaba justo en el límite jurisdiccional de tres obispados: Orense, Lugo y Santiago, y una piedra fue erigida en el punto en el que se unían las tres zonas. Piedra que aún existe, y que se puede ver justo al borde de la carretera.
Tras las fotos de rigor, salí de As Antas camino de Arnelas, y tras algún despiste, pude identificar la pist que, en descenso, me tendría que llevar hasta Arnelas. Empezaba bien, ancha y limpia, pero al cabo del rato, y tras una breve subida, se cerraba bastante en una interesante corredoira que había sido recién desbrozada, pero que tenía los restos de la broza aún en el camino, lo que obligaba a echar el pie a tierra.
Una vez pasada la pista, se llegaba a una carreterita que conducía hacia Arnelas. En mi caso, tomé la carretera en sentido contrario (y en subida) camino de una pista que conducía hasta Ventosela, bordeando el Alto do Couto. La pista se abría a mano derecha, y de nuevo era una buena pista, amplia y en ligero ascenso. A medida que subía empecé a encontrar indicaciones de la existencia de manantiales. Agua no faltaba. Pero de cascadas, nada de nada. Tras remontar el alto, llegué a un cortafuegos que, a mano izquierda, bajaba hacia las fuentes (Del Sapo y de Nuestra Señora) que había identificado en el mapa. Y de nuevo, nada. O bien se encontraban comidos por la vegetación, o el cortafuegos se los había llevado por delante. Vuelto sobre mi camino, o mejor dicho, mi cortafuegos, continué en descenso para desembocar en un nuevo camino, a mano derecha, que seguía bordeando por una zona repoblada hasta ventosela. No encontré las fuentes, pero sí una cantidad inusitada de agua en la pista, justo al llegar a un pequeño bosquecillo de ribera que se emplazaba en alto del Rego da Balsada. Desde allí volvíamos a un bosque de tipo atlántico que llevaba por un bonito camino hasta la entrada de Ventosela.
Ventosela es apenas un pequeño grupo de casas, bien cuidadas, pero en el que no encontré a nadie al atravesarlo.
La salida de la aldea la hice por una nuevo corredoira, esta limpia y bien cuidada, que me habría de llevas hasta As Codesás, primero en bajada, y tras cruzar el Río Porto, apenas un regato a esas alturas, en subida.
Entonces no lo sabía, pero las cascadas que estaba buscando se encontraban muy, muy cerca. Intuía su cercanía, pero a esas alturas llevaba ya una cierta paliza -25 kilómetros de subidas y bajadas, con una cota máxima de 852 msnm- y empezaba a tener ganas de emprender la vuelta. Ya habría otros días para buscar cascadas en la Sierra de Candán.
Dejé atrás Codesás y me dirigí por carretera hasta la cercana Ameixeiras, desde donde salía un nuevo camino, en ascenso que me tendría que llevar a una nueva subida, previa a la bajada hasta Vilariño. El comienzo de la pista estaba de nuevo cerrado por vegetación, señal de que nadie había pasado por ahí en tiempos recientes. Tocaba de nuevo echar pie a tierra, sobre todo después de que una aulaga me pegara un bonito picotazo justo encima de la rótula, que me tuvo sangrando un rato. Nada grave, pero sí aparatoso.
Salido este tramo malo, salí a una pista más amplia que seguía en ascenso. Esta pista salía de As Codesás, y esquivaba el paso por Ameixeira. Bueno para tenerlo en cuenta de cara a otra visita. Tras completar el ascenso (de nuevo hasta los 819 msnm desde los 720 que tenía al paso sobre el Río Porto en algo menos de 2 kilómetros), emprendí una rápida bajada hasta Vilariño, una aldea con bastante más vida que las anteriores. No en balde contaba con casa rural y restaurante. La bajada, ya en la otra vertiente de la montaña, permitía divisar Forcarey en lontananza, a unos 8 kilómetros de distancia en línea recta.
Dejado atrás Vilariño, tomé una carretera que me llevaría hasta las cercanías de Cachafeiro, casi en continuo descenso. Pasé por Fixó, Portela, Millarada, Porto, Igrexa, Malburgo y Covas. A esas alturas los kilómetros empezaban a pesar bastante. Al salir a la PO-534, tenía la posibilidad de volver por Cachafeiro, pero mi idea era enlazar por campo con Casanova. Algo que no pide hacer, ya que me encontré con una partida de caza que bloqueaba el camino que tenía previsto seguir. Así que, tras volver sobre mis pasos, crucé Cachafeiro y acabé volviendo a Forcarey por carretera, para completar un total de 39’5 kilómetros de dura, pero estupenda etapa.
Como epílogo de la etapa, días después, al revisar el recorrido efectuado en Google Earth, encontré algunas fotografías geolocalizadas de una cascada en las cercanías de A Graña, otra aldea cercana a As Codesás. Estaban mal etiquetadas (indicaban como nombre Cascada de Chamosa, que no se encuentra precisamente ahí), pero eso me dio la pista que necesitaba para identificar la cascada como la del río Porto. Así que ya tengo plan para volver, cuando el tiempo lo permita.
Datos de la etapa
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