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¡¡Corred insensatos!!
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21 jul 22 Etapa ciclista: Salvatierra de Miño – Valença do Minho (26/06/2022)

El domingo 26 de junio de 2022 realicé una etapa ciclista con mis cuñados Slava y Fernando. Fue un día en el que tocó madrugar, porque me tocaba recorrer los casi 100 kilómetros que hay entre Forcarey y Salvatierra, parando a recoger por el camino a Fernando. Pero la etapa lo merecía. Dado que habíamos quedado a las 9:00h, salí de Forcarey a las 7:00h. Recogí a Fernando, y nos encaminamos a Salvatierra por la carretera de Mondariz. Llegamos al filo de las 9:00h a Salvatierra, y tras montar las bicis, empezamos a rodar sobre las 9:10h. La idea era recorrer el viejo recorrido del ferrocarril que va desde Monçao, en Portugal, y que bordea el río Miño, hasta donde tuviéramos ganas. Un recorrido del que Slava me había hablado algunas veces, y que me apetecía recorrer, sobre todo por tener un buen estreno en distancias largas de la Super BH L6000 nº2. Fernando, por su parte, iba en su bici eléctrica Specialized, y Slava con su bicicleta de montaña Mondraker.

Como decía, empezamos a rodar sobre las 9:10h, cruzando el puente internacional para dirigirnos a Monçao. Tuve algunos problemas de roces de la rueda trasera en las vainas del cuadro, que no había experimentado antes. Tras parar e intentar ajustar un par de veces, renuncié a tener un rodar limpio, y seguimos avanzando. Al poco de pasar el puente, y recién llegados a un centro comercial, tomamos el comienzo de la Ecopista, que es como se denomina al viejo trazado del ferrocarril reconvertido en pista de paseo -vendría a ser lo que en España se llaman vías verdes-. Como íbamos en dirección a la desembocadura del río, el trazado tenía un suave descenso como promedio, si bien con sus ocasionales desniveles. En general, se trataba de un trayecto muy agradable, entre arboledas, y siempre con el Miño a nuestra vista. Pasamos por Cortes, Bouças, Lapela y Eirado, antes de llegar a Ermegil. Habíamos hecho unos 11 kilómetros en algo menos de una hora. Por el camino, había descubierto el problema con la rueda trasera: exceso de presión. Para rodar más cómodo por la vía verde, había subido la presión de la rueda a unos 5 bares. A esa presión, el neumático había dilatado bastante, y como va muy justo, empezaba a tocar con las vainas. Apenas con bajar la presión a 4 bares, el problema quedó solucionado.

Desde este punto, optamos por abandonar el trazado principal de la ecopista para tomar una alternativa, a mano derecha, que transcurre por una carretera rural más pegada al río. Avanzamos con tranquilidad, para llegar tras un rato a las cercanías del Puente Internacional de Tuy (o, como lo llaman los portugueses, la Ponte Rodo-Ferroviária de Valença; simple cuestión de perspectiva). No me pude resistir, y no tardé en sacar el móvil para tomar algunas fotos.

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Seguimos avanzado, y tras llegar a la base del puente, salvamos el desnivel desde el cauce del río, para subir hasta la plataforma principal del mismo. No pensaba cejar en mi pasión por las fotos, así que cruzamos de vuelta a España, donde nos tomamos algunas fotos en la vieja garita aduanera…

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…y una vez más en Portugal, en la de la Guardia Republicana:

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…además de haciendo el indio con la vista del puente. A esas alturas eran ya las 10:30h hora española (9:30h hora portuguesa), y nos decantamos por entrar en la Fortaleza de Valença para tomar un café con pastelitos. Recorrimos la fortaleza, hasta encontrar la cafetería que mejor nos acomodaba.

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Tras el café, volvimos a la ecopista. Eran ya las 11:15h, y bajamos de Fortaleza hasta el río. Durante la bajada empecé a notar algo extraño. Algo de frío, y un poco de cansancio. De nuevo en la ecopista, continuamos rodando, pero sabiendo que no tendríamos que tardar mucho en volver, porque la idea era estar sobre las 13:00h en Salvatierra, para que no se me hiciera muy tarde antes de llegar a Forcarey. Resolvimos seguir avanzando hasta las 11:45h, y luego dar la vuelta. Teníamos idea de seguir hasta Vila Nova de Cerveira, pero no teníamos claro que fuera posible. En nuestro recorrido combinamos la ecopista, parte del Camino Portugués de Santiago, tramos junto a un ferrocarril operativo, y una antigua calzada romana, de la que un puente romano daba testimonio:

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En realidad, nos quedamos a medio camino, en São Pedro da Torre, donde había un curioso mirador al río:

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…donde no me pude resistir a dar la nota. :mrgreen: Tocaba volver, y como suele ser habitual, hicimos la vuelta a un ritmo bastante más alegre que la ida. Entre otras cosas, porque obviamos pasar por la Fortaleza, y apenas cruzamos la parte moderna de Valença. Además, seguimos el trazado original de la ecopista, en vez de la variante pegada al río, lo que nos hizo ir a un ritmo bastante alegre. Ese tramo tiene unas rectas bastante impresionantes, donde no me pude resistir a probar de lo que era capaz con la gravel, en su combinación de 36×11. Un resultado bastante decente, un pico de 45 km/h. Seguimos desandando el camino, y pronto nos encontramos de vuelta en Monçao. Cruzamos de vuelta el puente, y dimos por finalizada la etapa en Salvatierra a las 12:45h, tras un trayecto de 48’5 kilómetros, en un entorno estupendo para disfrutar de un día de ciclismo, y con estupenda compañía.

Lo malo vino después. Notaba un cansancio que no se justificaba por la dureza de la etapa, pese a los kilómetros realizados. Dejé a Fernando en su casa, y llegué a Forcarey, conduciendo con bastante flojera. Esa tarde me hice un test de antígenos, que confirmó lo que me estaba temiendo. Positivo en coronavirus. Los siguientes tres días los pasé con mucha fiebre, escalofríos, temblores, y la garganta en carne viva. Tardé una semana en sentirme restablecido, y 11 días en dejar de dar positivo.

Datos de la etapa:

  • Distancia: 48’549km
  • Distancia (según el GPS): 48’53km
  • Altitud ascendida: 226m
  • Tiempo de etapa: 2:44:08
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3:35:41
  • Pulsaciones medias: S/D
  • Pulsaciones máximas: S/D
  • Cadencia media: S/D
  • Cadencia máxima: S/D
  • Calorías consumidas: 1187kcal

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27 oct 09 Camino Primitivo. Día 1: Lugo – San Román de Retorta

Esta entrada es la parte 2 de 6 de la serie Camino de Santiago 2009

El Camino Primitivo entra en la parte vieja de Lugo por la Puerta de San Pedro, para atravesar la ciudad prácticamente de sur a norte. Para que el peregrino no se despiste, junto a la puerta un miliario indica que aún restan 103’623 kms. hasta Santiago:

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Atravesamos la puerta apenas pasadas las ocho de la mañana. Era una mañana fría y gris que me hizo tener que echar mano de la chaquetilla de la bici que había echado en la mochila para resguardarme del frío. Aún no podía sospechar que durante dos días la iba a agradecer sobremanera. El sombrero, claro, estaba un poco fuera de lugar, aunque sospechaba, acertadamente, que más tarde o más temprano no iba a echarlo en falta.

Apenas pasada la muralla, a mano derecha, se encontraba el albergue de peregrinos. Albergue que, por esta vez, no íbamos a necesitar. Continuamos en dirección a la plaza de la catedral, donde nos encontramos por primera vez, junto a la oficina de correos, con una pareja de peregrinos belgas que nos acompañarían durante casi todo nuestro trayecto.

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Cerca de la catedral se abre en la muralla la puerta de Santiago, lugar de salida de Lugo para los peregrinos. Llegamos a ella en apenas doce minutos, con tiempo sobrado para hacer fotografías y perder un poco el tiempo cerca del albergue de peregrinos. El casco histórico de Lugo es, ciertamente, muy pequeño.

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La salida del casco histórico marca el inicio del descenso del camino hasta alcanzar el río Miño, que se atraviesa por el puente romano. Una vez atravesado el río puede contemplarse una bonita vista de la ciudad, en la que destaca la Catedral:

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Sin embargo, como tras cada descenso suele haber una subida, el rato de relax no fue, por desgracia, demasiado grande. Afrontamos poco después un fuerte repecho pasado el río que no fue sino el preludio de un recorrido ascendente que se prolongaría durante 5 kilómetros. Todo el rato estuvimos recorriendo carreteras rurales y barrios periféricos de Lugo, lleno de casitas adosadas y chalets, algunos de ellos ciertamente curiosos:

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La mañana seguía bastante fría, y lo que era peor, ventosa. Además amenazaba lluvia que, si bien no nos llegó a caer, sí que hizo un aviso de sus intenciones en forma de lloviznas ocasionales.

Hicimos la primera parada del día sobre las diez y media de la mañana, en la Fuente de Ribicás, donde hay habilitada una pequeña área de descanso. Allí repusimos fuerzas y bebimos el agua de la fuente, que salia… ¡helada!

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El camino, todo el rato por carretera, no ofrecía nada de particular, salvo la bellaza propia del agro gallego. No mucho tiempo después de dejar la fuente dimos alcance a otro peregrino, guipuzcoano, pero de familia andaluza. Pegamos la hebra, y de esa manera recorrimos la falsa meseta que nos habría de llevar hasta el final de nuestra etapa, San Román de Retorta.

San Román es apenas una pequeña aldea, que cuenta con tan sólo un bar, y un pequeño albergue para peregrinos unos cuantos kilómetros camino adelante. Sin embargo, posee dos elementos claramente distintivos: el primero de ellos es una iglesia románica, del siglo XII, pequeña pero de una sobria belleza que no deja indiferente.

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El segundo elemento es un miliario romano. En realidad, lo que hoy en día se puede contemplar a la salida de la aldea es una réplica del original, erigido en época de Calígula, y que servía para indicar que se había recorrido una nueva milla de la vía romana. El original, según nos comentaron en San Román, se encuentra expuesto en un museo dedicado a las calzadas romanas del norte de españa, en Astorga.

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Así pues, apenas habían pasado las doce y media de la mañana cuando habíamos terminado la etapa. Teníamos habitación reservada en el hostal de la gasolinera de la Cruz da Veiga, localizada en la provincia de La Coruña a unos 8 kilómetros, en el cruce de la N-540 con la LU-1611, en el concello de Guntín. Dado que en el propio San Román no hay albergue, los dueños del hostal se ofrecen a recoger a los peregrinos, llevarlos a éste, y a la mañana siguiente devolverlos a San Román, para continuar el Camino. Así hicimos.

El hostal era lo que se podía esperar de un hostal de gasolinera: sencillo y barato. Bien es verdad que no necesitábamos nada más. Además contaba con la ventaja de que la gasolinera disponía de un pequeño colmado donde pudimos comprar fruta y algo para picar, y un buen restaurante donde, por vez primera en el viaje, pudimos disfrutar del magnífico pan que se sirve a la hora de comer, en grandes chuscos, a lo largo y ancho de la tierra gallega.

Por la tarde, como manda la tradición, lavamos ropa y preparamos la etapa del día siguiente. Tampoco es que hubiera mucho más que hacer, ya que la gasolinera se encontraba en un cruce de carreteras, sin ninguna población cercana.

En el primer día habíamos recorrido 19’8 kms., y habíamos empleado unas cuatro horas y media. Había sido apenas una toma de contacto con el Camino, en la que lo mejor que se puede decir es que estábamos recorriendo una senda de dos mil años de antigüedad, si nos retrotraemos a su origen romano, y probablemente muy anterior. Aunque nos teníamos que limitar a saber que estábamos recorriendo esa senda, ya que hasta el momento no habíamos tenido, salvo el miliario de San Román, muestra alguna de ello. Los días posteriores se encargarían de darnos muestra sobrada de ello.

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