Uno de los elementos más importantes del proyecto de gateway LoRaWAN es la antena. En realidad, las antenas, ya que tenemos que tener en cuenta que vamos a tener dos: una de recepción y otra de emisión. En la práctica la afectación que vamos a tener en la calidad de la señal recibida es la misma por la parte emisora y la parte receptora, así que iré al grano en lo que se refiere a la descripción de las mismas. En un artículo anterior sobre LoRa hablé ya algo sobre la importancia de una buena antena, su ubicación, y sus características deseables. No hay nada nuevo en este artículo con respecto a lo comentado en su momento, que me permito recuperar:
¿Y cuál es la importancia de la antena en todo esto? Se puede entender muy bien en la imagen de más arriba. Para una descripción más detallada me remito a la página de la red LoRa relativa a las características físicas del enlace, pero ofreceré aquí un pequeño resumen: a la hora de medir la calidad, tenemos que tener en cuenta un parámetro ques el RSSI. Se puede definir en pocas palabras como el indicador de la fuerza de la señal recibida por un dispositivo, y está íntimamente relacionado con la sensibilidad del dispositivo en cuestión. Siempre se expresa en números negativos. Un RSSI de -1 dBm es una señal poco menos que perfecta, y en el caso de los dispositivos Heltec, éstos pueden captar con una calidad aceptable señales con un RSSI de -131 dBm. ¿Y cómo se calcula el RSSI? Es una fórmula resultado de sumar y restar los siguientes parámetros:
Llegados a este punto, y mediante sumas y restas sencillas, tenemos el RSSI en base a los parámetros anteriores. El último detalle a considerar es si nuestro RSSI es mayor o menor que la sensibilidad del receptor. Esto nos dirá si la señal que ha llegado al dispositivo puede ser interpretada por éste o no. En mis pruebas, con un RSSI de -131 dBm la señal es captada sin demasiados problemas por el receptor. A partir de ahí, se empiezan a experimentar pérdidas de datos.
En cuanto a las antenas que tengo para este proyecto, dispongo de los siguientes tipos (de izquierda a derecha en la imagen superior):
En mi caso, he escogido como ubicación de la antena el punto más alto de la casa: la parte superior de la chimenea de ventilación de los cuartos de baño. He fijado en ella una pequeña placa metálica donde colocaré la antena, haciendo uso de su base magnética. Realizaré pruebas con las diversas antenas, para evaluar la eficiencia de las mismas, pero en principio, la antena a utilizar sería la de 6 dBi, ya que tiene la mejor calidad teórica, y hace uso del cable más corto.
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Estos días he estado de vacaciones en Galicia, donde he podido seguir con las pruebas de alcance con tecnología LoRa. Estas pruebas consistieron en la repetición de la efectuada en Santiponce el pasado mes de mayo, pero sustituyendo la orografía prácticamente plana de Sevilla por una zona montañosa de las cercanías de Pontevedra.
Vehículo y entorno de pruebas. Nótese la antena LoRa en la parte frontal del techo del vehículo
En realidad, se realizaron dos pruebas distintas: una de corto alcance, y una de largo alcance. En ambos casos se utilizaron los siguientes elementos y escenario:
Éste sería un esquema de los dispositivos implicados y las comunicaciones entre ellos:
Una vez definido el escenario y elementos de prueba, pasé a definir las pruebas propiamente dichas. Estimé conveniente realizar una primera prueba de corto alcance en las cercanías, y en caso de obtener éxito en la misma, pasar a una segunda de largo alcance.
Prueba de corto alcance. 3,08 km
La prueba de corto alcance consistió en un enlace de una distancia estimada de unos 3 kms, desde una casa situada en la aldea de Vilarchán -Puente Caldelas- hasta el monte de La Fracha, donde se encuentran una serie de antenas y repetidores de radio y televisión. La idea era observar cómo de fiable era la transmisión en este entorno de montaña, con visibilidad directa desde el emisor al receptor, pero con obstáculos consistentes en otras viviendas, zonas arboladas y, en determinados tramos, la propia mole rocosa de la montaña.
Lúa saíndo polo monte da Fracha (Pontevedra), cortesía de Pintafontes
EL objetivo de esta prueba era calibrar el impacto esperable de la diferencia de orografía entre Santiponce y Vilarchán, para determinar el impacto de la misma en la transmisión. Hay que tener en cuenta que en el caso de Santiponce se había observado que se podía obtener, con el mismo equipo de pruebas, un enlace confiable de 4,5 km, y hasta 5,3 km de manera esporádica.
Recorrido en Google Earth de la prueba efectuada
Salimos de Vilarchán con el emisor funcionando, y pronto se perdió la señal, apenas al llegar a la carretera de Pontevedra a Puente Caldelas. Durante todo el trayecto, pasando por el polígono de La Reigosa y la subida a la Fracha, hasta las cercanías del polvorín, no se recibió señal alguna. Una primera decepción. Bajamos del coche y empezamos a andar, camino de las antenas, por la parte de la montaña contraria a la casa. Y ahí, sorpresa, empezamos a recibir datos, si bien con un RSSI muy débil, de -131. Una primera medición de distancia nos dio 3,01 km de distancia en línea recta al emisor, pero con toda la ladera del monte obstaculizando la señal. Proseguimos el ascenso hasta las antenas, sin perder recepción de datos en ningún momento, y con la calidad de la señal mejorando a medida que salíamos de la sombra de la montaña, y ganábamos en línea de visión directa hacia el emisor.
Vista desde las antenas de la zona de pruebas, con la zona aproximada del receptor marcada
Realizamos el ascenso a las antenas por la ladera que daba hacia la zona de la casa. Al llegar a las mismas, siempre sin perder la señal, obtuvimos un enlace de 3,08 km, con un mejor RSSI de -111. Como valor comparativo, en la misma casa y a unos 5 metros de distancia, el RSSI rondaba los -85. En cuanto a la visibilidad, se puede considerar casi directa, y el casi es porque hay algunas edificaciones que se interponen entre el punto donde estaba ubicado el receptor, y el punto donde nos encontrábamos.
Captura de pantalla de la distancia observada con Oruxmaps entre nuestra posición a la ubicación del receptor
Tras verificar durante un rato de la estabilidad de la conexión, y disfrutar un poco de las vistas, emprendimos el descenso hasta el vehículo, si bien esta vez por la ladera opuesta, que dispone de un camino que facilitaba la bajada, y que además nos permitía determinar en qué punto la mole del monte obstaculizaba la señal hasta que ésta se perdiera.
Vistas de la Ría de Pontevedra desde La Fracha
Durante un buen rato de descenso se mantuvo la recepción de la señal, si bien con deterioros del RSSI paulatinos. Perdimos la señal a una distancia de 2,81 km del receptor, si bien con toda la ladera interpuesta entre nosotros y el gateway receptor. Sin embargo, al llegar al coche, volvimos a recuperar la señal, que ya no volvimos a perder en todo el trayecto de vuelta hasta la casa, en gran contraste con la observación realizada a la ida, donde pronto se perdió la señal. Posteriormente, y tras analizar los datos reflejados en Grafana, pudimos ver que en realidad el en trayecto de ida nunca se llegó a perder la señal LoRa entre emisor y receptor, sino que habíamos tenido un problema de falta de datos en el teléfono con el cliente MQTT, que había provocado una desconexión con el servidor MQTT -y una aparente pérdida de datos-. Es decir: que salvo en un punto muy localizado de La Fracha, habíamos tenido enlace LoRa casi de manera constante y sin pérdida de datos, pese a las dificultades del terreno, zonas boscosas y construcciones interpuestas. Una primera prueba sumamente satisfactoria.
Prueba de largo alcance. 7,2 km
La segunda prueba era la verdaderamente significativa: intentar un enlace directo con un grupo de antenas de radio, ubicadas a una distancia aproximada de 7 kilómetros, con línea directa de visión, en torno a un 60% más de distancia que las pruebas efectuadas en Santiponce.
Vista desde la antena del receptor, con la zona prevista del emisor marcada
Si bien la distancia en línea recta entre ambas ubicaciones ronda los 7 km, es preciso realizar unos 13 km de recorrido para poder llegar de la una a la otra, debido a orografía del terreno y las vías de comunicación existentes, como se puede apreciar en el recorrido de etapa trazado en Google Earth:
Para esta segunda prueba movimos la ubicación del receptor a una ventana con visibilidad directa de la zona de pruebas, con el objetivo en mente de dirigirnos a una zona de repetidores ubicada en el Monte Catadoiro, cerca de Rebordela. La diferencia es que esta vez podríamos ir directamente con el coche hasta la zona escogida. Dicho y hecho, salimos en dirección Puente Caldelas. Y al igual que en la primera prueba, perdimos la recepción de datos justo al llegar a la carretera. Y al igual que en el caso anterior, estuvo motivada por la pérdida de datos del teléfono Android. Al llegar a las antenas, pudimos ver que el cliente MQTT se había desconectado. Y al volver a conectar… ¡éxito! Los paquetes llegaban sin pérdida, y con un RSSI espectacularmente bueno, de -115 en el mejor de los casos. Tras las pertinentes comprobaciones, verificamos que habíamos logrado un enlace de 7,23 km con línea directa de visión.
Primeros paquetes recibidos en el cliente MQTT una vez restablecida la conexión
Captura de Oruxmaps en la que se aprecia la distancia alcanzada
En las antenas
Estuvimos un rato en las antenas, observando el comportamiento de los datos: sin pérdidas, y con un RSSI que hace pensar que es posible mantener distancias aún mayores de manera confiable. Si no pudimos ir más lejos fue porque la montaña ya no daba para más. Disfrutamos un rato de las vistas, y poco después emprendimos el regreso.
Vista de la zona aproximada del gateway, a través de unos prismáticos
Vista de la ría de Vigo, con el puente de Rande y las Islas Cíes al fondo
Y de nuevo la sorpresa vino en el trayecto de vuelta. Durante todo el recorrido, de casi 14 kilómetros, por zonas boscosas, sin visibilidad directa, con laderas, bosques y pueblos entre medias, no se perdió la señal en ningún momento, como pudimos verificar consultando Grafana. Esto incluye el paso por Puente Caldelas, en la más profundo del valle del Río Verdugo, y en un entorno completamente urbano y sin visibilidad directa, a más de 5,5 km de distancia desde el gateway; y también en la central hidroeléctrica de Hidrofreixa, a 5’3 km, aunque en este caso con visibilidad directa.
Estación de bombeo de Hidrofreixa
Enlace desde Hidrofreixa, de 5,48 km
En lo referente a los datos de Grafana, en esta captura se ven las gráficas de pulsaciones:
Por cierto, que en realidad mis pulsaciones no son tan altas, sino que he observado que mientras no empiezo a sudar en serio el pulsómetro muestra exceso de pulsaciones al alza. En cuanto a los huecos, el correspondiente a las 16:48 a las 16:57 es una de las zonas de sombra de La Fracha, lo mismo que el de pasadas las 17:30. El de las 17:46 a las 18:03 corresponde al tiempo entre prueba y prueba (con cambios de ubicación de antenas y resto de elementos), y los dos huecos posteriores a momentos en que el pulsómetro Bluetooth salió del rango de alcance del emisor LoRa.
Y para cerrar, tenemos ya planificadas nuevas pruebas de alcance: en este caso, a dos campos de aerogeneradores, ubicados a 15 y 25 km de distancia desde Vilarchán. Pero de eso ya hablaremos en otro momento…
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En estas semanas en las que el coronavirus nos ha trastornado la vida a todos, he aprovechado para retomar algunos viejos proyectos que por diversas razones había dejado aparcados hasta mejor ocasión. Uno de estos proyectos (ya habrá tiempo para hablar de otros) era el de lograr un sistema que permitiera recibir información de sensores distribuidos en zonas abiertas. En pocas palabras, sensorización IoT en el ámbito rural. No es exactamente una idea nueva, y era algo que me rondaba la cabeza cuando volví de Irlanda. Ya en su momento me hice con un par de dispositivos Heltec LoRa 32, que disponen de pantalla OLED incorporada, para hacer mis pinitos con ellos. Unos cacharros bastante interesantes, ESP32, con conectividad WiFi y Bluetooth Low Energy además de LoRa. Y aquí la parte importante es LoRa. LoRa (Long Range) es un protocolo de comunicación de larga distancia (WAN) y bajo consumo energético, que haciendo uso de frecuencias libres, permite crear enlaces de datos entre distintos dispositivos, o bien establecer redes de datos completas (cuando ya hablamos de LoRaWAN). Las principales características del protocolo LoRa son las siguientes:
Como decía, adquirí los dispositivos, pero luego nunca tuve tiempo para ponerme a dedicarme a ello. Hasta estas semanas, que han coincidido varias circunstancias que me hicieron volver a dedicarle tiempo al proyecto: el confinamiento por coronavirus, unas iniciativas en el trabajo a las que esta tecnología podría aplicar, y que he dedicado algo más de tiempo a investigar con sistemas ESP32 que con los convencionales ESP8266. Así que tocó desempolvar los viejos Heltec LoRa que tenía guardados, y ponerlos a funcionar.
Heltec proporciona una librería bastante interesante para el IDE de Arduino que permite hacer funcionar de una manera bastante sencilla a una pareja de dispositivos. Como decía más arriba, los Heltec pueden funcionar en modo unidireccional (una unidad emisora y otra receptora), bidireccional (intercambio en ambos sentidos para cada dispositivo) o bien en multidifusión (un mensaje es recibido por todos los dispositivos que estén en su rango de alcance). La manera más simple de empezar es con un emisor y un receptor, sin hacer uso de direcciones de dispositivo. Simple y efectivo, la librería viene con ejemplos de funcionamiento de este tipo, y en cuestión de minutos puedes tener un enlace LoRa funcionando. En mi caso, los dispositivos de que dispongo funcionan a 433 MHz, y pude tener comunicación en toda la casa, y en campo abierto pude llegar a establecer sin muchos problemas enlaces de 300 metros con las antenas que traen los dispositivos.
Bien, 300 metros no es gran cosa cuando según el protocolo podemos llegar a decenas de kilómetros. Con estas primeras pruebas pude aprender algunas cosas interesantes:
Tras haber aprendido esto en una serie de pruebas sucesivas, pero en las que no podía verificar el alcance efectivo alcanzado debido al confinamiento, me preparé para hacer una verdadera prueba de campo, en cuanto tuviera la oportunidad. Y la oportunidad llegó hoy. Al haberse permitido salir a realizar actividades deportivas por la mañana, preparé un escenario de prueba que pudiera efectuar mientras -cómo no- saliera a dar una vuelta con la bici por los alrededores de mi domicilio. La prueba consistió en lo siguiente:
Los resultados de la prueba han sido espectaculares. En dirección norte he logrado un enlace de 5.3 km de distancia, sin visibilidad directa con Santiponce, debido a las ondulaciones del terreno. Esto representa casi el doble del alcance que indica el fabricante para este tipo de dispositivos. Si bien esta ha sido la mayor distancia que ha alcanzado un paquete, una señal confiable, sin pérdida apreciable de paquetes, la he conseguido a 4.5 km de distancia, igualmente sin visibilidad directa.
Hacia el sureste, he alcanzado de manera confiable los 4.2 km de distancia en el enlace, en el mismísimo puente de la SE-30 sobre la Guadalquivir, junto al Estadio Olímpico.
Es probable que la señal pudiera llegar más allá, pero por la configuración del terreno, y porque se alcanzaba el fin del horario establecido para hacer deporte por la mañana, me tocaba volver a casa. También es de reseñar que en esta dirección a gran parte de la zona se encontraba en una sombra de cobertura, ya que las edificaciones de Santiponce, además de los taludes de la autovía y la vía férrea a Huelva se interponían entre ambas antenas, bloqueando la línea directa de visión.
Pero visto lo visto, es bastante posible que a una altura elevada se pueda tener un nivel de recepción decente en la Isla de la Cartuja. Cuando tenga oportunidad, haré pruebas desde la azotea del edificio de GMV, ubicado a 5.2 km de mi receptor.
Durante las pruebas he realizado algunas grabaciones en puntos significativos del recorrido. He compilado las más interesantes en el siguiente vídeo