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24 ene 16 Etapa ciclista: Blackrock – Three Rocks – Ticknock Downhill (23/01/2016)

El sábado 26 de enero de 2016 me levanté temprano. Había llegado la hora de realizar una etapa que llevaba tiempo -en realidad, desde que me mudé a Dublín- deseando hacer: la subida a Three Rocks, una de las colinas que se alza al sur de Dublín. Lo de temprano se debe a que, cuando vives al norte de un sitio y tienes que subir a algo que está al sur de ese sitio, hace falta una buena logística. Y tiempo.

En lo referente a la logística, opté por partir desde la estación de DART (metro de superficie) de Blackrock, al sur de la bahía de Dublín. Eso implicaba coger el tren de cercanías desde Castleknock hasta la estación de Pearse, y desde allí el DART hasta la citada Blackrock. A las 8 de la mañana ya estaba en la estación. Poca gente a esa hora, y no demasiado frío. Pero hacía viento, mucho viento. Era la primera vez que realizaba el recorrido, y había preparado concienzudamente recorridos, trazados en GPX y memorizado el plano de la zona. Esto último afortunadamente no haría falta, ya que para ello llevaba dos GPS. O eso pensaba yo. Mi teléfono principal, que había puesto a cargar por la noche, estaba descargado. Y en cuanto al secundario, donde registro la etapa con los sensores ANT+, dudaba mucho que fuera a aguantar toda la etapa, mostrando además por pantalla el mapa de la zona. Por suerte había llevado la batería externa, y en el trayecto pude poner a cargar el teléfono. Aunque no dio para mucho: nivel de carga al llegar a Blackrock del 25%.

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La mañana, que había estado soleada al salir de Castleknock se había ido cubriendo paulatinamente. Cuando bajé en la estación de Blackrock pude notar que el viento era allí aún más fuerte. Iba a ser un día largo. SObre todo porque iba a subir desde el nivel del mar hasta unos 550 metros de altitud. Todos juntos, uno detrás de otro. Divertido.

Empecé a rodar a eso de las 9:10h. Esa parte era fácil. Salir de la estación de tren, atravesar el pequeño casco urbano de Blackrock y tomar la R-113, carretera de Leopardstown, hasta el pie de la colina. Subida lineal, progresiva, hasta superar la M-50 y llegar a Sandyford. Y desde allí, ya veríamos.

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Estos primeros 7 kilómetros de etapa no presentaron mayor dificultad, salvo por el viento lateral que, a poco que salías a espacios abiertos, empezaba a resultar una persistente molestia. Eso y procurar no desorientarme en el recorrido. Hasta el momento era fácil, pero una vez llegué al parque de Fitzsimonds Woods, tuve que hacer algo contraintuitivo: abandonar la R-113, girar a la izquierda y luego a la derecha (más adelante pude ver que mi instinto estaba acertado, ya que el camino normal para subir a Ticknock es seguir recto por la R-113), para tomar el ascenso de State Cabin Lane, un extraño híbrido entre calle y carretera rural, con preciosas cercas de piedra cubiertas de musgo a pie de asfalto, bonitas casas, y una pendiente que para sí quisieran algunas carreteras de montaña. La cosa empezaba a ponerse seria. Y aún iba a ponerse más serie, cuando llegué a Woodside Road, que no tardaría en abandonar para tomar una empinada senda, que transcurría entre tojos: Dream Track.

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Alguien tenía sentido del humor. Dream Track. Una subida entre tojos, estrecha, rota, chorreante de agua y con bastantes peñascos y agujeros. Divertida para bajar -tengo que admitirlo- con una doble y bastante sangre fría, pero un espanto para subir, aún con una rígida bastante ligera. Sobre todo cuando te equivocas -o sigues una senda de cabras- que más que subir había que escalar. Sobre todo si tienes en cuenta que subes un desnivel de 150 metros en poco más de 1 kilómetro. Eso, y que ya has sobrepasado la primera de las antenas del cerro.

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Seguí con la subida -o más apropiadamente, con la escalada- por el sendero, las más de las veces arrastrando la bici que montado sobre ella, hasta que al fin alcancé la una de las sendas del parque de Ticknock, en el que se encuentra la cima de Three Rocks. Al fin un respiro.

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Más de lo que esperaba, de hecho, ya que pronto comencé un divertido descenso, hasta enlazar con la carretera de las antenas. Tocaba disfrutar un poco del descenso, aunque eso suele ser algo malo cuando su objetivo es una cima. Una cima con antenas, para más señas.

Y claro, no tocaba otra que subir. Una subida espectacular, entre un bosque de pinos, por una pista asfaltada en mitad de un parque urbano. Tráfico cero, sólo deportistas. Y una pendiente del copetín. A tirar de platillo. Y no era para menos, ya que en algunos momentos las rampas llegaban a ser de un impresionante 17%.

A medida que iba subiendo pude ver la colina de Three Rocks y el parque de Ticknock en toda su gloria: gran cantidad de sendas, algunas para peatones y otras para ciclistas, vegetación cerrada que, poco a poco, dejaba ver pistas en todas direcciones. Y poco a poco, el bosque, que dejaba nuevo paso a una vegetación rala, apenas unos arbustos que no levantaban un palmo del suelo.

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Llegué a la primera cota de la jornada -Three Rocks, 441m- a la hora y diecinueve minutos de etapa. Primer objetivo superado.

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Hay que admitir que Three Rocks no es muy impresionante. Apenas un grupo de grandes bloques pétreos, que se dicen que forman parte de un viejo túmulo celta. Puede ser. Lo que de verdad impresiona son las vistas, ya que por primera vez tienes la oportunidad de contemplar, al sur, la mole volcánica de las Montañas Wicklow, y al norte, la Bahía de Dublín. Pero en ese momento lo que más impresionaba era el viento. Soplaba como si quisiera anunciar el fin del mundo.

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Continué mi avance camino de la segunda cota de la jornada por una pista de grava en bajada, que me llevó de nuevo a bordear el bosque. Desde allí tomé la senda ciclista Metro 2. Y esto es importante: una pista exclusiva para ciclistas. Y es que en el parque de Ticknock están habilitando… ¡un bike park!

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Lo malo para mí es que tomé la pista en sentido contraria. Quienquiera que la haya diseñado la había hecho pensando en recorrerla en sentido antihorario, y yo la estaba recorriendo en sentido horario. Eso quería decir que estaba subiendo por donde se suponía que había que bajar. Y se notaba en los saltos que se habían realizado en la pista. Excelentes para molar bajando, pero complicados de subir. Así que en algunos tramos tocaba buscarse las habichuelas fuera de pista. Pero aun así, qué virguería.

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Seguí ascendiendo por Metro 2 hasta llegar a su cota máxima, de nuevo por encima del bosque, y otra vez con una vegetación rala azotada por los vientos. Podía ver Three Rocks, allí a lo bajo. Lo malo es que mi objetivo era Two Rocks y el Fairy Castle, y eso implicaba seguir subiendo. En esta ocasión, por un sendero que ascendía por una turbera que, chorreante de agua, hacía que me hundiera en ella hasta los tobillos.

Porque no quedaba otra que subir andando. En bici ni por casualidad, aunque el sendero estaba lleno de marcas de ruedas, que sin lugar a dudas eran de bajada. Y mucho valor había que tener, dicho sea de paso.

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No llegué a Two Rocks. Al menos, no hasta el pie. Llegué hasta un nuevo sendero junto a más ¿túmulos? que conducía a Three Rocks junto a unos postes de piedra. Uno de los GPS se había quedado sin batería, y el otro -el ANT+- anunciaba que sólo le quedaba el 14% de carga. Y ya estaba más que harto de la turbera, del viento y de la madre que los parió. Tomé el sendero hacia Three Rocks, plagado de hoyos, piedras, charcos y esos raquíticos arbustos, hasta que salí a otro sendero en mejor estado, con bastante concurrencia de senderistas, hasta que llegué de nuevo a Three Rocks. Tocaba bajar. Y me había dejado lo mejor para el final: la bajada Metro 1 de Ticknock, diseñada para el Bike Park. Una pista sinuosa, que transcurría por pleno bosque de pinos, hasta el mismísimo punto donde había empezado a subir por asfalto. Bajé sillín, y me dispuse a pasarlo bien:

Y ya lo creo que lo pasé bien. 11 minutos largos de divertidísimo descenso, con barro, piedras, pinos, curvas y contracurvas, saltos y cruces, que harían la delicia de cualquiera. De cualquiera al que le guste esto, claro. :mrgreen: Pero -de nuevo- mejor con una doble que con una rígida con Larsen TT de 1.9” en la rueda trasera.

De nuevo en la carretera, tocaba apretar. La batería del GPS no iba a durar mucho, y tampoco quería perder el tren. Terminé de realizar el descenso del parque de Ticknock hasta salir de nuevo a la R-113. Desanduve el camino hasta llegar de nuevo a Blackrock, justo con 5 minutos de margen para coger el DART hasta Pearse. Cubierto de barro y de restos podridos de agujas de pino. Pero feliz y contento. Habían sido 29’3 kms. de etapa en 2:13:02, con 695 m de desnivel acumulado.

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Comentarios de los lectores

  1. |

    Hace usted una gran labor compartiendo las rutas de mtb, sobre todo para aficionados hispanohablantes que no sepan qué hacer en determinada ciudad.

    Saludos y buenas salidas le deseo desde Córdoba.

    VA:F [1.9.20_1166]
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  2. |

    [...] la trepidante etapa del sábado, el domingo 24 me fui a rodar tranquilamente con Ana por las cercanías de Blanchardstown. En esta [...]

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  3. |

    [...] desde Blackrock. El parque de Ticknock ofrece infinidad de posibilidades de juerga ciclista, y con una sola excursión no iba a quedarme contento. Como en la ocasión anterior, tomé el cercanías desde Castleknock a [...]

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  4. |

    [...] desde Blackrock. El parque de Ticknock ofrece infinidad de posibilidades de juerga ciclista, y con una sola excursión no iba a quedarme contento. Como en la ocasión anterior, tomé el cercanías desde Castleknock a [...]

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