El sábado 17 de febrero, tras un periplo de algunas semanas sin ir por Córdoba, volví a salir a rodar con mis compañeros bartocalvos. Aunque en esta ocasión fue una salida multitudinaria, pues además de algunos integrantes del club (Kike, Mané, Javi Balaguer y yo mismo), salieron también con nosotros algunos conocidos (Chicote, Carbonell, Luis y otros), hasta alcanzar la impresionante cifra de diez personas en la salida. Incluso nos acompañó Birra, la perra de Carbonell.
Empezamos la etapa poco después de las 9:00h. Aunque la idea era no efectuar una etapa excesivamente exigente, empezamos con una buena manera de abrir boca: los Morales. Y como suele pasarme cuando vuelvo de Sevilla, empecé cebándome demasiado en la subida. Abrí fuego con algunas de las primeras rampas, lo que no estaba mal, pero tenieno en cuenta que me había abrigado más de la cuenta (tres capas de ropa térmica de invierno, guantes de neopreno, etc…) pronto empecé a sudar la gota gorda. Y en la primera de las paredes exigentes de Los Morales estaba ya con un calentón digno de mejores circunstancias. Lo malo es que había empezado a marearme. Así que opté por bajar un poco el pistón, recuperar el estado de ánimo, y descolgarme un poco para hacer de enlace con los rezagados, para no reventar a las primeras de cambio.
Por otro lado, teníamos una primera hora límite para subir Los Morales: Marcos y Ángel, en su entrenamiento para la Guzmán, llevaban desde las 8:00h dando pedales, y habíamos establecido un punto de encuentro en el Lagar de la Cruz a las 10:00h. Íbamos con algo de retraso. Así que tras superar la primera de las rampas duras de Los Morales, realizamos el resto de la subida a un ritmo razonablemente ágil. Aun así, no llegamos al Lagar hasta el filo de las 10:30h. A esas alturas, Ángel y Marcos ya habían estado allí, nos habían esperado, y se habían ido para no enfriarse.
Nosotros, por nuestra parte, hicimos una parada para comer algo, y a las 10:45h reanudamos la marcha. Tomamos el GR-48 para bajar a Las Jaras. Pero, a diferencia de lo que solíamos realizar, no abandonamos el GR-48 para entrar en Las Jaras pegando al embalse, sino que lo seguimos estrictamente, cruzando por encima de un puente medio derruido, y bajando por un sendero bastante estrecho por la margen derecha de la carretera. Pasamos junto al enlace con la vereda de Linares, y bajamos hasta la entrada de Las Jaras. Allí tomamos la vereda de la Pasada del Pino. Empezamos a ascender en dirección hacia el club de golf. Aunque la presencia del agua se dejaba notar, no se encontraba tan enfangado como cuando pasamos, en dirección contraria, a finales de diciembre. Así pues, llegamos a las inmediaciones del club de golf. Tuvimos que hacer una pequeña parada, pues Birra se había quedado atrapada entre dos cancelas, y no pudo seguirnos.
Una vez resuelto el incidente, terminamos de realizar el ascenso al club. Coronamos la subida al filo del mediodía, y una vez allí, tomamos la decisión de por donde volver. Aunque a priori se había hablado de realizar un descenso por Los Morales, a la hora de la verdad se decidió hacer una bajada por Avionetas Express. Dicho y hecho, hacia allá que nos encaminamos. Sin embargo, realizar esa bajada no era plato de buen gusto para todo el mundo, por lo que el grupo se partió en dos. La parte mayoritaria bajamos por Avionetas Express, y los más prudentes lo hicieros por Avionetas Normal, con la idea de reintegrarnos en la casa derruida que se encuentra a las espaldas de Santo Domingo.
Avionetas Express es una bajada por un cortafuegos brutal y peligrosa, con abundante piedra suelta y bastante traicionera. Y pese a todo, es sumamente divertida, aunque suele propiciar que la gente se pegue unos leñazos fenomenales. Y esta partida no fue una excepción. Carbonell sufrió abundantes percances, lo que, yendo con una rígida no cabe menos que calificar como una proeza, y Chicote sufrió también alguna caída que pudo ser bastante grave. Pero la piña de la jornada, más por aparatosa que por grave, la sufrió Javi Balaguer, que se salió del cortafuegos para acabar deteniéndose contra un pino. Todo ello, por suerte, sin consecuencias relevantes. Por mi parte, y ya habiendo rodado por Avionetas Express con una rígida, me lo tomé con calma con la doble equipada con la Sektor, por lo que no tuve incidentes, aunque realicé a pie más tramos de lo que sería de desear.
Llegamos a la casa derruida a las 12:45h. Nuestros compañeros se reincorporaron, tras haber sufrido también algún leñazo, pocos minutos después, y afrontamos la última parte de nuestra etapa. Vadeamos el arroyo Barrionuevo, y bajamos por la trialera, a toda velocidad, hasta llegar al arroyo Pedroche, primero, y hasta Puente de Hierro, después. Una bajada sin más inconvenientes, salvo el hecho de que al llegar a la fuente de la Palomera varios de los integrantes del grupo quedaron regazados, así que no quedó otra que reencontrarnos en el final de etapa, en el bar Chin, donde nos encontramos con lo más granado del ciclismo de montaña cordobés. Una excelente etapa, con un éxito de asistentes, y un gran final.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – GR48 – Pasada del Pino – Avionetas Express
Etiquetas: arroyo pedroche, avionetas express, córdoba, gr-48, lagar de la cruz, las jaras, los morales, mtb, puente de hierro, vereda de la pasada del pino
El 23 de diciembre realicé con mis amigos bartocalvos mi última etapa ciclista de 2012 en tierras cordobesas. Para la ocasión nos reunimos un buen número de integrantes del club: Mané, Javi Aljama, Javi Balaguer, Kike, Jose y yo mismo. Empezamos la etapa las 9:15h, con la falta de un integrante del grupo, Javi Balaguer, que llegó tarde al punto de encuentro, y se nos incorporó más adelante en la etapa.
Salimos de la Asomadilla, y tomamos la carretera de ascenso hacia Santo Domingo, que dejamos poco antes de llegar al Maestre Escuela, para tomar la pista que, en descenso, lleva a Las Salesas. A continuación tomamos la vereda de Santo Domingo, para llegar hasta el monasterio homónimo. Nuestro objetivo era ascender hasta el 14%, para lo cual tomamos la subida de los morares, que nos habría de conducir hasta la antena de telecomunicaciones que hay a mitad del ascenso hasta el alto del 14%.
Afrontamos la subida con el habitual entusiasmo, si bien la subida pronto empezó a hacer mella en nuestro ímpetu para, poco a poco, ir definiendo las posiciones en la subida. Qué lejos quedaba aquella subida que hicimos en verano, y en la que, pese al calor, subimos como campeones. Aun así, no hicimos mal papel, pero en mi caso requirió echar mano del plato pequeño en una ocasión. Y aun así, fui el segundo en coronar, tras Kike.
Habíamos llegado al alto del 14% con la esperanza de que Javi Balaguer, que venía por la ruta directa de carretera, ya se encontrara allí. Una esperanza en vano, pues aún tuvimos que esperarle un rato antes de que llegara al punto de encuentro. Ya completado el grupo con todos sus integrantes, seguimos por carretera al siguiente estadio de nuestro recorrido: el club de golf de Los Villares, donde tendríamos que tomar la vereda de la Pasada del Pino hasta Las Jaras. Por el camino perdimos dos unidades del grupo que, para más inri, se confundieron en el cruce del club, y siguieron en dirección a Los Villares. Fue menester una nueva parada para esperarles, antes de continuar.
Emprendimos una divertidísima bajada por la vereda. El campo, merced a unas recientes lluvias, se encontraba saturado de agua y barro, lo que hizo que la bajada fuera un delirio de salpicaduras de barro y agua, y nos dejó la posibilidad de tomar algunas fotos de muy bella factura.
Terminamos de realizar el descenso de la vereda hasta Las Jaras, donde hicimos una parada de avituallamiento, que también sirvió para volver a integrar en el grupo a las señoras que, dos integrantes del grupo, cuyo nombre omitiré aquí, y que no cesaban de rajar como porteras.
Una vez finalizada la pausa, partimos hacia nuestro objetivo del día: el puente romano sobre el río Guadanuño, y el árabe sobre el río Guadiato. Dejamos atrás Las Jaras por carretera, y no tardamos en lanzarnos en trepidante descenso en dirección a los Arenales, que tan sólo interrumpimos para tomar unas excelentes fotos del paisaje.
Salimos de la carretera, tomando un trozo de la antigua vereda del Pretorio, actualmente bajo la carretera de Los Arenales, para descender de manera bastante abrupta hasta el primero de los puentes, el romano.
Desde allí, y tras un rato de charla con un grupo de excursionistas, avanzamos hasta el puente árabe, o Puente Roto, donde de nuevo no pudimos menos que inmortalizar nuestras andanzas.
Tocaba emprender la vuelta. Aunque nuestra idea inicial era descender hasta Los Arenales, y desde allí enlazar por la margen derecha del Guadiato con Trassierra, tuvimos que realizar un cambio de planes. Habíamos quedado con otros amigos del club para hacer un almuerzo a las 14:00h, y se nos había echado el tiempo encima. Así que optamos por realizar la vuelta por carretera, subiendo a Las Jaras, el Lagar de la Cruz, y bajar a Córdoba por el Brillante. Dicho y hecho. Remontamos la vereda del Pretorio hasta la carretera, con un considerable esfuerzo, vista la hora del día, y emprendimos el ascenso hasta Las Jaras. Sin detenernos más que para volver a agruparnos, continuamos el ascenso hasta el Lagar, donde Javi Aljama y Mané marcaron un ritmo infernal, digno de primeras horas de la jornada, que me hizo llegar con la lengua fuera, y con el grupo nuevamente disperso, al Lagar. Y desde allí emprendimos un frenético descenso por carretera, que nos llevó a disgregarnos de nuevo, y llegar, de nuevo dispersados, al punto de encuentro, a las espaldas de La Noreña. Eso sí, prácticamente en hora.
Fue una etapa divertida, con un genial colofón en forma de almuerzo del club, para dar por finalizado el año ciclista de manera oficial.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santo Domingo – 14% – Pasada del Pino – Puentes Guadanuño y Guadiato – Lagar de la Cruz
Etiquetas: 14% vereda de la pasada del pino, arroyo guadanuño, córdoba, lagar de la cruz, las jaras, mtb, puente árabe, puente romano, río guadiato, santo domingo
El domingo 10 de junio volví a salir a rodar por Córdoba con Javi Aljama. Hacía al menos un par de meses que no salía a dar pedales con él -es más, que el propio Javi no salía a rodar-, por lo que agradecí bastante dar de nuevo pedales en tan buena compañía. Lamentablemente -como en las últimas jornadas- fue tan sólo una etapa de dos participantes, pero aun así, fue una gran jornada.
Empezamos a dar pedales a las 8:45h desde mi casa, y nos dirigimos hacia Los Morales para realizar de esta manera el primer ascenso del día. Pronto me di cuenta de que estaba volviendo a rodar -como suele pasarme- demasiado fuerte al inicio, por lo que tuve que bajar el ritmo, so pena de que Los Morales -como también acostumbra- me pase factura a las primeras de cambio. Además, esa jornada el calor se dejaba notar desde primera hora de la mañana, a diferencia del sábado anterior, que el día estuvo bastante fresco hasta bien entrada la tarde. Estaba claro que cuando algo puede salir mal, saldrá mal.
Realizamos la subida de Los Morales en unos aceptables 66 minutos. Íbamos con idea de parar a tomar algo en el Lagar, pero nos encontramos con el establecimiento cerrado. Y es que no en balde apenas eran las 9:55h, y aún no habían abierto. Por ello, no nos quedó más remedio que dirigirnos directamente hacia la siguiente escala de nuestra etapa: Los Villares. Bordeamos el cerro donde se yerguen las torres de telecomunicaciones, y no tardamos excesivo tiempo en llegar hasta el área de recepción de visitantes. Esto fue una pequeña variación con respecto a lo acostumbrado, ya que por lo general solemos tomar un desvío que lleva hasta el cruce del 14%. En esta ocasión, llegamos directamente al centro de visitantes. Ya que estábamos allí, entramos con la esperanza de poder encontrar algún bar o máquina donde comprar bebida isotónica, pero nos quedamos con las ganas.
Así pues, continuamos avanzando hacia el Club de Golf, ya que para ese día íbamos a realizar el descenso de la Vereda de la Pasada del Pino. Entramos en el club de golf por carretera, y pensamos en probar suerte en el edificio de recepción. Pero una vez allí, vimos que no había máquina o cafetería a la vista, y que nuestro atuendo no era demasiado adecuado como para que no nos echaran de allí a patadas. Así que nos dejamos de bebidas isotónicas, y atacamos directamente la Vereda. Bordeamos el club de golf por el norte, y realizamos el trepidante descenso por pista que antecede al enlace con la vereda. Desde allí observamos algo bastante llamativo: la torre de Gemasolar de Fuentes de Andalucía era perfectamente visible. No pudimos menos que detenernos a echar unas fotos:
…como bien señala Javi:
Sin embargo, nos vimos forzados a detenernos una segunda vez: otro grupo de ciclistas había sufrido un pinchazo, y al pararnos a ofrecer ayuda, nos hicieron ver que yo llevaba mi rueda delantera floja. En efecto, había sufrido un pinchazo. Así que nos encontramos ambos grupos solucionando idéntico problema. Acabamos simultáneamente, y reanudamos nuestra marcha en conjunto. Sin embargo, no tardamos mucho en separarnos, ya que Javi y yo seguimos fielmente la trazada de la Vereda, mientras el otro grupo tomó el desvío de la casa en ruinas.
De nuevo en solitario, Javi y yo realizamos rápidamente el descenso de la vereda. Una bajada ciertamente interesante, pero que se torna algo arriesgada al llegar al tramo del granito vivo, ya que hay arena de granito sobre la piedra, lo que lo hace tremendamente resbaladizo. Aun así, es una gran bajada, que hay que incorporar al catálogo.
Llegamos a Las Jaras a las 11:00h. Nos paramos a tomar un refrigerio en el bar, y aprovechamos para avisar a Carlos de que íbamos a pasar por su casa, ya que ninguno de los dos la había visto. Media hora después reemprendimos la marcha, camino por segunda vez en el día del Lagar de la Cruz. Esta vez subimos por el GR-48, bordeando la carretera, y cruzándola en un par de ocasiones. Una vez en el Lagar, cruzamos las Siete Fincas hasta casa de Carlos, quien nos recibió amablemente con unas cervezas bien frescas. Posteriormente Mané haría acto de presencia, así como los padres de Carlos.
Javi y yo, por nuestra parte, nos pusimos de nuevo en marcha a las 13:00h. El calor apretaba y tocaba volver a casa rápidamente, a fin de no morir achicharrados en la Sierra. Desandamos nuestros pasos hasta el Lagar de la Cruz, y tomamos la vereda de las Ermitas, que tiene por mal nombre Los Salchichones, donde hicimos un rápido descenso hasta Las Ermitas. Y desde allí, como no podía ser menos, bajamos el Reventón, donde advertí de nuevo los problemas en el freno delantero que ya había sufrido en la etapa del Tubo. Así que, para mi desgracia, no pudimos hacer la bajada de La Milla.
El resto de la etapa fue bastante convencional. Bajamos por la carretera de las Ermitas hasta el Parador, y allí nos desviamos en dirección a la rotonda del Tablero, punto en donde Javi y yo nos separamos. Desde allí volví a casa por El Tablero, dando por finalizada la etapa a las 13:50h.
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Pasada del Pino – Reventón
Etiquetas: córdoba, cuesta del reventón, gr-48, lagar de la cruz, las jaras, los morales, mtb, vereda de la pasada del pino
El sábado 28 de enero volví a salir a rodar con mis amigos de Córdoba. Fue una etapa extraña. Los días previos habíamos estado preparando una etapa brutal, ya que Ángel había expresado su voluntad de hacer una etapa dura y larga. Para ello había sugerido hacer una repetición de la etapa de Almodóvar y el GR-48, pero realizando la subida al castañar de Valdejetas, que en aquella ocasión no hicimos. Pero como ese fin de semana Ángel finalmente tenía que trabajar, optamos por reservar esa etapa para mejor ocasión. Así que empezamos a planificar otra etapa. El caso es que Mané tenía ganas de bajar de nuevo Los Postes, que hacía ya un año desde la última (y en mi caso primera) vez que los bajamos. A esa intención le sumamos un recorrido que había visto en Wikiloc (Morales-Ermitas-7 Revueltas-Bejarano-Assuan-Las Jaras-Gr 48-Morales-Pedroches), y al final acabó saliendo una propuesta de etapa que era considerablemente brutal: subida por Los Morales, bajada a Las Ermitas, para realizar la subida de las 7 Revueltas, enlazar con el Bejarano, volver al Lagar de la Cruz, descender a las Jaras por el GR-48, y allí realizar el ascenso de la Vereda de la Pasada del Pino, para acabar bajando por Los Postes (Propuesta Brutal1), una monstruosidad de 50 kilómetros con subidas y bajadas de espanto. Y como nos apuntamos a un bombardeo, Javi Aljama, Mané y yo rápidamente nos apuntamos, además de suscitar la envidia de Marcos y Ángel, que por diversos motivos no podían acudir. Y encima, para mi consternación, quedamos a una hora bastante avanzada: las 10:00h en la rotonda de Sansueña con la calle Mayoral. No pude menos que dar mentalmente las gracias por no tener en Córdoba más que la Fuji, equipada con cubiertas muy rodadoras.
A las 9:00h tuve noticias de que Carlos también se apuntaba a la etapa. O alguien lo había engañado, o no se le podía calificar más que de héroe. Empezamos la etapa a las 9:50, saliendo de la Asomadilla Carlos, Mané y yo. Pronto pude notar que me encontraba un tanto acelerado (además de encontrarme más ligero rodando que con la doble, merced a las etapas de la semana anterior), teniendo en cuenta la dura etapa que teníamos por delante, así que hice todo lo posible para contenerme un tanto. Llegamos un poco pasadas las 10:00h a la rotonda, a donde no tardó mucho en llegar Javi. Ya con el grupo completo, iniciamos el ascenso de Los Morales. Fue una subida razonablemente buena. Empleamos 58 minutos en subir desde la rotonda, y en mi caso, creo que fue la primera vez que conseguí hacer la subida completa hasta antes de la fuente de los piconeros sin poner el pie en el suelo, salvo en el tramo en que la subida se encuentra completamente destrozada. Una buena marca, hecha con la Fuji.
Realizamos una pequeña parada en el Lagar de la Cruz, donde repusimos fuerzas a base de plátanos y acuarius. Y allí se desveló el misterio de la etapa: para convencer a Carlos de venir, Mané había optado por decirle que no íbamos a hacer la parte de las Ermitas, las Siete Revueltas y el Bejarano. Eso suponía un recorte de unos 18 kilómetros del recorrido, con una subida bastante dura. Y dado que en realidad tampoco me apetecía volver a casa a las tantas de la tarde, no me pareció mal.
Dicho lo cual, realizamos el descenso hasta Las Jaras por el GR-48, primero, y el sendero secreto, después. Así pues, acabamos llegando a la urbanización a la altura de la calle del Lago. Allí nos llevamos una sorpresa: cuando nos disponíamos a tomar el camino de gravilla suelta que baja hasta el lago, nos encontramos con que la obra de una casa lo había cortado. Pero decididos a bordear el lago, pronto encontramos un nuevo sendero, abierto en fechas recientes, que permitía bajar. Sendero que fue bastante más de mi agrado que el antiguo, pues no tenía esa gravilla suelta con tan mala sombra que tenía el anterior. Rodamos un poco junto al lago, y antes de afrontar la pared de subida a la urbanización, nos detuvimos a hacernos una bonita foto:
Y bueno, después del momento de asueto, llegó la hora de los valientes: la subida del embalse, una pared muy corta, pero con una pendiente brutal, superior al 20% de desnivel. Pero como una imagen vale más que mil pabaras, dejo que un vídeo hable por mí:
Tras realizar la subida, atravesamos la urbanización, y nos encaminamos al siguiente reto de la jornada: la vereda de la Pasada del Pino. Esta vereda enlaza la zona de Las Jaras con Los Villares, bordeando el club de golf, y tiene una zona trialera digna de Jordi Tarrés. Una auténtica virguería, pero con unas primeras rampas con arena granítica muy fastidiosas. Teníamos por delante 4 kilómetros largos de subida, que no quedaba otra que disfrutar.
Pasamos la parte trialera, y entramos en la zona cercana al club de golf, donde la vereda se hace más asequible. Rondábamos la una de la tarde, y aún a esa hora el frío se dejaba notar en la zona, sobre todo en forma de viento, pese a que el sol empezaba ya a calentar. Llegamos al club de golf, y siguiendo los letreros de indicación, conseguimos hallar el camino correcto de la vereda: se inicia el descenso junto a la verja, hacia la derecha, y tras una breve bajada, se llega a una cancela que tiene un letrero indicando que se por favor, se cierre tras pasar. Así que lo que había que hacer era entrar por la verja, y desandar el camino. A partir de ahí, no tenía pérdida: se trataba tan sólo de seguir esa pista, al filo de la verja, y bordeando los campos de golf. Pérdida no tenía, pero subidas y bajadas, tela marinera.
Un poco antes de llegar al aparcamiento del club de golf paramos a tomar una foto con Torreárboles, donde Javi había subido la semana anterior. Continuamos hasta llegar al aparcamiento, con una subida final durísima, y que marcó nuestra llegada a la cota más alta de la etapa: 644 m. de altitud. Eran la 13:15h, habíamos recorrido ¡tan sólo 17 kilómetros de etapa! y teníamos por delante la bajada más escalofriante del día: Los Postes. Qué bien lo iba a pasar con la rígida.
Salimos del club de golf, y nos encaminamos hacia la pista de mantenimiento del gasoducto: es decir, Los Postes. La vista del valle del Guadalquivir era, como de costumbre, espectacular. Y lo que teníamos por delante era sencillamente brutal: un descenso de 3 kilómetros por cortafuegos, con pendientes que llegaban hasta el 33%, con piedra suelta y mucha mala idea. Y con todo, era una delicia comparado con Avionetas Express… Aun así, las caras de Javi y Carlos al ver la bajada que teníamos por delante eran todo un poema.
Mané estaba encantado. Bajó los Postes entera como si no costara. En cuanto a los demás… bueno, hay que decir que le echamos bastante menos valor. Y es que como dijo Javi en mitad de una de las bajadas, ya habíamos cubierto el cupo de buena suerte en lo que llevábamos de día, y no era plan de seguir tentando al destino.
Tras la primera pared de bajada, el descenso se hacía bastante más asequible, pero la cosa no iba a ser, ni mucho menos, coser y cantar. Bueno, para Mané casi que lo parecía, porque el tío bajaba como un diablo. Era impresionante.
Tardamos 42 minutos en realizar Los Postes, hasta el desvío por el sendero, a mano derecha, que lleva hasta la Meseta Blanca. Dejamos la pista que tantos sudores (los más de ellos, sudores fríos) nos había causado, y que con tan bonitas vistas nos había deleitado.
Una vez dejamos el cortafuegos y tomamos el sendero, el terreno se hizo más asequible, pero con algunos tramos bastante traicioneros: no puedo olvidar un trozo, al filo de un buen barranco, en el que el sendero apenas es una senda de un palmo de ancho, con un desnivel lateral que prácticamente impide pedalear, ya que la biela toca en la tierra, con el consiguiente riesgo de hacerte pivotar y salir rodando montaña abajo, al más puro estilo de La Princesa Prometida.
Así pues, tras recorrer el sendero durante 1’8 kilómetros, llegamos a la Meseta Blanca. Eran ya a esas alturas las 14:30h. Disfrutamos un poco de las vistas, hicimos algunas coñas por el WhatsApp, y reanudamos la marcha.
Como no podía ser menos, con una brutal bajada: el descenso del Alimonao. Corto, brutal, y lleno de polvo fino. Casi salgo por encima del manillar en un punto, pero pude hacer la bajada con bastante dignidad, en especial el último tramo hasta el arroyo Pedroche.
Desde allí, el recorrido era coser y cantar. Bajamos el arroyo Pedroche por la Trialera, y llegamos hasta Puente de Hierro. Desde allí subimos hasta el Castillo del Maimón que, contra la costumbre, rodeamos por la derecha, por el camino marcado con marcas blancas y rojas. Existe desde finales de año una dura polémica con los propietarios de los terrenos: están levantando muros nuevos, que impiden el paso por senderos ciclistas tradicionales, pero que al parecer transcurren por terrenos privados. Sin embargo, ese camino en especial está claramente reconocido como vía pública, por lo que el nivel de protesta es bastante más elevado. Veremos qué pasa con eso.
Finalmente nos encaminamos hacia Sansueña, donde nos despedimos de Javi, y Carlos, Mané y yo volvimos a la Asomadilla. Llegamos a las 15:15h, tras más de cinco horas de durísima etapa. ¡Y con apenas 30 kilómetros de recorrido! Y el pulsómetro lo confirmaba: más de 5000 kcal, algo inusitado en una etapa tan corta. Una gran etapa, dicho sea de paso.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Los Morales – Las Jaras – Vereda de la Pasada del Pino – Los Postes
Etiquetas: arroyo pedroche, córdoba, gr-48, las jaras, los morales, los postes, mtb, vereda de la pasada del pino
El pasado domingo volví a dar pedales con algunos amigos en Córdoba. Era la primera salida después de una pausa veraniega en la que el Camino de Santiago y el tostarse vuelva y vuelta en algunas playas gallegas me habían mantenido alejado del maillot, la burra, y el suplicio de montarse a dar pedales en Córdoba (o en Sevilla, tanto da) en pleno verano. Pero como uno es un enfermo de esto, lo primero que hice en cuanto volví a casa tras mis vacaciones fue quedar para empezar a dar guerra por la Sierra.
Todo prometía que iba a ser una etapa de las que hacían época: los ciclotrastornados que salimos así llueve, truene o haga un sol que derrita el plomo, habíamos conseguido repescar para la guerra a viejos compañeros de etapa… e incluso añadir algunos nuevos, equipados incluso con auténticos carros blindados. Parecía incluso que nos íbamos a juntar un grupo de 8 personas para salir a dar pedales. Pero también habíamos tenido que transigir en algunos aspectos. Y uno crucial era el de la hora: quedamos para salir el domingo a las 9:30h. No era algo demasiado grave: al fin y al cabo, en Córdoba el verano estaba siendo bastante suave para lo que es costumbre. Otro de los aspectos fue el recorrido: recortamos las habituales etapas de más de 50 kms. hasta una etapa de menos de 25, y con tramos de carretera, y todo. Esto último no es algo que me viniera -personalmente- mal, después de más de un mes sin rodar, por lo que estaba contento con ello.
Pero poco a poco, la etapa empezó a torcerse. La primera muestra de ello la tuvimos la misma noche del viernes, cuando a las doce y media de la noche las chicharras cantaban en toda una orgía de chirridos más propia de la hora de la siesta que de otra cosa. El fin de semana se adivinaba duro en lo climatológico. Y en los días posteriores no se puede decir que el clima se atemperara, sino más bien todo lo contrario.
En realidad, la culpa es mía por ser optimista, pero no lo puedo evitar. A la hora de la verdad, el domingo a las 9:30h los que estábamos listos para salir nos podíamos contar con los dedos de una mano… e incluso sobraban dos dedos: Javi Aljama, Ángel y yo. Siendo fiel a la verdad, tengo que admitir que es algo que no me sorprendía excesivamente. En realidad, sólo me sorprendía la baja de Mané, pero pronto tuve conocimiento de que estaba librando otras guerras por ahí, ante lo que sólo puedo descubrirme, y darle mi más completo apoyo.
Total, que a las 9:30h Ángel y yo arrancamos a rodar, con un calor bastante considerable, camino de los Morales. Nos encontramos con Javi en la rotonda de la calle Mayoral, y seguimos con el ascenso. Dado que nos habíamos quedado los de la vieja guardia, desechamos subir por asfalto, para hacerlo por Los Morales. Al fin y al cabo, llevábamos bicis de montaña, ¿no?
En estos primeros compases de la etapa me estaba encontrando fantásticamente bien, pero andaba algo preocupado por esa molesta tendencia que tengo a tirar demasiado desde el inicio. Por desgracia, era algo que no mucho tiempo después iba a pasarme factura. Hicimos una pequeña pausa para meter presión a la rueda trasera de Ángel, que estaba algo floja, y seguimos ascendiendo. Rondaban ya las diez de la mañana, y el calor era sencillamente brutal.
Poco después nos metimos en vereda, con la auténtica subida de Los Morales, y pronto empecé a pasarlas canutas, entre el tremendo calor, y el maillot de manga larga que llevaba para evitar quemarme con el sol: había tenido que optar esa mañana entre pasar calor o quemarme. Había optado por lo primero, y no había tardado demasiado en empezar a lamentarlo, en mitad de esas espantosas rampas con hasta el 23% de inclinación, en las que sólo podías respirar vaharadas de aire recalentado. Tuve que echar pie a tierra en unas cuantas ocasiones, antes de alcanzar la Fuente de los Piconeros.
A partir de la fuente, y ante el tremendo calor, marcamos un ritmo tranquilo: plato pequeño y piñón grande, y a subir con calma. Al fin y al cabo, como dijo Ángel más de una vez, se trataba de pasarlo bien, no de echar los higadillos. Con todo, llegamos al Lagar a las 10:42, con un tiempo de subida de 72 minutos, en los que habíamos hecho tres pausas de unos 10 minutos de duración en total. Para lo que estaba cayendo, no estaba mal.
Sin detenernos, iniciamos el descenso por el GR-48 en dirección a Las Jaras. Una divertida bajada, que actuó como un genial bálsamos para olvidar el espanto de la subida anterior. Abandonamos el GR-48 justo antes de que gire hacia el este, en dirección Los Villares, y tomamos una pista -primero- y un sendero -después- que llevan directamente hasta Las Jaras, donde llegamos al filo de las 11:00h… y donde aprovechamos para hacer una bien merecida parada para hincharnos a churros con chocolate. Bueno, con batido de chocolate y cola-cao, que la cosa no estaba como para meterse entre pecho y espalda un chocolatazo caliente.
Tras esta pausa de media hora, reiniciamos nuestra etapa. Sobre el papel, había previsto realizar un tramo de la vereda de la Pasada del Pino hasta las cercanías del Club de Golf, y volver de nuevo casi hasta Las Jaras. Pero vista la hora que era, y teniendo en cuenta que Ángel tenía que estar de vuelta antes de las 13:00h para dirigirse a Málaga, optamos por recortar el recorrido, volviendo directamente al Lagar de la Cruz por carretera, con Ángel en cabeza, marcando un ritmo suave al principio, pero cada vez más intenso, muy a su estilo cuando afronta rampas largas.
Por último, quedaba el enlace desde el Lagar hasta las Ermitas… que no pudimos menos que hacer por campo, bordeando la carretera CV-79.
…y donde tuvimos la segunda bajada divertida del día, hasta las Ermitas, donde me hinché de tragar polvo:
De nuevo sin pausa alguna -ya que no andábamos especialmente sobrados de tiempo- emprendimos el tercer y último descenso de la etapa: la cuesta del Reventón, que no tardamos mucho en ventilarnos, especialmente Ángel, que baja con unas dosis de acarajosacadismo enajenado que para sí quisiera Ari Vatanen en plena subida al Pikes Peak:
Aunque, eso sí, paramos a hacernos una bonita foto:
Finalizamos el descenso a las 12:25h. A Ángel no le quedó más remedio que salir corriendo a su casa, pero Javi y yo dimos por finalizada la etapa en su casa, donde nos esperaban birras, una excelente piscina, y un buen rato de palique.
El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/08/07: Los Morales – Las Jaras – El Reventón en un mapa más grande
Los datos de la etapa son los siguientes:
Etiquetas: córdoba, cuesta del reventón, lagar de la cruz, las ermitas, las jaras, los morales, mtb