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31 dic 20 Etapas en Sevilla: 29 y 31 de diciembre

Estos días estamos de vuelta por Santiponce, y para cerrar el año de manera adecuada, he realizado un par de salidas por los alrededores con Miguel, mi jefe en el trabajo, y mi compañero de pedaladas y fatigas. Han sido dos etapas breves, con idea de hacer algo de fondo, pero bastante divertidas. Y con algo en común: frío, mucho frío.

Frío, mucho frío

Frío, mucho frío

La primera de las etapas fue por las cercanías de Santiponce. Salimos del pueblo por la salida de La Algaba, para tomar la pista de Aljarafesa que hace las veces de trazado para el Camino de Santiago. Nos desviamos a la altura del nuevo parque fotovoltaico, para llegar hasta la gasolinera de La Venta de los Arcos. Tuve un pequeño percance mecánico: el cierre de la tija del sillín no estaba bien apretado, y se me iba hundiendo. Pero entre un viajero y la asistente de la gasolinera, me dejaron las herramientas para apretarlo un poco. Por desgracia, no sirvió de mucho, y al poco de seguir se siguió hundiendo. Desde allí retornamos a Santiponce por la Cañada Real de las Islas, hasta su cruce con la Vía Verde de Itálica, dejando la misma a la altura del Puente de los Vinateros. Un total de 22’24 km.

En cuanto a la segunda etapa, de cierre de año, la hicimos esta mañana en Mairena del Aljarafe. Salimos de Casa de Miguel hacia el puente romano del río Pudio. Nos encontramos el paso cortado por obras, y tuvimos que tomar un pequeño desvío. Una vez en el puente, giramos a la izquierda, para tomar la Cañada Real de las Islas hasta las cercanías de Coria del Río. De nuevo, un día helado.

Cañada Real de las Islas junto al río Pudio

Cañada Real de las Islas junto al río Pudio

Tras llegar al tanatorio de Coria, giramos a la derecha, para seguir por una pista hasta el enlace con el Camino del Rocío. Continuamos junto a la Ermita de San Diego, y alcanzamos el Aeródromo de La Juliana. Desde allí volvimos por la pistas que pasa junto a la Hacienda Torrequemada, para entrar de nuevo en Mairena. Recorrimos un total de 33’01 km.

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27 abr 13 Etapa ciclista: Mairena del Aljarafe – Vado de Quema (30/03/2013)

El Sábado Santo volví a salir a rodar con mi cuñado Fernando. La opción escogida esta vez, con la idea de que viera la mayor cantidad de zonas posibles en esots días, fue Mairena, y el entorno de los Pinares de Aznalcázar. Empezamos la etapa considerablemente tarde, a las 10:30h., ya que la idea era tomar el camino de la Venta del Río Pudio hasta el puente romano, continuar hasta Coria por la Cañada Real de las Islas, dirigirnos a continuación hacia el aeródromo de La Juliana pasando por la Ermita de San Diego, y volver a Mairena por el Cordel de Triana a Villamanrique.

Pero pronto vimos que esto no iba a ser posible. Salimos de la Cervecería Macarena, y pronto nos encontramos con una variación. La calle que comunica con la parte antigua de Mairena se encontraba cerrada por obras, por l oque tuvimos que subir hasta la rotonda del polígono Pisa. Desde allí enlazamos con el camino habitual, para bajar por el cmaino de la Venta hasta el Puente Romano. Lo cruzamos, y tomamos la Cañada Real. Pero apenas habíamos recorrido 500 metros cuando nos vimos metidos en un barrizal y, en mi caso, con las ruedas convertidas en sendos dónuts de barro arcilloso. No quedaba otra que dar media vuelta.

Así pues, volvimos al Cordel, y nos encaminamos hacia el aeródromo. Al pasar junto a la Hacienda de Torrequemada tuvimos la primera sorpresa del día: un convoy de carreteros que guiaban a carros de bueyes en plena faena en los olivares. Algo que me sorprendió sobremanera, ya que jamás lo había visto, si bien hay que admitir que, con la cantidad de barro existente, era una opción perfectamente válida para realizar las labores del campo:

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Pasamos la Hacienda, y nos encaminamos hacia el aeródromo. El día era excelente, con algo de viento, y no tardamos en ver a grupos de paracaidistas saltando en las inmediaciones. La avionetas aterrizaban y despegaban de manera casi permanente. No éramos los únicos, desde luego, que estábamos disfrutando de la jornada.

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Al llegar al aeródromo hicimos una breve parada. Era pronto y había ganas de seguir rodando, así que propuse a Fernando internarnos más en los pinares, y llegar al menos hasta la torre de Vigilancia de la Dehesa Nueva. Y si la cosa estaba bien, seguir hasta el Vado de Quema. Dicho y hecho. Seguimos avanzando por el Cordel, y pronto nos encontramos descendiendo por los Pinares de Aznalcázar, donde nos encontramos abundantes balsas de agua, que nos hicieron tener que rodar bordeándolas, algunas de las veces, por dentro de olivares, en otras, e incluso en alguna ocasión, jugarnos el tipo para atravesarlas:

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…aunque por suerte la sangre no llegó al río, ni mucha agua a las zapatillas. :mrgreen:

Una vez dejamos atrás la pista, llegamos al Cordel de los Playeros, en el que la arena campa pos sus respetos. Pero por suerte -algo bueno tenía que tener tanta agua- se encontraba bastante compactada, por lo que pudimos rodar bastante bien, y llegar sin muchos inconvenientes hasta la torre de vigilancia. Y ya que estábamos allí… bueno, pues no era cosa de dejar de ir al Vado de Quema.

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Llegamos al vado la filo de las 12:30h. La zona descanso junto a la virgen se encontraba arrasada por el paso de quads y de motos de trial, y convertida en un lodazal cruzado de marcas de neumáticos. Pero no era en lo único en lo que se notaba la cantidad de agua caída. El río Guadiamar se encontraba bastante alto y con mucha fuerza, por lo que el cruce del vado se encontraba impracticable. No era que pretendiéramos cruzarlo, ni mucho menos. Al menos, no íbamos con esa idea. Aunque ya puestos… :mrgreen:

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Pero no era el caso. Así que tras un breve descanso, dimos media vuelta, y nos dispusimos a volver a Mairena. De nuevo en la torre de vigilancia, optamos por volver tomando la variante ciclista que parte del norte del cámping, y que bordea los pinares pasando cerca del cortijo de Alarcón. Volvimos así, con menos problemas con la arena que en Cordel de los Playeros, hasta reencontrarnos con el Cordel de Triana a Villamanrique, que tomamos de vuelta hasta Mairena. Dimos por finalizada la etapa a las 14:30h en la cervecería Macarena, donde no pudimos menos que tomar un par de birras para remojar la etapa.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 55’407 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 26m 34s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 04m 30s
  • Velocidad media: 16’09 km/h
  • Velocidad máxima: 38’15 km/h
  • Pulsaciones medias: 121 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 159 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 2632 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 50B MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Mairena del Aljarafe – Vado de Quema

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29 ago 11 Etapa ciclista: Mairena del Aljarafe – Ermita de San Diego – Vado de Quema – Pinares de Aznalcázar (27/08/2011)

El sábado 27 mi amigo Pedro y yo volvimos a rodar por la zona de Mairena. COn la sola excepción de una pequeña etapa de entrenamiento por el aeródromo de La Juliana, hacía ya meses que no rodaba por la zona de Mairena, y tenía preparado algo especial para esa etapa: una incursión por la zona de los pinares de la Puebla del Río y, si había ganas, llegar hasta el vado de Quema. Dado que la etapa prometía ser algo larga, y que discurriría por zonas con abundante arena -con bancos que podrían tragarse a un hombre adulto- habíamos tomado dos medidas: salir a las 8:00h, y cambiar la cubierta trasera por una Small Block Eight de 2.1”. Y aunque tengo afición a llevar la Larsen TT de 1.9”, tengo que admitir que en las zonas donde abunda la arena la corta como escalpelo, clavándose en el banco hasta el fondo.

Así pues, monté la bici en el Alfa y me encaminé hacia Mairena del Aljarafe. Comenzamos la etapa un poco antes de las 8:15h., con una climatología ciertamente agradable: viento suave a favor, frescor en el ambiente y ni una sola nube en el cielo. No muchas horas después, íbamos a lamentar todo eso. Salimos de Mairena por el camino de la venta del Río Pudio, hasta alcanzar el puente romano. Allí giramos a la izquierda, por la Cañada Real de las Islas, camino de Coria del Río. Pasamos junto a Almensilla y el poblado de La Alegría, antes de girar a mano derecha, en las cercanías de Coria y la Puebla del Río.

Tomamos el camino de la ermita de Don Diego. Este camino nos llamó bastante la atención porque discurría entre campos de olivar que -contra cualquier costumbre conocida- estaban vallados por alambre de espino. La situación era un tanto sorprendente, ya que me recordaba bastante a los caminos rurales de la Galicia profunda: un pequeño sendero, encajonado en sendos terraplenes formados por las fincas contiguas, y cerrado por un vallado. La única diferencia era que en Galicia los vallados acostumbran a ser de piedra, no de alambre de púas. En fin. Seguimos avanzando en dirección oeste hasta que el camino se vio completamente cerrado por la vegetación. No nos quedó más remedio que colarnos entre la alambrada -que hábilmente había sido preparada por alguien para permitir el paso- y adentrarnos en un olivar hasta salvar la parte de camino comida por la vegetación, justo en el punto en el que nuestro camino desembocaba en uno más grande.

Tomamos este camino, claramente más cómodo de recorrer, siguiendo continuamente hacia el oeste. El camino que habíamos pasado a seguir se encontraba señalado por abundantes flechas amarillas -como el Camino de Santiago, rojas y blancas, lo que no dejaba lugar a dudas de que se trataba de un camino sumamente transitado, especialmente por rocieros. La presencia de la propia ermita de San Diego así lo atestiguaba.

Seguimos avanzando hacia el oeste. A las 9:30h, cuando ya llevábamos casi hora y media de recorrido, llegamos a un cruce de caminos, con una indicación hacia la Cañada de la Barca, en la zona de los Pinares de la Puebla del Río. Nos detuvimos unos instantes: la zona tenía un aspecto interesante, pero no era ese el día que exploraríamos la zona, sin ninguna guía ni prácticamente indicación a seguir: si esos pinares eran como los de Aznalcázar, constituirían un dédalo de senderos en los que sería fácil perderse. Aun así, la zona era atractiva a la cámara, y no pude menos que inmortalizar nuestro paso por la zona, con la esperanza de volver en otra ocasión para explorarla más detenidamente.

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Continuamos, siempre hacia el oeste. Hasta el momento los bancos de arena apenas habían sido una molestia ocasional, pero poco a poco su presencia iba haciéndose más y más molesta. Aunque eso no era nada comparado con el espanto que sabía que aún teníamos por delante. Apenas 10 minutos después llegamos a la Ermita de San Diego, donde hicimos una parada algo más larga, en la que aprovechamos para comer algo de fruta, para recuperar fuerzas.

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La zona era agradable: una pequeña mancha de pinos entre campos de olivos y frutales. Sin duda, una agradable escala para los rocieros en su marcha hacia Doñana.

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No nos detuvimos mucho más antes de continuar con la etapa: el fresco de la mañana, que tan fácilmente nos había hecho salir a rodar con alegría, poco a poco estaba dejando paso a un calor que prometía apretar a lo largo del día, que seguía siendo claro y sin una nube en el horizonte. Aún teníamos el viento a favor, y claro, eso ayudaba a confiarse.

Seguimos avanzando, y pasamos junto a la finca de la Juliana y el aeródromo del mismo nombre. Poco después llegamos hasta el cordel de Triana a Villamanrique, el principal camino seguido por los rocieros, y bastante más conocido por nosotros. Eran las 10:00h en punto, y nos encontrábamos bien de fuerzas. Decidimos seguir hasta los pinares de Aznalcázar y, si había ganas, seguir avanzando hasta el Vado de Quema. Y el caso es que hubo fuerzas.

Atravesamos los pinares siguiendo el trazado del cordel, famoso por sus trampas de arena. El camino realiza un suave descenso, primero, para luego transcurrir prácticamente plano hasta llegar a la carretera A-3114. Y esto, que podría parecer fácil, con la arena se transforma en una lucha constante. Lucha contra la arena que te impide avanzar, contra las ruedas que se clavan en la arena, y contra el deslizar de izquierda a derecha cada vez que intentas dar una pedalada. Por suerte hacía unos días que había llovido, por lo que la arena se encontraba algo compactada en algunas zonas, y con una ligera costra que permitía rodar algo más facilmente. Aun así, seguía siendo sumamente duro. Al menos las Small Block Eight se estaban portando razonablemente bien, y me permitían rodar sin que el avanzar constituyera una tortura. Aunque tengo que admitir que echaba de menos la cubierta High Roller de 2.35” que tengo guardada en la cochera de Córdoba.

Una vez que pasamos la carretera, y sabiendo que el vado de Quema estaba a tiro de piedra, ¿por qué detenernos ahí? Dejamos a nuestra derecha la torre de vigilancia de incendios, y recorrimos los escasos 5 kilómetros que nos separaban del vado, por una pista asfaltada que respondía al nombre de Cordel del Camino de los Playeros, y que no deja de ser parte del Cordel de Triana a Villamanrique. Y así, con viento a favor y en suave descenso, llegamos a uno de los puntos rocieros por excelencia: el Vado de Quema.

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(Nota: no es que el contacto con las famosas aguas del río Guadiamar en el vado del Quema dieran a unos protorocieros ciclistas como nosotros -o al menos a Pedro- el poder místico de la bilocación: el milagro sólo lo es desde el punto de vista tecnológico. Gracias, autostitch)

Eran las 11:00h, y habíamos alcanzado el punto más lejano de nuestro recorrido. O al menos lo sería, si dejábamos de remolonear en torno al vado, el área de descanso, y la pequeña ermita con una imagen de la Virgen del Rocío que se alzaba en la zona, protegida por una gruesa malla de acero para evitar desperfectos, quién sabe si causados por el propio fervor popular. :mrgreen:

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El caso es que ahí estábamos, y ahí estaba el vado. El calor se empezaba a notar, y ya puestos… ¿por qué no cruzar el vado? Porque una cosa era llegar al límite propuesto, y otra sobrepasarlo. Y llegados al sitio… bueno, sería triste volver para decir que no habías pasado el vado. Total, el caso es que como no había nadie para vernos hacer el ridículo, nada nos detuvo cuando descendimos hasta el vado, primero, y cuando metimos rueda en el agua, después. Y así, chorreando agua por encima de los tobillos, cruzamos el vado del Quema. Ya habíamos pasado el bautismo rociero. Sólo que ahora teníamos que darnos la vuelta y volver a Mairena. La vuelta, eso sí, la hicimos por un apañado puente que se alza apenas una decenas de metros aguas arriba del Guadiamar.

Y fue aquí donde empezamos a lamentar las excelentes condiciones de la mañana cuando salimos de Mairena: el viento a favor, el frescor y el excelente día nos habían hecho llegar lejos, muy lejos. Para encontrarnos que ahora el viento era de cara, el día claro lo seguía siendo, pero con el sol mucho más alto, y el frescor no era más que un agradable recuerdo. Tocaba apretarse los machos. Habíamos recorrido algo más de 30 kilómetros, y nos quedaba otro tanto de vuelta.

Desandamos el cordel del Camino de los Playeros hasta los pinares de Aznalcázar sin gran novedad, salvo que el hambre empezaba a hacer mella en mí. Al menos esta vez iba sobrado de agua. Optamos por atravesar el pinar por un camino algo más al norte, cercano al cortijo de Alarcón, con la esperanza de que este camino estuviera menos invadido por la arena. Futil esperanza, ya que no sólo no tenía menos arena, sino que nos encontramos incluso más. Al menos tuvo una ventaja: el trazado era considerablemente más plano en su parte final que el cordel de Triana a Villamanrique, por lo que nos ahorramos realizar ls subida por la arena. Sin embargo, tardamos tres cuartos de hora en recorrer los escasos 4500 metros que separaban la carretera de la entrada de los pinares.

Una vez salimos de los pinares el camino se hizo bastante más cómodo. Pero Pedro, que había hecho un considerable esfuerzo para mover sus cubiertas de 2.35” por las dunas que acabábamos de pasar, recibió la desagradable visita del tío del mazo, acompañado de unos molestos pinchazos en los cuadriceps. No nos quedaba más remedio que bajar el ritmo en la vuelta, a fin de evitar un chungo como el que yo mismo había sufrido en una etapa similar un año antes. Así pues, nos lo tomamos con calma.

Volvimos hasta el aeródromo de la Juliana, y seguimos en dirección al puente romano del río Pudio. Cruzamos la carretera de Almensilla al filo de las 13:00h, y pasamos por el cortijo de Torre Quemada tras 10 minutos de rodar tranquilo, antes de empezar el descenso hasta Entrecaminos. A esas alturas los brazos, especialmente el derecho, empezaban a arderme. Si no me equivocaba, estaba a punto de recuperar casi todo mi corte ciclista. E incluso la mancha de moreno de la mano provocada por los agujeros de los guantes en donde el velcro tiene su cierre.

A las 13:20h empezamos el último ascenso de la jornada, el del camino de la Venta del río Pudio. Apenas 2 kilómetros hasta Mairena, y 3’5 hasta el final de nuestra etapa. Finalizamos el ascenso con calma, y descendimos por carretera hasta casa de Pedro, con una parada incluida en un lavadero para adecentar las bicis. Dimos por finalizada la etapa a las 13:41h, después de 56’9 kms., y casi 5 horas y media de etapa. Una etapa sin grandes subidas, cierto, pero con tramos sumamente duros por la arena. Una etapa con tramos ciertamente interesantes, y con grandes perspectivas para realizar recorridos alternativos. Habíamos sufrido, sí, pero había merecido la pena.

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/08/27: Mairena del Aljarafe – Vado de Quema – Pinares de Aznalcázar en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 56’9 kms.
  • Tiempo empleado: 5h 28m 22s
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10 abr 11 Etapa ciclista: Mairena del Aljarafe – Pinares de Aznalcázar (03/04/2011)

El domingo 3 de abril volví a salir con mis compañeros de Sevilla con la bici. Hacía ya algunas semanas que sólo salía en Córdoba, y me apetecía volver a rodar con ellos. Además esta etapa tenía como novedad la incorporación de Jesús al pelotón. Después de más de una década sin dar pedales, se había convencido de volver a coger la bici. Una decisión muy sabia. :mrgreen:

Dado que teníamos una nueva incorporación que necesitaba rodaje, nos decidimos a realizar una etapa relajada: Mairena del Aljarafe – Aeródromo de La Juliana. Una etapa de unos 28 kms. entre ida y vuelta, bastante plana, pero agradable para ir haciendo piernas. Además, tampoco le vendría mal a Manolo, que tras unos meses sin salir con nosotros, se había decidido a volver a salir. Dicho y hecho.

Salimos Miguel, Manolo, Jesús y yo de la cervecería Macarena de Mairena a las 9:10h en dirección Mairena pueblo, en una mañana fresca y gris, que no tenía nada que ver con el tiempo que habíamos tenido el resto de la semana. A decir verdad, era agradable rodar con ese tiempo, pero la chaquetilla no me sobraba, y el no parecía que fuera a mejorar -más bien lo contrario- a lo largo del día. Sin mucha novedad llegamos al pueblo, y emprendimos la bajada hasta el puente romano sobre el río Pudio.

Desde el puente seguimos en dirección al aeródromo, sin gran novedad. Manolo y Jesús iban bastante bien, con un ritmo bastante ligero. Tan ligero, que los 14 kms. hasta el aeródromo, que recorrimos en una hora escasa, se les hicieron cortos. Una vez alcanzado ese punto, sugerí dar la vuelta. No quería forzar demasiado la máquina para ellos, ya que pese a que el perfil de la etapa era bastante plano, la vuelta la íbamos a hacer en ligero ascenso. Pero decidieron continuar. Miguel y yo apostamos por seguir hasta los pinares de Aznalcázar, siguiendo el recorrido del cordel de Triana a Villamanrique, por donde los rocieros peregrinan anualmente. La zona de los pinares es bastante divertida, con un cambio de paisaje tremendo con respecto al olivar que no nos había abandonado desde Mairena, pero con unas trampas de arena bastante fastidiosas. Manolo y Jesús estaban decididos a seguir adelante. Sin más preámbulos, reemprendimos la marcha.

Pasamos la finca La Juliana y alcanzamos los primeros pinares. La mañana seguía fría, y el descenso por los pinares no contribuía a calentar el ambiente. Además, el camino estaba cuajado de grandes charcos de agua, que nos obligaban a bordearlos saliéndonos hacia la maleza, o bien a echarle valor y atravesar el agua pestilente. Al menos, no estábamos teniendo demasiadas trampas de arena… hasta que salimos a un claro, bien conocido por Miguel y yo, que era la primera de las trampas de arena de verdad. Miguel la pudo salvar razonablemente bien con sus cubiertas de 2.35”. A mí, con las de 2.10” me costó algo más. Jesús las pasó razonablemente bien y Manolo, con cubiertas 1.90”, se quedó clavado. Paramos un momento para consultar el GPS y el velocímetro. Llevábamos más de 18 kms., lo que hacía que la vuelta se fuera hasta los 36, mínimo. Era momento de dar la vuelta. Por no volver por el mismo camino, aprovechamos el dédalo de senderos que cruzan los pinares, para dirigirnos hacia el norte, hasta el cortijo de Alarcón, para posteriormente girar al este, y enlazar de nuevo con el cordel. Reanudamos la marcha entre los pinares. Como era de esperar, las trampas de arena no habían hecho sino empezar.

Nos tocó sufrirlas un rato. El que peor lo pasó, merced a que llevaba las cubiertas más finas, fue Manolo. Por suerte, apenas tuvimos que sufrir 3’5 kms. de dunas, antes de volver a salir al cordel. Para colmo, una lluvia fina hizo acto de presencia. Tocaba volver rápidamente a Mairena. La vuelta no tuvo grandes novedades, salvo una caída de manolo en una trampa de arena, al vadear un arroyuelo junto a la Hacienda Monasterejo, que lo dejó marcado el resto de la etapa. Jesús, por su parte, empezó a sufrir tirones en los cuadríceps. Pese a que había aguantado bastante bien, la etapa estaba empezando a pasarle factura. Llegamos de nuevo al puente romano sobre el Río Pudio. Manolo, que había decidido no parar, ya que una de las rodillas le molestaba a raíz de la caída, se equivocó de camino, y subió por la izquierda, por el trazado del Cordel. Para no perderle, dejé a Miguel y Jesús, y fui a buscarle. Le alcancé, pero dado que no se encontraba en condiciones de dar la vuelta, subimos a Mairena por este camino, para posteriormente ir a la cervecería Macarena, punto de finalización de etapa, a donde llegamos a las 12:10h. Contrariamente a lo que esperaba, Miguel y Jesús no se encontraban allí. Conseguí contactar con ellos, y nos estaban esperando en Mairena pueblo, que dejaron tras la llamada para venir al punto de encuentro.

Mientras tanto, Manolo y yo aprovechamos para lavar las bicis en la gasolinera de la zona, ya que teníamos las bicis emborrizadas en arena. Cuando estábamos terminando de limpiarlas, llegaron Jesús y Miguel, cabalgando justo por delante de la tormenta, que empezó a descargar justo cuando terminamos de lavar las bicis. Así que, sin más novedad, dimos por finalizada la etapa.

El mapa de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/04/03: Mairena – Pinares de Aznalcázar en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 40’837 km.
  • Distancia (según el GPS): 39’7 km
  • Tiempo de etapa: 2h 33m 48s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 41m 20s
  • Pulsaciones medias: 120 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 174
  • Consumo medio de calorías: 800 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1330 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 30m 35s
  • Consumo total de calorías: 2240 kcal
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03 jun 10 Entrenamiento ciclista: Mairena del Aljarafe – Coria del Río – Almensilla – aeródromo

Esta mañana hemos vuelto a salir con la bici varios compañeros del trabajo. A diferencia de las etapas anteriores, esta vez la salida no la hemos realizado por los alrededores de Santiponce. En esta ocasión hemos salido de Mairena del Aljarafe. El plan previsto era tomar el camino de la venta del río Pudio, para enlazar por con el cordel de Triana a Villamanrique (que es el que siguen los rocieros para llegar hasta cierta aldea almonteña) hasta donde hubiese ganas.

Sin embargo, a la altura del puente romano sobre el río Pudio, tomamos por error la cañada real de las Islas, que recorrimos hasta casi Coria del Río. Desde allí cogimos la A-8052 hasta después de Almensilla, donde recuperamos el cordel que teníamos intención de recorrer. Seguimos avanzando hasta un aeródromo que hay pasado el vado del arroyo Majaberraque. Este fue el punto más lejano que alcanzamos, el cruce del cordel de Villamanrique con el cordel de La Puebla del Río. Retornamos siguiendo -esta vez sí- el cordel hasta el puente romano del río Pudio (no sin antes cruzarnos con lo que parecían las obras de la SE-40), y desde allí enlazamos hasta Mairena por el camino de la venta.

Este es el recorrido en Google Maps. Por alguna razón la línea de la etapa no se ve contínua en la miniatura, ya que al importarlo la ha partido en varios trozos, que es necesario ver por separado:


Ver Mairena del Aljarafe – Coria del Río – aeródromo en un mapa más grande

La longitud de la etapa fue de 36’1 km., que recorrimos en el respetable tiempo de dos horas y media.

Esta etapa me ha gustado bastante, sobre todo por las grandes posibilidades de enlace que ofrece con otros recorridos que conozco por la zona más cercana a Santiponce. Tengo ganas de seguir enlazando etapas por la zona. O como bien dice Rafa, “seguir peinando el Aljarafe”.

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