Desde que volvimos de Forcarey (y de las vacaciones en Almería) he estado saliendo a rodar al alba por las cercanías de Santiponce. El calor de estos días hace que sea mucho más agradable salir a rodar a esta hora que más tarde por la mañana, o incluso por la misma tarde. En varias de las ocasiones no me he podido resistir a llevar el dron. El siguiente vídeo es el resultado de ello:
Está rodado en la Caña Real de las Islas (o de Isla Mayor), entre Santiponce, Salteras y Guillena. En el vídeo se aprecia tanto la Cañada real en sí, como la Mina de cobre Las Cruces, el viejo puente ferroviario de las minas de Aznalcóllar sobre el arroyo del Judío, y el cortijo de Villadiego.
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Seguimos con los cambios en la Super BH L6000 que tengo gravelizada en Santiponce. En este caso, es más bien una marcha atrás. Hace algún tiempo le cambié a esta bici el manillar original de 380mm por uno más ancho de 440mm, a fin de ganar más estabilidad a la hora de ir con ella por pista. Pero con la potencia de la bici era de las antiguas de 1”, no admitía el manillar de 440mm, de 1”1/8, así que tuve que ponerle una potencia de tipo ahead con un adaptador para el cuadro. Desde el punto de vista funcional el resultado era estupendo, pero desde el punto de vista estético no me acababa de convencer, ya que rompía las líneas finas del cuadro de acero con un elemento de un grosor muy superior.
El caso es que conseguí encontrar un manilla de carreras de una medida similar (en teoría, de 460mm, pero en la práctica, al llegar el pedido me encontré con que era de 420mm), y de 1” de diámetro, así que me decidí a volver a poner la potencia original con este nuevo manillar. El resultado me gusta mucho más, aunque tuve que hacer algunos retoques: el principal, el pintar el manillar en planta, ya que el color original era negro.
Aprovecho para comentar que he tenido una magnífica experiencia con Bicicletas Kaba, en Camas. Necesité llevar la bici para realizar algunos ajustes en el centrado de la rueda trasera, así como en la corona 32-13 que instalé hace algunos meses. Un trabajo excepcional y un trato aún mejor de Alberto y Rosa, los propietarios. Si necesitas una tienda y taller de referencia, ellos son tus personas.
Etiquetas: gravel, super bh l6000
El domingo 26 de junio de 2022 realicé una etapa ciclista con mis cuñados Slava y Fernando. Fue un día en el que tocó madrugar, porque me tocaba recorrer los casi 100 kilómetros que hay entre Forcarey y Salvatierra, parando a recoger por el camino a Fernando. Pero la etapa lo merecía. Dado que habíamos quedado a las 9:00h, salí de Forcarey a las 7:00h. Recogí a Fernando, y nos encaminamos a Salvatierra por la carretera de Mondariz. Llegamos al filo de las 9:00h a Salvatierra, y tras montar las bicis, empezamos a rodar sobre las 9:10h. La idea era recorrer el viejo recorrido del ferrocarril que va desde Monçao, en Portugal, y que bordea el río Miño, hasta donde tuviéramos ganas. Un recorrido del que Slava me había hablado algunas veces, y que me apetecía recorrer, sobre todo por tener un buen estreno en distancias largas de la Super BH L6000 nº2. Fernando, por su parte, iba en su bici eléctrica Specialized, y Slava con su bicicleta de montaña Mondraker.
Como decía, empezamos a rodar sobre las 9:10h, cruzando el puente internacional para dirigirnos a Monçao. Tuve algunos problemas de roces de la rueda trasera en las vainas del cuadro, que no había experimentado antes. Tras parar e intentar ajustar un par de veces, renuncié a tener un rodar limpio, y seguimos avanzando. Al poco de pasar el puente, y recién llegados a un centro comercial, tomamos el comienzo de la Ecopista, que es como se denomina al viejo trazado del ferrocarril reconvertido en pista de paseo -vendría a ser lo que en España se llaman vías verdes-. Como íbamos en dirección a la desembocadura del río, el trazado tenía un suave descenso como promedio, si bien con sus ocasionales desniveles. En general, se trataba de un trayecto muy agradable, entre arboledas, y siempre con el Miño a nuestra vista. Pasamos por Cortes, Bouças, Lapela y Eirado, antes de llegar a Ermegil. Habíamos hecho unos 11 kilómetros en algo menos de una hora. Por el camino, había descubierto el problema con la rueda trasera: exceso de presión. Para rodar más cómodo por la vía verde, había subido la presión de la rueda a unos 5 bares. A esa presión, el neumático había dilatado bastante, y como va muy justo, empezaba a tocar con las vainas. Apenas con bajar la presión a 4 bares, el problema quedó solucionado.
Desde este punto, optamos por abandonar el trazado principal de la ecopista para tomar una alternativa, a mano derecha, que transcurre por una carretera rural más pegada al río. Avanzamos con tranquilidad, para llegar tras un rato a las cercanías del Puente Internacional de Tuy (o, como lo llaman los portugueses, la Ponte Rodo-Ferroviária de Valença; simple cuestión de perspectiva). No me pude resistir, y no tardé en sacar el móvil para tomar algunas fotos.
Seguimos avanzado, y tras llegar a la base del puente, salvamos el desnivel desde el cauce del río, para subir hasta la plataforma principal del mismo. No pensaba cejar en mi pasión por las fotos, así que cruzamos de vuelta a España, donde nos tomamos algunas fotos en la vieja garita aduanera…
…y una vez más en Portugal, en la de la Guardia Republicana:
…además de haciendo el indio con la vista del puente. A esas alturas eran ya las 10:30h hora española (9:30h hora portuguesa), y nos decantamos por entrar en la Fortaleza de Valença para tomar un café con pastelitos. Recorrimos la fortaleza, hasta encontrar la cafetería que mejor nos acomodaba.
Tras el café, volvimos a la ecopista. Eran ya las 11:15h, y bajamos de Fortaleza hasta el río. Durante la bajada empecé a notar algo extraño. Algo de frío, y un poco de cansancio. De nuevo en la ecopista, continuamos rodando, pero sabiendo que no tendríamos que tardar mucho en volver, porque la idea era estar sobre las 13:00h en Salvatierra, para que no se me hiciera muy tarde antes de llegar a Forcarey. Resolvimos seguir avanzando hasta las 11:45h, y luego dar la vuelta. Teníamos idea de seguir hasta Vila Nova de Cerveira, pero no teníamos claro que fuera posible. En nuestro recorrido combinamos la ecopista, parte del Camino Portugués de Santiago, tramos junto a un ferrocarril operativo, y una antigua calzada romana, de la que un puente romano daba testimonio:
En realidad, nos quedamos a medio camino, en São Pedro da Torre, donde había un curioso mirador al río:
…donde no me pude resistir a dar la nota. Tocaba volver, y como suele ser habitual, hicimos la vuelta a un ritmo bastante más alegre que la ida. Entre otras cosas, porque obviamos pasar por la Fortaleza, y apenas cruzamos la parte moderna de Valença. Además, seguimos el trazado original de la ecopista, en vez de la variante pegada al río, lo que nos hizo ir a un ritmo bastante alegre. Ese tramo tiene unas rectas bastante impresionantes, donde no me pude resistir a probar de lo que era capaz con la gravel, en su combinación de 36×11. Un resultado bastante decente, un pico de 45 km/h. Seguimos desandando el camino, y pronto nos encontramos de vuelta en Monçao. Cruzamos de vuelta el puente, y dimos por finalizada la etapa en Salvatierra a las 12:45h, tras un trayecto de 48’5 kilómetros, en un entorno estupendo para disfrutar de un día de ciclismo, y con estupenda compañía.
Lo malo vino después. Notaba un cansancio que no se justificaba por la dureza de la etapa, pese a los kilómetros realizados. Dejé a Fernando en su casa, y llegué a Forcarey, conduciendo con bastante flojera. Esa tarde me hice un test de antígenos, que confirmó lo que me estaba temiendo. Positivo en coronavirus. Los siguientes tres días los pasé con mucha fiebre, escalofríos, temblores, y la garganta en carne viva. Tardé una semana en sentirme restablecido, y 11 días en dejar de dar positivo.
Datos de la etapa:
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Ayer estuve haciendo algo de bici. Una cosa relajada, simplemente para desoxidarme un poco, estirar las piernas, y tener una excusa para bajar al río Lérez. Y es que estos días está haciendo calor -calor húmedo- en Forcarey. No es la locura de Córdoba o de Sevilla, pero cuando no tienes aire acondicionado, también machaca un poco. El caso es que, como decía, tenía ganas de bajar al río. Y de rodar un poco con la Super BH. Y no me pude resistir.
No es el trazado más adecuado para este tipo de bici. Mucha piedra, recorrido ratonero, y abundante hojarasca, que con cubiertas finas te llevan a patinar más de la cuenta. Pero si no hubiera ido con esta bici, me habría perdido esta foto. Luego, en el río, no pude menos que bañarme. El primer baño en el río de la temporada. EL agua estaba aún algo fría, pero con el calor era de agradecer. También es cierto que no me quedó otra. Me había bajado el dron, y como no lo calibré adecuadamente antes de salir, acabó en el fondo del Lérez, de donde tuve que sacarlo.
No voy a decir que no supiera que iba a acabar así. Bañándome, quiero decir. No en balde, había salido de casa con el bañador puesto. Pero no esperaba que fuera a resultar tan necesario. Al menos, tuve una excusa para echarle valor y nadar de punta a punta del río.
Una vez de vuelta a casa, tengo que decir que la Super BH L6000 gravelizada es un demonio para subir. Sin darle especialmente, mejoré de manera tremenda mis tiempos en la subida a Gaxín, y en la subida a Forcarey desde Ponte. Es divertida de montar. Muy divertida. Y el trayecto, pese a ser apenas 6 kilómetros, lo merece.
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El domingo 12 de junio realicé una etapa ciclista por La Fracha, en las cercanías de Vilarchán. Esta vez salimos un grupito de 4 personas, Fernando, Álex, Víctor y yo. No recuerdo cuándo fue la última vez que salí con tanta gente, y la verdad es que es algo que se echa en falta. Lo interesante del asunto es que sumábamos dos bicicletas eléctricas, y dos convencionales. Una combinación interesante. Empezamos a rodar a las 9:30h, saliendo de casa de Fernando. Tomamos un camino que pasa por medio de un grupo de eucaliptos, para salir a la carretera de Pontevedra a Puente Caldelas. Cruzamos la carretera, y empezamos a subir por un camino que conduce hacia Justanes y que, poco a poco, acaba llevando hasta la Cruz del Brasil. Desde allí, empezamos a subir camino de la Cama do Home, una roca en lo alto de un risco que domina todo el entorno. Se trata de una buena subida, con tramos de sube y baja por caminos en un estado razonable, pero que tiene un terrorífico kilómetro final hasta la Cama, con rampas que llegan a alcanzar el 17%.
Una vez en la Cama do Home, paramos a charlar un rato y reabastecernos, antes de reemprender la etapa. Bajamos por un cortafuegos, en el que Álex, Víctor y Fernando bajaron estupendamente bien, pero que a mí se me atragantó un poco. Cosas de no tener tija telescópica, y de no tener dominado el terreno. Aun así, fue divertido. Volvimos a aparecer en la Cruz del Brasil, y desde allí emprendimos el camino de la cantera, del que guardo un infausto recuerdo. Esta vez conseguimos atravesar la cantera sin novedad. Seguimos avanzando, cruzándonos con ocasionales grupos de ciclistas, hasta llegar a un camino que, a mano derecha, sube -segunda gran subida del día- hasta el mirador de Legua da Chan. Esta subida estuvo a punto de atragantárseme, pero no salí demasiado mal de ella.
Tras parar un poco en el mirador, emprendimos el camino de vuelta. Bajamos por carretera hasta una nave sobre el polígono, donde tomamos un camino que nos acabó llevando a Baltar, donde bajamos por carretera hasta la pista que al principio de la mañana habíamos tomado para venir desde Vilarchán. El final de la etapa fue realizar el camino en sentido inverso, para volver al punto de salida. Una buena etapa en una estupenda compañía.
Datos de la etapa:
Etiquetas: cama do home, cruz del brasil, la fracha, legua da chan, mtb, vilarchán