12 may 09 Flor de cactus

Entre las muchas plantas que me he traído de Córdoba para la casa de Santiponce (y entre las que he comprado aquí, pero esa es otra historia), se puede destacar un cactus que ha ido pasando entre los miembros de mi familia de generación en generación, y que se remonta a una remota antepasada nacida en México. De pequeño siempre me había parecido una planta horrorosa: una especie de dedos de color verde, cubiertos de pequeñas espinas que se entrelazaban unas con otras, no con el objetivo aparente de pinchar a un hipotético atacante, sino más bien de formar una especie de malla que protegiera el cuerpo de la planta. Y esos dedos, que empezaban a crecer de la manera más anárquica posible en el tiesto, no tardaban demasiados meses en empezar a derramarse por el borde de éste, cual si fueran un cubo de espaguetis pasados de fecha.

Pero pasa el tiempo, creces, y aprendes a valorar el singular aspecto de esta planta, así como la historia que lleva asociada. Por ello, cuando me vine a mi nueva casa, no pude dejar de traerme una pequeña muestra de la planta: apenas tres de esos dedos. Siguen siendo tres, pero uno de ellos, sin dejar de sorprenderme, ha florecido:

A veces la Naturaleza nos sorprende con retazos de belleza en sitios donde no los esperamos.

Etiquetas: cactus, flor