El sábado 28 de abril estuve haciendo una nueva etapa con mi cuñado Slava por las cercanías de Forcarey. Le ha gustado la zona -entiendo por qué- y es agradable tener compañía para rodar por estos lares, así que tras la etapa del fin de semana anterior, no podíamos menos que repetir. De nuevo, salimos por la tarde, y quizás fue el único fallo de la jornada (aunque fallo que no podíamos evitar, ya que tenía unos compromisos en Santiago por la mañana que hacía que no pudiera llegar antes), ya que la tarde se adivinaba calurosa y húmeda, como acabó siendo. Empezamos a rodar al filo de las 16h, subiendo hacia Forcarey, y desde allí girando a la derecha por la carretera de Dosiglesias. Al poco de salir a la carretera, la dejamos por la derecha, tomando la bajada que lleva hasta el río Lérez. Se notaba que había llovido y hecho calor esos días, porque la vegetación había crecido de manera espectacular. Tanto, que me confundí en un tramo de la bajada que andaba comido de maleza, y acabamos en un prado. Vueltos sobre nuestros pasos, continuamos bajando hasta el Lérez, que atravesé sin poner pie en tierra, pero con agua hasta las rodillas. Muy divertido.
Slava cruzó por el paso de piedra, y ya en el otro lado del río, subimos hacia Pontemaril, y desde allí, acometimos la subida hasta el Castro de Loureiro. Nos desviamos y entramos en el castro, para encontrarlo -de nuevo- comido por la maleza. Nada que se pudiera hacer. Volvimos al camino, y desde allí a la carretera. Hicimos la subida hasta Valiñas -dura y calurosa-, y continuamos por el coto, subiendo sin descanso hasta salir a la carretera PO-534. Desde allí giramos a la derecha, en busca de la pista que entra en el parque eólico. La tomamos, y no tardamos en dar con los primeros generadores. Ahí el calor y la falta de vegetación se dejaban notar -al menos, en mi caso - pero estaba siendo una etapa estupenda. Como íbamos bien de tiempo, en vez de dirigirnos hacia la subestación, optamos por ir hacia las Neveras de Fixó. Descendimos un rato por la cresta de la montaña, y llegamos a las neveras, donde paramos un rato.
Reemprendida la marcha, no me pude resistir a que nos desviáramos para ir hasta el mirador de Grobas. Se trata de un mirador desde el que se puede contemplar el valle que excava el río Grobas, y en el fondo del cual se halla la aldea abandonada del mismo nombre. Había estado en la otra ladera, y bajado hasta la aldea, pero no había estado nunca en el mirador. Y ya lo creo que vale la pena.
Tras la parada en el mirador, emprendimos el camino de vuelta. Por no regresar exactamente por el mismo sitio, giramos a la derecha camino de un grupo de generadores. Tuvimos que afrontar una subida técnica y dura, que dio paso a una de las pistas de mantenimiento. Desde allí, acabamos volviendo al camino principal, y esta vez sí, tomamos el camino de la subestación. De acuerdo a lo previsto, nos desviamos a la izquierda, para salir a la aldea de A Noveliza, en una divertida bajada. Allí volvimos a cruzar sobre el Lérez (segunda vez en el día), apenas un hilo de agua, ya que nace justo al lado de la aldea. Tomamos un tramo de carretera hacia A Rochela, que dejamos por la izquierda, en una bajada que lleva hasta un camino que va hacia el monasterio de Aciveiro. Es un tramo muy adecuado para gravel, que algún día tengo que recorrer con la Super BH L6000 de aquí. Cruzamos el Lérez -tercera vez-, y tras un poco de subida, emprendimos bajada, que abandonamos antes del final, para dirigirnos al monasterio por la aldea de Vilaverde.
No tardamos en llegar al monasterio, donde hicimos una breve parada para descansar, y abastecernos de agua, aprovechando que estaba abierto. A esas alturas Slava estaba ya sin agua, y el brebaje que yo llevaba (mi viejo clásico, agua, zumo de dos limones, azúcar y sal) me estaba torturando más allá de lo razonable, ya que no había atinado con las proporciones. Una vez reabastecido, gracias a la amabilidad de uno de los empleados del hotel, seguimos por carretera para pasar junto a Aldón, pasamos de nuevo el Lérez -cuarta vez- por carretera, y acabamos saliendo a la carretera de Silleda. Desde allí, emprendimos el camino de vuelta a Forcarey, que no tardamos en abandonar, a la altura del aerogenerador solitario, por una carreterita a mano derecha. Allí, poco después, tomamos una pista a la izquierda, para bajar por camino hasta Córneas, en una bajada muy divertida. En Córneas tuvimos un percance interesante, al salirnos dos perrazos de una casa. Poco faltó para que se nos echaran encima; en mi caso, tuve que parar, y apaciguar a los perros. Por suerte, no hicieron nada, pero era para haberse llevado un susto.
Retomado el camino, salimos de Córneas a mano derecha, buscando un viejo camino que comunica con Forcarey, y que tuve ocasión de conocer en la bajada que hice por As Rabadeiras hace algunas semanas. Puestos a volver a Forcarey, mejor por sombra y un camino agradable que por asfalto. Y así fue. Volvimos a salir a la carretera de Dosiglesias, y volvimos a Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 19:22h, tras algo más de 35 kilómetros de etapa estupendamente aprovechada.
Datos de la etapa:
Etiquetas: castro de loureiro, forcarey, mirador de grobas, monasterio de aciveiro, mtb, neveras de fixó
Y ya van 14. Hoy el Madrid ha ganado la Copa de Europa ante el Liverpool, en un partido intenso en el que el héroe ha sido el portero Curtois. Un partido que empezó con 36 minutos de retraso por el intento de colarse en el estadio de hinchas del Liverpool y de parisinos, todos ellos sin entrada. Y es que la final no podía ser, en el sentido de la zozobra para ganarla, de lo que ha sido el resto de la competición. Una competición en la que perdimos -en casa, además- frente al Sheriff de Tiraspol, pero en la que luego nos quitamos de en medio a París Sant Germain, Chelsea (campeón del año anterior), Manchester City, y finalmente ahora el Liverpool.
Victoria que, como no podía ser menos, he celebrado con la Birra de la Victoria. Esta vez se ha tratado de una Guinness Drought, servida en un vaso estrenado para la ocasión.
Etiquetas: birra de la victoria, copa de europa, liverpool, real madrid
El sábado 21 de mayo hice una etapa ciclista por el entorno de Forcarey, con la interesante novedad de que lo hice acompañado. Mi cuñado Slava, que tenía bastantes ganas de salir por esta zona, me propuso salir a rodar, y no pude menos que aceptar. El día, en principio, no parecía el más propicio, ya que se habían anunciado tormentas en la zona, pero al final resultó ser bastante bueno, ya que el cielo estuvo cubierto toda la tarde, apenas nos cayeron unas gotas (salvo al final, que nos cayó un chaparrón bien curioso), y nos libramos de tener calor o mucho sol.
Como decía, salimos a rodar por la tarde. Empezamos la etapa pasadas las 16:45h, y salimos de Forcarey en dirección a la Chamosa. Slava me había pedido hacer una etapa bonita, y decidí componer un recorrido con algunos de los puntos más interesantes de las cercanías de Forcarey. Lo de las cercanías fue sobre todo por la amenaza de tormenta, por lo que había priorizado sitios cercanos, de los que podríamos volver rápidamente en caso de tormenta fuerte. Empezamos descendiendo a la cascada de La Chamosa por Tras do Lombo, que tiene algunas bajadas y subidas bastante divertidas. Tras parar en la cascada, subimos a la Chamosa por la calzada de piedra, para desde ahí salir a la carretera, y seguir hacia O Salgueiro. Allí continuamos por el Camino Miñoto, pasando por el tramo de camino de piedra, y después la dura subida por asfalto hasta el observatorio.
Desde el observatorio, giramos a la izquierda para tomar la pista que lleva hasta A Mámoa, un tramo bien divertido, que conjuga pista de tierra, un descenso por grava, el vadeo del arroyo que forma la cascada, y después una subida sostenida por antiguo camino hasta A Mámoa. Allí enlazamos con el Camino de los Arrieros, para bajar por pista hasta Puente de Gomail.
Desde el puente, subimos por la corredoira hasta Gaxín, para allí seguir por carretera a través de Cachafeiro, para llegar hasta la zona recreativa de la Freixeira. Paramos un rato para reponernos del esfuerzo, y continuamos por el Camino, siempre en dirección contraria. Éste, que había sido limpiado hace algunos meses, empezaba a estar otra vez comido de vegetación. ¡Es lo que tiene Galicia!
Salimos momentáneamente a carretera, para volver a tomar la pista, en un primer tramo con bastante barro, y posteriormente con una subida interesante, y algo más de vegetación. Salimos a Vilar, y allí giramos a la derecha por carretera, para pasar junto a Fontela y Acivedo, y seguir hasta dar con la carretera que lleva a Forcarey, a la altura de la cementera. Desde allí bajamos a Vilariño, para seguir por el antiguo camino empedrado hasta el Puente de Parada. La bajada estaba algo peor de lo que recordaba, y entre eso y la humedad de las lloviznas, hacía que fuera bastante peligroso, así que tuvimos que bajar un rato a pie, hasta las cercanías del puente, donde hicimos una nueva parada.
Cruzamos el puente, y subimos hacia Parada. La subida, aunque muy técnica, estaba mejor que la bajada desde Vilariño, y pudimos hacerla casi entera sobre la bici. Desde Parada emprendimos el retorno a Forcarey, que ya fue todo por carretera. Salimos a la carretera que va de Forcarey a Folgoso, y emprendimos la vuelta, pasando por Barciela y Murada. Fue el tramo que más nos llovió. De hecho, desechamos parar en Barciela, y volviendo del tirón a Forcarey, a donde llegamos a las 19:40, con casi 28 kilómetros de etapa, que fue bien interesante, y mejor disfrutada.
Datos de la etapa:
Etiquetas: camino de geira y de los arrieros, camino miñoto, forcarey, gomail, mtb, puente de parada
Tras la restauración que realicé recientemente sobre una Super BH L6000, no podía tardar mucho en probarla. Aprovechando que el 4 de mayo era festivo en Sevilla, y no tenía por tanto que trabajar, aproveché para salir a hacer una salida corta y probar sensaciones. Salí de Forcarey por la Chamosa, para subir por carretera hasta Las Casetas. El rodar con la bici era bastante agradable, aunque como es un cuadro pequeño, la notaba bastante nerviosa. Sin embargo, no estaba teniendo el principal problema que había estado temiendo, que era el que la rueda delantera me tropezara con los rastrales al girar, ya que al tener el tiro tan corto, había notado que podían llegar a tropezar. Y si bien es cierto que esto era algo que podía darse girando muy en redondo a baja velocidad, con un ritmo normal de pedaleo no se estaba dando. Ya en Las Casetas, enganché con el recorrido del Camino Miñoto Ribeiro, con la declarada idea de ir hasta Quintillán, si bien no me pude contener, he hice una primera parada en Levoso, junto a una preciosa casa de piedra.
Pasado Levoso, pude comprobar algo que ya había estado temiendo, también. La bici frenaba poco en bajadas abruptas. Cierto es que las pastillas estaban aún nuevas, pero las sensaciones no eran buenas. Sin embargo, el rodar por campo sí que lo era.
Pasé la cascada de Quintillán, y me dirigí hacia la Ermita de San Amaro, donde también paré.
Desde la ermita, volví un poco sobre mis pasos, para tomar una pista a mano izquierda que subía por la montaña, para volver a Quintillán. La pista picaba bastante en algunos momentos, y tuve la oportunidad de probar la combinación de 36×50 que había montado. Suficiente para subir, pero el cambio no acababa de ir del todo fino, y saltaba un poco. Tras intentar algunos ajustes, de manera infructuosa, decidí continuar usando como máximo el 42.
Regresé a Quintillán rodando por un terreno mixto de pista forestal y camino asfaltado, que hicieron las delicias de la bici, y es que está diseñada para rodar exactamente por este tipo de superficies. Estaba siendo un acierto total, aunque notaba el manillar algo más estrecho de la cuenta. No el balde era el que había recortado para mi añorada plegable irlandesa.
Regresé a Forcarey por carretera, volviendo por Rozados, ya todo por carretera, y tomé un estupendo café con leche en la plaza del ayuntamiento. Recapitulando, tenía tres puntos claros de mejora: la patilla del cambio, los frenos, y el manillar. En lo referente al primero, tenía claro lo que hacer: había tenido que hacer uso de dos extensiones de la patilla del cambio. Encargué un solo extensor de mayor longitud, que me llegó al día siguiente. Aparte de ponerlo, aproveché para rectificar un poco la posición de la patilla, que tenía pinta de estar algo doblada. Requirió algo de trasteo, pero acabé por dejarlo todo fino. En cuanto al segundo, pedí pastillas de freno nueva, de tipo V-Brake. Pude colocarlas en el freno trasero, pero no acababan de entrar en el delantero. De momento ha quedado una configuración mixta que no me hace muy feliz, pero frena mejor. Y en lo que se refiere al tercero, subiré desde Sevilla otro manillar que tengo, más ancho, proveniente de la Fuji. Ya veremos si lo cambio. En la siguiente foto ya se aprecian los cambios comentados:
Pasados unos días, hice una nueva prueba, esta vez por Monte Seixo. Una salida corta, desde la subestación eléctrica. Fue un recorrido sencillo y corto, hasta la capilla de Santa María, primero, y después hasta el Mirador de las Tres Rías. Como el día estaba tremendamente despejado, se pudo disfrutar de una salida estupenda.
He aprovechado, también, para rodar un vídeo en las ubicaciones indicadas. Espero que os guste.
Etiquetas: forcarey, gravel, mirador de las tres rías, monte seixo, quintillán, san amaro, super bh l6000
Estos dos últimos meses he estado embarcado en un proyecto de restauración que acabo de finalizar. Dado que paso parte considerable de mi tiempo en Galicia, tenía ganas de contar con una bicicleta algo más ligera que mi querida Giant Trance X4. Y tenía claro que quería que fuera una grave y -en la medida de lo posible- una restauración. Estuve un tiempo peinando páginas de segunda mano, hasta que di con una candidata casi perfecta. Una Super BH L6000 -bicicleta con la que tengo alguna experiencia- que no podía dejar pasar, pero que estuve a pique de hacerlo. Y la razón es que es un cuadro de talla 51, que me queda considerablemente pequeño. Aparte, el estado de la bicicleta era bastante malo, pero con un punto importante a favor: no tenía nada de óxido.
Al final, el propietario, un chaval muy majo, me la acabó regalando, con el compromiso de ponerle al corriente de cómo la iba restaurando. Y es que -me contaba- la tenía desde hacía más de un año en venta, y nadie se había interesado por ella, y estaba ya por echarla a la basura. Dándole las gracias (y habiendo cumplido mi compromiso), acabé trayéndola a casa.
Ya de vuelta en Forcarey, tocó hacer revisión de la bici. Sobre la pintura original habían repintado a mano en oro y rojo, el manillar lo habían cortado para hacer un manillar de paseo, la biela derecha había perdido el pedal (y la rosca), y la izquierda no era la BH original, sino una Shimano de los 90. El desviador trasero estaba bloqueado, y el delantero bastante oxidado, las manetas de freno estaban bastante deterioradas. En cuanto a la parte buena, el cuadro estaba libre de óxido, los frenos Sprint Podium se conservaban bien, la tija y la potencia estaban en buen estado, y las ruedas, con llantas Weinmann, estaban razonablemente bien. El sillín tenía algún agujero en el cuero, pero era algo que se podía volver a retapizar, llegado el caso. Hice un primer trabajo de dejar la bici en el chasis, para tomar decisiones a partir de ahí:
La primera, viendo que los vinilos originales eran irrecuperables, y había algunos daños considerables bajo la pintura oro y roja, fue la de dejar el cuadro en acero desnudo, decapándola del todo. Aquí conté con la impagable ayuda de mi cuñado Fernando, que estuvo algunos días entretenido conmigo, decapando, lijando y limpiando.
Hay que decir que la pintura añadida roja y oro salió facilmente, pero que la pintura original se resistió como ella sola. No hubo manera de hacerlo sólo a base de decapante, sino que hubo que tirar de lija. Pero el resultado fue inmejorable. Tanto, que estuve tentado de simplemente barnizarla y dejarla en color acero.
Finalmente, opté por seguir el plan original, y dejar el color lo más parecido posible al original de BH. Para ello, aplicamos imprimación, pintura plateada y barniz. Fue interesante seguir la evolución de las capas. Y tengo que admitir que en cada paso del proceso me sentía tentado a parar, ya que los aspectos del cuadro seguían siendo estupendos.
Dejamos el cuadro y la horquilla preparados antes de Semana Santa de 2022, y durante 3 semanas dejamos la pintura endurecer. Aparte, tenía que esperar algo de tiempo para que llegaran los componentes nuevos que necesitaba para construir la bici. El primero en ser recibido fueron los nuevos vinilos para cuadro y horquilla, que pude localizar en VinilosBici, una tienda especializada de Alcoy.
El resultado, una vez colocados los vinilos, fue estupendo. También aproveché para limpiar, desoxidar y abrillantar la dirección original, que pude reutilizar. Lo mismo que los puentes de freno. En cuanto al resto de componentes, opté por una restauración agresiva, como indica el título de esta entrada. En concreto, fueron los siguientes:
Acabé de recibir todos los materiales hace apenas unos días, y desde entonces he estado montando la bici poco a poco. El primer lugar las ruedas, que impresionaban bastante con el cassette de 50:
Luego el manillar y el sillín, que quedaban bastante bien en negro sobre el aluminio de la potencia y la tija:
A continuación, frenos y cableado:
…para seguir con las bielas, eje de pedalier y pedales:
La colocación de la rueda trasera y el desviador tuvo algunos problemas. Para empezar, el eje de la rueda trasera era 5mm más ancho que lo que soportaban las vainas. No era sorprendente, ya que la llanta original montaba una corona de 5 piñones, y ahora le estaba intentando montar un cassette de 9. Pero con un poco de persuasión, pude hacer pasar la llanta. El segundo problema, ya comentado, vino por la patilla del cambio. Era necesario hacer uso de un extensor de la misma, para poder colocar el desviador y que no chocara con el piñón grande. Mientras llegaba el definitivo, utilicé temporalmente dos extensores cortos, uno detrás del otro. Además, el desviador quedaba muy pegado al piñón pequeño, además de que el tornillo pasante de la patilla llegaba a tocar con la cadena. Ambos problemas se solucionaron fácilmente con una simple arandela. Pero el principal problema vino porque la patilla del cambio se encontraba algo desviada. Finalmente, sí que había un pequeño daño en el cuadro. Por suerte, ya tenía experiencia con ello, y contaba con una herramienta para medir y corregir la desviación. Una vez corregido todo, la parte trasera de la transmisión quedó como sigue:
Mención aparte merecen algunas piezas especiales impresas en 3D. Una de ellas fue un detalle de la tapa de los puños, meramente estético:
…pero otros han sido funcionales, y relacionados con el cableado del cambio. En primer lugar, el guiacables del eje de pedalier. Esta versión del cuadro traía un guiacables integrado en el cuadro, formado por un trozo de acero con dos pasos para los cables. No me gustaba nada, ya que se veía que arañaba la pintura. Así que opté por imprimir un guiacables, que salvara el original con un bisel. Un resultado estupendo, que pude colocar con tal sólo un poco de cinta de doble cara:
El otro detalle funcional es el tope de cable en el cuadro. Esta bici disponía de cambios en el cuadro, pero como ya he comentado, he optado por llevar el único cambio restante al manillar. En el pasado compré adaptadores STI de Shimano, pero en este caso, al tener que utilizar sólo uno de ellos, me decidí a diseñar uno, sacarlo con la impresora 3D, y pintarlo en el mismo tono del cuadro. El resultado ha sido satisfactorio:
El último detalle, antes de dar por finalizados los trabajos, fue recuperar la insignia original de BH, en vez de colocar el vinilo que venía en el kit. Tuve que repintar los detalle en plata, que se habían perdido, y colocarlos con adhesivo.
El resultado final de la restauración es el siguiente, del que me siento bastante orgulloso:
Para finalizar, aunque el cuadro me queda algo pequeño, al haber colocado el sillín desplazado hacia atrás al tope, y haber escogido un manillar recto, puedo hacer uso de la bici sin mayores problemas. Ahora se trata de hacerle muchos kilómetros.
Etiquetas: gravel, restauración, shimano, sora, super bh l6000, ztto