La segunda de las etapas de la semana fue una versión recortada de un proyecto que habíamos estado madurando desde hacía semanas para estas fechas. El proyecto original era realizar una etapa larga por la Sierra, parando a comer en Los Arenales. Pero por diversas causas, la mayoría de los participantes se fueron cayendo de la convocatoria, quedando al final para la etapa tan sólo Carlos, Mané y yo. Por ello, en vez de realizar la barbarie en toda su extensión, decidimos recortarla un poco para hacer una buena etapa de mañana.
Comenzamos a rodar a las 9:45h, con un frío -unos 6ºC- digno de los meses más duros del inverno cordobés, aunque nada que no se pudiera solucionar con unas cuantas capas de ropa. Eso, y realizar una buena subida, como la Loma de los Escalones. Salimos de Córdoba por Chinales, y Fátima. Cruzamos sobre el puente romano del arroyo Pedroches, y seguimos las flechas amarillas del Camino de Santiago hasta el comienzo de la Loma. A esas alturas ya habíamos ido entrando en calor, por lo que hicimos una pequeña pausa, en la que Mané y Carlos aprovecharon para quitarse una capa de ropa. Yo, fiel a mi costumbre, continué con mi chaquetilla térmica puesta.
Realizamos la subida de la Loma a un ritmo bastante tranquilo: 40 minutos exactos desde el comienzo de la Loma hasta la curva del Frenazo, donde paramos a descansar un poco, ya que lo que teníamos por delante era aún bastante intenso. Reanudamos la marcha a las 11:55h, siguiendo de nuevo de manera estricta la señalización del Camino de Santiago, hasta llegar al comienzo de la cuesta de Arrastraculos. Cuesta que nos dimos el gustazo de subir del tirón. Una vez superado ese escollo, realizamos el descenso hasta Cerro Muriano, a donde llegamos a las 12:25h, con casi 17 kilómetros de etapa entre pecho y espalda.
Realizamos una parada larga, en la que dimos buena cuenta de unas tostadas, que nos vinieron de maravilla. Reanudamos la marcha a las 13:00h, y dejamos Cerro Muriano en dirección a la carretera de los Villares. Salimos por el camino del pozo de San Lorenzo, que tiene una bajada por dehesa bastante divertida, antes de llegar a la entrada de la base militar, y el comienzo de la carretera.
Habíamos decidido llegar hasta el club de golf por la carretera, y allí decidir por dónde volveríamos a Córdoba. Pero para eso teníamos por delante el segundo escollo de la jornada: 2’5 kilómetros de ascenso por carretera, con unas rampas medias del 6%, y máximas del 10’1%. Una subida que, como no te la tomes de la manera adecuada, puede hacer un buen destrozo. Así que nos lo tomamos con calma. Realizamos la subida en 20 minutos. Hicimos una pequeña parada en la incorporación al GR-48, pero descartamos tomar la entrada. Seguimos, pues, por carretera hasta la entrada del club de golf. Si hubiéramos realizado la etapa original, allí habríamos tomado la vereda de la Pasada del Pino para bajar hasta Las Jaras. Sin embargo, viendo la hora que era, decidimos volver a Córdoba realizando el descenso de Avionetas Normal. Descenso que, dicho sea de paso, nunca había realizado.
Así pues, dejamos la carretera por nuestra izquierda, y tomamos la senda que bordea la cerca de la pista de aterrizaje, hasta dar con la pista que constituye el descenso de Avionetas. Hicimos una breve parada al comienzo del cortafuegos de Avionetas Express, donde aprovechamos para tomar una bonita panorámica del valle del Guadalquivir.
Y así, sin mucha más dilación -ya eran las 14:00h- iniciamos el descenso de Avionetas. Este descenso tiene una longitud de casi 5 kilómetros por pista forestal y cortafuegos, muy revirado y sinuoso, pero sin ninguna dificultad técnica más allá de evitar irte por un barranco en cualquiera de sus múltiples curvas. A mitad de la bajada hay una cancela que se puede evitar por la izquierda, poco antes de llegar a una casilla. La bajada termina en un cortafuegos, que da paso a una pequeña senda, senda que conduce por una bajada muy abrupta hasta el cortijo derruido de las espaldas de Santo Domingo. Esta última bajada se encontraba en un estado lamentable, muy cerrada, rota, y con abundante grava suelta, lo que la hacía sumamente peligrosa. Aun así, la salvamos razonablemente bien, y conseguimos llegar al valle sin ningún percance.
Una vez en el valle, realizamos el descenso del arroyo Pedroches, tomando la senda de la margen derecha del arroyo. Así bajamos hasta el puente de Hierro. La segunda vez en dos días que rodábamos por allí. Dimos por finalizada la etapa volviendo a la Asomadilla por el barrio Naranjo. Llegamos a casa a las 15:30h, tras casi 40 kilómetros de etapa. Una etapa diversa y bien aprovechada.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Loma de los Escalones – Arrastraculos – Cerro Muriano – Avionetas Normal
Etiquetas: avionetas normal, córdoba, cerro muriando, gr-48, loma de los escalones, los villares, mtb
El pasado domingo volví a salir con la bici por Córdoba con mis viejos amigos. En esta ocasión salimos a dar pedales Marcos, Mané y yo. Había estado planificando la etapa con Mané a lo largo de la semana, en la que habíamos definido tres hitos clave: subida de la Loma de los Escalones, pasar por Villa Alicia y enlazar con la carretera del 14%, y bajar a Córdoba por Los Postres, cortafuegos que coincide en su recorrido con el gasoducto a Badajoz (y cuyas tomas de ventilación son los que dan el nombre a la bajada). No conocíamos el punto de comienzo exacto de Los Postes, ante lo cual decidí echar en la mochila el mapa topográfico de la zona.
El domingo amaneció con una intensa niebla, y con frío, mucho frío. Habiamos quedado a las 9:00h en casa de Mané, y cuando asomé por la puerta, teníamos una temperatura de 7ºC, que prometía bajar cuando saliéramos de la ciudad. Marcos llegó con un poco pasadas las 9:00h, y nos encaminamos a Santa Rosa. Había propuesto tomar la subida de la Loma de los Escalones desde el puente romano del arroyo Pedroche, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, cosa que hicimos. Por suerte conocía bien el trayecto, ya que la intensa niebla apenas nos permitía seguir las flechas amarillas, en especial una vez pasado el puente y el Molino de los Ciegos. Pronto llegamos a la zona de Torreblanca, donde el espanto constructor que ha destrozado la zona hizo mella en nuestro ánimo. La primera dificultad vino porque parte del trazado del Camino se encuentra perdido, vallado por una obra inconclusa. Esto nos obligó a desviarnos por una calle paralela al trazado, si bien pudimos recuperar el Camino poco después, para internarnos en una zona boscosa, donde hicimos la primera parada del recorrido.
Descendimos por el trazado trialero hasta retomar la carretera de la Virgen de Linares justo a su final. Siempre siguiendo las flechas amarillas, nos dispusimos a realizar el ascenso de la Loma de los Escalones. Subimos como buenamente pudimos el primer repecho de sendero quebrado, con una niebla que nos hacía gotear humedad condensada, y con 5.5ºC. Enormemente agradable.
Conseguí pasar las primeras paredes con un razonable éxito, pero a costa de desfondarme completamente, lo que pagaría posteriormente. Seguimos ascendiendo por el trazado de la calzada romana, con sus impresionantes cortados en la roca de la loma. Una vez pasada la primera pared, seguimos ascendiendo por un tramo algo más favorable, antes de llegar a la bifurcación que hay junto a un poste de la luz, donde empecé a pagar el esfuerzo del tramo anterior. A medida que íbamos ascendiendo se veía que la niebla estaba despejando en las partes altas, por lo que no debíamos de tardar mucho tiempo en salir de ella por encima.
Así fue, al llegar a la parte de los escalones de caliza asomamos a un día radiante por encima del banco de niebla. Pasamos los escalones con algún percance y haciendo bastante equilibrismo sobre la caliza mojada, lo que le daba un extra de complejidad a la subida. De esta manera asomamos a la parte superior de la loma, donde se encuentra la parte arrasada por la cantera en explotación.
Desde allí seguimos ascendiendo por el camino de cantera que lleva hasta la curva del Frenazo, en el trazado antiguo de la N-432. Hacía tiempo que no transitaba por allí, y tengo que admitir que no recordaba ese ascenso tan duro como se me hizo. Estaba empezando a arrastrarme sobre la bici. Por suerte, no mucho después llegamos a la Curva, donde hicimos una segunda parada, en la que Mané y yo aprovechamos para reponer algo de fuerzas a base de barritas de cereales.
Una vez descansados, y disfrutando de un agradable sol, continuamos nuestro ascenso, siempre ciñéndonos a las indicaciones del Camino Mozárabe, lo que implicó cruzar el viejo trazado del ferrocarril de Almorchón. Subimos por una parte bastante abrupta donde existe una placa que recuerda a Vicente Mora Benavente, gran impulsor del Camino Mozárabe, ya fallecido:
Durante un rato circulamos en paralelo a la vieja Nacional, hasta que llegamos al comienzo de la cuesta que tiene por mal nombre Arrastraculos, y que forma parte del trazado original de la calzada romana que veníamos siguiendo. Afrontamos razonablemente bien las primeras rampas del ascenso, aunque con gran cansancio por mi parte. Iba necesitando un descanso. Pese a ello, Marcos y Mané no se me fueron tanto como pensaba, y nos reagrupamos en la pared final de subida a la Ermita. Atacamos la pared con desigual éxito: Marcos consiguió subirla al segundo intento, Mané lo hizo a la primera, y por un inoportuno bloqueo de la rueda delantera me quedé en clavado en mitad de la subida. Creo que hubiera podido subirla, porque, como bien comentó Mané, era una cuesta más de pulmones que de piernas, y las piernas me habían respondido bien.
Desde la ermita bajamos hasta Cerro Muriano, pasando junto al comienzo de la vereda de la Posada del Pino, que atraviesa la finca de Villa Alicia. Como nos temíamos, el propietario tenía vallada de manera ilegal el comienzo de la vereda, imposibilitando el acceso a ella. De momento decidimos bajar hasta el Muriano, y allí hacer un descanso. Durante éste, que aderezamos con unas bien merecidas tostadas, nos encontramos con un grupo ciclista de amigos de mis compañeros de etapa. Les comentamos nuestra intención de pasar por Villa Alicia, cosa que nos desaconsejaron debido a los pleitos que desde hace tiempo mantiene el propietario, y las dificultades que pone a los transeúntes.
Aun así, decidimos volver a la vereda. Vimos que estaba completamente cercada por vallas, restos de escombros, que se había cavado una zanja para impedir el paso, y arrasado la cobertura vegetal para intentar hacer desaparecer el camino. Estuvimos dudando un rato, hasta que vimos en el topográfico un posible trazado a seguir, intentando evitar la casa principal. Dicho y hecho. Con la ayuda de mi amiga Roberta salvamos la cerca, y nos adentramos en una antigua cantera. Pronto salimos a un camino que habría de llevarnos hasta una edificación. Viendo que había coches decidimos dar la vuelta para evitar problemas. Volvimos al trazado original de la vereda, y nos encontramos otro coche apostado en ésta. Al oír ladridos de perros, y para evitar males mayores, volvimos sobre nuestros pasos y salimos de la finca. El segundo objetivo del día había quedado frustrado.
Así pues, bajamos de nuevo al Muriano, y tomamos a la izquierda la carretera que comunica con la variante de la N-432. Al llegar a la incorporación, nos detuvimos. Desde allí teníamos dos posibilidades: ir por la N-432 hasta divisar la vereda, que pasa por debajo de la Nacional, salir de ésta, y tomarla hasta su final, en la carretera del 14%; o bien tomar directamente la carretera del 14%. Optamos por la segunda opción, debido a la peligrosidad de la N-432, si bien con la idea de quedarnos con la zona en la que la vereda enlazaba con la carretera.
Afrontamos el ascenso por carretera. Rápidamente Mané empezó a sufrir sus ruedas de 2.35”, así como el llevar una doble suspensión, frente a las rígidas con suspensión que llevábamos Marcos y yo. No tardamos en abrir hueco, ante lo que tuvimos que moderar el ritmo. No era plan de descolgarnos.
Seguimos subiendo hasta llegar a la zona donde teníamos que tomar el desvío para el cortafuegos de Los Postes, entre el campo de tiro olímpico y la entrada al club de golf. Localizamos el desvío justo al final de la rampa existente, y nos dirigimos hacia la estación de control del gasoducto. Empezaba el descenso de Los Postres. Bajamos un primer tramo hasta unos postes eléctricos, donde disfrutamos de una impresionante vista del valle bañado aún en la niebla. Espectacular.
El primer descenso era terrible: con un enorme desnivel, erizado de pinos a nuestra derecha, con un abrupto barranco a la izquierda, y una curva a derechas al final del trazado. Al menos no se veía con tierra suelta. Mané tardó poco tiempo en decidirse a bajar, y lo hizo como un campeón.
Marcos lo afrontó poco después, con razonable éxito. Yo, por mi parte, tenía reciente la caída de hacía dos semanas en Avionetas Express, por lo que decidí bajar este tramo con algo más de tranquilidad. Desde abajo, la verdad, la vista tampoco animaba demasiado a lanzarse por él. Al menos, no con la bici que llevaba.
Teníamos aún más de 2,5 kms. de descenso por el cortafuegos por delante, y llevábamos ya 25 kms. de etapa entre pecho y espalda. El cortafuegos constituía una sucesión de bajadas aderezadas con ocasionales subidas que nos hacían desesperar. Empezábamos a acusar el esfuerzo de toda la jornada, y pasábamos ya de la una de la tarde. Y así, entre subidas y bajadas, llegamos al desvío. Al principio nos costó identificarlo, ya que era un sendero bastante estrecho que surgía a la derecha, pero las inconfundibles marcas de motocicleta, y la vista de la Meseta Blanca a nuestra derecha ayudaron a despejar nuestras dudas.
Afrontamos el cambio de terreno, pasando de descender por un cortafuegos a seguir un sendero de cazadores sobre los riscos de una loma, entre abundantes arbustos, y pasando por zonas embarradas que me hicieron temer por mi integridad física, merced a que mi cubierta trasera se había convertido en un bloque de barro uniforme. Y la caída, por un sendero que hacía equilibrios en una ladera enormemente empinada, no era precisamente moco de pavo.
Poco a poco nos íbamos acercando a nuestro objetivo: la meseta blanca. Pasamos por una zona de cuevas, en donde vimos a una solitaria oveja pastando. No pudimos menos que echarnos unas fotos. Primero en la entrada de la cueva…
…y después con la oveja:
Al fondo del valle pudimos ver una casa, justo a la que llevaba el cortafuegos de Los Postes. Pudimos ver que de la casa surgía un camino que llevaba a la N-432, pero no era plan precisamente de tirarse por esa cuesta abajo. Además, estábamos ya muy cerca de la Meseta. Retomamos nuestro camino, y llegamos hasta la ella. Pasaban de las dos de la tarde. Era la primera vez que estaba en ella, y las vistas eran espectaculares. No pude menos que echar una panorámica en 360º. La vista lo merecía:
A esas alturas me había quedado ya sin agua, y Mané se quejaba de estar hambriento. No era para menos. Llevábamos ya 5 horas de etapa, por lo que decidimos volver a Córdoba por la vía rápida: bajar de la Meseta por el descenso del Alimonao, y seguir por el valle del arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. De nuevo, una bonita bajada, muy técnica, y peligrosa en mi caso, por el abundante barro y la cubierta poco adecuada que llevaba atrás.
Una vez abajo, y un poco antes de llegar al cruce con el camino de la cantera de Santo Domingo, Mané empezó a quejarse de molestias en su rodilla izquierda. Seguimos descendiendo a un ritmo algo más relajado, pero no mucho después notó que la cosa iba realmente mal, con un dolor bastante intenso. Por suerte, nos encontrábamos ya muy cerca de Córdoba, pero esos últimos kilómetros lo pasó bastante mal. Así que a un ritmo bastante tranquilo llegamos hasta Puente de Hierro, y subimos hasta el Barrio Naranjo. Nos dirigimos a casa de Mané, donde lavamos las bicis, y dimos por concluida la etapa, al filo de las tres menos cuarto de la tarde.
El recorrido en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/01/30: Loma de los Escalones – Postes – Meseta Blanca en un mapa más grande
En cuanto a los datos de la etapa, son los siguientes:
Etiquetas: 14%, calzada romana, córdoba, cerro muriano, cortafuegos, gasoducto, loma de los escalones, los postes, los villares, meseta blanca, mtb, puente de hierro, puente romano, vereda de la posada del pino, villa alicia