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Cinco signos de exclamación. El signo claro de una mente enferma
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27 abr 13 Etapa ciclista: Ruta del Agua – Ferrocarril del Cala – La Cantina (28/03/2013)

El pasado Jueves Santo, aprovechando las vacaciones, el buen tiempo y la visita de Mari, Fernando y Helena, Fernando y yo nos fuimos a rodar un poco por la Sierra Norte de Sevilla. Una ocasión largamente esperada, ya que, hasta el momento, sólo había tenido la oportunidad de rodar con Fernando en Pontevedra, y tenía ganas de que saliéramos a rodar juntos por las tierras de la Andalucía. Y aunque hubiera preferido -la verdad sea dicha- haber tenido la oportunidad de salir por Córdoba, la opción de Guillena no estaba nada mal.

Así pues, cargamos las bicis en el coche -fue una suerte que tuviera las dos bicis buenas, la Fuji y la Ghost, en Sevilla- y nos fuimos hasta el comienzo restringido de la Ruta del Agua. Empezamos a dar pedales a las 17:30h, un tanto tarde, ya que corríamos el riesgo de que se nos echara la noche encima, pero a cambio teníamos una temperatura perfecta. La Ruta estaba sencillamente esplendorosa. Todas las lluvias caídas hacían que el pantano se encontrara lleno hasta los topes (de hecho, la presa de Gérgal estuvo desaguando esos días), y toda la zona resplandecía en todos los tonos posibles de verde. Lo cual hizo que Fernando, con suave sorna, me preguntara por qué siempre decía que en Galicia había mucha agua, cuando aquí brotaba del suelo allá donde miraras:

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Y es que en efecto, había torrenteras y cauces de agua allá donde no los había visto en casi 4 años, desde que empecé a rodar por la zona. Era alucinante. Avanzamos por el Tramo Restringido, hasta que me dió por ponerme creativo. Como veía a Fernando en una forma excelente, pensé que podía ser interesante meter alguna variación, como bajar a rodar por el tramo abandonado del Ferrocarril del Cala, e intentar llegar a la estación de Gérgal. Pero como teníamos poco tiempo, ya que la puesta de sol se aproximaba, opté por bajar directamente por la pista que lleva a la vía, en vez de subir a La Cantina, bajar por la vía, y volver a subir.

Sin embargo, me salté la pista, por lo que, de nuevo echándole creatividad al asunto, no tuvimos otra que bajar por una pistas que lleva a unas colmenas, y posteriormente, bordear un pequeño lago formado por la plataforma del ferrocarril, hasta llegar a éste.

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En realidad, parece que fue una suerte que me pasara la pista normal. El nivel del pantano era tan alto, que no estoy seguro de que el agua no llegar hasta cubrir la vía en la zona de la estación abandonada. Visto lo visto, recorrimos la vía en dirección hacia La Cantina. Pasamos el túnel, donde no pudimos menos que parar a echar unas fotos:

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…así como alguna que otra dentro del túnel. Túnel que no había tenido en cuenta que podía estar inundado, como así era:

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El que se encontrara inundado fue algo que me hizo bastante gracia. Sobre todo porque ese era la primera salida en todo el invierno que hacía con zapatillas, en vez de con botas. Y hubo un momento en que no me quedó otra que echar pie a tierra, con el consiguiente disastro de zapatillas caladas y calcetines húmedos. En apenas un instante había pillado más agua en los pies que en cuatro días de Camino Mozárabe con lluvias continuas. Ironías de la vida.

Salimos del túnel y seguimos avanzando hacia La Cantina. En ese tramo de la vía los derrumbes eran abundantes. Entre eso y el andar rodando por la trinchera del ferrocarril, los tramos anegados eran muchos, lo que contribuía a incrementar la hilaridad de Fernando por el tema del agua. :mrgreen:

Así pues, acabamos llegando hasta el pie del contraembalse de Guillena. Desde allí subimos a La Cantina, no sin antes tomar unas espectaculares fotos del desembalse que en ese momento se estaba realizando:

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Subimos a La Cantina, donde hicimos un breve descanso antes de volver, al filo de las 19:00h. A esas alturas de la tarde, y dado que nos encontrábamos en la umbría de la montaña, el frío se dejaba sentir, además de la humedad, así que tuvimos que tirar de chaquetilla para no helarnos.

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La vuelta no tuvo más incidentes que el que la noche se nos echara encima. Llegamos al coche a las 20:15h, tras haber disfrutado de una bonita tarde de bici.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 29’863 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 12m 56s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 44m 14s
  • Velocidad media: 13’48 km/h
  • Velocidad máxima: 37’75 km/h
  • Pulsaciones medias: S/D
  • Pulsaciones máximas: S/D
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 2279 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 58B MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Ruta del Agua – Ferrocarril del Cala – La Cantina

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17 abr 13 Etapa ciclista: Ferrocarril del Cala: La Minilla – Puente del Burro (17/03/2013)

El domingo 17 de marzo de 2013 realicé una interesante etapa de entrenamiento con Miguel junto al embalse de La Minilla. En lo que respecta al recorrido, se trató de una repetición de la etapa que hice con Javi y Ana el febrero anterior. Empezamos la etapa sobre las 11:00h, con un retraso considerable con respecto a lo que suele ser habitual, aunque al ser una etapa relativamente corta no iba a tener mucho impacto. En lo climatológico el día estaba bastante feo, amenazando lluvia, y con un viento frío que no presagiaba nada bueno. Y es que las semanas que habían trascurrido desde que estuve en la zona en febrero habían sido excepcionalmente lluviosas (y lo que aún nos quedaría por delante). Esto había motivado que tanto el embalse de La Minilla, junto al que nos encontrábamos, como el de Zufre, aguas arriba, se encontraran repletos, e incluso desaguando.

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Así pues, todo el recorrido en dirección norte fue un continuo rodar junto a un embalse repleto, con amenaza de lluvia sobre nuestras cabezas. Y a medida que íbamos acercándonos al puente del Burro, el clima no hacía sino empeorar.

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Llegamos al puente con el cielo amenazando tormenta; amenaza que no tardaría mucho en cumplirse. Apenas tuvimos tiempo de tomar algunas fotos, antes de que empezara a descargar. Así pues, tuvimos que recoger bártulos rápidamente.

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A la vuelta incluso tuvimos que hacer una pequeña parada en el túnel de ferrocarril existente, ya que lo alcanzamos en uno de los momentos en los que más agua caía. La ventaja es que nos dejó la oportunidad de tomar algunas fotos interesantes.

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El resto del recorrido no tuvo ningún percance adicional, salvo más agua, y rodar rápido para llegar pronto al coche. Dimos la etapa por finalizada a las 12:47h.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 25’38 km.
  • Tiempo de etapa: 1h 33m 55s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 1h 48m 17s
  • Velocidad media: 16’26 km/h
  • Velocidad máxima: 36’95 km/h
  • Pulsaciones medias: 129 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 173 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 1298 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 30B MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Ferrocarril del Cala. La Minilla – Puente del Burro

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09 mar 13 Etapa ciclista: Ferrocarril del Cala: La Minilla – Puente del Burro (09/02/2013)

El sábado 9 de febrero realicé una agradable etapa ciclista por vía verde acompañado de Ana y de mi amigo Javi Morales, que poco a poco va dando pasos en el mundo del ciclismo. Hacía tiempo que Javi me había comentado de volver a salir a rodar un poco, y ese fin de semana me pareció una ocasión ideal. Además, llevaba tiempo con ganas de hacer una etapa de exploración por una zona de la que tenía buenas referencias: el tramo de ferrocarril minero convertido en vía verde que se extiende aguas arriba del embalse de La Minilla. Este ferrocarril no es otro que el ferrocarril del Cala, que permitía transportar a San Juan de Aznalfarache los productos extraídos de las minas de Santa Olalla del Cala, por un lado, y del Castillo de las Guardas y Nerva, por otro. Es un trazado que, un poco aguas abajo, conozco más al detalle, ya que he realizado parte de él en torno a los pantanos de Gérgal y Guillena, y explorado parte entre Santiponce y Guillena.

Así pues, Ana, Javi y yo montamos las bicis en el transportín del Peugeot, y nos dirigimos hasta la cabecera del embalse de La Minilla para empezar nuestra jornada. Yo salí con mi Fuji, Ana con su SanGround, y Javi se equipó con la vieja Conor con la que Jose Jaquotot me obsequió hace ya tanto tiempo, y que utilizo para hacer rodillo y para desplazarme ocasionalmente por Sevilla. Carne de perro. Y con los frenos cristalizados.

Empezamos a rodar a las 10:45h. Salimos de la vieja estación de La Minilla, que se encuentra completamente restaurada, pero sin ninguna clase de uso. Empezamos a rodar en dirección norte por una excelentemente restaurada plataforma, sin restos de balasto, traviesas o desechos ferroviarios, con abundantes cercas de madera que previenen caídas por la trinchera, y en una zona de gran belleza paisajística: junto al pantano, en una zona de auténtico bosque mediterráneo, y con una climatología excelente, aunque hacía algo de frío, pese a lo avanzado de la mañana.

Rodamos a un ritmo bastante vivo -15-16 km/h-, salvando de cuando en cuando alguna cancela que interrumpía el rodar, y pronto llegamos a una pequeña carretera que comunica el pantano con El Ronquillo. Allí nos encontramos a un grupo de pescadores y gente que disfrutaba del sábado en el campo.

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Poco después llegamos a una pequeña aldea formada por -literalmente- cinco casas, pero que mostraba signos de tener ocupación, al menos en fin de semana. No en balde nos encontramos varios grupos de paseantes, e incluso unos domingueros que avanzaban en coche por la vía verde, camino de un cercano puesto de barbacoas, emplazado en el lugar de la derruida estación de tren de El Ronquillo. Y así, justo al pasar la estación, llegamos -mucho antes de lo que esperaba- al punto del recorrido que más me interesaba: la bifurcación del ferrocarril. Eran las 11:30h, y apenas llevábamos tres cuartos de hora de pedaleo.

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Este era el punto mínimo que me había marcado como objetivo para el día. Como he comentado, el ferrocarril del Cala tenía dos ramales. Uno comunicaba con la zona de Santa Olalla del Cala, en la parte más oriental de la provincia de Huelva, y casi ya lindando con Extremadura. Este es el ramal mejor conservado, y era el que nos disponíamos a seguir. El segundo ramal transcurría por las cercanías del Castillo de las Guardas, y llegaba hasta Nerva, y según he podido ver en mis andanzas, se encuentra en un estado bastante más deteriorado. Y en efecto, como pudimos ver, el puente sobre el río se encontraba cortado, haciendo imposible cualquier tentativa de seguirlo. Al menos, desde el lugar en el que nos encontrábamos, y en esa época del año. Pese a todo, resultaba tremendamente fotogénico.

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Como apenas habíamos entrado en calor, no tuvimos otra que continuar, siempre río arriba, para ver hasta dónde podíamos llegar. Apenas unas decenas de metros después el río describió un cerrado meandro, siempre con la vía transcurriendo en paralelo a él. En el vértice de este ángulo salvamos un puentecillo sobre un arroyo tributario del Cala, que marca el final “oficial” oficial de la vía verde. El ferrocarril, empero, continúa, y aunque se nota que el trazado no está tan cuidado, es perfectamente transitable. Y es a partir de este punto donde las cosas se ponen verdaderamente interesantes. Porque, para empezar, hay una panorámica excelente de la península bordeada por el meandro del río:

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Pasado el puente, nos adentramos en una zona más agreste, dentro de una finca llamada El Portugués. Allí no tardamos en llegar a un túnel:

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…que a la salida nos devolvió de nuevo al cauce del río, que poco antes habíamos abandonado.

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Pero nuestro viaje estaba tocando a su fin. Unos centenares de metros después, recorridos en perfecta línea recta, llegamos hasta el puente del Burro. Este puente permite salvar un desnivel de varias decenas de metros sobre el cauce de un arroyo y, aunque su estructura primordial se encuentra en perfecto estado, la pasarela peatonal o las barandillas no lo están tanto:

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Así que con una vergonzosa falta de valor, decidimos dar por concluido nuestro avance. Aparte de que ya habíamos alcanzado el mediodía, la hora y cuarto de pedaleo, y quedaba otro tanto de vuelta. Para la vuelta Javi y yo hicimos un cambio de montura, ya que Javi tenía ganas de probar una bici del siglo XXI, y cerciorarse de que valía la pena invertir el dinero en una burra como diox manda.

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La vuelta transcurrió sin mayores incidentes. La temperatura, merced a lo avanzado del día, era sumamente agradable, y el ambiente invitaba a terminar la jornada con unas cervezas y un buen almuerzo. Regresamos a la estación de La Minilla a un ritmo bastante alegre, por lo que dimos por finalizada la etapa a las 13:00h.

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Regresamos a Santiponce, y tras hablar con Miguel, éste se vino al pueblo, donde rematamos la jornada con una sesión de carnes a la espada en un cercano rodicio brasileño. Una excelente manera de aprovechar un sábado.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 25’659 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 15m 16s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 22m 59s
  • Velocidad media: 11’4 km/h
  • Velocidad máxima: 33’5 km/h
  • Pulsaciones medias: 104 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 140 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 1173 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 34B MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Ferrocarril del Cala: La Minilla – Puente del Burro

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03 dic 12 Etapa ciclista: Cordel de la Cruz de la Mujer – Ferrocarril del Cala – Cuesta de la Media Fanega (25/11/2012)

El domingo 25 de noviembre realicé una nueva etapa por Sevilla, en compañía de mis habituales, Miguel y Sergio, y en la que nos acompañó Enrique, uno conocido nuestro. Se trató de una etapa que tenía por objetivo principal era recorrer en dirección norte el viejo trazado del ferrocarril del Cala, más allá de La Central.

Así pues, salimos de Las Pajanosas a las 9:15h, con algo de retraso sobre el horario previsto. Teníamos unos 19ºC, una temperatura bastante inhabitual dadas las fechas del año, pero que agradecí enormemente, porque esa mañana me había olvidado los guantes de la bici en casa. Si algún día tenía que salir sin guantes, desde luego que más me valía que fuera ese. Dejamos atrás Las Pajanosas, como de costumbre, en dirección al Zoo de Guillena, tomando a continuación la Ruta del Agua, hasta llegar a la entrada del tramo restringido. Desde allí optamos por variar la rutina de salidas anteriores, y optamos por subir hasta La Cantina por el Cordel de la Cruz de la Mujer. En la subida Enrique, algo fuera de forma tras no haber cogido recientemente la bici, se empezó a quedar un poco, y Miguel le ofreció una rueda durante un rato. Sergio y yo, por nuestra parte, fuimos haciendo la subida en compañía, hasta llegar al punto álgido de la subida, donde estiré un poco, coronando la cumbre en solitario.

Una vez reagrupados, iniciamos un rápido descenso hasta La Cantina, descenso en el que hice mis dos recortes habituales. Esa mañana iba estrenando una cubierta Hutchinson Toro de 2.1” en la rueda trasera, y esa era su prueba de fuego. Tengo que decir que mi primera impresión con esa cubierta fue sumamente buena: pese a tener un taco grande y separado, pensado para barro, no se enganchaba excesivamente a la hora de rodar, y respondía con aplomo y decisión en las bajadas. Estaba quedando sumamente satisfecho.

Llegamos a La Cantina a las 10:20h, y prácticamente sin detenernos, bajamos hasta la presa de Guillena, que cruzamos, para tomar a continuación el viejo trazado del ferrocarril. Las fuertes lluvias caidas recientemente se dejaban notar por doquier: el campo se encontraba muy reverdecido, el barro hacía acto de presencia, y el pantano de Guillena arrastraba una cantidad increíble de fango y maleza.

Llegamos al comienzo de la cuesta del Toro, que abandonamos a mano izquierda, para tomar el comienzo del ferrocarril, cerrado por una portela constituida con una valla de obra. Una vez en el trazado del ferrocarril, tuvimos que salvar varias portelas, sin más inconveniente que abrir y cerrar, y pronto llegamos al túnel que se encuentra frente a la central de bombeo de Guillena. A esas alturas ya habíamos empezado a rodar por un trazado que abundaba en derrumbes, pero que, pese a todo, permitía rodar con algo de soltura. Una vez pasamos el túnel, no podimos menos que datenernos a realizar las primeras fotos de la jornada:

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Seguimos ascendiendo, río arriba, hasta alcanzar la altura de La Central, a donde llegamos a las 11:20h. A diferencia de nuestra última visita, las aguas del Ribera de Huelva se encontraban a un nivel muy bajo, lo que nos hubiera permitido, caso de haber llegado a La Central por carretera, cruzar el cauce del río y volver aguas abajo por el ferrocarril. Pero esta vez nuestro objetivo se encontraba aguas arriba.

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Aquello era, para nosotros, terra incognita, pues siempre habíamos recorrido el ferrocarril en sentido inverso. Y aunque sobre el papel la vía era transitable hasta el comienzo de la cuesta de la Media Fanega, el estado real del camino era, simplemente, desconocido para nosotros. Tras una breve pausa de 5 minutos, reanudamos la marcha. A esas alturas los derrumbes eran cosa del pasado, y el firme de la vieja vía era poco menos que excelente. Así, fuimos ascendiendo, hasta llegar a la altura de la vieja estación de la Rigüela, donde nos encontramos un grupo de vacas que, asustadas por nuestra presencia, al sur, y de un gran grupo de ciclistas, al norte, no sabían a dónde dirigirse. Finalmente nos apartamos del camino en un pradillo, y los otros ciclistas las hicieron huir dando gritos vaqueros.

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(Imagen cortesía de amg1973)

Una vez pasamos la estación, llegamos a la primera valla de todo el recorrido que nos encontrábamos cerrada. Teníamos la certeza de que los ciclistas habían pasado por ahí, pero no teníamos claro el punto exacto. Finalmente saltamos la valla, y tras hacer un poco de labor de rastreador, di con el camino, que se encontraba bordeando la cerca que habíamos saltado, y cruzando una zanja, tras la cual se encontraba otra cancela azul -abierta, en este caso- tras la que se recuperaba el trazado de la antigua vía.

Salvadas estas dificultades, reanudamos una vez más la marcha. El río cambió su dirección hacia el oeste, por lo que dejamos de avanzar en dirección norte, ya que el trazado de la vía siempre iba paralelo al del río. Notamos cómo poco a poco el trazado de la vía iba mejorando en su mantenimiento, ya que aguas arriba, a la altura el embalse de La Minilla, la antigua vía se halla reconvertida en vía verde. Y aunque aguas abajo parecía haberse abandonado más este mantenimiento -quién sabe si por algún problema de lindes a la altura de La Rigüela-, seguía notándose una clara mejora con respecto a los tramos más asalvajados por los que habíamos rodado hasta entonces.

Seguimos avanzando, y pronto llegamos a la intersección con la antigua N-630, y con la autovía A-66. Cruzamos ambas por debajo, haciendo uso de un nuevo túnel bajo la autovía, que era una prolongación del viejo túnel del ferrocarril. Era muy llamativo pasar del nuevo túnel, prefabricado y rectangular, al viejo, excavado en la roca y abovedado.

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Una vez pasamos los túneles, pudimos divisar una increíble vista de los tres ascensos de la Media Fanega. La autovía A-66, a la derecha, la N-630, a la izquierda, y en medio un tramo antiguo de la N-630. Era impresionante.

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Retomamos la marcha a las 12:10h. En vez de seguir por la vía hasta llegar a la N-630, a la altura de Villa Rosario, junto a La Minilla, optamos por atrochar campo a través, y cruzar el Rivera de Huelva por un vado al pie de la autovía. Y como no podía ser menos, pronto nos encontramos saltando cercas y haciendo el ganso. Pero aun así, cruzamos el río sin más inconveniente. El inconveniente, eso sí, se llamaba Cuesta de la Media Fanega, que nos iba a tocar ascender. Una ascensión de casi 5 kilómetros hasta la Venta del Alto, por el viejo tramo de la N-630, con pendientes máximas del 13’5%. Al menos, todo por asfalto y con un tráfico prácticamente nulo, ya que el tráfico convencional circulaba por la autovía, y los moteros lo hacían por la N-630 nueva.

Así pues, iniciamos el ascenso. Enrique se encontraba algo tocado a esas alturas, por lo que opté por rodar con calma, ofreciéndole una rueda, aunque no tardó en descolgarse, subiendo tranquilo, sin prisa pero sin pausa. Sergio y Miguel, por su parte, optaron también por ascender a su ritmo. Sergio coronó en primer lugar, seguido por Miguel. Yo, por mi parte, terminé la subida a las 12:53h. Al poco llegó Enrique, y emprendimos el regreso. Aunque la idea era haber vuelto por El Garrobo y la trialera hasta Las Pajanosas, optamos, dado que llevábamos ya casi 35 kms. de etapa, por volver por carretera a Las Pajanosas. El resto de la etapa no tuvo más historia que un tranquilo descenso hasta la pedanía de Guillena, a donde llegamos al filo de las 13:30h. Y como no podía ser menos, nos ventilamos unas deliciosas tostadas, en mi caso con ajo untado, aceite y sal.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 44’410 km.
  • Distancia (según el GPS): 45’207 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 0m 36s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 12m 10s
  • Velocidad media: 14’8 km/h
  • Velocidad máxima: 55’4 km/h
  • Pulsaciones medias: 134 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 180 pulsaciones/m
  • Consumo medio de calorías: 940 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1390 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 3h 0m 33s
  • Consumo total de calorías: 3968 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 58AB

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17 jul 12 Etapa ciclista: Las Pajanosas – La Cantina – Estación de Gérgal (01/07/2012)

El pasado 1 de julio salimos a rodar por el entorno del pantano de Gérgal Miguel, Sergio, Rafa y yo. Se trataba de la primera etapa de Sergio por zonas más montañosas que la zona del Aljarafe, y habíamos planeado que se soltar aun poco rodando por la Ruta del Agua. Yo, por mi parte, también tenía mis planes en la cabeza: sabía que el nivel del pantano había bajado bastante, dejando algunas zonas del viejo ferrocarril del Cala al descubierto, por lo que andaba con ganas de tener una etapa de exploración.

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Así pues, salimos a las 9:15h de Las Pajanosas, tomando la ruta del Agua camino del Tramo Restringido. Fuimos circulando a un ritmo bastante suelto. El día no era excesivamente caluroso y se encontraba despejado, lo que invitaba a rodar con alegría. Pronto nos detuvimos a tomar una foto con unas buenas vistas del pantano, y del tramo de ferrocarril que había salido a la superficie.

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Viendo que, en efecto, el pantano estaba tan bajo como para permitir una buena exploración de ese tramo del ferrocarril, no tuve dudas a partir de ese momento: bajaríamos hasta la vieja estación de Gérgal. Mientras tanto, fuimos haciendo nuestro camino hasta la Cantina, a la que llegamos al filo de las 11:00h. Teníamos toda la mañana por delante y tan sólo habíamos hecho 20 kilómetros de etapa. Tocaba darle algo más de emoción al asunto.

Tras dejar la Cantina, bajamos por la pista que conduce hasta la parte baja de la presa de Guillena, y que sirve para enlazar con el viejo trazado del ferrocarril. La bajada es corta, pero intensa, bastante quebrada e interesante para hacer un tanto el bestia. Una vez en el viejo trazado nos encontramos con que el camino, pese a ser practicable, es más adecuado para recorrerlo haciendo senderismo. En un primer tramo hasta un túnel tiene bastantes derrumbes de la trinchera, que aunque no imposibilitan rodar por la vía sí hacen que sea un tanto complicado, lo que motivó que nuestra media de marcha cayera considerablemente… pero que el recorrido se hiciera sumamente más divertido.

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Así pues, llegamos al túnel, lo que nos dió la ocasión de rodar un rato a la sombra. Ambas entradas se encuentran prácticamente taponadas por los derrumbes, pero el interior del túnel se encuentra en un buen estado bastante sorprendente.

Una vez al otro lado del túnel, y tras salvar un nuevo derrumbe, nos pusimos nuevamente en marcha.

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A partir del túnel los derrumbes se hacen bastante menos frecuentes, pero aquí nos encontramos con una nueva dificultad: vegetación sumamente cerrada. Tan cerrada que daba la impresión de que circulábamos más por un túnel de lavado que por una vieja vía del tren. La pena es que parte de los arbustos eran, por llamarlo de alguna manera, agresivos para la piel. Tan agresivos que tuve que sacarme varios pinchos de espino del brazo izquierdo.

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Pero la zona de vegetación cerrada no duró demasiado. Pronto llegamos a una zona en la que los pinos habían impuesto su ley, y que permitían rodar por una trazado rectilíneo, abierto, y cubierto de agujas de pino, lo que daba un sonido bastante peculiar a nuestra marcha. Y encima, íbamos a la sombra.

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Se notaba que íbamos rodando en descenso, pues el nivel del pantano, pese a ser extremadamente bajo, no dejaba de aproximarse a la plataforma de rodadura. Además las marcas del nivel del agua pronto empezaban a ser comunes en el talud que teníamos a la derecha. En períodos de gran cantidad de agua del pantano nos encontrábamos en zona inundable.

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No tardamos en llegar a las cercanías de la estación de Gérgal, el primero de mis objetivos. Antes de llegar tropezamos con restos de civilización en forma de depósito de agua y de casa inundada. La casa, como es obvio, se encontraba en un estado lamentable, pero el depósito aguantaba bien, salvo por ciertos daños en sus pilares producto de la erosión del agua y de la corrosión del forjado de su hormigón. Así pues, acabamos llegando a la estación de Gérgal.

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El edificio de la estación responde al clásico diseño de los edificios de ferrocarril de finales del siglo XIX. En este caso se trataba de un edificio de dos plantas donde la vegetación y el tiempo habían hecho estragos, pero cuya fachada aún se conservaba en pie. Encontramos fogatas y otros restos del paso reciente de personas, entre las que destacaban las huellas de una motocicleta que seguían aguas abajo. No necesitaba mucho más para decidirme a continuar.

Así pues, dejamos atrás la estación, con la idea de ver hasta dónde podíamos llegar.Y así, un kilómetros después de salir de la estación, llegamos al impresionante arco de ferrocarril. Nos encontrábamos ya en una zona claramente inundada. La bajada del pantano había dejado a la vista un trozo de la plataforma en forma de arco, que surgía entre las aguas del pantano, aislando a su derecha una zona embalsada. La vista desde la parte superior del Tramo Restringido era magnífica, pero incomparable a lo que teníamos por delante a pie de agua.

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Una vez pasado el arco, observamos que era cada vez más complicado seguir avanzando. Ese tramo de la vía se encontraba casi permanentemente bajo las aguas, y al surgir de nuevo a la luz tenía abundantes depósitos de arena, y zonas de tierra cuarteada, que dificultaban enormemente el rodar. Además, para facilitarnos la vida, los depósitos de tierra tendían ligeramente a inclinarse hacia el pantano, lo que nos hacía correr el riesgo de patinar y acabar dándonos un chapuzón inesperado. Y dado el calor que empezaba a hacer no es que fuera especialmente desagradable, pero tampoco era plan de acabar de cabeza en las aguas. De todas maneras, nuestro non plus ultra no se encontraba demasiado alejado. Concretamente a 715 metros después de pasar el arco. A partir de ese punto la vieja vía del tren se adentraba en las aguas del pantano de Gérgal, haciendo impracticable seguir nuestra marcha… salvo quizás en un hidropedal.

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Estudiamos nuestras posibilidades de salir de allí. La primera y más obvia, que era trepar por la ladera hasta alcanzar la Ruta del Agua era inviable en ese punto, por lo abrupto del terreno y lo cerrado de la vegetación.

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La segunda era volver hasta la estación y buscar una pista que había visto en Google Maps que subía desde ella. Lo malo es que la había buscado a la ida y no había sido capaz de encontrarla. La tercera era volver al arco, y remontar el cauce seco de un arroyo hasta encontrar una estación de bombeo, y un camino para volver a la Ruta del Agua. Optamos -para nuestra desgracia- por esta tercera opción.

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Y es que aunque pronto dimos con el cauce del arroyo, éste resultó ser impracticable no mucho después. Así que no nos quedó más remedio que seguir una senda de cazadores a través de la maleza, que iba ascendiendo poco a poco en dirección a la ruta del agua.

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Una senda lo suficientemente ancha como para dejar pasar a una persona, pero ten estrecha como para no permitir el paso de una bicicleta. Así que nos tocó hacer de sherpas. Casi media hora nos costó alcanzar la estación de bombeo, y el camino que llevaba a la ruta del agua. Media hora en la que salimos cubiertos de arañazos, rasguños, algún que otro -en mi caso- agujero en la pierna gracias a un tocón seco e… infestados de garrapatas. Suerte que las localizamos rápidamente y pudimos deshacernos de ellas, pero no recuerdo una situación más repelente en mucho tiempo.

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De nuevo en el Tramo Restringido, emprendimos la vuelta a Las Pajanosas. Teníamos por delante unos 6 kilómetros de marcha hasta salir del Tramo, y 5 más hasta el punto de partida. Sergio, a esas alturas de la mañana, empezaba a estar algo tocado, pero aún así aguantaba razonablemente bien. Salimos a las 13:35h del Tramo, y cruzamos el Cordel en dirección a las Pajanosas. Lo que teníamos por delante era un rato más de sube y baja hasta salir a la carretera, y luego la subida final a Las Pajanosas. Ahí Sergio se desfondó, a resultas de las subidas acumuladas, el tramo trialero del ferrocarril derrumbado, y la subida demencial campo a través. Pero aun así, a su ritmo, finalizó la etapa como un campeón. Cerramos el chiringito a las 14:00h, tras 40 kilómetros de interesantísima etapa.

No pudimos obviar detenernos un rato en un bar cercano a reponer fuerzas, antes de recogernos cada uno a su casa. Un buen final de etapa, a la altura del recorrido.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 37’205 km.
  • Distancia (según el GPS): 40’896 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 34m 04s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 44m 14s
  • Velocidad media: 14’5 km/h
  • Velocidad máxima: 46’6 km/h
  • Pulsaciones medias: 122
  • Pulsaciones máximas: 175
  • Consumo medio de calorías: 820 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1340 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 57m 06s
  • Consumo total de calorías: 4011 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 45AA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Las Pajanosas – La Cantina – Estación de Gérgal

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