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17 jul 12 Etapa ciclista: Las Pajanosas – La Cantina – Estación de Gérgal (01/07/2012)

El pasado 1 de julio salimos a rodar por el entorno del pantano de Gérgal Miguel, Sergio, Rafa y yo. Se trataba de la primera etapa de Sergio por zonas más montañosas que la zona del Aljarafe, y habíamos planeado que se soltar aun poco rodando por la Ruta del Agua. Yo, por mi parte, también tenía mis planes en la cabeza: sabía que el nivel del pantano había bajado bastante, dejando algunas zonas del viejo ferrocarril del Cala al descubierto, por lo que andaba con ganas de tener una etapa de exploración.

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Así pues, salimos a las 9:15h de Las Pajanosas, tomando la ruta del Agua camino del Tramo Restringido. Fuimos circulando a un ritmo bastante suelto. El día no era excesivamente caluroso y se encontraba despejado, lo que invitaba a rodar con alegría. Pronto nos detuvimos a tomar una foto con unas buenas vistas del pantano, y del tramo de ferrocarril que había salido a la superficie.

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Viendo que, en efecto, el pantano estaba tan bajo como para permitir una buena exploración de ese tramo del ferrocarril, no tuve dudas a partir de ese momento: bajaríamos hasta la vieja estación de Gérgal. Mientras tanto, fuimos haciendo nuestro camino hasta la Cantina, a la que llegamos al filo de las 11:00h. Teníamos toda la mañana por delante y tan sólo habíamos hecho 20 kilómetros de etapa. Tocaba darle algo más de emoción al asunto.

Tras dejar la Cantina, bajamos por la pista que conduce hasta la parte baja de la presa de Guillena, y que sirve para enlazar con el viejo trazado del ferrocarril. La bajada es corta, pero intensa, bastante quebrada e interesante para hacer un tanto el bestia. Una vez en el viejo trazado nos encontramos con que el camino, pese a ser practicable, es más adecuado para recorrerlo haciendo senderismo. En un primer tramo hasta un túnel tiene bastantes derrumbes de la trinchera, que aunque no imposibilitan rodar por la vía sí hacen que sea un tanto complicado, lo que motivó que nuestra media de marcha cayera considerablemente… pero que el recorrido se hiciera sumamente más divertido.

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Así pues, llegamos al túnel, lo que nos dió la ocasión de rodar un rato a la sombra. Ambas entradas se encuentran prácticamente taponadas por los derrumbes, pero el interior del túnel se encuentra en un buen estado bastante sorprendente.

Una vez al otro lado del túnel, y tras salvar un nuevo derrumbe, nos pusimos nuevamente en marcha.

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A partir del túnel los derrumbes se hacen bastante menos frecuentes, pero aquí nos encontramos con una nueva dificultad: vegetación sumamente cerrada. Tan cerrada que daba la impresión de que circulábamos más por un túnel de lavado que por una vieja vía del tren. La pena es que parte de los arbustos eran, por llamarlo de alguna manera, agresivos para la piel. Tan agresivos que tuve que sacarme varios pinchos de espino del brazo izquierdo.

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Pero la zona de vegetación cerrada no duró demasiado. Pronto llegamos a una zona en la que los pinos habían impuesto su ley, y que permitían rodar por una trazado rectilíneo, abierto, y cubierto de agujas de pino, lo que daba un sonido bastante peculiar a nuestra marcha. Y encima, íbamos a la sombra.

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Se notaba que íbamos rodando en descenso, pues el nivel del pantano, pese a ser extremadamente bajo, no dejaba de aproximarse a la plataforma de rodadura. Además las marcas del nivel del agua pronto empezaban a ser comunes en el talud que teníamos a la derecha. En períodos de gran cantidad de agua del pantano nos encontrábamos en zona inundable.

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No tardamos en llegar a las cercanías de la estación de Gérgal, el primero de mis objetivos. Antes de llegar tropezamos con restos de civilización en forma de depósito de agua y de casa inundada. La casa, como es obvio, se encontraba en un estado lamentable, pero el depósito aguantaba bien, salvo por ciertos daños en sus pilares producto de la erosión del agua y de la corrosión del forjado de su hormigón. Así pues, acabamos llegando a la estación de Gérgal.

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El edificio de la estación responde al clásico diseño de los edificios de ferrocarril de finales del siglo XIX. En este caso se trataba de un edificio de dos plantas donde la vegetación y el tiempo habían hecho estragos, pero cuya fachada aún se conservaba en pie. Encontramos fogatas y otros restos del paso reciente de personas, entre las que destacaban las huellas de una motocicleta que seguían aguas abajo. No necesitaba mucho más para decidirme a continuar.

Así pues, dejamos atrás la estación, con la idea de ver hasta dónde podíamos llegar.Y así, un kilómetros después de salir de la estación, llegamos al impresionante arco de ferrocarril. Nos encontrábamos ya en una zona claramente inundada. La bajada del pantano había dejado a la vista un trozo de la plataforma en forma de arco, que surgía entre las aguas del pantano, aislando a su derecha una zona embalsada. La vista desde la parte superior del Tramo Restringido era magnífica, pero incomparable a lo que teníamos por delante a pie de agua.

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Una vez pasado el arco, observamos que era cada vez más complicado seguir avanzando. Ese tramo de la vía se encontraba casi permanentemente bajo las aguas, y al surgir de nuevo a la luz tenía abundantes depósitos de arena, y zonas de tierra cuarteada, que dificultaban enormemente el rodar. Además, para facilitarnos la vida, los depósitos de tierra tendían ligeramente a inclinarse hacia el pantano, lo que nos hacía correr el riesgo de patinar y acabar dándonos un chapuzón inesperado. Y dado el calor que empezaba a hacer no es que fuera especialmente desagradable, pero tampoco era plan de acabar de cabeza en las aguas. De todas maneras, nuestro non plus ultra no se encontraba demasiado alejado. Concretamente a 715 metros después de pasar el arco. A partir de ese punto la vieja vía del tren se adentraba en las aguas del pantano de Gérgal, haciendo impracticable seguir nuestra marcha… salvo quizás en un hidropedal.

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Estudiamos nuestras posibilidades de salir de allí. La primera y más obvia, que era trepar por la ladera hasta alcanzar la Ruta del Agua era inviable en ese punto, por lo abrupto del terreno y lo cerrado de la vegetación.

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La segunda era volver hasta la estación y buscar una pista que había visto en Google Maps que subía desde ella. Lo malo es que la había buscado a la ida y no había sido capaz de encontrarla. La tercera era volver al arco, y remontar el cauce seco de un arroyo hasta encontrar una estación de bombeo, y un camino para volver a la Ruta del Agua. Optamos -para nuestra desgracia- por esta tercera opción.

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Y es que aunque pronto dimos con el cauce del arroyo, éste resultó ser impracticable no mucho después. Así que no nos quedó más remedio que seguir una senda de cazadores a través de la maleza, que iba ascendiendo poco a poco en dirección a la ruta del agua.

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Una senda lo suficientemente ancha como para dejar pasar a una persona, pero ten estrecha como para no permitir el paso de una bicicleta. Así que nos tocó hacer de sherpas. Casi media hora nos costó alcanzar la estación de bombeo, y el camino que llevaba a la ruta del agua. Media hora en la que salimos cubiertos de arañazos, rasguños, algún que otro -en mi caso- agujero en la pierna gracias a un tocón seco e… infestados de garrapatas. Suerte que las localizamos rápidamente y pudimos deshacernos de ellas, pero no recuerdo una situación más repelente en mucho tiempo.

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De nuevo en el Tramo Restringido, emprendimos la vuelta a Las Pajanosas. Teníamos por delante unos 6 kilómetros de marcha hasta salir del Tramo, y 5 más hasta el punto de partida. Sergio, a esas alturas de la mañana, empezaba a estar algo tocado, pero aún así aguantaba razonablemente bien. Salimos a las 13:35h del Tramo, y cruzamos el Cordel en dirección a las Pajanosas. Lo que teníamos por delante era un rato más de sube y baja hasta salir a la carretera, y luego la subida final a Las Pajanosas. Ahí Sergio se desfondó, a resultas de las subidas acumuladas, el tramo trialero del ferrocarril derrumbado, y la subida demencial campo a través. Pero aun así, a su ritmo, finalizó la etapa como un campeón. Cerramos el chiringito a las 14:00h, tras 40 kilómetros de interesantísima etapa.

No pudimos obviar detenernos un rato en un bar cercano a reponer fuerzas, antes de recogernos cada uno a su casa. Un buen final de etapa, a la altura del recorrido.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 37’205 km.
  • Distancia (según el GPS): 40’896 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 34m 04s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 44m 14s
  • Velocidad media: 14’5 km/h
  • Velocidad máxima: 46’6 km/h
  • Pulsaciones medias: 122
  • Pulsaciones máximas: 175
  • Consumo medio de calorías: 820 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1340 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 57m 06s
  • Consumo total de calorías: 4011 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 45AA

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Las Pajanosas – La Cantina – Estación de Gérgal

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