Grabación de la Iglesia de San Miguel de Presqueiras, parroquia de Forcarey (Forcarei). La iglesia se sitúa a casi 600 metros de altitud, en el punto más alto de la villa de Presqueiras. La iglesia es de estilo barroco y de planta basilical, separada en tres cuerpos, de los cuales el ábside es rectangular. Desde ella se tienen unas estupendas vistas de los valles del Lérez y del río Castro.
Vuelo efectuado con un dron DJI Mini 3 Pro, el 19/05/2024.
Música:
Piedra y Estaño camino del Cielo, composición propia asistida mediante IA con Udio: https://www.udio.com/songs/9iEdwMYWkkG2epoymttoQo
Etiquetas: dji mini 3 pro, dron, forcarey, san miguel de presqueiras, udio
El sábado 12 de noviembre realicé la primera salida en Forcarey de la temporada otoño-invierno de 2022.
Y es que estoy de vuelta por Galicia, merced al trabajo de Ana. Lo que no está nada mal. Después de la etapa anterior en Santiponce, estaba con ganas de algo diferente: no tanto una kilometrada como algo con bastante subida, y qué mejor plan que hacer una subida a Monte Seixo. Pero a diferencia de las anteriores, iba a salir desde Forcarey. No en balde, tenía todo el sábado libre: Ana se iba a encontrar haciendo una jornada de formación del profesorado en Santiago de Compostela, así que no iba a ir con restricciones horarias. Todo el día para hacer el salvaje. Así que planifiqué un recorrido que uniera Forcarey, Monte Seixo, y la vuelta por Cerdedo. Más de 1000 metros de desnivel acumulado. Iba a ser divertido.
Pero tampoco se trataba de reventar, escogí para la etapa la Super BH L6000 Gravel 2 que restauré hace algunos meses. Algo que permitiera rodar ligero. Le hice un par de modificaciones antes de salir: le cambién el sillín de paseo por un Medicus de MTB (buen cambio), y reemplacé las manetas de freno por unas Avid de montaña. Muy, muy, muy mala idea. Pero no adelantemos acontecimientos.
Salí de Forcarey a las 9 de la mañana. Empecé la etapa en descenso, bajando por carretera hasta el Lérez, para después emprender la subida a Cachafeiro. Primer problema. La bici frenada poco. Había cambiado precisamente las manetas por eso mismo, para ver si mejoraba, pero más bien al contrario, parecía ir peor. Y yo tampoco iba muy bien en la subida. Todo el verano en Sevilla, con pocos desniveles, me habían sacado de forma. Pero daba igual, la cosa era disfrutar. Crucé Cachafeiro y continué hacia Soutelo por la carretera. El día estaba frío a la par que despejado. Bueno para rodar. Llegué al polígono de Vilapouca, crucé la Nacional, y seguí por la carretera de Presqueiras. La subida, bien. Es una tachuela con subida constante, con la que no hay que cebarse demasiado si pretendes hacer 45 kilómetros largos en el día. La pronunciada bajada que hay después fue otra cosa. ¡Iba sin frenos! Bueno, con muy pocos frenos, teniendo que hacer una fuerza considerable para reducir la velocidad de la bici. En fin, la mejor manera de frenar la bici era tomar cuanto antes una cuesta arriba. No es que en Galicia no las haya, pero no se trata tampoco de la mejor idea del mundo. En fin.
Tras la bajada, seguí hasta San Miguel de Presqueiras, y una vez allí, subí hasta la iglesia, para dejar por fin atrás el asfalto. Empecé la subida de Monte Seixo, finalmente por pista. Llegué a las primeras indicaciones de la mina, y giré a la derecha, para dirigirme hacia Carballás. Fue en este tramo -sobre todo, tras pasar el río- donde disfruté de los mejores tramos para recorrer en una gravel.
Tras un breve descenso, llegué a Carballás. Hice una pequeña parada junto al pilón y el cruceiro que se encuentra en medio del pueblo, y me preparé para la verdadera subida del día. Aunque, bueno, a esas alturas llevaba ya 15 kilómetros de etaoa, 450 metros de desnivel acumulado, y un buen rato de sube y baja entre pecho y espalda. Que, como calentamiento, no estaba nada mal.
Salí de Carballás en subida, enfilando la carretera de Monte Seixo. Sin prisa, pero sin calma. Eran casi 5 kilómetros de ascenso con rampas del 14%. La gravel se portaba estupendamente bien, y el sillín de MTB se adaptaba mucho mejor a mi estilo de pedaleo que el anterior. Era cuestión de tomárselo con calma. Pasé un puesto de cazadores que se encontraban a pie de carretera, y seguí subiendo. La carretera no dejaba de soltar agua, merced a las semanas de lluvia casi constante que habíamos tenido. No en balde, era casi el primer día sin lluvia desde mediados de octubre.
No tardé en llegar a la subestación. Mi idea era parar un poco para descansar, antes de seguir con la etapa. Pero la verdad es que me encontraba bastante bien, así que seguí rodando, dejando atrás la carretera, y continuando por la pista de grava fina. De nuevo, un tramo que iba de perilla a la bici. Al final, acabé llegando a Portalén, donde paré a tomar un refrigerio, y las fotos de rigor.
De nuevo en marcha, descarté volver por el mismo camino, ya que me encontraba bien de forma, y seguí adelante con el plan previsto: ermita de Santa María, Cima de Vila, La Cavadosa, Cerdedo y vuelta a Forcarey. Iba a ser divertido. Estaba justo en la mitad de la etapa, pero con lo peor ya hecho. Seguí adelante por la pista, y no tardé en llegar a la ermita de Santa María, donde pude disfrutar de unas vistas estupendas de todo el entorno.
Tras la parada, emprendí el descenso hacia Cima de Vila. Un descenso bastante tremebundo. Porque la bici seguía sin frenar. Y si ya es malo que no lo haga en una carretera, en una pista de grava con pendientes del 17% es bastante peor. Es más, tuve que frenar un par de veces con el pie a tierra para no acabar en el fondo de un barranco. Peligroso, muy peligroso. Y encima, me estaba haciendo polvo las manos. Lo peor acabó cuando llegué a Cima de Vila. Seguía habiendo pendientes acusadas, pero al menos esta vez eran de asfalto. Seguí con la misma tónica hasta llegar a La Cavadosa, donde no me pude resistir a detenerme en su poza, y echar algunas fotos.
De nuevo en marcha, seguí descendiendo hacia Cerdedo. La suerte es que en este tramo el descenso por carretera, sin ser lo que se dice suave, sí me permitía controlar adecuadamente la bici, salvo en el tramo final de Meilide. Ahí volví a pasarlo mal. Por suerte, los grandes descensos se habían acabado. Estaba en Cerdedo, donde hice una nueva parada justo a la iglesia. Llevaba ya 35 kilómetros, y apenas eran las 12:30h.
Tras la última parada, reemprendí el camino. Lo más duro de la etapa ya había pasado, pero me quedaba el tramo de la incertidumbre: como no quería volver desde Cerdedo hasta Forcarey por la Nacional, me había buscando un recorrido alternativo, en una vieja pista que -teóricamente- ascendía casi en paralelo a la Nacional, hasta Cachofés. Con ello evitaba el peor tramo, pero no tenía constancia de su estado. Iba a la aventura. Crucé Cerdedo, hasta la salida del pueblo por su lado norte. Allí giré a la izquierda, para tomar una carreterita señalizada con un cartel de la ETAP de Cercedo. Fui en ascenso por un estupendo tramo de bosque, hasta llegar a un cartel indicador de una senda por el monte. Según éste, el camino que quería tomar no existía, pero esa senda me permitía hacer poco más o menos lo mismo. Pero el caso es que el comienzo de la pista estaba ahí. Amplio, pero lleno de restos de poda. Y la senda subía al principio por carretera, en fuerte pendiente. ¿Qué hacer?
Se impuso mi lado sherpa. Tomé la pista, pasando con relativamente pocos problemas por los restos de poda. La pista subía hasta la fábrica de colchones, y era ciclable con la gravel en casi toda su extensión, salvo un punto pelín duro y con bastante piedra suelta. Había otro segundo tramo algo duro, justo al llegar a la fábrica, pero que pude salvar sin problemas. Una vez en la fábrica, hay que dirigirse hasta el lateral de la nave para dar de nuevo con el camino. Arranca con fuerte pendiente en asfalto, para dar después a un tramo de cemento, y de nuevo, a una pista ancha y bien marcada. Sospecho que es viejo camino existente de manera previa al trazado actual de la Nacional. El camino asciende de manera suave por el monte, dejando abajo la carretera. Lo pude seguir sin demasiada dificultad ni esfuerzo, hasta la llegada a un cruce. Desde ahí, se gira a mano derecha. La pista se hace un poco más cerrada de maleza, y asciende hasta lo alto del monte O Couto. No es dura salvo en alguna rampa un poco exigente, pero nada imposible. Y una vez subido el monte, hay una breve bajada, que de nuevo puso a prueba las capacidades de frenado de la bici, hasta dar con una carreterita -tramo abandonado de la Nacional, sin duda- que acaba saliendo a Cachofés.
Desde allí, no hay nada en especial que contar. Subí hasta dar con el cruce de Forcarey, que tomé a mano izquierda, y seguí la carretera hasta llegar Cachafeiro, y luego tomar el descenso hasta el Lérez, donde volví a pasarlo mal por los frenos. Y ya desde allí, subí sin grandes novedades -y relativamente poco esfuerzo, para la que llevaba encima- hasta Forcarey, dando por finalizada la etapa a las 13:40h, tras casi 46 kilómetros de etapa, y casi 1300 metros de desnivel acumulado. Una buena etapa. Para celebrarlo, y como me había quedado sin cerveza, me tomé un buen trago de horchata que tenía guardada. Una manera como otra cualquiera de terminar el recorrido.
Un par de apostillas. La primera es que me llevé conmigo el dron, y pude hacer algunas tomas en el recorrido. Espero que os gusten.
La segunda es relativa al problema de los frenos. En esta bici estoy haciendo uso de los frenos tipo caliper originales de la bici, unos Sprint Podium de los años 80. Se trata de frenos de tiro largo, adecuados para frenos de carretera. Pero como a esta bici le he puesto un manillar recto estilo de montaña, no puedo hacer uso de esos frenos. Le había puesto unas manetas adecuadas para cantilever, con un tiro de 40 milímetros. En principio, debía de ser suficiente. Pero los Avid que comentaba al principio son frenos para V-Brake, de tiro corto (unos 30 mm), completamente inadecuados para los cantilever. Por eso lo pasé tan mal. Las pastillas, unas Decathlon, tampoco es que ayudaran mucho. En la otra Super BH L6000 dan un buen resultado, pero en estas se quedan claramente cortos. Así que estos días he vuelto atrás, he vuelto a poner las manetas de cantilever, y he reemplazado las pastillas por unas Shimano Ultegra, que espero que den mejores resultados. Ya lo veremos.
Etiquetas: carballás, cerdedo, forcarey, gravel, la cavadosa, portalén, san miguel de presqueiras, super bh l6000
El sábado 5 de febrero, ya de vuelta en Forcarey, realicé una pequeña pero divertida etapa en el cercano Monte Seixo, una pequeña gran maravilla que tenemos cerca de Forcarey. El punto de partida iba a ser la iglesia de San Miguel de Presqueiras, de donde ya había partido en otra ocasión. Pese a que las semanas anteriores habíamos tenido unos días perfectos, despejados y enormemente agradables, la mañana amaneció con nubes bajas, lo que era especialmente destacado en el caso de Monte Seixo: iba a tener bruma en la cima.
Así pues, cargué la bici en el Toyota y me dirigí a San Miguel, donde dejé aparcado, y comencé la etapa pasadas las 9:30h. Empecé, como es casi siempre en esta bendita tierra, en subida. Tomé una de las pistas de mantenimiento de las antiguas minas de Presqueiras, pero esta vez fui a la derecha, hacia Carballás, a diferencia de la vez anterior que había estado rodando por la zona. Pronto estuve subiendo por pista de monte, hasta llegar a un vado sobre un arroyo, cerrado por una cerca cinegética, que no hay mayor problema para abrir.
Cerrada de nuevo la cerca, se continúa avanzando por los antiguos caminos de la mina. Pese a estar abandonados, conservan la vieja señalización, así que no es extraordinario encontrar caminos señalizados con STOPs, aunque sí bien sorprendente.
En las cercanías de Carballás alcancé la pista que una vez bajé cubierta de nieve. Esta vez tocaba hacia arriba, así que había que tomárselo con paciencia. Era la primera vez que probaba realmente en serio la nueva transmisión 1×9 que monté hace algunas semanas, y tengo que decir que se portó admirablemente, y eso que no me quedó más remedio que echar mano bien pronto de los piñones más altos. Y es que la subida, con rampas que llegaban a superar el 17%, no era cosa para pusilánimes.
Así, tras un rato de subida bastante intensa, salí de la pista, para acabar llegando a la carretera asfaltada. No estaba mal, pero aún quedaba la mitad de la subida hasta la subestación. Había dejado atrás la tierra, pero aún me esperaban rampas del 14%, temperaturas que habían caído a los 5ºC, la bruma y, sobre todo, el viento, que más cerca de la cumbre se dejaba notar.
La subida fue bastante bien. La nueva transmisión se adaptaba suficientemente bien a las distintas rampas de subida, y no notaba problemas de desajuste ni fenómenos extraños. Al llegar arriba, incluso tuve la sorpresa de que el cielo estaba abriendo. Iba a tener, pese a todo, un buen día. Pero con mucho viento. Mi idea original era subir hasta la subestación y desde allí bajar hacia Fontgrande, para tomar el camino de la vieja mina de wolframio. Pero habiendo subido hasta ahí arriba, y teniendo un dron en el camelback, quería hacer y grabar algo más interesante: Portalén…
…Marco do Vento…
…y el Ara Solis de la cumbre.
Así que me encaminé para allá, saqué el mini-dron, y tras pelearme un rato con el viento, pude rodar algo bastante decente:
Por desgracia, el viento era demasiado fuerte, así que descarté grabar el Ara Solis, quedándome sólo con Portalén y el Marco do Vento desde lejos. Me llamaron la atención un par de cosas: la primera, que ya no había ofrenda alguna en Portalén, como había podido ver otras veces. La segunda, una llamativa agrupación de piedras cerca del Ara Solis:
Finalizada la excursión, volví sobre mis huellas hasta llegar a la subestación, y allí tomé la pista que desciende hacia Fontegrande, pero antes de descender me desvié hacia el mirador de la mina. A esas horas tenía ya una vista estupenda del valle del Lérez.
¡¡¡Lo malo es que para volver a la pista iba a tener que subir una pared!!!
De vuelta en el camino principal, bajé hasta Fontegrande. Una bajada bastante rápida y trepidante. Una vez llegué al camino de la mina, dejé atrás la pista, y me dirigí a aquélla. Al llegar a la zona de la mina, donde ya había estado la semana anterior haciendo senderismo, no pude localizar -como aquella vez- la zona donde se supone que está el camino que lleva a las antiguas edificaciones de la mina, ya que se encuentran completamente comidos por la maleza. Además, en esa vertiente de Monte Seixo el viento seguía siendo muy fuerte, por lo que abandoné la idea de volar el dron y obtener una grabación de la zona: en caso de perderlo ahí entre la vegetación no iba a poder recuperarlo sin hacerme antes filetes al intentar pasar por los tojos.
Así pues, retomé el descenso, para llegar a la carretera a la altura de Alfonsín. Una buena bajada, que vale la pena recordar. Desde allí, el resto de la etapa consistió en volver a San Miguel de Presqueiras por carretera, y llegar a donde tenía aparcado el coche. La etapa totalizó casi 26 kilómetros en una hora y tres cuartos de tiempo de pedaleo. Y un vídeo estupendo.
Datos de la etapa:
Etiquetas: carballás, dron, eachine e520s, fontegrande, forcarey, marco do vento, monte seixo, mtb, portalén, san miguel de presqueiras, wolframio