El pasado 19 de mayo de 2024, la comarca de Terra de Montes me brindó una jornada de ciclismo de montaña de esas que se quedan grabadas en la memoria. La aventura comenzó temprano, a las 08:24, con una temperatura que obligaba a rodar con energía para entrar en calor: los termómetros en la cercana estación de Beariz marcaban una mínima de 4.5°C. Con el cielo algo cubierto y una ligera humedad residual de apenas 1.2 mm de precipitación, partí desde San Miguel de Presqueiras con un objetivo claro: coronar las cumbres del emblemático Monte Seixo.

Los primeros kilómetros sirvieron para probar el estado de las piernas mientras ascendía por las pistas que históricamente dieron servicio a las explotaciones mineras de la zona. La subida hacia Carballás fue exigente pero gratificante, ganando altura rápidamente sobre el valle. Al llegar a la zona del parque eólico, me recibió una densa capa de niebla que envolvía los aerogeneradores, otorgándole al paisaje un aire místico y casi irreal. Sin embargo, tal y como suele ocurrir en la montaña gallega, el sol comenzó a luchar contra las nubes y la niebla se fue despejando poco a poco, revelando la inmensidad del terreno.

Tras alcanzar la subestación eléctrica, punto álgido de la ruta, giré a la izquierda para iniciar un descenso técnico y visualmente espectacular hacia las aldeas de Cernadelo y Fontegrande. Es en este entorno privilegiado donde tiene su humilde nacimiento el río Verdugo, un cauce que marcará la geografía de la provincia hasta su desembocadura. Rodar por aquí es sentir la naturaleza en estado puro, con el sonido del agua acompañando cada pedalada.

La ruta me llevó después a través de una preciosa corredoira, esos caminos tradicionales gallegos flanqueados por muros de piedra y vegetación autóctona, que desembocó de nuevo en una pista minera más abierta. El paisaje aquí cambia drásticamente al entrar en el área de las antiguas Minas de Presqueiras. Esta zona es un auténtico museo al aire libre de la historia industrial de Forcarey. Desde mediados del siglo XIX hasta bien entrada la década de los 60, estas laderas fueron escenario de una intensa actividad extractiva, centrada principalmente en el estaño.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la demanda de wolframio convirtió estas montañas en un lugar estratégico, y hoy todavía podemos encontrar restos de las instalaciones y de la fábrica de Estañíferas de Galicia. Aunque la maleza intenta ocultar este pasado, logramos ubicar algunas ruinas y una pequeña fuente que aún mana agua fresca. La belleza del valle excavado por el río do Castro, que se precipita hacia el Lérez, es simplemente impactante desde esta perspectiva.

Finalmente, inicié el descenso definitivo hacia la carretera a la altura de Alfonsín. Con el sol ya más alto y una temperatura máxima que alcanzó los 15.9°C, el regreso a San Miguel de Presqueiras fue un agradable paseo para soltar piernas tras haber superado más de 500 metros de desnivel en apenas 15 kilómetros. Una etapa corta en distancia, pero intensa en historia y paisajes, que nos recordó por qué Galicia es un paraíso para el MTB.
Datos clave de la etapa:
- Distancia: 15.26 km
- Tiempo en movimiento: 1h 31m
- Ganancia de elevación: 503 m
- Velocidad media: 10.0 km/h
- Velocidad máxima: 44.5 km/h
- Fecha: 19 de mayo de 2024
- Tipo de actividad: Ride