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14 jun 10 Entrenamiento ciclista: Santiponce – Guillena

El pasado jueves seguimos con el entrenamiento ciclista. La etapa escogida para esta vez fue realizar el enlace entre Santiponce y Guillena por la vía verde del Aljarafe, primero, y la Cañada Real de las Islas, después.

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Si algo se puede decir de la etapa es que estuvo marcada por el agua. Desde la misma salida de Santiponce hizo acto de presencia, en forma de una lluvia que, si bien no era demasiado intensa, sí que resultaba bastante desagradable, ya que estaba acompañada de un intenso viento que hacía que las gotas de agua, gordas como cocos de La Habana, cayeran prácticamente de lado. El viento, asimismo, nos dificultó bastante el primer tramo de la etapa, que nos permite enlazar desde la antigua carretera de Mérida con la vía verde de Itálica.

Una vez en la vía verde ese mismo viento nos ayudó bastante, ya que, en vez de entrarnos de frente, pasó a soplarnos un tanto de cola, más bien de costado, hasta el puente sobre el arroyo del Judío. En este punto tomamos la cañada real de las Islas y, esta vez sí, el viento pasó a soplarnos completamente de cola, lo que nos permitió mantener una velocidad de crucero bastante elevada.

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Al poco de cruzar un pequeño arroyo fue donde tomamos las primeras fotos de estas salidas en bici. Había un curioso contraste entre el cielo casi completamente cubierto, algunos claros por los que asomaba el sol, y los tonos ocres y dorados ofrecidos por los trigales ya convertidos en era y aquellos que aún aguardaban el paso de la afilada hoja del segador.

Continuamos por la cañada hasta alcanzar la SE-3409, que rápidamente abandonamos para seguir por la cañada. Cruzamos, poco después, el arroyo de los Molinos por primera vez en el día, y supuso una advertencia de lo que nos íbamos a encontrar. El agua, bastente pestilente, no animaba a meterse en ella. Por suerte, una pasarela de troncos nos permitió cruzar la lámina de agua sin mayores inconvenientes, y continuar nuestro recorrido hasta la venta de Ana Velázquez. Desde allí tomamos la A-460 hasta las cercanías de Guillena, descendiendo a un ritmo bastante elevado.

Abandonamos la carretera en las cercanías de un albergue canino, que más bien parecía un campo de concentración para cánidos, merced a los rollos de alambre que cerraban la alambrada, dignos más bien del Stalag 13. Poco después afrontamos el último tramo de la jornada: la interminable recta del camino de mantenimiento del canal de aguas de Sevilla, que forma parte del trazado de la Vía de la Plata entre Santiponce y Guillena. Un camino en principio aburrido, pero que nos reservaba la última sorpresa de la jornada.

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El arroyo de los Molinos, de nuevo, hacía acto de presencia. El puente que permite salvarlo se encontraba completamente anegado, dos meses después de las últimas lluvias. Nos aventuramos a cruzarlo, esperando que la profundidad del agua no fuese demasiado grande, y este fue el resultado:

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Nos llegó el agua hasta más allá de las rodillas. Yo pude cruzar con bastante esfuerzo, pero Rafa se quedó clavado en el fango y las ramas del fondo. Nos echamos unas risas, unas fotos, y salimos chapoteando. Y sólo para encontrarnos que el tapón de árboles, ramas y barro habían solidificado justo a continuación del puente, y existía un paso razonablemente franco:

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Aunque hay que admitir que si hubiéramos cruzado por ahí no nos habríamos divertido tanto. El resto de la etapa, hasta Santiponce, transcurrió sin mayores incidentes. El recorrido total fue de 24’67 km, y empleamos en recorrerlo algo menos de hora y tres cuartos. El mapa del recorrido es el siguiente:


Ver Santiponce – Cañada de las Islas – Guillena en un mapa más grande

En este mapa aparecen geolocalizadas las fotografías de la etapa, gracias a AndAndo y el móvil de Rafa. :mrgreen:

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Comentarios de los lectores

  1. |

    ¡Qué fresquita que estaba el agua del arroyo!…aunque la cervecita del tercer tiempo tampoco se quedo atrás.

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  2. |

    Gran tercer tiempo, sí señor. Cervezas heladas y una buena tabla de jamón, caña de lomo y queso bien añejo. Estaban buenos de por sí, pero tras el paso por la bici y el arroyo, estaban ya de lujo. :mrgreen:

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  3. |

    [...] significados de la jornada. Al vadear por segunda vez el arroyo de los Molinos (aunque esta vez sin hacer el bestia), Rafa sufrió un enganchón de la cadena en el plato grande, que le hizo dar con sus huesos en el [...]

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