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Cinco signos de exclamación. El signo claro de una mente enferma
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09 ene 16 Camino Mozárabe: Etapa 1: Córdoba – Villaharta (23/III/2013)

Esta entrada es la parte 2 de 5 de la serie Camino de Santiago 2013

Iniciamos nuestra andadura pasadas las 8:15h del sábado 23 de marzo. Como nos habíamos estado temiendo, la mañana no iba a acompañar. Las previsiones eran de lluvias intermitentes a lo largo de toda la jornada, y a la salida de la Asomadilla el cielo estaba completamente cubierto, pero aún no había roto a llover.

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Atravesamos el Parque de la Asomadilla para llegar a la Fuente de la Salud. Desde allí, cruzamos el Polígono de Chinales para dirigirnos en dirección al Puente Romano del Arroyo Pedroche, que no llegamos a cruzar. En su lugar, tomamos el viejo trazado de la N-432, convertido hoy en día en una pista terriza. De manera pausada fuimos ascendiendo hasta llegar al paso inferior con el nuevo trazado de la N-432. Seguimos ascendiendo hacia la Carrera del Caballo, donde se impuso tomar una decisión: ¿subiríamos por la Loma de los Escalones, o por la vieja carretera? Por una vez, la cordura se impuso, y descartamos subir por la Loma. Las lluvias la habrían dejado empapada, haciendo que la roca caliza que la compone estuviera peligrosamente resbaladiza, cosa que no es plato de buen gusto, especiamente cuando vas lastrado con alforjas. Alforjas que tampoco invitaban, precisamente, a tomar la Loma con mucha alegría. Así que desde la Carrera del Caballo volvimos al viejo trazado de la N-432, y nos disposimos a subir hasta Cerro Muriano por asfalto.

Llevaba desde que habíamos salido de casa con la molesta sensación de estar olvidando algo. Y ya lo creo que olvidaba algo. ¡Me había dejado en la mesa del salón mi credencial de peregrino! Una rápida comprobación de la bolsa de documentos lo confirmó, así que no nos quedó más opción que llamar a casa, y pedirle a mi hermana Helena que nos hiciera el favor de alcanzarnos en coche y traerme la credencial. A esas alturas llevábamos ya casi 1 hora de etapa, y desandar el camino no era una opción, si queríamos llegar a una hora decente a nuestro destino. Pero no era solamente eso. Había algo más que olvidaba, y que no conseguía recordar.

Continuamos subiendo en dirección a Cerro Muriano. El tiempo empeoraba a ojos vista. Se había levantado un viento húmedo que no era sino presagio del inminente chaparrón que nos esperaba. Al cabo de media hora nos alcanzó mi hermana, haciéndome entrega de la credencial. Justo después empezó a llover, cuando aún no habíamos llegado a la altura de Villa Enriqueta. Una lluvia casi torrencial en algunos momentos, pero no nos quedaba otra que seguir, ya que en ese tramo del recorrido no había donde guarecerse. En la subida empecé a experimentar algunos saltos en la cadena. Pero como era nueva, en un nuevo casette, tampoco le presté demasiada atención. Cuestión -imaginaba- de rodar un poco para que se acomodara del todo. No era la primera vez que pasaba.

Pasada Villa Enriqueta el tiempo empezó a mejorar, convirtiéndose la lluvia, poco a poco, en una llovizna que cesó totalmente al llegar a Cerro Muriano. Hicimos allí, a la entrada, una parada para tomar el segundo desayuno del día y conseguir el primer sello de la jornada. Eran las 10:30h. Retomamos la marcha tras una media hora, atravesando Cerro Muriano, y continuando por el tramo viejo de la N-432 junto a la base militar, la Estación de Obejo, hasta llegar al nudo que une el viejo trazado con el nuevo. A partir de ahí, la idea era tomar la senda que transcurre entre el tramo abandonado de la N-432 y el viejo ferrocarril de Almorchón, y que a tramos se confunde con éstos. Sin embargo, la cosa no iba a ser tan sencilla. Las lluvias de las últimas jornadas, junto con las del día en curso habían convertido la zona en una sucesión de torrenteras, arroyuelos desbordados y balsas de agua, que hacían el rodar enormemente penoso, y hacían rezongar a mi padre, que apostaba por seguir por la N-432.

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Pese a todo, conseguí salirme con la mía, y recorrimos este tramo entre Cerro Muriano y El Vacar por la vieja senda, si bien tomando más de lo que hubiera querido la vieja vía -que hacía el rodar enormemente penoso por las traviesas- y la carretera abandonada. Nos tomó prácticamente una hora y cuarto llegar hasta El Vacar. Y de nuevo, la lluvia hizo acto de presencia a la salida de Cerro Muriano, para interrumpirse al llegar a El Vacar. Habíamos pasado ya mediodía, y tras una breve pausa para un nuevo sello y un refrigerio, seguimos en dirección a Villaharta. Cómo no, con lluvia de nuevo. Y todavía con algunos molestos saltos en la cadena.

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Esta vez optamos por seguir por el viejo trazado de la N-432 hasta el cruce de Villaharta. Lo errático del tiempo no invitaba a tomar la senda que en paralelo a la vieja carretera coincidía con las marcas del Camino. Llegamos a la bajada de tierra que lleva a Villaharta, pasado por la Fuente de Los Malos Pasos, para seguir por carretera. Una decisión de la que mas tarde nos lamentaríamos.

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No mucho después pudimos contemplar la primera vista de Villaharta desde la carretera. Se alzaba en una estribación de Sierra Morena, hermoso en su blancura en contraste con el verdor de la Sierra en primavera. Pero eso significaba que íbamos a terminar la jornada en ascenso. Y vaya ascenso: desde los 492 metros de altitud del cruce de Villharta hasta el mismísimo pueblo, a 575, en apenas kilómetro y medio, con rampas del 11%, tras casi 40 kms. de etapa, y con el lastre de las alforjas. Iba a ser divertido.

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Y sobre todo, cuestión de tomárselo con calma. Culminamos el ascenso al filo de la una y cuarto de la tarde, al llegar al centro cívico del pueblo. Sin embargo, allí no nos esperaban buenas noticias. El Bar Mirasierra, indicado como sitio de atención al peregrino, se encontraba cerrado, y en el centro cívico no supieron darnos razón de algún albergue u hotel donde poder descansar. Por suerte, en la Casa del Pueblo sí que nos indicaron que junto al cruce de la N-432 se encontraban los Pabellones de San Isidro, que funcionaban tanto de albergue rural como de albergue de peregrinos. Justo al lado de la Fuente de los Malos Pasos, por la que habiamos evitado pasar al seguir por carretera. Así que nos tocó volver a bajar hasta el cruce.

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Allí encontramos acomodo para pasar la noche, en una agradable estancia que comprendía dos dormitorios, salón, cocina integrada y cuarto de baño.

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Nos libramos del lastre y fuimos a almorzar a un cercano polígono industrial. La comida no era mala, pero el hambre la hizo aún mejor. También compramos algunos bocadillos y algo de beber para la cena, y volvimos a los Pabellones, no sin parar a echarnos una primera foto en un crucero de granito.

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Posteriormente visitamos la Fuente de los Malos Pasos, aunque hay que admitir que el agua no nos lo puso fácil.

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Aprovechamos el resto de la tarde para hacer la limpieza del día. La noche fue algo movida por culpa -una vez más- de la lluvia. Pero de una manera que no hubiera podido imaginar. Teníamos una estufa de leña como calefacción, pero la única leña de la que disponíamos se había mojado con las lluvias, con lo que fue terriblemente penoso encenderla y mantenerla encendida. Más parecía que ahumábamos la habitación que otra cosa. Y aunque nos lo tomábamos a broma, mi padre estaba seriamente preocupado por sufrir una intoxicación por monóxido de carbono esa noche. Que fue fría y larga como pocas, entre el poco tirar de la estufa, el frío, el humo y -pese a lo que él diga- los ronquidos de mi padre. Y es que la otra cosa que había olvidado eran mis tapones de los oídos.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: 40’125 km
  • Distancia (según el GPS): 40,4 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 39m 14s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 51m 19s
  • Velocidad media: 11 km/h
  • Velocidad máxima: 55’7 km/h
  • Índice IBP de dificultad: 40 BYC

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Comentarios de los lectores

  1. |

    Así que tu padre rezonga y ronca. Ya te vale!!!
    Muy buena descripción. Se te olvida la espera a Gerardo con la confusión Villaharta – Villaralto, la mojada al cruzar el arroyo antes de El Vacar.

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    • |

      ¿Me vas a decir que no es verdad? :mrgreen:

      Sí, preferí sintetizar un poco por el bien del relato. También dejé fuera cuando se te cayeron las gafas nuevas en la subida al Muriano, poco después de que Helena nos diera la credencial, en mitad del chaparrón.

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  2. |

    Javi estado leyendo tu crónica de la estapa, y como siempre, me ha resultado muy interesante con unos toques de humor. Espero poder algún día hacer el camino de Santiago en bici. Con esta guía no tendré problemas. 😂😉👏🏻

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