Esta mañana he estado viendo al hombre-río, como lo llaman. Es sencillamente genial. Una enorme escultura de porexpán lacado en bronce que, con una genial cara de cachondeo, se da un bañito en el río y mira a la concurrencia con cara de guasa.

Además, oscila con el agua y el viento. Dicen los autores que en principio tendría que haber estado fijo, sujeto por cuatro anclajes, pero uno no se pudo enganchar, y la escultura se mueve en un ángulo de 180º. Y que mejor así, oigan; de esa manera parece aún más vivo, y «puede mirar también a los toldos del Puente Romano». No, si gracia no les falta.

Ahí va una foto:

El hombre-río

El resto de las fotografías, incluidas las del Puente Romano entoldado, las he subido al servidor: Álbum del Bañista del Guadalquivir.

2 comentarios en «El bañista del Guadalquivir (y 2)»

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