Este domingo decidí mudarme a mi nueva casa. La verdad, después de una semana de levantarme a las cinco de la mañana para hacer 150 kms. hasta mi trabajo en Sevilla, y otros tantos de vuelta, como que estaba un poco hecho trizas. El inconveniente es que hasta esta mañana no he tenido luz en la casa, mientras que sí tenía agua y butano. ¿Resultado? Que he tenido que estar de acampada en mi propia casa:
Aún no tengo cama. Tenía previsto hacer uso de una cama hinchable que compramos Ana y yo hace algún tiempo para las visitas. Pero claro, al no haber luz, resultaba “un poco” difícil hincharla. Así que no tuve más remedio que usar aislante y saco de dormir, y montar el tinglado de la imagen. Eso, y tirar de un más que venerable camping-gas, que fue el mismo que usaron mis padres cuando se mudaron a su casa.
Y en cuanto al despertador, pues uno de cuerda y campanilla, de los de toda la vida, que tenía de decoración en una estantería de mi casa. Y digo bien: de decoración, porque ya casi no recordaba lo molesto que resulta su tic-tac a las dos de la mañana. Creo que no lo voy a olvidar de nuevo en mucho, mucho tiempo.
Leer pude leer más bien poco, algo de Terry Pratchett, sobre lo que tengo una entrada pendiente. Pero el camping-gas no daba luz como para permitir leer sin querer que los ojos se me cayeran de la cara. Para eso tuve que hacer uso de una linterna de led con carga mediante dinamo. Si es que, a lo tonto a lo tonto, estamos a la última en energías renovables…
En fin, pero las cosas van avanzando. Esta mañana ya me han puesto la luz, aunque claro, ahora me falta poner casquillos con sus correspondientes bombillas para tener “luz”. Mañana vienen a traerme la nevera y la lavadora. Eso combinado con el microondas y una hornilla del camping-gas para cuando me dé por hacer fritangas, ya hacen que tenga una cocina “casi” completa.
En cuanto a la cocina de verdad, acabo de venir de aflojar la pasta para ponerla. Un mes, me tardan. Bueno, como decía, las cosas van avanzando poco a poco. Y no, no es del Ikea. Por lo que me he podido dar el gustazo de poner la encimera de granito de Porriño. Si es que algo -más- de Galicia tenía que haber en la casa. Si no, Ana me hubiera pegado unos cuantos coscorrones.