Cuando volvimos de Irlanda e hicimos la reforma de la casa, una de las cosas que hice fue plantar el árbol que más me recordaba nuestra estancia allí. Irónicamente este árbol es el arce japonés. Cosas de haber visitado los maravillosos jardines de Powerscout en otoño, donde pudimos contemplar su excelente jardín japonés, uno de los mejores del país. El caso es que el arce japonés es bastante popular en la isla, y es fácil encontrarlo en los más insospechados lugares de Dublín y sus alrededores.
A la vuelta, como decía, quería algo que me recordara nuestro tiempo allí, y me decidí por plantar uno de estos árboles. Lo plantamos el pasado otoño, apenas un par de ramas completamente peladas, y hasta la primavera no empezó a tener yemas. Pronto fue una explosión de color. Verde, claro. No podía esperar a que llegara el otoño para contemplar el impresionante tono rojo que tanto echaba de menos. Y ha tardado en llegar. Pero ha acabado llegando:
Me encanta. La combinación de rojos, naranjas y aún verdes sobre el fondo blanco del lecho de guijarros de río no podía ser más evocador. En cierto sentido, es como si me hubiera traído conmigo un pequeño trozo de Erín.
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Pues eso, que toca despedida. Hoy hemos dejado de vivir en Waterville Terrace, en Dublín. Una nueva etapa da comienzo. Y aunque la fotografía no responde exactamente a la despedida -no nos vamos vía aérea- la foto que tomó mi bien amigo Pablo hace algunas semanas bien valía ilustrar esta entrada. ¡Gracias, Pablo!
En cuanto a nosotros, otra ilustración que hace justicia a esta entrada es la que sigue:
Fotografía, que, por cierto, es la gemela a otra que tomamos hace exactamente dos años menos un día. Y es que abandonamos Irlanda a los dos años exactos de haber llegado: un 26 de agosto.
Etiquetas: farewell, irlanda, waterville terrace
Una de las maravillas de Irlanda es el tema del impuesto sobre la televisión. Para los que no estén al corriente de en qué consiste este descubrimiento, en Irlanda, al igual que en el Reino Unido o Alemania, la televisión pública se financia gracias a un impuesto sobre la posesión de aparatos de televisión. Viene a ser de unos 180 euros/año por hogar. Eso no quita que la televisión pública (RTE) también tenga anuncios, lo cual viene a ser una especie de maravillosa ironía.
En fin, el caso es que, para garantizar el pago del impuesto, el Estado Irlandés envía una serie de inspectores a recorrer el país y comprobar el pago del impuesto. Este servicio, hasta donde sé, lo realizan los empleados del servicio de correos. Por supuesto, si no tienes televisión, no pagas impuesto. Recuerdo que cuando vinimos a vivir a Irlanda recibimos una carta reclamándonos dicho pago o, en caso de declarar no tener televisión, el notificarlo convenientemente. Así lo hicimos, y al cabo de no mucho tiempo recibimos en casa la visita de uno de estos inspectores. De acuerdo a mis compañeros irlandeses, estos inspectores no tienen potestad para poder entrar en tu casa, y tienes toda la capacidad para negarte a que entren en tu casa, si así lo estimas oportuno. Pero como el caso es que no tenemos televisión, tampoco nos importó demasiado dejar que este funcionario entrara en casa.
Hoy, más o menos un año después -y sábado- hemos recibido una nueva visita del inspector de la televisión. De nuevo he declarado no tener tele y, de nuevo, el inspector ha solicitado poder verificarlo. Así que le he franqueado el paso a casa y ha podido comprobar que no tenemos televisión en el salón. Pero lo que este hombre ha visto lo ha dejado pelín perplejo:
Y es que, haber, lo que se dice haber, televisión no hay ninguna. Debe de ser el único dispositivo de audio/vídeo que no tenemos. Porque esa es la coña que tiene el impuesto de las narices: que es sobre el aparato físico. Pero nada impide que uses un ordenador -o dos- para conectar con la web de la RTE, y veas en streaming las emisiones en directo. Ni que conectes el ordenador a unos altavoces. Ni, por supuesto, a un proyector de cine.
Así que el buen hombre ha murmurado algo así como “desde luego, no hay televisión”, y se ha despedido amablemente. Lo que me he podido reír.
Etiquetas: impuestos, irlanda, televisión
Desde hace tiempo soy seguidor del podcast Memorias de un Tambor, especializado en la Historia de España, y que no puedo menos que recomendar. Esta afición se ha incrementado desde que estoy en Irlanda. Cosas de no tener -ni querer- televisión, que hace que te vuelvas a la radio -viaje atrás en el tiempo- y los podcast -saldo adelante-.
Pues bien, el pasado octubre el autor publicó un excelente artículo sobre la historia en común de España e Irlanda. Las dos horas y dieciocho minutos valen su peso en oro:
La Armada, la toma de Kinsale, los regimientos irlandeses en España (Ultonia, Hibernia, Irlanda), famosos irlandeses en España, golpes de mano contra los ingleses, los colegios irlandeses en España, políticos famosos descendientes de irlandeses (O’Donnell, O’Higgins, O’Farril, Hughes…). Juan del Águila, Francisco de Cuéllar y su escapada por Irlanda y Escocia, junto con el De Cuéllar’s Trail. Un recorrido a lo largo de 300 años de historia en común. Y Sligo.
Escuchadlo. Vale la pena.
Etiquetas: españa, irlanda, memorias de un tambor
Las últimas semanas he estado haciendo mis primeros pinitos en una afición que he descubierto en Irlanda: la navegación a vela. Todo empezó hace algo más de un mes, cuando Ana y yo asistimos a una actividad de los Boy Scouts de Blanchardstown en el estuario de Malahide. Los nenes tenían que ganarse sus insignias de agua, y para ello se había organizado una actividad en la escuela de navegación de Fingal, sita en el estuario de Malahide. Si bien a esa actividad iba de mera comparsa, pude descubrir que la navegación a vela me llamaba mucho la atención. Y si nenes tan pequeños podían hacerlo (tanto solos en pequeños veleros de tres metros y medio como acompañados en uno más grande, de cinco metros), ¿por qué no iba a poder hacerlo yo? Así que me decidí a preguntar, y el importe de los cursos me sorprendió: lecciones de 3 horas 1 a 1 con un profesor por 50 euros, y clases de grupo de 3 horas por 25. Y es que esperaba que fuera a ser mucho más caro. Así que algunas semanas después me decidí a tomar una clase. Acudí acompañado de Marco Bonezzi, uno de los amigos que he hecho en Irlanda, y que también es un ex-GMV.
El día en lo climatológico fue un disparate: lluvia torrencial al comienzo, ventolera disparatada, sol de verano, calma chicha, nublado y vuelta a llover. Pero la actividad fue enormemente divertida. Empezamos con los Laser Pico, pequeños veleros de 3’5 metros de eslora, para 1 o 2 pasajeros. Pequeño, pero enormemente rápido con algo de viento. Volaban. Y tanto volaban que el monitor tuvo que reducirnos el tamaño de la vela, porque en un momento dado no hacíamos sino zozobrar.
Luego la cosa se calmó bastante, y pudimos incluso disputar una mini-regata, en la que tengo que admitir que Marco me barrió. Unas horas muy aprovechadas, y que no podía menos que intentar repetir.
La oportunidad se presentó de nuevo el pasado sábado, 4 de junio. Varios compañeros de IBM, a los que había hablado de la actividad, me llamaron para ir con ellos, y no podía sino apuntarme. Esta vez la actividad fue algo distinta: como íbamos 4, el monitor nos embarcó a todos en el velero más grande, el Laser 16, de 5 metros de eslora, y adecuado para 4-5 tripulantes, como era nuestro caso. El día fue mucho mejor en lo climatológico, con un sol radiante, y una brisa más o menos constante de levante. Muy divertido para navegar, pero mucho más calmado que el disparate del primer día. Eso sí, lo disfruté como un enano. Y esta vez me acordé de llevar la GoPro china, con la que pude realizar algunas tomas curiosas, como por ejemplo una virada por avante (contra el viento, o tacking en inglés)…
…o por redondo (a favor del viento, o jibbing):
La jornada estuvo rematada con unas hamburguesas en el centro de Malahide, acompañadas del otro descubrimiento efectuado en Malahide: las cervezas St. Mel´s Brewery. Son unas cervezas artesanas irlandesas que no puedo menos que recomendar.
En concreto, degusté tanto la Brown Ale como la Pale Ale, y aunque es difícil decir cuál de las dos es mejor, me quedo con la primera, pero por poco. Si no las conoces, ¡ya estás tardando en probarlas!
Etiquetas: irlanda, laser 16, laser pico, malahide, navegación, st. mel´s brewery, vela