Recuerdo esta bici desde que era un niño: una espléndida bicicleta BH de carreras de mi tío Manolo. Debía de tener aproximadamente los mismos años que yo, y la recordaba como una verdadera joya: gris acero, con el típico manillar de cuernos de cabra, cubiertas finitas, y platos grandes como soperas. Llegado el dñía, y durante unos cuantos años, mi tío me la prestó, y la tuve en casa. Salí con ella múltiples veces, pero tengo que admitir que, llegado el momento, mi afición iba por otros derroteros. Para ser exacto -bien lo sabe quien me lea en esta página- por el ciclismo de montaña, más que por el ciclismo de carretera. Pero no por ello podía dejar de admirar la agilidad y la silueta esbelta de esta preciosa máquina. Y que, encima, era una verdadera máquina de precisión. En el tiempo que la tuve conmigo sólo tuve que cambiarle las cubiertas, ya cuarteadas después de casi una veintena de años.
Posteriormente devolví a mi tío su bici: muchas se acumulaban ya en la cochera de casa de mis padres, yo pasaba más tiempo fuera de Córdoba que en ella, y no hacía más que coger polvo, sin nadie que le hiciera caso. Así que se la devolví, pero no dejé de acordarme de ella. Quizás más adelante -al fin y al cabo, nunca se sabe- tendríamos otra oportunidad.
Y la oportunidad acabó llegando. Recientemente descubrí las gravel: una variante del ciclismo que consiste en utilizar bicicletas con hechuras de carreras, pero con neumáticos taqueados, algo más gruesos que los de cross-country, y una combinación de marchas más adaptadas para cogerlas por senderos y pistas -de ahí el nombre de gravel- con firme razonablemente bueno. Y con esta idea en la cabeza, mi tía Lourdes me ofreció la bicicleta de mi tío, ya que estaban pensando en deshacerse de ella. Me faltó tiempo para aceptar.
Tan sólo he dicho que se trataba de una BH de carreteras. Siendo precisos, es una Super BH L6000, de primeros de los años 80. Estaba tal y como la recordaba, preciosa, esbelta, algo ajada quizás, con unas cubiertas de nuevo cuarteadas. Necesitando apenas unos leves cuidados para volver a lucir espléndida. Y por fin, tras unas jornadas de mecánica, grasa, ajustes y agua y jabón, la Super BH, ahora transformada en una gravel, vuelve a lucir. No exactamente como la recordaba, pero magnífica igualmente.
Y es que los cambios han sido sutiles, pero importantes:
He conservado original el cuadro, la tija, el sillín de cuero vuelto, el manillar, los frenos de cáliper, las llantas, el desviador del plato, pedales y el juego de platos 52-42. El resultado es excepcional. No sólo desde el punto de vista estético, sino funcional. Rápida, muy rápida, y más cómoda de lo que imaginaba. Sin embargo, hay un par de cambios adicionales que aún puede que haga:
Y ahora, a hacer muchos kilómetros con ella.
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Este artículo no se tenía que titular así. Tendría que haber sido un artículo más de la serie de artículos de mejoras en la plegable que, entre unas cosas y otras, había estado postponiendo.
Un artículo en el que iba a hablar del trabajo de colocación del adaptador para el cambio delantero Dura Ace, que me permitió poder usar los dos platos Mavic Starfish, y la recuperación de la segunda maneta de cambios que tenía guardada desde hacía ya tantos años…
…en el que iba a hablar del cambio de tija de acero por una de aluminio, el fallo al encargarla en el diámetro correcto (30’4mm frente a 34’5), y el trabajo de fabricar un nuevo adaptador, así como el nuevo sillín Selle…
…y cuando tuve que encargar una nueva potencia, porque había partido la bisagra de la potencia de fábrica, el cómo averiguar un adaptador de cuadro de 1´´ de rosca a potencia ahead, y el trabajo de adaptación del mismo para que el resultado final fuera lo más compacto posible. Además del nuevo manillar, todo ello en aluminio…
…además de algún que otro trabajo de repaso de pintura, que me habían permitido dejar la bici en un estado excepcional, y ligera, mucho más ligera, pese a los guardabarros metálicos y el transportín:
Hoy era el primer día que hacíamos un viaje juntos de cierto empaque, vuelta del trabajo tras mis vacaciones, y paseo con Ulises por el parque. 9 kilómetros, un recorrido convencional, en el que había disfrutado de cada metro, de cada pedalada, de la firmeza de la nueva potencia, acostumbrado a la holgura que siempre había tenido la anterior, a los platos Starfish 53-39, combinados con el cambio de 7 velocidades que permitían superar cualquier cosa, además de rodar a un ritmo endiablado para una 20´´. Y encima, con una tarde magnífica en este verano irlandés que más parece un otoño andaluz. Un viaje magnífico, hasta que me percaté del desastre:
Había partido el cuadro de aluminio en el punto de inserción de la tija. Culpa mía y de nadie más. La tija, además de ser estrecha, era corta, pese a los 450mm de longitud. No la había introducido lo suficiente en el cuadro, y con ello había partido el aluminio. No era la mejor bici del mundo, pero en estos 11 meses escasos -ni al año me ha llegado- le había tomado cariño.
Adiós, amiga mía. Ya nunca nos iremos de alforjas como había planeado, por los Campos de Castilla, la campiña andaluza, o los montes de Galicia. Ya nunca nos recorreremos la salvaje costa atlántica irlandesa, ni acamparemos en el Anillo de Kerry. Aunque nunca se sabe. Quizás, como al hacha de mi abuelo, a la que mi padre le cambió el mango y yo le he cambiado la hoja, quizás tengamos una segunda oportunidad. Mientras tanto, hasta siempre.
Elapsed Time | Moving Time | Distance | Average Speed | Max Speed | Elevation Gain |
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00:00:00 | 00:00:00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 | 0.00 |
hours | hours | km | km/h | km/h | meters |
Y hoy, incluso, habíamos hecho un buen tiempo. Segundo mejor tiempo de vuelta a casa de toda la serie histórica. Gracias por estos 2.130,5 kms juntos.
Etiquetas: cambio, mavic starfish, plegable, potencia, shimano dura ace, sillín, tija