De vuelta en Atenas, empleamos nuestra última noche en la ciudad para recorrer el bello barrio de Plaka. Mientras que el resto de la ciudad se debate entre la Antigüedad clásica y la arquitectura del siglo XX, Plaka contiene el sabor de lo que era Atenas a mediandos del siglo XIX: una villa de unos 5.000 habitantes, que de buenas a primeras se convirtió en la capital de un nuevo país. Edificios pequeños, casas de dos alturas, callejuelas recónditas y un ambiente relajado, hacen que Plaka sea un oasis en la locura de ciudad que es Atenas. Sobre todo por la impoluta limpieza del barrio, frente a la dejadez del resto de la ciudad.
Y no hay mejor manera que entrar en Plaka que pasando por la Puerta de Adriano. Este arco monumental fue construido, posiblemente, para conmemorar alguna visita del emperador a Atenas. Hecho en marmol pentélico, da la bienvenida a la ciudad clásica de una manera estupenda.
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