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El síndrome del francotirador majara
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24 feb 13 Etapa ciclista: Guillena – Castilblanco de los Arroyos (13/01/2013)

El 13 de enero realicé la primera etapa del año en Sevilla. Se trató de una pequeña etapa exploratoria, que, pese a todo, dio mucho de sí, aunque por lo general para mal. Para empezar, la etapa la empecé cruzado: al ir a coger la bicicleta de la cochera, no fui capaz de encontrar la llave del candado, hasta que caí en la cuenta de que estaba en la guantera del Alfa, que se encontraba aparcado en mi plaza de garaje en el trabajo. Así pues, no me quedó más remedio que tirar de la vieja Conor que utilizo para hacer rodillo. Una bici descrita en alguna ocasión como carne de perro: completamente rígida, con unos 18 años a sus espaldas, plato grande de 44 dientes, una corona de 7 piñones, y frenos cantilever. Una auténtica delicia.

Empezamos la etapa algo tarde, al filo de las 9:30h. Salimos en esta ocasión a rodar Miguel, Sergio, Ricardo y yo. Y si yo había empezado mal la etapa, Miguel no tardó en añadirse a la lista de infortunios: apenas salir, en plena subida por un olivar, clavó la rueda, por culpa del barro, en una rodera, lo que lo hizo salir despedido por encima del manillar y dar de cara en el suelo. Por fortuna el incidente apenas se saldó con la nariz hinchada y el labio roto por el interior de la boca lo que, para lo que podía haber sido, fue bastante poco. Aun así, Miguel decidió continuar. Yo, por el camino, había descubierto algo sumamente interesante, y era que a la lista de problemas de mi bici había que añadirle otro: las pastillas de freno estaban cristalizadas, por lo que su capacidad de frenado era puramente testimonial. Y eso, con un descenso por trialera por efectuar, era algo sumamente tranquilizador.

Dejamos atrás infortunios y trepamos por la trialera del Camino de Santiago. Gracias a unas recientes lluvias, las mismas que habían hecho que hubiera barro en el olivar, el tramo de la trialera se encontraba en un estado de firme excelente: la tierra se encontraba compactada, pero sin llegar a estar pegajosa. Magnífica para rodar. Terminamos de ascender la trialera y llegamos a la pista que lleva a la carretera de Castilblanco. Desde allí, en vez de girar a la derecha, lo hicimos a la izquierda, siguiendo las marcas blancas y verdes que, según declaraba el ayuntamiento de Castilblanco en su web, habrían de conducirnos hasta un mirador sorbre el embalse de Gérgal y, probablemente, a una pista que llevara de vuelta a Guillena. Sin embargo, a donde nos llevó fue a una enorme cancela plantada en mitad del camino. Eso sí, ya en descenso, y con una prometedora visión del embalse, que apenas podíamos tocar con los dedos. Una gran decepción.

Volvimos sobre nuestros pasos, y decidimos subir hasta Castilblanco. Llegamos por carretera sin novedad, y disfrutamos de un pequeño tentempié antes de afronar el tramo final de la etapa: una bajada por carretera hasta la Trialera, y por último el descenso por ésta. Fue una bajada interesante con la Conor: un poco más y se me aflojan los empastes al descender con la rígida sin apenas capacidad de frenado. Como elemento pintoresco, nos encontramos con el camino casi bloqueado por unas vacas, así que aprovechamos la ocasión para echarnos unas fotos.

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia: S/D
  • Distancia (según el GPS): 34’123 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 14m 43s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 19m 46s
  • Velocidad media: 15’2 km/h
  • Velocidad máxima: 41’2 km/h
  • Pulsaciones medias: 133 pulsaciones/min
  • Pulsaciones máximas: 180 pulsaciones/min
  • Consumo medio de calorías: S/D
  • Consumo máximo de calorías: S/D
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: S/D
  • Consumo total de calorías: 2510 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 41A MTB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Guillena – Castilblanco de los Arroyos

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25 may 12 Etapa ciclista: Las Pajanosas – Cuesta de la Media Fanega – El Garrobo (20/05/2012)

El pasado domingo 20 volví a salir a rodar con mis compañeros de trabajo por Sevilla. En esta ocasión realizamos una etapa que mezclaba recorridos tradicionales en nuestras salidas sevillanas con terrenos completamente vírgenes para nosotros, pero que cuentan con gran tradición entre los ciclistas de la zona.

Empezamos a dar pedales a las 9:00h en Las Pajanosas, punto de partida de riguroso estreno. Salimos de la pedanía en dirección al zoo de Guillena, siguiendo el trazado de la Ruta del Agua. Al pasar el zoo abandonamos el asfalto y entramos en pista, por zona de dehesa al principio, que pronto daría paso a las últimas estribaciones de la campiña sevillana antes de entrar en la sierra. Poco después llegamos al cordel de la Cruz de la Mujer, una de nuestras subidas habituales. Optamos por abandonar la Ruta del Agua, evitando el tramo restringido, y atacar la subida directamente.

Afrontamos las primeras rampas de la subida a un ritmo bastante alegre, con Rafa en cabeza, hasta que nos percatamos que había un pájaro carpintero enganchado por el pecho en un alambre de espino, por lo que no pudimos evitar detenernos para hacer la buena acción del día. Entre los tres desenganchamos al pobre pájaro, y le devolvimos la libertad, no sin echarnos unas fotos con él.

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Una vez finalizado el incidente, seguimos con la subida, igualmente a un ritmo bastante alegre. Demasiado alegre, quizás, sabiendo lo que teníamos aún por delante. Pero ya estábamos lanzados, y no había vuelta atrás. Seguí marcando un ritmo bastante intenso, y con Miguel a mi zaga, rápidamente alcanzamos el punto más alto del cordel, previo a un trepidante descenso (52 km/h por pista bacheada), como siempre, por la cuesta de la Lenteja. Llegamos a la Cantina a las 10:00h, donde hicimos una breve parada.

Desde allí continuamos a la siguiente escala de la jornada: la Central. Ascendimos por la margen derecha del Ribera de Huelva, primero por pista, hasta la central de bombeo, y luego por asfalto, hasta la Central. Iba a ser una etapa con gran cantidad de recorrido por asfalto. Llegamos a la Central a las 10:45. Llevábamos ya 24 de los 41 kilómetros en los que había calculado la etapa. No se puede negar que el ritmo estaba siendo sumamente alegre: 14 km/h de media, incluyendo las paradas. Y es que la gran cantidad de asfalto se estaba dejando notar. La mañana, además, era propicia para rodar, ya el día amenazaba lluvia y no hacía calor ni bochorno.

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Tras esta parada -la cuarta y última del día- afrontamos la pared que teníamos por delante: una subida de 7 kilómetros hasta la cuesta de la Media Fanega, primero, y a la Venta del Alto, después, con una pequeña bajada intermedia. El primer tramo tenía una pendiente máxima del 11%, y el segundo, aunque algo más asequible en perfil, destacaba con una pendiente máxima del 13’3%. Al menos se trataba de subidas por asfalto.

De nuevo abrí fuego con un ritmo alegre, que nos permitió sobrepasar a un par de grupos de ciclistas en nuestra subida. El primer tramo de la subida lo realizamos a velocidades de 12-14 km/h… y eso conteniendo. Una vez que llegamos a la cuesta de la Media Fanega, realizamos la subida por el trazado antiguo (no el correspondiente a la autovía -obviamente- ni a la N-630), por un excelente tramo de carretera que no cuenta con uso alguno.

Llegamos a la Venta del Alto a las 11:25h. Desde allí todo lo que teníamos por delante era descenso. E íbamos a disfrutarlo. Desde la Venta del Alto nos encaminamos a El Garrobo por un sendero en paralelo a la carretera nacional. Atravesamos el pueblo en compañía de un terceto ciclista, que nos iban marcando el camino. Salimos del pueblo y realizamos un rápido descenso por asfalto de 2 kms. hasta alcanzar la trialera de El Garrobo. Allí dos de los ciclistas siguieron por carretera, y el tercero se metió por la trialera, como hicimos nosotros.

La trialera desde El Garrobo a Las Pajanosas es sumamente divertida. No es especialmente complicada, pero te permite hacer un descenso de 5 kms. entre cercas de piedra, con tramos de piedra no excesivamente técnicos, pero sí bastante interesantes. Se vadean, además, dos arroyos, y se pasa por bastantes tramos de vegetación cerrada. Una delicia, vaya. Dejo a continuación un vídeo de una etapa muy similar a la nuestra (salvo porque ellos salen de Guillena y suben por el tramo restringido), en la que se puede ver bastante bien lo que es la etapa (la trialera a partir del minuto 3:45):

Nosotros, por nuestra parte, tras la trialera cruzamos sobre la autovía, y entramos en Las Pajanosas justo a las 12:00h, tras nuestros 41 kms. de etapa. Una etapa rápida, intensa y bastante divertida. Matamos la sed y comentamos un poco la etapa en uno de los múltiples bares que se encuentran en Las Pajanosas, antes de dar por finiquitada la etapa. Una etapa que espero se vuelta a repetir.

  • Distancia: 41’891 km.
  • Distancia (según el GPS): 41’932 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 24m 48s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 1m 54s
  • Velocidad media: 17’4 km/h
  • Velocidad máxima: 55’1 km/h
  • Pulsaciones medias: 136
  • Pulsaciones máximas: 180
  • Consumo medio de calorías: 960 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1390 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 13m 37s
  • Consumo total de calorías: 2945 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 56AB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Las Pajanosas – Cuesta de la Media Fanega – El Garrobo

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16 ene 12 Etapa ciclista: Guillena – Castilblanco de los Arroyos por la Vía de la Plata (15/01/2012)

El pasado domingo salimos a rodar mis compañeros de trabajo Miguel, Rafa, Manolo y yo por la Sierra Norte de Sevilla. Aunque durante toda la semana el tiempo había sido excelente, la predicción para el domingo no era especialmente buena: Durante los días previos había anunciada agua toda la mañana, pero la última predicción para el domingo había mejorado bastante, y no daba agua hasta mediodía, decidimos mantener la hora de salida a las 9:00h.

De entre las propuestas de etapa que teníamos sobre la mesa, escogimos realizar una de escala media: la subida y bajada desde Guillena a Castilblanco de los Arroyos por la trialera de la Vía de la Plata. Empezamos a la hora prevista, con cielo cubierto, y amenazando lluvia. Y completamente solos en el campo, con la sola excepción de un grupo de jubilados que estaban haciendo el Camino. Llegamos a la doble portela pasadas las 10:00h, y allí empezó a chispear. Planteamos dar la vuelta, pero al final optamos por finalizar el tramo de la trialera, y allí decidir. Así pues, seguimos subiendo, ya equipados con los impermeables, pero la lluvia no sólo no aflojaba, sino que comenzó a arreciar. A las 10:25h llegamos al final de la trialera, y a la pista que conduce a la carretera de Castilblanco. Quizás la idea más razonable era volver sobre nuestros pasos, pero la perspectiva de un buen colacao caliente y unas tostadas eran demasiado tentadoras. Así que nos dirigimos hacia Castilblanco.

Llegamos a la entrada de Castilblanco a las 10:50h, y paramos en el primer bar que vimos abierto, en el polígono de la Cruz Alta. Estábamos chorreando, y llegamos al bar -un mesón, más bien- en el momento en que la lluvia caía con más intensidad. Tanto era así, que incluso se produjo un apagón en la zona. Meditamos irnos, pero se nos hacía cuesta arriba volver a salir a la lluvia con la que estaba cayendo. Por suerte, la luz volvió pronto y pudimos disfrutar de unas excelentes tostadas con el colacao bien caliente.

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Reanudamos la etapa a las 11:25h. Por suerte a esa hora la lluvia había aminorado su intensidad, por lo que aprovechamos para emprender rápidamente el descenso. Por el camino, muy cerca de Castilblanco, volvimos a cruzarnos con el grupo de peregrinos. Se me pasó por la cabeza la moral de esa pobre gente, haciendo el Camino con la que estaba cayendo. Pero la verdad era que, bien pensado, pobres de nosotros: ellos, al menos, ya estaban a punto de terminar el día, mientras que nosotros ¡aún teníamos que volver!

La semana pasada había traído de Córdoba la Ghost de doble suspensión con la idea de realizar la bajada de la trialera a saco. En realidad, nos encontrábamos allí tan sólo porque tenía ganas de hacer ese descenso. Y llegado el momento, me encontré con que no había manera de realizar el descenso a saco. Con la que había caído, la trialera estaba completamente embarrada, con las piedras húmedas y con mucha vegetación. En suma: sumamente peligrosa. Aún así realicé el descenso bastante fuerte, lo que me ocasionó un susto en una de las zonas más comprometidas: clavé completamente la horquilla de 120 mm. en un quebrado, y a punto estuve de salir por encima del manillar. La bici se me encabritó, y acabé con la rueda trasera a la altura de mi cabeza. Lo que no sé es cómo no me caí de boca en las piedras. Por parte, Miguel, Manolo y Rafa también sufrieron alguna que otra caída, afortunadamente sin incidentes.

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El resto de la bajada fue sumamente divertido, técnico, peligroso y emocionante. Por suerte, además, escampó, por lo que pudimos realizar una bajada menos comprometida.

Sin embargo, y con diferencia, el último tramo de la bajada, por la pista de los olivares hasta el polígono, fue la más peligrosa de todas. El camino estaba completamente embarrado, con el típico barro arcilloso de la campiña, que se pega como un engrudo a las cubiertas. En mi caso, acabé con la High Roller de 2.35” y la Michelin Country Mud de 2.00” completamente lisas de barro. Un barro sumamente deslizante, que provocó que patinara, cual si estuviera sobre una pista de patinaje, a la hora de ir a cruzar una pequeña rodera. Acabé, como no podía ser menos, en el suelo de la manera más tonta. Afortunadamente sin incidentes.

El resto de la bajada no fue mucho más sencillo. En la parte final de la bajada la cubierta delantera y el puente de la horquilla acumularon tanto barro que se formó un mazacote que dejó bloqueada la rueda delantera. Jamás hubiera pensado que eso pudiera pasar con una bicicleta equipada con frenos de disco -a diferencia de los frenos V-brake o cantilever, que es mucho más común.

Tras algunos incidentes por el estilo, llegamos al polígono a las 12:35h. Cubierto de barro, como no podía ser menos. Rápidamente nos dirigimos a un lavadero de coches, para deshacernos del barro. Y justamente allí fue donde empezó a descargar la lluvia nuevamente. Pero era tanto el barro, y tan pegajoso, que no quedó más remedio que quitárnoslo con las pistolas de agua a presión.

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Tras la limpieza, dimos por finalizada la etapa, no sin un último percance por mi parte: partí mis veteranas gafas Spiuk, que ya se encontraban algo deterioradas, al quitármelas durante la limpieza. :(

En cuanto a la etapa, hay que admitir que quizás fuera algo arriesgado, vista la predicción, mantener la convocatoria. Lo cierto es que la predicción había mejorado, y calculábamos poder terminar antes de que… Qué narices. Sabíamos de sobra que iba a llovernos, y aun así nos fuimos porque nos pareció divertido. Y divertido fue, vaya que sí. :D

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 29’63 km.
  • Distancia (según el GPS): 29’972 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 28m 6s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 32m 43s
  • Velocidad media: 13’84 km/h
  • Velocidad máxima: 38’17 km/h
  • Pulsaciones medias: 122 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 179
  • Consumo medio de calorías: 820 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1380 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 21m 59s
  • Consumo total de calorías: 2120 kcal
  • Índice IBP de dificultad: 45BB

Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Guillena – Castilblanco por la Vía de la Plata

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