Una vez dejamos atrás la Grecia continental, continuamos nuestro viaje a las islas. El método de viaje escogido fue tomar un ferry. Es cierto que, teniendo en cuenta nuestro destino, era más rápido tomar un avión en Atenas, pero hacer el viaje en barco tenía como ventaja el poder contemplar de cerca algunas islas del Mar Egeo que, de la otra manera, no habríamos podido disfrutar. Y una de las grandes sorpresas del viaje fue la isla de Naxos, junto con la Puerta de Apolo, uno de los pocos restos del templo dedicado a este dios en la entrada del puerto:
La fotografía está tomada desde la cubierta del ferry. Tuve que emplear un teleobjetivo para poder alcanzar ese nivel de detalle, lo que se aprecia en las distorsiones de los bordes de la fotografía. Aunque tiene una ventaja: le da un aspecto un tanto difuminado a toda la foto, pese a tener definición, que me encanta.
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