El pasado martes, un día antes de lo previsto, alcanzamos Mérida en nuestro viaje ciclista con alforjas por el Camino Mozárabe, que empezamos el sábado anterior. Cuatro días marcados por el viento, el frío, la lluvia e incidencias mecánicas, para las que no encontramos repuestos en 100 kilómetros de viaje. Pero llegamos.
En breve narraré las incidencias del viaje, que, pese a todo, fue una virguería en la que disfruté cada segundo.
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