Hoy he vuelto salir a rodar con mis compañeros de trabajo de Sevilla, pero con una interesante novedad: hemos tenido dos nuevas incorporaciones, Sergio y Fran Pérez. En realidad, estrictamente hablando no son una novedad, ya que en semanas anteriores salieron con Miguel y Rafa a dar pedales, pero como es la primera vez que salen conmigo, lo considero una novedad en mi haber. Por ello escogimos una etapa algo más convencional, para que vayan rodando un poco y haciendo piernas, antes de llevarlos a rodar por lugares algo más exigentes. Así pues, escogimos repetir la etapa circular del Aljarafe que hicimos Rafa, Miguel y yo el pasado abril.
Empezamos a dar pedales un poco antes de las 9:15h, y salimos de Mairena realizando una pequeña variación sobre el recorrido: en vez de tomar el camino de la Venta del Río Pudio, que nos hace atravesar Mairena pubelo, optamos por tomar desde Ciudad Expo el Cordel de Triana a Villamanrique, que lo bordea por el norte, y que igualmente lleva hasta el puente romano sobre el río Pudio. Aparte de esta variación, el recorrido siguió las directrices habituales. Pasado el puente tomamos la Cañada Real de las Islas, que nos llevó hasta las cercanías de Saltera y Valencina. Llevamos un ritmo bastante relajado, sobre todo porque el día estaba siendo caluroso, y no era plan reventar a las primeras de cambio.
Hicimos una pequeña parada bajo el puente que salva la vía den tren entre Salteras y Valencina. La verdad, era una de las pocas sombras que íbamos a tener en todo el recorrido, y no resultaba conveniente desaprovecharla. Reemprendimos la marcha a las 10:15h, bajando por la Cañada hasta el cruce con el GR-41, que tomamos en dirección a los carambolos de Camas. Cruzamos la carretera entre Santiponce y Valencina, y seguimos bordeando los cerros. Al llegar a Cerro Blanco nos dividimos: Rafa y yo subimos el cerro, con la idea de hacer la posterior bajada. Miguel, Sergio y Fran, por su parte, prefirieron bordearlo, y esperarnos al otro lado. Realizamos bastante bien la subida, pero la bajada fue algo más problemática, ya que el terreno se encontraba completamente seco, con abundante tierra suelta y sumamente resbaladizo. De hecho, Rafa sufrió una caída, si bien sin más consecuencias que algunos raspones. Yo, por mi parte, no tuve otro remedio que realizar parte de la bajada apoyando un pie, y con el culotte tocando la cubierta trasera en otras partes. En fin. Arriesgado, muy arriesgado.
Superado el percance subimos al mirador de Santa Brígida, que nos proporcionó una excelentes vistas de la zona, como de costumbre:
Para bajar del cerro volvimos sobre nuestros pasos, y realizamos el descenso hasta el polígono industrial de Camas. Desde allí tomamos la vía verde hasta llegar al río, cruzando Camas y pasando junto a su vieja estación de ferrocarril. Una vez en el río, el resto de la etapa fue puro trámite. Bordeamos el río hasta llegar a San Juan de Aznalfarache, y desde allí tomamos la calle que sube hasta Mairena. Fue una subida a un buen ritmo, en la que incluso nos permitimos lanzar un pequeño sprint que nos llevó a marcar la velocidad punta de la jornada: 40 km/h. Y como colofón de la jornada, disfrutamos de un magnífico tercer tiempo en uno de los bares de la zona de Cavaleri.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Circular del Aljarafe (II)
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El sábado 14 de abril, tras un largo tiempo sin hacerlo, volví a salir a rodar con mis compañeros de Sevilla. Un largo tiempo en el que que yo había seguido saliendo, pero en el que no se organizaron más etapas en la ciudad hispalense y alrededores. Razón por la cual optamos por realizar una etapa algo más relajada de lo habitual.
Así pues, Rafa, Miguel y yo quedamos en Mairena del Aljarafe para emprender una etapa circular por el Aljarafe. Y como uno es aficionado a la Fórmula 1 (y ese fin de semana se disputaba el G.P. de China), quedamos en un horario muy poco habitual: las cinco de la tarde. Decisión que a punto estuvo de causarnos un disgusto, ya que el sábado estuvo lluvioso todo el día. Tanto fue así, que a mi salida en coche de Santiponce llovía copiosamente sobre el pueblo de los Emperadores. Por suerte en Mairena brillaba el sol. Pero corría un fuerte viento, que nos acompañaría toda la etapa.
Salimos pasadas las 17:00h de la cervecería Macarena de Mairena. Atravesamos el casco viejo del pueblo, y rápidamente tomamos el camino de la venta del río Pudio, hasta el puente romano. El viento, que ya era bastante molesto en zona urbana, hacía que nos resultara trabajoso no ya rodar, sino casi mantenernos sobre las bicis. Iba a ser una etapa complicada. La parte buena es que el viento había hecho que el terreno, húmedo tras las lluvias de la mañana, se secara, por lo que estaba perfecto para rodar: compactado por la lluvia, sin polvo, pero perfectamente seco. Una delicia, vaya.
Pasado el puente romano, tomamos la Cañada Real de las Islas, que ya no abandonaríamos hasta llegar a Valencina. Fue este un trayecto sin grandes incidentes: pista amplia, algo estropeada del tránsito de todoterrenos (especialmente tras cruzar por debajo de la autopista de Huelva), y bastante monótona. Monotonía rota tan sólo porque, ya cerca de Valencina, me metí en el único charco de barro que había en todo el camino (es más, en toda la etapa): una rodada de tractor en la que se había acumulado el agua, y que no pude esquivar al estar rodeado en ese momento de mis compañeros. En fin, gajes del oficio.
Cruzamos la vía del tren, a la altura de Valencina, y realizamos la breve bajada que nos habría llevar hasta la pista que, en paralelo a la vía del tren, lleva hasta los cerros entre Camas y Castilleja de Guzmán. Hasta ese momento habíamos circulado por la parte sencilla de la etapa. A partir de ahí, empezaba lo interesante.
Recorrimos la pista, volviendo a cruzar la vía del tren por el paso elevado, y posteriormente la carretera entre Santiponce y Valencina. A esas alturas Miguel empezó a preguntar si iba a haber alguna subida en la etapa. Pronto la respuesta se alzó ante sus ojos: los cerros de Camas. Subimos primero al cerro que se encuentra cuajado de eucaliptos en su vertiente al valle del Guadalquivir. Una subida corta, pero brutal, con unas rampas superiores al 25%, con una inclinación lateral muy fastidiosa, raíces y -por lo general- tierra suelta. Pero no ese día. Tuvimos dos ayudas: la primera fue la lluvia de la mañana, que había compactado el terreno. Y la segunda, el fuerte viento, que en esos momentos venía de cola y fue una inestimable ayuda en la subida. Una bonita subida, dicho sea de paso, donde estrenar la Larsen TT que había comprado un mes antes.
Lo verdaderamente divertido de la subida que acabábamos de hacer era que, pese a todo, lo complicado no era la subida. Lo era la bajada, por la parte del cerro que da al valle. Una bajada que exige echarle valor, pero a la que ya le estoy pillando el punto. Sin embargo, el viento que tanto había ayudado en la subida, había pasado a ser un importante fastidio, ya que en esa zona entraba de costado. Aún así, no había llegado hasta allí para darme la vuelta. Y si ya había sido capaz de bajarlo con una Larsen desgastada, qué menos que hacerlo con una nueva. Dicho y hecho, Bajé sillín y, seguido de Rafa, me tiré por la cuesta abajo. Miguel, con un criterio un tanto más conservador (“tengo familia”), prefirió dar la vuelta al cerro, bajando por donde habíamos subido. Hice la bajada, que ya empieza a ser una vieja conocida, sin mayor inconveniente. Rafa tuvo algunos
problemas en el tramo medio, pero la salvó razonablemente bien.
Una vez reagrupados, afrontamos la segunda subida del día, la del Cerro de Santa Brígida, llamativo porque tiene un solitario árbol en su cima. Esta subida es también dura, pero es más asequible porque casi toda ella se hace por una amplia pista que conduce al mirador. Una bonita vista, dicho sea de paso.
Tras un breve rato de descanso, emprendimos la bajada a Camas, cruzando campo a través un sembrado, hasta enlazar con la pista que baja hasta el polígono industrial cercano. Allí tomamos la vía verde que cruza Camas, pasando junto a su vieja estación, hasta llegar al río. Y desde allí, fuimos hasta San Juan de Aznalfarache por el corredor verde del Guadalquivir. La etapa tocaba a su fin, pero no por ello Miguel dejó de marcar un fuerte ritmo en el tramo junto al río. La última dificultad de la etapa fue la subida desde San Juan a Mairena, por recorrido urbano, más molesto por el hecho de ir con tráfico que por otra cosa. Llegamos a Mairena pasadas las 19:15h, tras más de 30 kilómetros de etapa. El interesante epílogo lo constituyó un rato de palique en una taberna cercana, en la que regamos la conversación con un buen moscatel. Esos finales de etapa ciertamente son de agradecer, aunque finalmente seas el único que se ha metido en un charco -en el único charco- de toda la etapa
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Circular del Aljarafe
P.D.: Esta entrada está patrocinada por Alsa y su conexión wifi gratuita en los autobuses de larga distancia.
Etiquetas: cañada real de las islas, camas, mairena del aljarafe, sevilla, valencina
Ayer Pedro y yo estuvimos dando pedales entre Mairena, Camas y Santiponce. Salimos de Mairena para tomar el camino de la venta del río Pudio hasta el puente romano, y desde allí tomamos la Cañada Real de las Islas hasta Salteras. Una vez cruzamos la vía del tren, descendimos hasta tomar un camino que bordea la vía, y llega a los carambolos que se extienden entre Camas y Valencina, para descender hasta el polígono industrial que hay junto a Camas, y volver a Santiponce.
En un momento dado, subimos a uno de los carambolos, donde pudimos contemplar esta vista de Sevilla:
En esta etapas las cubiertas Larsen TT que compré para el Camino de Santiago me han vuelto a sorprender agradablemente. Pese a que tengo la trasera totalmente desgastada, agarró admirablemente bien en la subida al cerro, bastante explosiva, con arena suelta y roderas, de tal manera que pude subir del tirón hasta el alto del carambolo. Esta es la segunda vez que me sorprenden por su capacidad de agarre.
Para bajar por el otro lado, sin embargo, me faltó algo de valor:
En total, recorrimos unos 25 kms. en unas dos horas. El trazado de la etapa es el siguiente:
Ver Mairena – Salteras – Camas – Santiponce en un mapa más grande
Etiquetas: camas, larsen tt, panorámica, salteras, santiponce, valencina
El pasado domingo 20, el último día de la primavera, cinco compañeros del trabajo realizamos la -hasta la fecha- más larga salida ciclista que he efectuado en Sevilla: un recorrido circular, con salida y llegada en Mairena del Aljarafe, en el que pasamos junto a Salteras, Valencina, Santiponce, Guillena, Camas, Sevilla y San Juan de Aznalfarache.
Salimos de Mairena a las 9:15h, desde la conocida cervecería Macarena. Atravesamos Mairena para desembocar en el camino del río Pudio, que seguimos hasta cruzarlo por el puente romano. Desde allí giramos a la derecha por la Cañada Real de las Islas. Cruzamos varias carreteras, y pasamos bajo la autovía de Huelva por un paso inferior. En este tramo el camino no ofrecía dificultad alguna. Llevábamos un ligerísimo ascenso, que se hacía prácticamente imperceptible.
Poco antes de llegar a Salteras encontramos la vía férrea de Huelva, que bordeamos hasta llegar a la carretera de Valencina a Salteras. Cruzamos la vía del tren, para afrontar una frenética bajada por la cañada real, en la que llegamos a alcanzar puntas de 52 km/h por pista de tierra, hasta la vía verde de Itálica. Ésta fue la primera pausa de la jornada.
Cruzamos el puente sobre el arroyo del Judío, y retomamos la cañada real. El perfil, tras la bajada, no cambió en demasía, aunque pasó a ser algo más típico de campiña, con suaves subidas y bajadas. Pronto alcanzamos la carretera que enlaza la N-630 con Valencina, que atravesamos, retomando la cañada real. No encontramos mayor dificultad hasta llegar al vado del arroyo de los Molinos. En esta zona la vegetación, a diferencia del resto de la etapa, se deja notar con mayor feracidad, lo que se traducía al llegar al vado en que el camino estaba prácticamente perdido por la vegetación.
Contra lo que pueda parecer, el cruce del arroyo no tuvo mayor dificultad que el evitar llenarnos los pies -así como las bicicletas- de maloliente barro. Hacía apenas dos semanas que Rafa y yo habíamos pasado por allí, y era impresionante ver cómo había descendido el nivel del agua. Sobre todo teniendo en cuenta que no estaba siendo un final de primavera caluroso. En cualquier caso, nos lo estábamos pasando bien.
Tras cruzar el arroyo, llegamos a la estación de servicio de la venta de Ana Velázquez, donde paramos para realizar una pequeña labor de mantenimiento: hinchado de neumáticos. No sería la última.
Una vez finalizada la parada, emprendimos el descenso hacia Guillena. A diferencia de la vez anterior, decidimos evitar la carretera, y bajar por una pista paralela a ésta que había observado la vez anterior. Sin embargo, no fue posible tomarla debido a que su inicio se encontraba bastante perdido por el pasto. Por ello, tomamos un camino que pasaba junto a el cortijo que tenía por llamativo nombre Mata Hijas”, que nos condujo más rápidamente de lo esperado a la Vía de la Plata. Tras descender del cortijo llegamos hasta lo que en apariencia se trataba de la antigua plataforma del ferrocarril del Cala, hoy perdido.
Recorrimos la vía de la plata en sentido inverso, cruzándonos con varios esforzados peregrinos. En este tramo tuvieron lugar dos de los incidentes más significados de la jornada. Al vadear por segunda vez el arroyo de los Molinos (aunque esta vez sin hacer el bestia), Rafa sufrió un enganchón de la cadena en el plato grande, que le hizo dar con sus huesos en el suelo (aunque, afortunadamente, sin consecuencias graves). El vado, como en el caso anterior, se encontraba con bastante menos agua que en semanas anteriores.
La segunda incidencia la sufrí en mis carnes: casi al final de la vía verde existe una pequeña bolsa de agua, que hasta la fecha había venido bordeando sin mayores consecuencias, ya que por su límite izquierdo apenas alcanzaba una profundidad de unos centímetros. Así que esta vez, ni corto ni perezoso, me dispuse a afrontar el charco de agua cenagosa sin adoptar mayores precauciones, como en veces anteriores. Cuál no sería mi sorpresa cuando ví cómo la rueda delantera se hundía hasta tres cuartas partes de su diámetro. Si no salí descabalgado por encima del manillar fue gracias a que pude sacar rápidamente el pie de las calas, y echarlo a… agua.
Una vez superados estos incidentes, entramos en Santiponce, donde hicimos la última parada de la jornada. La justificación de esta parada fue realizar un pequeño ajuste del sillín de la bici de Rafa, que había venido dando guerra desde la salida, y que apenas habíamos podido enmendar debido a la carencia de una llave allen del tamaño adecuado. Pero, como pasamos por delante de casa, pude hacer el arreglo adecuadamente, además de repostar.
El último tramo de la etapa no tuvo mayor complicación, si bien no estuvo a la altura del resto de la etapa en cuanto a estética o interés. Abandonamos Santiponce por un camino lateral que conduce hasta el campo de tiro olímpico de Camas, y tomamos un camino que nos llevó hasta el Guadalquivir, a la altura del cortijo de El Alamillo. Una vez allí, bordeamos el río hasta alcanzar San Juan de Aznalfarache. Llegamos al pueblo en las vísperas de sus fiestas, y pudimos ver cómo se levantaban las carpas de su feria local. Lástima -nos dijimos- haber llegado con unas fechas de adelanto, y no poder disfrutar de unas buenas cañas con sus correspondientes tapas.
Emprendimos el tramo final de la etapa: la subida a Mairena desde San Juan, tomando la calle 28 de Febrero y la avenida de Mairena, ambas en suave pero constante ascenso. Fran y Manolo aprovecharon para demarrar, y abrieron un pequeño hueco, desintegrando el grupo. Ambos llegaron, con Fran en cabeza, al final de la etapa: la cervecería Macarena. Llegué en tercer lugar, a unos diez segundos; unos 20 segundos después llegó Rafa, y por último, a unos 30 segundos, cerró la etapa Miguel. Habíamos empleado 3 horas y 25 minutos en recorrer 48’76 kilómetros de etapa.
El tercer tiempo, cómo no, fue celebrado en la propia meta. Corrieron la cerveza, el vargas (aunque aquí no lo llamen así), la coca-cola, y se degustaron altramuces, a la par que se comentaban los avatares de la jornada. Una bonita etapa, pese a que, para mi gusto, le sobraron 10 kilómetros del final, bastante feos.
El recorrido fue el siguiente:
Ver Mairena del Aljarafe – Guillena – San Juan de Aznalfarache (20/06/2010) en un mapa más grande
Etiquetas: cañada real de las islas, guillena, mairena del aljarafe, san juan de aznalfarache, santiponce, valencina, Vía de la Plata
Como ya había comentado en mi entrada anterior, estoy realizando salidas ciclistas de corto recorrido (aún) par air cogiendo kilómetros de cara al Camino de Santiago de este año, principalmente. Un recorrido que estoy practicando también es el que detallo a continuación:
Ver Itálica – Cañada Real Islas – Camas en un mapa más grande
Este recorrido tiene como punto de partida Itálica. Se toma la vía verde de Itálica hasta (de nuevo) el puente sobre el arroyo del Judío, y se sigue por la Cañada Real de las Islas. A diferencia del recorrido anterior, se toma en dirección Valencina – Salteras, coincidiendo en parte con la Ruta del Agua. Una vez se llega a un cruce, se toma el camino que viene por la izquierda, el cual, tras pasar sobre la vía del tren hacia Huelva, acaba desembocando en la carretera Santiponce – Valencina. Se cruza la carretera, y se sigue por una pista por la que se acaba bordeando los carambolos que se extienden entre Camas y Castilleja de Guzmán. Por último, se desciende hacia el polígono industrial de Camas por una pista en fuerte pendiente, para acabar desembocando, de nuevo, en la Vía Verde de Itálica, justo a las espaldas de la nave de Arance. Y desde ahí, de vuelta a Santiponce.
El recorrido es ligeramente más largo que el de la etapa anterior, 20’1 km. según el programa de trazado de recorridos AndAndo, y es algo más intenso, ya que se tienen que salvar algunos desniveles más acusados. Proporciona, asimismo, muchas más variaciones posibles sobre el recorrido a seguir, lo que permite jugar un poco con el trazado en función de las ganas, el tiempo disponible y el esfuerzo que se desee realizar.
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