El pasado 8 de junio de 2024 me dispuse a realizar una de esas rutas que mezclan a la perfección el desafío físico, el paisaje natural y la riqueza histórica de nuestra tierra. Con salida y meta en Santiponce, esta jornada de 56,83 kilómetros prometía ser especial, no solo por el recorrido, sino por el equipamiento que llevaba conmigo: una cámara SJCam SJ4000 para captar el camino desde el manillar y mi dron Eachine E520S para obtener perspectivas aéreas únicas. La mañana despertó con unas condiciones meteorológicas ideales según los datos de la estación de Tomares (Zaudín); con una temperatura mínima de 16.5°C al arrancar a las 07:56, el ambiente era fresco y agradable, permitiéndome rodar con comodidad antes de que el termómetro alcanzara la máxima de 26.8°C prevista para el día.
Inicié la marcha saliendo de Santiponce por la carretera de Valencina. El sol aún no apretaba y la ausencia de precipitaciones aseguraba un terreno seco y rápido. Al llegar a la altura de la vía del tren, giré a la izquierda para conectar con la conocida Ruta del Agua, un trazado clásico que me llevó en dirección a Camas. Rodar por aquí siempre es un placer, sintiendo el viento del norte (dirección 22°) que, aunque presentaba algunas rachas de hasta 9.7 m/s, no suponía un obstáculo importante en esta primera fase del trayecto.

Desde Camas, enlacé con el Cordel de los Carboneros. Esta vía pecuaria es el corazón del Aljarafe y me permitió avanzar hacia Valencina de la Concepción y, posteriormente, atravesar Salteras. El terreno aquí es ondulado, sumando poco a poco metros a la ganancia de elevación total de 360 metros. Al dejar atrás el casco urbano de Salteras por su carril bici, antes de llegar a Olivares, volví a adentrarme en el cordel para buscar uno de los puntos emblemáticos de la zona: la Fuente de la Coriana. Este antiguo abrevadero es un lugar de parada casi obligatoria para cualquier ciclista que transite por estos pagos, un rincón con solera donde pude recuperar fuerzas antes de continuar hacia el oeste.


Proseguí mi camino por el cordel hasta alcanzar el Corredor Verde del Guadiamar. En el vado del río, giré a la derecha para comenzar a remontar el sendero junto al cauce. Esta zona es una explosión de biodiversidad, y el frescor del río ayudaba a mitigar la subida de la temperatura ambiente. Mi destino era Aznalcóllar, concretamente los restos del acueducto romano de Los Arquillos. Es impresionante pensar que estas estructuras, que aún se mantienen en pie desafiando al tiempo, eran las encargadas de llevar el agua hasta la mismísima ciudad de Itálica. Me detuve unos minutos para contemplar esta obra de ingeniería romana, un remanente tangible de nuestro pasado más glorioso.

Tras la visita histórica en Aznalcóllar, emprendí el regreso. Para esta parte de la ruta, elegí el trazado del antiguo ferrocarril minero, una vía que en su día transportaba el mineral desde las minas hasta el Guadalquivir. Al cruzar de nuevo el río Guadiamar, hice una parada estratégica frente a otros restos del acueducto, situados en los terrenos del cortijo de Conti. Aproveché este momento para desplegar el dron; las vistas desde el aire del acueducto serpenteando por la campiña son sencillamente impresionantes y permiten apreciar la magnitud de la obra.

La etapa final me llevó de nuevo por el trazado del ferrocarril minero, que ya no abandonaría hasta el final. Este tramo, habilitado en su última parte como la Vía Verde de Itálica, ofrece un rodar suave y descendente que se agradece después de casi tres horas de pedaleo. Entrar de nuevo en Santiponce, con las piernas cansadas pero el espíritu lleno de buenas imágenes, puso el broche de oro a una mañana de ciclismo auténtico por el Aljarafe sevillano.
Datos clave de la etapa:
- Distancia: 56.83 km
- Tiempo en movimiento: 3h 1m
- Ganancia de elevación: 360 m
- Velocidad media: 18.8 km/h
- Velocidad máxima: 45.8 km/h
- Fecha: 8 de junio de 2024
- Tipo de actividad: Ride