La noche del 19 de noviembre de 2024 se presentó con una atmósfera especial, de esas que invitan a calzarse las zapatillas y salir a rodar bajo las estrellas. Tras un día inusualmente cálido para la época en la provincia de Sevilla, con una temperatura máxima que alcanzó los 24.0°C según la estación de Tomares (Zaudín), la noche refrescó hasta unos agradables 13.5°C. Sin rastro de lluvia y con apenas una ligera brisa del norte que apenas llegaba a los 4.7 m/s en sus rachas más fuertes, las condiciones eran simplemente perfectas para una etapa corta pero intensa por los alrededores de Santiponce.

Eran poco más de las ocho de la tarde cuando arranqué la actividad. El silencio empezaba a adueñarse de las calles de Santiponce mientras me dirigía hacia la salida del pueblo. Mi objetivo era claro: un recorrido circular de casi 12 kilómetros que me llevaría a explorar los caminos que conectan esta zona histórica con la vecina localidad de La Algaba, aprovechando la tranquilidad que solo la noche puede ofrecer.

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Inicié el pedaleo con fuerza, sintiendo el aire fresco en la cara. Los primeros kilómetros transcurrieron por la carretera de La Algaba. En este tramo, el asfalto bajo el haz de mi luz frontal se sentía rápido. La visibilidad era buena y la ausencia de tráfico me permitió concentrarme en el ritmo. Es fascinante cómo cambia la percepción de la distancia y el entorno cuando el mundo se reduce a lo que ilumina tu foco.

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Poco después, abandoné la carretera para adentrarme en caminos más rústicos, buscando el enlace con la mítica Vía Verde de Itálica. El terreno aquí se vuelve más interesante, con pequeñas variaciones de elevación que, aunque apenas sumaron 79 metros en total, le daban un punto de exigencia a mis piernas. Pasar cerca del Cortijo de Villadiego en la oscuridad total tiene un punto místico; las sombras de las edificaciones rurales se recortan contra el cielo estrellado de Andalucía.

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Una vez enlazada la Vía Verde de Itálica, el rodar se hizo más constante. Este tramo es una delicia para cualquier ciclista de la zona. El firme permitía mantener una velocidad media cercana a los 20 km/h, disfrutando de la soledad del camino. El GPS de Strava marcaba el rumbo con precisión mientras me aproximaba a uno de los puntos clave del regreso: el Puente de los Vinateros.

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Cruzar el Puente de los Vinateros de noche siempre es una experiencia distinta. Los ruidos de la naturaleza se amplifican y el eco de los neumáticos sobre el terreno resuena de forma especial. A estas alturas, ya estaba completando el bucle de vuelta hacia Santiponce. A pesar de ser una salida corta de 36 minutos, la intensidad y el enfoque que requiere la conducción nocturna hacen que se sienta como una aventura mucho más larga.

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Finalmente, entré de nuevo en el núcleo urbano de Santiponce, donde había comenzado este pequeño viaje. Con el corazón aún latiendo a buen ritmo y la satisfacción de haber aprovechado la ventana de buen tiempo que nos regaló este noviembre, apagué el Garmin. 11.88 kilómetros de pura desconexión mental y conexión con el entorno. Sin duda, estas escapadas nocturnas son el mejor remedio para el estrés diario.

Datos clave de la etapa:

  • Distancia: 11.88 km
  • Tiempo en movimiento: 0h 36m
  • Ganancia de elevación: 79 m
  • Velocidad media: 19.5 km/h
  • Velocidad máxima: 40.3 km/h
  • Fecha: 19 de noviembre de 2024
  • Tipo de actividad: Ride

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