Aquel domingo 15 de diciembre de 2024 amaneció con ese frío cortante que solo los montes del interior de Pontevedra saben ofrecer en pleno invierno. Me preparé para una jornada que, aunque corta en kilómetros, prometía ser intensa en sensaciones y paisajes. El objetivo del día era explorar las inmediaciones del Monte Coirego, un lugar que siempre me ha fascinado por su aura mística y su importancia astronómica. Con la SanGround Aggressor lista para la acción, partí desde las cercanías de la Capilla del Ángel de la Guarda, en O Cádavo, sintiendo cómo el aire gélido de la mañana —con temperaturas que apenas rondaban los 4.6°C según la estación de A Lama— me recordaba que la montaña no regala nada.
La ruta comenzó con una subida constante por pista forestal. La ganancia de elevación de 133 metros en una distancia tan breve ya indicaba que las rampas pondrían a prueba mis piernas desde el primer momento. El viento, soplando desde el norte con rachas que alcanzaban los 11.7 m/s, añadía un grado de dificultad extra, obligándome a mantener la concentración mientras pedaleaba hacia la cima de la Serra do Cando. Esta zona es conocida popularmente como la «Montaña Mágica», un título que se siente real cuando te rodea la soledad del monte y la inmensidad del paisaje gallego, comparable en magnetismo al mismísimo Monte Pindo.
A medida que ganaba altura, el paisaje se abría ante mí. Monte Coirego no es solo una elevación de más de 700 metros; es un santuario natural y científico. En su corazón se alza el Observatorio Astronómico de Cotobade. Es impresionante pensar que en ese lugar tan apartado, la Asociación Astronómica Sirio escudriña el cosmos con su telescopio de 40 cm. La limpieza del cielo allí arriba, lejos de la contaminación lumínica de la costa, es legendaria. Mi intención era coronar lo más alto del monte, pero el destino tenía otros planes para mi mecánica.
Poco antes de llegar a la laguna estacional de Campo da Poza, empecé a notar una vibración extraña. Uno de mis pedales comenzó a aflojarse peligrosamente. Me detuve a inspeccionar el daño y, para mi frustración, me di cuenta de que no llevaba las herramientas de gran tamaño necesarias para realizar un apriete definitivo en medio de la nada. Logré colocarlo en su sitio de forma precaria, pero sabía que forzar la subida final a lo más alto del Coirego sería una temeridad que podría acabar en rotura. Con resignación, decidí que la laguna sería mi punto de retorno.
A pesar del contratiempo mecánico, el entorno de Campo da Poza me regaló imágenes inolvidables. Tuve la suerte de vislumbrar de lejos algunos de los ejemplares de caballos salvajes que habitan estos montes. Se calcula que hay unos 350 ejemplares repartidos en manadas por la zona, y verlos en su hábitat natural, entre las eiras y los restos castreños que salpican el área, es una experiencia que te reconecta con el pasado de Galicia. Aproveché mi estancia allí para desplegar mi dron DJI Mini 3 Pro y capturar la majestuosidad del parque forestal desde el aire. Las vistas de las lomas y la estructura del observatorio bajo la luz invernal compensaron con creces el no haber podido completar la ascensión total.
Finalmente, inicié el descenso con precaución, cuidando de no forzar el pedal rebelde. Aunque la actividad se quedó en apenas 4.78 km y 22 minutos de movimiento, la intensidad del frío y la belleza del Monte Coirego hicieron que cada minuto valiera la pena. Me queda pendiente el regreso para conquistar la cima, esta vez con la caja de herramientas completa y el mismo entusiasmo por descubrir los secretos de la Montaña Mágica.
Datos clave de la etapa:
- Distancia: 4.78 km
- Tiempo en movimiento: 0h 22m
- Ganancia de elevación: 133 m
- Velocidad media: 13.0 km/h
- Velocidad máxima: 46.1 km/h
- Fecha: 15 de diciembre de 2024
- Tipo de actividad: Ride