El pasado 19 de enero de 2025, el invierno gallego decidió mostrar su cara más cruda. Según los registros de la estación meteorológica de Beariz, las temperaturas cayeron hasta unos gélidos -4.5°C y se recogieron más de 25 mm de precipitación. Con este panorama de lluvia intensa, frío cortante y un viento que amenazaba con tumbar a cualquiera, decidí que era el día perfecto para poner a prueba mi resistencia y las capacidades del pequeño dron DJI Neo en uno de los lugares más mágicos y misteriosos de Pontevedra: el Monte Seixo.
La aventura comenzó cerca de Tabeirós – Terra de Montes. Subí con el coche hasta la subestación eléctrica del parque eólico, buscando ganar algo de altura antes de empezar a pedalear. Allí, bajo un cielo plomizo, preparé mi Giant de doble suspensión. La etapa, realizada íntegramente en solitario, no iba a ser un paseo relajado; los 219 metros de desnivel positivo acumulados en poco más de 11 kilómetros se harían notar debido a la resistencia del viento y el terreno empapado.

Mi primer objetivo era Portalén, también conocido como la Porta do Alén. Este lugar es un conjunto megalítico único en Europa que, según las leyendas locales, sirve de umbral entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Al llegar allí, el ambiente era sobrecogedor. Entre las rocas batidas por el viento, encontré algo que me detuvo en seco: unas llamativas piezas de madera con símbolos inscritos en ellas, colocadas cuidadosamente como si formaran parte de un ritual reciente. La atmósfera de la Red Natura, con sus brañas y brezales a más de 900 metros de altitud, solo acentuaba la sensación de estar en un lugar sagrado.

Tras dejar atrás la mística de Portalén, continué la marcha por las pistas de mantenimiento del parque eólico. El rodar con la Giant de doble suspensión se hacía imprescindible para absorber las irregularidades del terreno y mantener el control bajo las rachas de viento que arreciaban por momentos. El DJI Neo, a pesar de su tamaño, se portó como un auténtico campeón, grabando tomas increíbles en unas condiciones de lluvia y viento que habrían amedrentado a drones mucho más grandes.

Poco después alcancé la Ermita de Santa María del Seixo (o Santa Mariña), situada a unos imponentes 920 metros de altitud. Este pequeño templo de origen posiblemente románico es un baluarte contra los elementos, pero aquel día el temporal era salvaje. En la zona de la ermita, el viento soplaba con tal furia que sentí que podía hacerme volar barranco abajo en cualquier descuido. La visibilidad era mínima y la lluvia arreciaba sin descanso.

Mi intención original era seguir avanzando hacia el Mirador de las Tres Rías para disfrutar de las vistas que ofrece de la costa gallega, pero la seguridad es lo primero. Al notar que el temporal empeoraba por momentos, decidí que no era prudente continuar. Opté por dar media vuelta, desandar mis pasos y regresar al coche lo más rápido posible. Fue una decisión acertada; el cuerpo ya empezaba a notar el impacto de la temperatura mínima de la jornada.
Una vez cargada la bici y con la calefacción del coche a tope, me dirigí a Soutelo de Montes. No hay mejor forma de cerrar una etapa tan dura y gélida que con un Cola Cao bien caliente, disfrutando del calor del local mientras recordaba los paisajes de leyenda que acababa de recorrer. El Monte Seixo nunca deja de sorprender, ya sea por su historia, su geología o, como en esta ocasión, por la fuerza indomable de su naturaleza.

Datos clave de la etapa:
- Distancia: 11.26 km
- Tiempo en movimiento: 0h 46m
- Ganancia de elevación: 219 m
- Velocidad media: 14.6 km/h
- Velocidad máxima: 44.6 km/h
- Fecha: 19 de enero de 2025
- Tipo de actividad: Ride