Otra de las actualizaciones que he estado realizando estos días ha sido sobre mi querida Super BH L6000 Gravel. En este caso la modificación ha sido menor que la anterior, pero también ha tenido su enjundia: se ha tratado de reemplazar el manillar original de 380mm por uno de 440mm, más adecuado para el gravel. Y es que hace algunos meses tuve ya una caída de importacia, en parte causada por tener un manillar demasiado estrecho. Con dicha actualización hemos pasado de esto…
…a esto:
Bueno, por el camino ya había cambiado los platos de carreras por unos de gravel, y el desviador trasero Campagnolo Mirage de pata corta por uno de pata larga. En este caso, los cambios han sido exclusivamente de manillar. Al pasar a un manillar moderno del fabricante UNO, de un grosor de 31,8mm, tuve también que pedir una nueva potencia. En este caso, opté por una potencia de 100mm de longitud y un ángulo de 17º, para poder ir más elevado. Esta potencia es de 1 1/8, por lo que necesitaba también un adaptador para el cuadro, y que el ancho de la potencia original es de 22mm.
Aproveché también para poner un encintado nuevo del manillar, que el previo estaba ya algo desgastado por el uso, y poner la tapa de la potencia con una chapa de 1906. El resultado es bastante bueno. Voy un poco más estrecho, ya que el nuevo manillar es más corto en profundidad que el anterior, pero me noto mucho más cómodo en todas las posiciones del mismo, al ir algo más alto, además de tener más anchura para controlar la bici en terrenos irregulares.
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Escribía hace algún tiempo sobre la restauración de una Super BH L6000 que había pertenecido a uno de mis tíos, y que había igualmente adaptado para su uso como gravel, ya que no soy especialmente aficionado al ciclismo de carretera. La restauración quedó estupenda, pero pronto pude comprobar que el uso de los platos de carretera originales (52-42) no era lo más adecuado para su uso en campo. Cuando la pista tiraba algo más de la cuenta para arriba, la cosa se complicaba bastante. Así que decidí comprar unos platos específicos para gravel, de la nueva gama Shimano GRX. El desmontar los platos antiguos dio algo de guerra, ya que se encontraban tremendamente agarrados al eje del pedalier, pero finalmente pude sacarlos y reemplazarlos por los nuevos, junto con el eje del pedalier. El resultado es bastante bueno, aunque con unos platos en plata hubiera quedado mejor:
Y no pude menos que salir a rodar con ella esta mañana. Fría (en torno a 3ºC cuando salí), pero despejada y excelente para rodar. A lo tonto, a lo tonto, hice una etapa de 50 kms. rodando entre Las Pajanosas, Gerena y Valencina, combinando recorrido por vía verde, cañadas, senderos, asfalto y la ruta del agua. Precisamente la idea para la que están concebidas las gravel.
Un resultado excelente. Para llevar 6-7 semanas sin rodar, he batido algunas marcas personales en diversos tramos. Y eso con una bici de los años 80 reconvertida.
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Recuerdo esta bici desde que era un niño: una espléndida bicicleta BH de carreras de mi tío Manolo. Debía de tener aproximadamente los mismos años que yo, y la recordaba como una verdadera joya: gris acero, con el típico manillar de cuernos de cabra, cubiertas finitas, y platos grandes como soperas. Llegado el dñía, y durante unos cuantos años, mi tío me la prestó, y la tuve en casa. Salí con ella múltiples veces, pero tengo que admitir que, llegado el momento, mi afición iba por otros derroteros. Para ser exacto -bien lo sabe quien me lea en esta página- por el ciclismo de montaña, más que por el ciclismo de carretera. Pero no por ello podía dejar de admirar la agilidad y la silueta esbelta de esta preciosa máquina. Y que, encima, era una verdadera máquina de precisión. En el tiempo que la tuve conmigo sólo tuve que cambiarle las cubiertas, ya cuarteadas después de casi una veintena de años.
Posteriormente devolví a mi tío su bici: muchas se acumulaban ya en la cochera de casa de mis padres, yo pasaba más tiempo fuera de Córdoba que en ella, y no hacía más que coger polvo, sin nadie que le hiciera caso. Así que se la devolví, pero no dejé de acordarme de ella. Quizás más adelante -al fin y al cabo, nunca se sabe- tendríamos otra oportunidad.
Y la oportunidad acabó llegando. Recientemente descubrí las gravel: una variante del ciclismo que consiste en utilizar bicicletas con hechuras de carreras, pero con neumáticos taqueados, algo más gruesos que los de cross-country, y una combinación de marchas más adaptadas para cogerlas por senderos y pistas -de ahí el nombre de gravel- con firme razonablemente bueno. Y con esta idea en la cabeza, mi tía Lourdes me ofreció la bicicleta de mi tío, ya que estaban pensando en deshacerse de ella. Me faltó tiempo para aceptar.
Tan sólo he dicho que se trataba de una BH de carreteras. Siendo precisos, es una Super BH L6000, de primeros de los años 80. Estaba tal y como la recordaba, preciosa, esbelta, algo ajada quizás, con unas cubiertas de nuevo cuarteadas. Necesitando apenas unos leves cuidados para volver a lucir espléndida. Y por fin, tras unas jornadas de mecánica, grasa, ajustes y agua y jabón, la Super BH, ahora transformada en una gravel, vuelve a lucir. No exactamente como la recordaba, pero magnífica igualmente.
Y es que los cambios han sido sutiles, pero importantes:
He conservado original el cuadro, la tija, el sillín de cuero vuelto, el manillar, los frenos de cáliper, las llantas, el desviador del plato, pedales y el juego de platos 52-42. El resultado es excepcional. No sólo desde el punto de vista estético, sino funcional. Rápida, muy rápida, y más cómoda de lo que imaginaba. Sin embargo, hay un par de cambios adicionales que aún puede que haga:
Y ahora, a hacer muchos kilómetros con ella.
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