El pasado jueves 23 de junio, aprovechando que era fiesta en Sevilla, salimos a rodar Miguel y yo por Aznalcóllar. Llevábamos tiempo con ganas de salir a rodar por la zona, ya que era un lugar por que yo, personalmente, no había rodado nunca, y en el caso de Miguel, era el primer lugar donde había cogido su nueva bicicleta de montaña, una Cube AMS que es una auténtica virguería.
Sin embargo, no las tenía todas conmigo. Había sacado algunos recorridos por la zona, y todos ellos coincidían en una cosa: transcurrían por la zona de la sierra de Aznalcóllar que salió ardiendo en el catastrófico incendio de Riotinto de 2004. Para preparar la etapa, había estado consultando la zona en Google Earth, y su aspecto bastante árido. Pero es que además íbamos a empezar la etapa bastante tarde, a las 9:00h. Prometía ser un día duro. Y no me equivocaba.
Acabamos empezando la etapa a las 9:20h, con un calor bastante sofocante. Salimos del pueblo por carretera en dirección al embalse del río Agrio. que abandonamos en el kilómetro 7’5 para tomar una pista forestal. Por desgracia, no me había equivocado. En los siete años transcurridos desde el incendio la zona ha avanzado bastante en la repoblación, pero los árboles plantados apenas levantan un metro del suelo, por lo que todo hacía presagiar que no íbamos a tener una sola sombra en casi 50 kilómetros de etapa. No me equivoqué mucho en el cálculo.
Teníamos por delante 15 kilómetros de subida rompepiernas, con contínuas subidas y bajadas, si bien con una interesante bajada en medio de 2 kilómetros, zigzagueando por la pelada sierra. Miguel empezó con bastante fuerza la primera de las subidas que teníamos entre manos, una rampa da más de 2 kms. con pendientes máximas del 10%. Pronto tuvimos que bajar el ritmo, porque estaba claro que la etapa iba a ser larga, dura, y calurosa. Así fue. Tras realizar el descenso anteriormente citado, tuvimos que afrontar una subida 3’5 kms. que al principio era bastante llevadera, pero que poco a poco fue empinándose, alcanzando pendientes del 20%. Horroroso. A medida que íbamos ascendiendo, empezaron a aparecer pequeñas lagunas empleadas para abrevar ganado o actuar de reserva ante incendios. Daban ganas de pegarse un chapuzón en ellas, pese a presentar un aspecto de agua estancada bastante sospechoso.
A las 10:40h llegamos a la parte superior de la cresta de la sierra por la que estábamos ascendiendo. Habíamos finalizado la primera de las dos subidas más duras que teníamos en la etapa, y las vistas de la zona eran espectaculares. O mejor dicho, debieron de haberlo sido antes del incendio: teníamos ante nosotros una gran cantidad de cerros y valles, todos ellos en mayor o menor grado repoblados, pero que en esta época del año eran un secarral polvoriento en donde no había lugar en el que guarecerse del sol. Sin embargo, la etapa tenía posibilidades… en invierno, o para una etapa nocturna.
Continuamos con la etapa, pasando cerca de unas ruinas que posteriormente pude identificar con los Barracones de las Carnicerías. Seguimos avanzando durante unos kilómetros, de nuevo en trazado rompepiernas, para volver a salir de nuevo a la carretera del embalse del Río Agrio. Aprovechando una de las escasas sombras que había en el trayecto, nos detuvimos a descansar unos instantes. Eran ya las 11:05 de la mañana, y el sol picaba bastante. No era plan detenerse demasiado, por desgracia.
Tomamos la carretera, en ascenso, para abandonarla 2 kms. después por una pista que surgía a mano izquierda. Empezaba una trepidante bajada de 5 kms. por una buena pista que nos permitió alcanzar los 45 km/h en el descenso, y en el que salvamos bajadas del 15’8%. Y llegamos al vergel de la etapa: el valle del arroyo Cañaveroso. Debe de ser una de las escasas zonas que se salvó del incendio de 2004, y mostraba lo que debía de haber sido la zona en otro tiempo: una zona arbolada, llena de vida, y con un gran frescor, proveniente de un arroyo amplio, poco profundo, y de aguas cristalinas que invitaban a bañarse en ellas.
Lamentablemente, la bajada, y el disfrutar de ese arroyo, suponían pagar un precio: remontar una terrorífica cuesta de 2 kms. con una pendiente media del 10%, que nos hizo sufrir en conjunción con el sofocante calor del mediodía, hasta unos extremos inusitados: llegamos a las 12:00h al final de la pendiente, al filo de la extenuación y el desfallecimiento. Lamentablemente no teníamos mucho tiempo para detenernos, por lo que reanudamos rápidamente la etapa, y nos aprestamos a finalizar los 8’5 kms. de descenso rompepiernas que teníamos por delante, antes de cerrar el anillo, volviendo al embalse del Río Agrio, que marcaría en ocaso de la etapa. Finalizamos el recorrido, rodando los últimos 4’6 kms. hasta Aznalcóllar por la misma carretera que habíamos tomado por la mañana. Entramos en Aznalcóllar a las 12:36h, tras 46’3 kms. de asfixiante etapa. Y en mi caso, con los brazos achicharrados: era el primer día en el que había decidido desechar el maillot de manga larga, que solía llevar para protegerme del sol, y había optado por uno corto, para primar el frescor. Una mala idea. La etapa había sido calurosa en extremo, y sin sombras: ello se reflejaba en mi consumo de agua. Había agotado el camelback de 2 litros, y un bidón auxiliar de 750 cc. Jamás había bebido tanta agua en tan poco trayecto.
El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:
Ver 2011/06/23: Sierra de Aznalcóllar en un mapa más grande
Los datos de la etapa son los que siguen:
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Esta mañana he estado rodando un poco por la Vía Verde de Itálica. La mañana se presentaba buena para rodar: algo cubierto el día y fresco, pero agradable. Mi intención era tomar la vía verde hasta donde fuera posible, que no tenía muy claro si se trataba del río Guadiamar (donde la vía salvaba el río mediante su correspondiente puente), o bien Aznalcóllar.
El recorrido en sí tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas es desde Camas hasta el puente sobre el Arroyo del Judío, donde la vía verde se cruza con la Cañada Real de las Islas.
Hasta ahí la vía se encuentra adaptada al uso para senderismo y ciclismo. Desde el puente, sin embargo, la vía se encuentra abandonada. Si bien se puede circular aceptablemente bien por todo su recorrido, en algunos tramos (los más cercanos al arroyo) hay abundante balasto, por lo que se bota un poco y el rodar es un poco más complicado. En cuanto a perfil, no hay ningún problema: es ligeramente ascendente en todo su recorrido, pero sin llegar a resultar pesado.
El paisaje no destaca precisamente por su variedad: una campiña cerealista con ocasionales apariciones de olivares y frutales, en la que las perdices campan a sus anchas. Aun así, tiene una cierta belleza que tampoco se puede ignorar.
El trazado sigue sin muchas variaciones, salvando dos carreteras, la SE-3409 y la SE-3405, siendo esta última la que marca prácticamente el límite del recorrido. Poco después se encuentra el río Guadiamar, que no se puede salvar debido a que el puente del ferrocarril se encuentra derruido; el río, además, presenta abundante agua en esta época del año, como se puede apreciar en el polar derrumbado, que está casi cubierto por las aguas.
Hubo algo que me llamó la atención. Por lo general, todo el trayecto del antiguo ferrocarril se ha mantenido conservado, salvo en dos puntos. El primero de ellos es poco después de la SE-3409, en la que un par de derrumbes han provocado que la vía no sea transitable, ante lo que la gente ha trazado caminos que bordean los derrumbes, pegados a la propia vía. El segundo de ellos es ya llegando al puente del Guadiamar: esta vez la causa es diferente. Todo el trazado de la vía ha desaparecido bajo una plantación, que ha enajenado el trazado de la vía. Afortunadamente no presenta mucho problema, ya que hay un camino que permite llegar hasta el río, pero no deja de ser llamativo, ya que, pese a que la vía ya no existe, salvo que me equivoque, el terreno por el que discurría sigue siendo público.
Otra cosa que me llamó la antención fue la existencia de flechas amarillas en el puente y sus cercanías. En un primer momento pensé que podrían estar relacionadas con la Vía de la Plata, pero su recorrido, por Guillena y Castilblanco, cae bastante lejos. No he encontrado mucha información al respecto, pero cabe la posibilidad de que exista otro ramal diferente que lleve desde Santiponce hasta Gerena. Seguiré investigando.
La vuelta, habiendo visto que no se podía avanzar hacia Aznalcóllar, la hice por el mismo camino. Tuve la ocasión de contemplar unas llamativas estructuras en la lejanía: una especie de torres que despedían bastante luz por su parte superior. No sé si se tratarán de algún tipo de centrales de energía solar, o algo por el estilo, por lo que agradecería información al respecto.
Por desgracia, las fotos están tomadas con mi teléfono móvil, por lo que no se pueden apreciar demasiado bien.
El recorrido total de la etapa fue de unos 40 km., y empleé en ellos aproximadamente dos horas. El trazado con Google Maps es el siguiente:
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