El sábado 16 de enero Ana y yo nos fuimos a rodar un poco por la ciudad de Dublín. Se trataba estrenar una guía de caminos junto a cursos de agua del este de Irlanda que habíamos comprado hacía algunos meses, durante una visita al Museo Nacional de Irlanda. Y la escogida para dar estreno al libro fue un recorrido de 14 kms. desde la desembocadura del río Dodder hasta el dique de Firhouse, construido en el siglo XIII para servir como fuente de abastecimiento de agua a la ciudad de Dublín, que era canalizada, primero, hasta el río Poddle, y posteriormente hasta unos depósitos en Saint James’s Street.
Empezamos tomando el tren de cercanías a las 10:00h en la estación de Castleknock, para dirigirnos hasta la estación de Pearse. Una vez allí, empezamos la etapa a las 10:38h, con un frío intenso, en torno a los 4ºC. En todo el día no pasaríamos de los 7ºC. Nos dirigimos en primer lugar hasta la ribera sur del río Liffey, para alcanzar desde allí los muelles del Gran Canal.
Esta es una antigua zona portuaria en muy degradada en la antiguamente, pero completamente recuperada hoy en día…
…si bien es verdad que se les ha colado algún que otro satán. Desde allí nos dirigimos al barrio de Ringsend (otrora refugio de forajidos, bandidos y salteadores), y a la desembocadura del río Dodder. Y desde allí, fuimos remontando el río, atravesando una sucesión de parques urbanos, en mejor o peor estado de conservación.
Una de las primeras vistas que se tiene es la del Estadio Aviva. Aguas arriba se llega al cruce bajo las vías del tren, que pasan en un elegante viaducto, junto al que se encuentra una antigua chimenea de fábrica.
A lo largo de todo el camino se van observando los sucesivos diques que tiene en su curso el Dodder. Antiguamente estos diques eran aprovechados para llevar agua a las casas de la zona, o bien para suministrar energía a molinos u otro tipo de fábricas.
Más adelante se llega a uno de los puntos más curiosos del recorrido: el rinoceronte. Nadie parece saber cuándo y por quién la estatua de un rinoceronte de bronce fue emplazada en el lecho del río, pero ahí sigue. Valga como comentario que justo al lado de donde se alza la estatua existe un famoso bar de la zona. Y ya sabemos la clase de bromas o apuestas que suelen fraguarse en esos sitios…
Seguimos remontando el río Dodder. En ocasiones por su margen izquierda, en otras por la derecha, en función del trazado de senderos, parques y, en ocasiones, calles nos permitieran.
El día, aunque frío, seguía respetando, pero es verdad que el cielo gris no dejaba pasar ningún rayo directo de luz.
En una de las ocasiones fue necesario cruzar el río por un paso de bloques de hormigón habilitados en el cauce del mismo. Aproveché para tocar el agua. Cómo no, helada.
Y así, poco a poco, con calma, pero sin pausa, acabamos recorriendo los 15 kilómetros que nos separaban de Firhouse. Llegamos a la una menos veinticinco de la tarde, justo cuando empezaba a chispear.
Aprovechamos para tomar unos bocadillos de almuerzo junto al dique, para emprender poco después el camino de vuelta.
El camino, esta vez, fue bastante más rápido. Pudimos aprovechar, pese a todo, para ver la vieja puerta de Rathfarham Castle, construida en 1770. Lástima que el móvil se hubiera quedado sin batería para aquel entonces.
Al llegar de nuevo al Gran Canal, fuimos directamente por la calle Pearse hasta la estación de tren, dando por finalizada la etapa al filo de las 14:00h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
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Hoy he aprovechado la excelente mañana que hacía en Dublín para estrenar uno de mis regalos de Reyes: una copia china de una GoPro. Una camarita muy apañada que, pese a que no da la calidad de una GoPro, se porta con bastante decencia. Aquí dejo un vídeo rápido que he grabado en un trayecto junto al Río Tolka, desde Blanchardstown hasta el campo de golf de Elmgreen:
Había agua. MUCHA agua. Y barro, y hacía frío. Y ha habido que vadear arroyos, en los que Ulises se ha metido tras mía. Y hemos llegado cubiertos de barro, el perro y yo. Y he roto el cable del cambio trasero con una rama que se ha metido en la cadena. Pero ha sido enormemente divertido. Y todo eso en sólo 6 kilómetros.
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Una de las cosas que he hecho estas navidades ha sido traerme la Fuji a Irlanda. Y es que, aunque me encanta mi bici plegable, no es realmente apropiada para hacer etapas de ciclismo de montaña, ya que corres el riego de acabar en un río a poco que te despistes. Así que traerme una de mis bicis a Irlanda era una de mis prioridades.
¿Cuál de ellas? ¿La doble o la rígida? ¿Fuerza bruta o agilidad? ¿Un tanque o un vehículo ligero? ¿Esto?
…¿o esto?
En realidad, la elección estaba clara. Después de algún tiempo en Irlanda, y teniendo en cuenta que es un país bastante plano, y el que la gran mayoría de la afición parece decantarse por el ciclismo de carretera, la mejor opción era traerme la rígida. Y dejar la doble para hacer el ganso en España. Así que esa fue la decisión tomada. Y esta tarde hemos salido Ana, Ulises y yo a estrenar la bici en Dublín.
Ha sido apenas un pequeño paseo, algo para estirar las piernas, aprovechando la magnífica tarde que hemos tenido hoy en Dublín. Pero que ha servido para abrir el apetito, a fin de acometer en breve la subida a Three Rocks, al sur de Dublín. A ver si puede ser el próximo fin de semana.
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Hoy hemos estado, aprovechando que tengo una visita de unos familiares, visitando la fábrica de cervezas Guinness. Es una de las visitas clásicas, que no se pueden dejar de hacer cuando vienes a -o estás en- Dublín, pero que por un motivo u otro siempre habíamos postpuesto. Hasta hoy.
La visita consiste en un recorrido por una antigua planta de fermentación de la fábica, que estuvo operativa entre 1904 y 1988. El recorrido, que avanza a lo largo de 7 niveles por la planta de fermentación, proporciona una completa visión de cómo se elabora, transporta, publicita y consume la cerveza a lo largo de todo el mundo, así como proporciona una breve historia de la familia Guinness y su relación con Dublín.
También contiene varios bares y restaurantes, donde es posible degustar un buen estofado de ternera con salsa de cerveza -Guinness, cómo no-, y de otras recetas preparadas haciendo uso de la cerveza. Y como postre, una degustación en el mirador más alto -el Gravity Bar- de la ciudad de Dublín, lo que permite disfrutar de unas buenas vistas de todo el entorno.
Recomendable visita, que no hay que postponer (como nosotros hemos hecho) mucho tiempo.
Todos los días -que voy en bici- atravieso para ir al trabajo el Parque del Río Tolka. Como su propio nombre indica, este parque es atravesado por el río que le da nombre. Un río pequeño, sinuoso y rápido, que no obstante es el tercero más importante de Dublín.
Llevamos unos cuantos dias sufriendo los coletazos de los restos de una tormenta tropical, que ha provocado vientos huracanados en Irlanda, así como lluvias más intensas de lo normal. Uno de los resultados de este pequeño temporal ha sido una crecida del Río Tolka, que me he encontrado desbordado de su cauce al ir esta mañana a trabajar:
No es que sea una gran crecida, más bien lo justo para llamar la atención y hacer que tuviera que ir despacio con la bici para no salpicarme de agua, pero no deja de ser llamativa.
Por cierto, Tolka viene del gaélico An Tulcha, que significa inundación, que inunda. Y es que será pequeño, pero es bien conocido por desbordarse con relativa frecuencia.