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22 jun 11 Etapa ciclista: Almodóvar del Río – GR48 – Montecobre Express (11/06/2011)

El pasado 11 de julio tuvimos la primera de las etapas de un fin de semana particularmente activo en el ámbito ciclista. Una etapa que, ya desde el papel, imponía sobremanera. Había encontrado en Wikiloc, gracias a un buscador para Android, un recorrido que habíamos dado en llamar “El etapón del Copón”: un recorrido por la vía verde de la Campiña hasta Guadalcázar, que posteriormente enlazaba con Almodóvar, subía hasta el castañar de Valdejetas por el GR48, pasaba hasta Puerto Artafi, y desde ahí descendía de vuelta a Córdoba por Trassierra y la Fuente del Elefante. Más de 80 kms. de etapa. Un gran objetivo. E incluso nos planteamos realizar el recorrido de noche. Pero, puestos a considerarlo, decidimos recortar un tanto la etapa, para no pasar más calor de la cuenta, y llegar a una hora decente a casa. Y de día.

Una vez establecido el recorrido, quedamos a las 7:30h de la mañana Mané, Ángel y yo. Fuimos a Almodóvar por el canal del Guadalmellato, bordeando la zona oeste de Sierra Morena. Empezamos la etapa con fuerza; con demasiada fuerza, quizás, pues pronto nos encontramos rodando a unos 20 km/h por una pista de tierra. Fuerzas que más valía guardar para la etapa que teníamos entre manos. Pero al ir de palique, unos por los otros, poco a poco íbamos acelerando sin darnos prácticamente cuenta.

Mantuvimos el recorrido por el canal hasta llegar a una balsa de riego, cerca de las Cuevas Bajas. Allí el canal pasa a encajonarse en la sierra, y la pista de mantenimiento desaparece. Hace algunos años había intentado realizar ese mismo recorrido con Pablo, y sabía que el canal era impracticable. Y más si, como era el caso, llevaba agua. Así que no nos quedó más remedio que tomar una pista de la CHG, que nos acabó llevando a la carretera de Palma, pasados Los Mochos. Una vez en la carretera, llegamos hasta la entrada de Almodóvar, donde paramos a tomar un tentempié en un bar. Eran las 9:10h, y en apenas 1h 40m nos habíamos fundido 26 kms. de etapa. La parte más sencilla de la etapa, es cierto, pero aun así habíamos mantenido una excelente media, superior a los 16 km/h.

Tras la pausa, en la que nos ventilamos unas buenas tostadas acompañadas de café y colacao, reemprendimos la etapa. Teníamos por delante 11 kilómetros de subida por el GR-48, por asfalto, primero, y por pista a continuación. Pero no pudimos abandonar las cercanías de Almodóvar sin dejar testimonio gráfico de ello, junto a una reproducción de un miliario romano:

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Emprendimos la subida, siguiendo las indicaciones de “Camino de los Toros”. Empezamos con una carretera con unas rampas sostenidas de en torno al 5% de desnivel, que poco a poco dejaba atrás un paisaje de valle agrícola para introducirse paulatinamente en una dehesa serrana. Un bonito contraste para abrir boca, por una carretera sin tráfico alguno. Tras 4 kms. de subida, dejamos a nuestra izquierda una pista que conducía al pantano de la Breña II, y la carretera, poco a poco, empezó a empinarse. Durante otros 4 kms. seguimos subiendo con rampas cercanas al 6%, hasta que salimos de la zona arbolada, y al entrar en una finca, salimos a terreno completamente ralo, desde donte tuvimos las primeras vistas del pantano, y abandonamos la carretera.

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En ese momento desaparecieron las indicaciones del GR-48, posiblemente arrancadas por el dueño de la finca. Mientras nos orientábamos, un joven en un todoterreno nos indicó el camino a seguir, a la par que nos indicaba que en realidad el GR-48 transcurría bordeando la finca, pero que al realizar el deslinde habían hecho pasar el trazado por dentro de la finca. No se mostraba especialmente contento por ello, pero al menos no nos puso problemas. Posteriormente pude verificar en las cartas del Ministerio de Fomento la veracidad de la afirmación.

Reanudamos nuestro recorrido, con una pequeña bajada, antes de entrar en el terreno de la finca de La Porrada, donde volvimos a entrar en arbolado. A partir de este punto encontramos indicaciones de que circulábamos por la vereda de la Cruz de la Mujer, nombre que me resulta conocido, al existir otro camino igual (cordel, en este caso) en Guillena. La pista ascendía con rampas cercanas al de hasta el 13%, las más elevadas que habíamos tenido hasta el momento, y que se dejaban sentir, en conjunción con el calor que a esa hora de la mañana -pasaban ya de las 10:30h- estaba empezando a apretar. Tal fue así la cosa, que sufrí lo que los compañeros agachalomeros llaman un “huyhuyhuy”. Estaba empezando a desfallecer. No en balde las tres semanas que había estado prácticamente parado por una lesión de espalda se estaban empezando a notar.

Poco después, y a un ritmo más sosegado, llegamos hasta una nave de la finca La Porrada, que dejamos a nuestra derecha. La subida había acabado. Ahora tocaba disfrutar con algo de descenso. Pasamos junto a la casa de la Porrada, que dejamos a nuestra izquierda, y continuamos con unas bajadas por pista, con algunos tramos comprometidos, hasta alcanzar la entrada del castañar de Valdejetas. Eran las 11:00h, y ya nos habíamos ventilado 40 kms. de la etapa. En ese punto decidimos seguir el recorrido por el GR-48, tomando la vereda de la Canchuela. Después del “huyhuyhuy” de la Porrada no tenía muchas ganas de desfallecer subiendo a Puerto Artafi. Y de todas maneras, el castañar no estaría -dada la época del año- en su momento más bonito. Así que, decidido el rumbo, seguimos avanzando por el GR-48.

Continuamos unos 5 kms. por la Canchuela hasta llegar al pantano de la Jarosa. Un poco antes descartamos seguir el GR-48, que nos hubiera llevado por las fincas de Lo Vaca y El Salado hasta Trassierra. Pasada La Jarosa, empezamos el que, a la postre, sería el último ascenso del día: la subida por la vereda del Llano de Mesoneros hasta la fuente de la Marquesa, antiguo acueducto romano. Era la primera vez, en mi caso, que realizaba ese ascenso, ya que las veces anteriores había recorrido ese camino en sentido inverso. La subida, como no podía ser menos, iba a ser dura, con paredes cercanas al 10%. Rondaban ya las 11:30h y el calor se estaba haciendo cada vez más insufrible. Y para colmo, estábamos empezando a quedarnos sin agua.

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Hicimos una nueva parada en la fuente de la Marquesa. La subida había sido bastante dura. Por mi parte, en un par de momentos me dio la impresión de que había pinchado de la rueda trasera, ya que no podía creerme que pudiera ir tan enganchado en la subida. Pero así era: las rampas eran bastante duras, y la paliza del día se dejaba notar. Mané, por su parte, empezaba a acusar el esfuerzo. Estaba también a punto del “huyhuyhuy”. Ángel era el que parecía aguantar de la mejor manera, aunque tampoco sin excesivas alegrías. Aún tenía que llegar su mejor momento del día.

Seguimos ascendiendo por la vereda hasta llegar a las casas del Rosal de las Escuelas, donde enganchamos con la carretera de Trassierra. Nos dirigimos hasta el cruce, y allí nos hicimos la última foto del día, junto al repuesto monolito del cruce; aunque este monolito no es una reproducción del original (que era un prisma cuadrangular), sino del que se encontraba al pie de la sierra, que era cilíndrico. Pero al menos, era algo.

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Y desde allí, decidimos realizar la última variación en el recorrido del día. Teníamos previsto realizar el descenso por el Alto de San Jerónimo hasta el Monasterio, y desde allí bajar a Medina Azahara y volver por el canal. Pero el incierto estado de este camino, y la paliza que llevábamos hasta ese momento (a esas alturas nos habiamos metido entre pecho y espalda 49 kms. de bici), nos hicieron cambiar de parecer: bajaríamos por el Mirador de las Niñas y Montecobre Express. Una bajada inédita en mi caso.

Dicho y hecho. Nos encaminamos por carretera hasta el Mirador, donde alcanzamos el techo de la etapa: 500 metros de altitud. Y nos acabábamos de quedar sin agua.

El descenso fue sencillamente apoteósico. El primer tramo, entre el mirador de las niñas y la torre de las 7 esquinas, transcurrió entre vegetación enormemente cerrada, por un trazado ratonero y estrecho, pero ya conocido. Ahí sufrí un ligero percance en forma de ramazo en el casco, que hizo salir volando la cámara deportiva. Por suerte, sin mayores incidentes.

La segunda parte de la bajada, desde la torre de las 7 esquinas, me dejó sin palabras. Hasta ese momento siempre había subido y bajado por la zona pasando por la Casa de la Ventana (el recorrido que suele llamarse “Montecobre”). “Montecobre Express” salía directamente en bajada desde la Torre, en un comienzo de bajada a tumba abierta directamente hacia el fondo del valle. Brutal. Pero eso era sólo el comienzo. El resto del recorrido transcurría por un sendero lleno de piedra suelta, roderas traicioneras, y piedra enormemente irregular. Y eso en el mejor de los casos. En otros, simplemente era un sendero escorado hacia el barranco, que a poco que frenaras de más te escupía directamente a una caída de decenas de metros por matorral hasta caer a una carretera de montaña. Como para andarse con milongas. Aun así, pude bajarlo entero, lo que asombró a Mané y a Ángel. A decir de ellos, eran el primero que conocían que en su primera bajada por Montecobre Express no hubiera puesto el pie en el suelo. Tengo que admitir que tuve la suerte de que ambos me iban abriendo camino, y me mostraban por dónde se podía bajar (y que se podía bajar).

El final de la bajada lo hicimos por la carretera de la Albaida, que nos llevó de vuelta a Córdoba, en donde entrábamos a la sorprendente hora de las 12:30h, tras cinco horas de pedaleo. Dimos por finalizada la etapa en Santa Rosa, donde nos dimos un merecido homenaje en una terraza, a base de cervezas, bitter, tapas y un revuelto de bacalao excelente. Un buen final para una etapa sobresaliente.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/06/11: Almodóvar – GR48 – Montecobre Express en un mapa más grande

En cuanto a los datos, son los que siguen:

  • Distancia (según el GPS): 60’7 km.
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 5h 17m 39s
  • Pulsaciones medias: 144 pulsaciones/minuto
  • Pulsaciones máximas: 188
  • Consumo medio de calorías: 1040 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1460 kcal/h
  • Tiempo en zona de pulsaciones: 3h 43m 11s
  • Consumo total de calorías: 5840 kcal
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14 jun 11 Panorámica de Sevilla desde el cerro de Santa Brígida

La semana pasada estuve dando pedales por la zona norte del Aljarafe, después de unas semanas en el dique seco por una lesión de espalda. En la parte final de la etapa pude contemplar la siguiente vista de Sevilla desde el cerro de Santa Brígida, en las cercanías de Camas:

Panorámica de Sevilla al atardecer

Panorámica de Sevilla al atardecer

En cuanto a la etapa en sí, fueron 21’11 kms. por los alrededores de Santiponce. Tomé la vía verde de Itálica hasta el cruce con la Cañada Real de las Islas, que abandoné para tomar la cañada de los Infiernos hasta Valencina de la Concepción. Desde ahí bajé por la carretera de Santiponce hasta el cruce con la pista que bordea los cerros que se asoman a Sevilla. Subí al de Santa Brígida, desde donde tomé la foto, antes de volver a casa por la vía verde:


Ver 2011/06/09: Santiponce – Carambolos de Camas en un mapa más grande

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26 may 11 Etapa ciclista: Castillo de las Guardas – La Aulaga (22/05/2011)

El pasado domingo Rafa y yo abrimos una nueva zona de exploración ciclista en la Sierra Norte de Sevilla: el entorno del Castillo de las Guardas. Salimos a rodar a las 8:25h por la carretera que sube hasta el radar meteorológico. Rafa, conocedor de la zona en sus correrías astronómicas, me había comentado que íbamos a tener una interesante subida. Atravesamos el pueblo en ascenso, y tomamos la carretera que sube hacia Cerro Negro. Fueron tres kilómetros de ascenso entre alcornoques, encinas y vegetación mediterránea. Giramos a mano derecha, y continuamos subiendo hasta llegar a la entrada del radar.

Pasamos la cancela, y empezamos un descenso sostenido, en el que abandonamos la zona boscosa, y entramos poco a poco en un prado descubierto. Saltamos una valla, y continuamos descendiendo por campo a través. Nos desviamos un poco del recorrido marcado en el GPS, y nos adentramos poco a poco en una zona de matorral bajo, lo que nos obligó a descender hasta poder alcanzar una zona en la que poder volver a rodar. Llegamos hasta un pequeño arroyo, que fuimos siguiendo hasta alcanzar un pequeño embalse, para lo que tuvimos que cruzar un par de vallas.

Una vez en el embalse, volvimos a encontrar un camino, que tomamos para llegar a unas ruinas de la antigua zona minera de las Minas del Castillo de las Guardas.

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Rodeamos un cerro y entramos en el pequeño pueblo, pasando junto a la antigua iglesia minera.

Iglesia minera de las Minas del Castillo de las Guardas (Imagen de Miguel Ángel Mato)

Iglesia minera de las Minas del Castillo de las Guardas (Imagen de Miguel Ángel Mato)

Sin mucho trámite, salimos de las Minas, y descendimos por la carretera durante unos 700 m. antes de llegar al cruce hacia El Peralejo, cuya carretera tomamos. Empezaba el segundo ascenso del día, y el que nos iba a llevar al techo de la etapa. Fue un ascenso de 4’4 kms. por carretera, no demasiado duro, pero sí sostenido. Justo a la entrada del pequeño pueblo nos desviamos a la izquierda, por una pista que arrancaba de una manera brutal.

Tras finalizar la parte más dura del ascenso justo al llegar -para variar- a una nueva cerca. Aunque la carta topográfica indicaba que teníamos que seguir recto, el recorrido gps nos hacía girar a la derecha, entre dos cercas paralelas. Seguimos avanzando y poco después empezamos un nuevo descenso entre bosque mediterráneo. Estábamos entrando en una de las zonas más bonitas de la etapa. Terminamos la bajada en un cortafuegos, que tomamos en descenso hasta llegar al antiguo recorrido del ferrocarril minero. Seguimos adelante, hasta llegar a la pista sobre la que pasa el tendido eléctrico.

Un kilómetros después giramos a la izquierda, para subir un cortafuegos. Fue un ascenso duro, de un kilómetro de longitud, hasta llegar a la carretera A-476. Subimos durante kilómetro y medio por una carretera con bastante tráfico de motos, hasta tomar una nueva pista a mano derecha, que subía en lo que era el tercer ascenso del día, por un monte de pinos replantados.

Al llegar a la cima del monte, decidimos recortar la etapa: eran las 11:25h de la mañana, y ya casi habíamos agotado nuestras reservas de agua. Además, Rafa había sufrido la visita del tío del mazo, por lo que su estado no era precisamente el mejor. Por suerte, nos encontrábamos cerca de una carretera que nos podía devolver a la A-476. Avanzamos hasta la torre de telecomunicaciones, e iniciamos el descenso. Volvimos a la carretera principal, y nos encaminamos hacia La Aulaga, donde esperábamos tomar algo de comer, una fuente, o al menos una sombra donde descansar un rato. Lamentablemente, no encontramos ninguna de estas cosas. No nos quedó más remedio que seguir adelante, prácticamente sin agua.

La próxima para era de nuevo las Minas del Castillo de las Guardas, pero antes tocaba realizar un último ascenso de 2 kms. Entramos de nuevo en el pueblo, donde pudimos saciar nuestra sed en la Fuente de la Florita, al parecer muy conocida en la zona, cuya fama es bien merecida.

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Emprendimos el último tramo de la etapa, en la que recorrimos 5 kms. hasta el Castillo de las Guardas. Entramos en el pueblo a las 12:30h, tras cuatro horas de etapa, y bajo un fuerte calor. Nos tomamos un refrigerio en el bar de la plaza del pueblo, y volvimos a Sevilla. El balance de la etapa fue un tanto agridulce: algunos paisajes muy interesantes, algunas bajadas espectaculares, pero demasiado asfalto por carreteras con un tráfico denso, y algunas tramos de cortafuegos que no aportaban gran cosa. Y encima, recortamos la parte en la que tenía puestas más esperanzas. Espero poder mejorar mi opinión de la zona en próximas salidas.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/05/22: Castillo de las Guardas – La Aulaga en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 33’9 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 50m 34s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 55m 17s
  • Pulsaciones medias: 140 pulsaciones/minuto
  • Pulsaciones máximas: 178
  • Consumo medio de calorías: 1000 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1370 kcal/h
  • Tiempo en zona de pulsaciones: 3h 4m 10s
  • Consumo total de calorías: 3825 kcal
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19 may 11 Etapa ciclista: Vereda de Linares (15/05/2011)

El pasado domingo salí de nuevo a rodar por Córdoba. Aunque quería haber salido con mis amigos de allí, por circunstancias varias acabé dando pedales yo solo a las 8:30h. Y aunque había previsto una etapa larga, con la subida al cortijo de la Alcaidía, una bajada por la zona de los tubos del canal, y por último recorrer la vereda de Linares hasta la ermita, me decidí a recortar la etapa y dejarla sólo en este último tramo, que era el que de verdad tenía ganas de hacer.

Como decía, salí de casa a las 8:30h, y me dirigí hacia el vial norte. Crucé por debajo de la joroba de Asland, y pasé el arroyo Pedroche por el puente romano. Me dirigí posteriormente a la Campiñuela Baja, donde, por variar, tomé la pista de mantenimiento del canal del Guadalmellato. Generalmente tomo el trazado de la vereda de Alcolea, pero hacía tiempo que no pasaba por allí, y quería ver su estado. Pasé cerca del sospechoso lago azul formado por una antigua cantera inundada, antes de cruzarme con la vereda, y tomarla en dirección noreste, en dirección al cruce de las tres veredas: Alcaidía, Alcolea y Linares. Llegué al cruce a las 9:07h, y tomé, como tenía previsto, la vereda de Linares, girando en dirección oeste. La vereda empieza bordeando las estribaciones de Sierra Morena, y transcurre con una pequeña subida, primero, y una bajada, después en sus primeros kilómetros. Pasa cerca de las canteras de Asland, y poco a poco se va internando en el valle que forma el arroyo Rabanales. Justo antes de llegar al arroyo se toma una fuerte, aunque breve, bajada, que sirve de aperitivo a lo que viene después.

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El arroyo de Rabanales es ancho y poco profundo en esta época del año, pero tiene excavado un cauce con casi un metro de altura, lo que da una idea de la cantidad de agua que puede llevar en invierno. En esta época del año, sin embargo, no presentaba ningún problema cruzarlo, si bien merecía la pena pararse a disfrutar de la vista, como no dejé de hacer:

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El arroyo marcó el punto de inflexión de este tramo de la etapa. De la misma manera que había disfrutado con la bajada anterior, no me quedaba más remedio que afrontar una dura, aunque breve, pared de apenas 300 metros, pero con rampas del 11%. Pared a la que seguía una breve bajada, y la verdadera subida del día. 400 metros de subida con un brutal desnivel del 18.5%. Y con unas vistas excelentes:

Alcancé a dos ciclistas que también estaban realizando el ascenso. Los sobrepasé y continué con mi subida. Una vez superada la tortura, (cuyo fin lo marcan unos postes de gasoducto) empezaba la parte divertida: la bajada hasta la Virgen de Linares. La vez que había tomado la vereda no había realizado este ascenso, sino que había seguido a la izquierda de la casa que se encontraba en el fondo del valle, en vez de hacerlo por la derecha. Por ello, esta bajada iba a ser inédita para mí:

Tras una bajada sumamente divertida, llegué a la Virgen de Linares a las 9:38h. No me detuve demasiado antes de emprender la vuelta por el tramo de la Vía Augusta que confirma el Camino Mozárabe. Entré en la aberración urbanística de Torreblanca poco después, con idea de bajar por el arroyo Pedroche hasta Puente de Hierro. Sin embargo, me confundí al atravesar la urbanización, y acabé saliendo al tramo antiguo de la N-432 por debajo de la rotonda que antecede a la bajada al arroyo. Subí hasta la rotonda, y allí decidí cambiar el plan previsto: en vez de bajar por el arroyo, tomé el tramo abandonado del ferrocarril de Almorchón en dirección Córdoba, que no abandoné hasta llegar a la gasolinera de Repsol de la Carrera del Caballo. La vía, pese a encontrarse con abundante balasto y algunas traviesas de madera, es transitable, pero no es demasiado cómodo rodar por ella.

Finalmente, crucé por debajo de la variante de la N-432, y llegué a la parte superior de la cantera abandonada de áridos. Estuve un poco subiendo y bajando por la cantera, antes de tomar una pista que desciende por una abrupta pendiente -muy divertida- hasta el arroyo, y que llega justamente hasta el viejo acueducto romano que transcurre por la margen izquierda del arroyo.

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(Imagen correspondiente a otra etapa)

Una vez en el arroyo, subí hasta Puente de Hierro, donde crucé al otro lado del cauce. En esta ocasión no subí hasta el castillo del Maimón por la pista que asciende junto a la vía del tren, sino que seguí subiendo hasta alcanzar la fuente de la Palomera, y desde allí tomé el camino que asciende hasta el castillo. Al llegar al comienzo de la bajada, para mi sorpresa, encontré una puerta metálica puesta recientemente, pero que no presenta ningún problema saltar, aparte del evidente fastidio. Y como el día estaba siendo prolífico en variaciones, decidía añadir una más. En vez de dirigirme hacia el barrio Naranjo, giré a la derecha para aparecer en la zona de chalets de Sansueña, desde donde -esta vez sí- volví a casa, dando por finalizada la etapa a las 10:25h. Una etapa corta, pero bastante interesante.

El mapa de la etapa es el siguiente:


Ver 2011/05/15: Vereda de Linares – Puente de Hierro en un mapa más grande

En esta ocasión no hay muchos datos de la etapa, ya que el pulsómetro no me funcionó bien:

  • Destancia recorrida (según el GPS): 23’2 kms.
  • Tiempo total de la etapa: 1:52:42
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17 may 11 Etapa ciclista: Vereda de las Pedrocheñas (08/05/2011)

El 8 de mayo Ángel, Javi Aljama, Mané y yo salimos de nuevo a rodar por la Sierra de Córdoba. La etapa elegida: la vereda de las Pedrocheñas. Es un recorrido que llevábamos mucho tiempo con ganas de hacer, y habíamos decidido no dejarlo pasar. La vereda parte de Cerro Muriano y llega hasta la urbanización El Sol, cercana a Alcolea, recorriendo unos 15 kms. de sierra, que nos lleva en su parte más oriental a las cercanías del pantano de San Rafael de Navallana. Para llegar hasta la vereda habíamos decidido subir la Loma de los Escalones, y para complementar la vuelta, queríamos tomar la vereda de Linares hasta el Santuario, y volver a Córdoba descendiendo el arroyo Pedroche.

Quedamos a las 8:30h junto al parque de la Asomadilla, pero Javi se quedó dormido, por lo que en realidad no pudimos partir hasta las 9:07h. Ese rato de espera lo aprovechamos probando un poco las suspensiones de las bicis, y la cámara GoPro de Mané:

Iniciada la etapa, bajamos por Chinales hasta la joroba de Asland, que subimos, antes de dirigirnos al puente romano del arroyo Pedroche. Desde ahí tomamos el camino Mozárabe para alcanzar la Carrera del Caballo, Torreblanca, y desde ahí dirigirnos a la Virgen de Linares. Iniciamos el ascenso de la Loma de los Escalones justo a las 10:00h, mezclados con un amplio grupo de ciclistas de un club. Esto condicionó un poco nuestro ascenso, ya que este grupo no estaba formado precisamente por unos pros, por lo que nos podíamos rodar demasiado a gusto. Teníamos dos opciones: o reventábamos y los dejábamos atrás, o bien nos lo tomábamos con calma, y esperábamos a que se adelantaran. Teniendo en cuenta los más de 50 kms. de recorrido que teníamos por delante, optamos por lo segundo. Nos esperaba un ascenso bastante relajado de la Loma de los Escalones. O al menos, eso parecía. Porque se ve que tan relajado era el ascenso, que tenía que buscar una manera de montar el taco. Y la manera fue intentar partirme los cuernos con un árbol en plena subida: iba en ese momento abriendo camino, y al llegar a uno de los escalones que se pasa a la izquierda, pegado a la pendiente, se me fué un poco la rueda delantera, desplazándoseme la bici a la izquierda. Fui a dar con las ramas de un árbol y, al intentar soltarme dando una pedalada para liberarme del abrazo, las ramas me atraparon aún más, quedándome completamente clavado en el follaje, deteniéndome en seco, y escuchando un crujido que durante unos instantes no tuve completamente claro si eran las ramas cediendo, o mi cuello haciendo lo propio. Al quedarme completamente clavado estorbé el rodar de Javi, que venía justo detrás mío. Sorprendido por el inesperado obstáculo, no pudo soltar a tiempo los pedales automáticos, yendo a dar de culo en el suelo, cayendo con todo el equipo. Al menos cayó en plano, y no en ninguno de los abundantes peñascos de la zona. Tengo que admitirlo: hicimos el ridículo más espantoso.

Una vez repuestos del incidente, continuamos con el ascenso. Terminamos sin más incidentes el tramo de los escalones, y llegamos al camino de la cantera. Como el grupo que nos precedía había quedado bastante adelantado entre la subida cómoda y el incidente anterior, pudimos hacer una subida hasta la curva del frenazo bastante alegre, en la que Javi y yo íbamos en cabeza, y Mané y Ángel un poco más retrasados. Decidimos no detenernos en la curva, y seguimos inmediantamente hasta el inicio de la cuesta de Arrastraculos. íbamos a hacer una subida bien completa. En Arrastraculos Ángel y Mané pasaron en primer lugar, siguiéndolos Javi y yo. Y llegamos al tramo más duro de la subida. Mané lo subió como un campeón en primer lugar, y aprovechó para tomar el siguiente vídeo:

En mi caso, era la primera vez que subía Arrastraculos sin detenerme. Hay que admitirlo. Estábamos pletóricos. Sin detenernos salvo para recuperar un poco el resuello, realizamos el descenso desde la Ermita hasta Cerro Muriano, a donde llegamos a las 11:00h. Nos habíamos ganado un buen descanso y un mejor desayuno. Paramos en el bar que hay justo a la entrada de la barriada, donde saciamos nuestro apetito antes de continuar la etapa. Habíamos terminado la parte más dura del recorrido, pero empezaba lo desconocido. :)

Reanudamos la etapa a las 11:30h, y tras repostar agua, nos dirigimos hacia el comienzo de la vereda, en la bajada de Cerro Muriano hacia la Piedra Horadada. Esta es una zona minera que tiene su origen en tiempo de los romanos, pero que también fue explotada por los ingleses en los siglos XIX y XX. Iniciamos un fuerte descenso, que no pudimos menos que interrumpir para admirar las construcciones mineras de los ingleses…

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…así como la propia Piedra Horadada, que no es sino la bocamina de la excavación romana:

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Continuamos el descenso, en fuerte pendiente, hasta que encontramos la primera sorpresa desagradable de la etapa: una cancela con un letrero que advertía que el camino estaba cortado, pese a que la vereda supuestamente se encuentra deslindada. Tras asegurarnos con el GPS que no habíamos errado el camino, ignoramos la cerca y continuamos nuestro camino. Una vez terminada la bajada, llegamos a un pequeño claro en el que vimos una nueva valla. Esta vez la vereda no transcurría por el camino principal, sino por una pequeña senda que se abría a la derecha, y que bordea la cerca que bloquea la citada pista. La senda, estrecha casi comida por la vegetación, se abre paso en dirección sureste, y aunque en algunos momentos pasamos por los espinos más grandes que recuerdo desde Zuheros, nos permitió rodar de una manera bastante alegre, en la que disfrutamos del paisaje.

Tras unos 700 metros de sendero, desembocamos en el camino de la cuesta del Gallo, que tuvimos que remontar un poco para seguir por la vereda, en un corto aunque duro repecho, que nos llevó a una divertida bajada de casi 3 kms. trufada de pequeñas subidas, en la que acabamos encontrándonos con la intersección con el camino de Decalamano, que comunica con la vereda de la Alcaidía, pasando junto a la conflictiva casa de la Armenta Baja.

Siempre en dirección sureste, seguimos por la vereda, convertida en una amplia pista. Empezamos una subida sostenida de 4 kms., en los que nos encontramos de nuevo con una verja. La diferencia en este caso es que el letrero indicando -falsamente- que no circulábamos por una vereda se encontraba por fuera. Escamados, seguimos un camino en bastante mal estado bordeando por la derecha una verja, que nos condujo en ascenso, hasta que nos apartamos bastante de la verja, y del camino que transcurría por fuera de ella. Verificamos nuestra posición en el GPS, y vimos que el trazado de la vereda correspondía con el camino que transcurría por fuera de la verja. No nos quedó más remedio que saltar la cerca de alambre de espinos.

Corregido el rumbo, seguimos de manera invariable en dirección sureste. Poco a poco nos íbamos acercando al punto en que la vereda gira en dirección sur, cerca de la casa de la Clavellina, aunque por el camino tuvimos que ver varios letreros más que advertían de que no circulábamos por una vereda pública. Y por fin alcanzamos a contemplar una excelente vista del pantano de San Rafael de Navallana:

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No mucho después de detenernos a contemplar el pantano, llegamos a la altura de la casa de la Clavellina. Vimos que la pista giraba en dirección sur. Teníamos intención de realizar el descenso del pico Clavellina por un sendero que transcurre algo más al este de la vereda de las Pedrocheñas, pero viendo la situación, decidimos abandonar la finca por el trazado estricto de la vereda. No fue algo precisamente fácil, pues una enorme puerta -con su correspondiente cartel de aviso- nos bloqueaba la salida. Por suerte, alguien había realizado algunos agujeros en la puerta, por donde fuimos capaces de introducirnos. No se trataba de una situación agradable: una vereda pública, reconocida y que había sido deslindada, se encontraba de nuevo invadida por terratenientes sin escrúpulos. Y para colmo, se trataba de un precioso recorrido por una de las zonas menos conocidas de la sierra. Estábamos indignados.

Salimos de la finca para iniciar el descenso, que prometía ser trepidante. No nos equivocábamos. Aunque tuvimos que pasar un par de cercas más -en una de ellas, curiosamente, solicita por favor que fuera cerrada tras pasar, que suele ser el reconocimiento implícito de que se trata de un camino público-, llegamos rápidamente hasta la parte superior de la urbanización El Sol. Y de nuevo, nos vimos interrumpido el paso por una enorme puerta metálica, que no nos quedó más remedio que saltar, con el considerable enfado. De nuevo en descenso, rodeamos un cerro con un curioso camino ascendente en espiral, y continuamos nuestra bajada hasta llegar a la vereda de Alcolea, por una cuesta final pedregosa y traicionera. Aunque bastante divertida. :mrgreen: Y así, llegamos hasta el vado del arroyo Guadalbarbo, que no podíamos menos que cruzar:

Superado el arroyo, nos tocaba de nuevo subir. Pasaba de la una de la tarde, llevábamos 31 kms. de etapa en las piernas, y el sol estaba empezando a hacer estragos. Y apenas faltaba una hora para el inicio del G.P. de Fórmula 1 de Turquía. Visto lo visto, y que Ángel no podía retrasarse mucho en volver a casa, decidimos acortar el recorrido, dejando para mejor ocasión la vereda de Linares. Optamos por volver directamente a Córdoba por la vereda de Alcolea. Afrontamos la breve pero dura subida de pizarra que sigue al arroyo, y seguimos hasta el cruce de veredas (Alcaidía, Linares y Alcolea). Tomada la decisión, volvimos por la vía rápida. Y no es metafórico: realizamos una bajada trepidante hasta el arroyo Rabanales, con saltos incluidos en la pedregosa bajada que precede al cruce por el puente romano. En la Campiñuela giramos a la derecha para volver por la carretera de mantenimiento del canal, y ganar algo de tiempo. Volvimos a pasar por el puente romano del arroyo Pedroche, y giramos a la izquierda para pasar por debajo de las vías, y entrar en Fátima cerca de la antigua prisión. Luego cruzamos por debajo de la joroba de Asland, y atravesamos por el parque que comunica con el Vial Norte. Haciendo una broma sobre mi sentido de la orientación y esos pequeños atajos, Javi me preguntó si había algún camino de Córdoba que no conociera. Y mi respuesta no pudo menos que ser la siguiente: “Seguro que sí, pero no lo conozco”. :mrgreen: Entre risas, enfilamos el Vial Norte y nos dirigimos a Santa Rosa. Al llegar a Cruz de Juárez, nos despedimos de Ángel, y subimos la Cuesta Negra, donde Javi también se despidió. Mané y yo llegamos a nuestra calle a las dos menos cinco de la tarde, con el tiempo justo para ver la salida del Gran Premio. Habíamos recorrido 43’1 kms. de una magnífica etapa, que por desgracia me temo que no repetiremos mientras el estado de la vereda de las Pedrocheñas no se aclare

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/05/08: Cerro Muriano – Pedrocheñas en un mapa más grande

Los datos de la etapa, por su parte, son los siguientes:

  • Distancia (según el velocímetro): 42,9 km.
  • Distancia (según el GPS): 43’1 km.
  • Tiempo de etapa: 3h 22m 9s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 4h 49m 54s
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