Aunque la etapa del 23 fue mi última etapa ciclista de 2012 en Córdoba, no fue la última del año en mi caso. Y es que, aprovechando mi viaje a Galicia para pasar las Navidades, tuve la oportunidad de volver a dar pedales de nuevo en Galicia, realizando dos etapas cortas, pero muy aprovechadas. En ambos casos salí con la misma bicicleta, de la ahijada de mi cuñado Fernando, con la que había estado dando pedales el verano anterior. Y aunque no es una bici en exceso sofisticada, fueron dos salidas bastante divertidas.
La primera etapa, realizada por Fernando y por mí el 28 de diciembre, nos llevó desde Vilarchán a subir el monte de La Fracha. Se trataba de una reedición de la etapa que intentamos hacer Fernando y yo el 21 de abril, con la diferencia de que era yo el que llevaba la bicicleta de la ahijada, y Fernando montaba en su flamante Merida. Subimos, pues, La Fracha, y continuamos hasta las canteras que anteceden a La Cruz de Brasil, cerca de Taboadelo. Desde allí, viendo que se nos echaba la noche encima, enfilamos por carretera hacia la Ermita de Cristo Rey, desde donde descendimos, ya en noche casi cerrada, hasta Baltar, de donde nos dirigimos al polígono de la Reigosa. Allí tomamos un camino que nos llevó directamente al colegio (no sin darme un susto por un espejismo en un gran charco de agua, que con el reflejo de la poca luz que quedaba me hizo creer que en vez de un charco era un precipicio), y volver por carretera a Vilarchán.
La segunda etapa, realizada por Fernando, Slava y yo el 1 de enero, tenía como idea subir a Baltar desde La Reigosa, tomando un camino que llevaba directamente desde la subida de La Fracha hasta la citada aldea, y desde allí ascender por algunos senderos que habíamos identificado de etapas anteriores, hasta el polvorín de la Fracha, para descender de nuevo por La Reigosa.
Así pues, salimos de Vilarchán, cruzamos el polígono, e iniciamos el ascenso. Si en la jornada anterior la presencia de agua había sido -y en Galicia no podía ser menos- una tónica, ese primer día del año era algo exagerado, con enormes balsas de agua en el polígono. Una vez tomamos el sendero hacia Baltar, continuamos en esa línea, pero con la complicación añadida de que se trataba de un viejo camino rural, con bastante piedra, muy al estilo gallego, delicioso para la vista, pero exigente, tanto en técnica como en esfuerzo, para la bici. Aunque sin duda, valía cada metro que rodábamos por él.
Llegamos a Baltar chorreando, y no tardamos en continuar hacia Cristo Rey, desde donde teníamos que tomar el desvío en ascenso hacia el polvorín. Sin embargo, a la hora de tomar el camino, Slava empezó a acusar el esfuerzo, y visto que había sufrido una visita del tío del mazo, optamos por abortar la etapa, y volver a Vilarchán. Y aunque se trató de una etapa corta, fue una etapa bien aprovechada.
Los datos de las etapas son los siguientes:
Etapa 28/12/12:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Vilarchán – La Fracha – Canteras – Cristo Rey
Etapa 01/01/2013:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: 2013/01/01: Vilarchán – Baltar – Cristo Rey
Etiquetas: baltar, cristo rey, la fracha, mtb, pontevedra, taboadelo, vilarchán
El 23 de diciembre realicé con mis amigos bartocalvos mi última etapa ciclista de 2012 en tierras cordobesas. Para la ocasión nos reunimos un buen número de integrantes del club: Mané, Javi Aljama, Javi Balaguer, Kike, Jose y yo mismo. Empezamos la etapa las 9:15h, con la falta de un integrante del grupo, Javi Balaguer, que llegó tarde al punto de encuentro, y se nos incorporó más adelante en la etapa.
Salimos de la Asomadilla, y tomamos la carretera de ascenso hacia Santo Domingo, que dejamos poco antes de llegar al Maestre Escuela, para tomar la pista que, en descenso, lleva a Las Salesas. A continuación tomamos la vereda de Santo Domingo, para llegar hasta el monasterio homónimo. Nuestro objetivo era ascender hasta el 14%, para lo cual tomamos la subida de los morares, que nos habría de conducir hasta la antena de telecomunicaciones que hay a mitad del ascenso hasta el alto del 14%.
Afrontamos la subida con el habitual entusiasmo, si bien la subida pronto empezó a hacer mella en nuestro ímpetu para, poco a poco, ir definiendo las posiciones en la subida. Qué lejos quedaba aquella subida que hicimos en verano, y en la que, pese al calor, subimos como campeones. Aun así, no hicimos mal papel, pero en mi caso requirió echar mano del plato pequeño en una ocasión. Y aun así, fui el segundo en coronar, tras Kike.
Habíamos llegado al alto del 14% con la esperanza de que Javi Balaguer, que venía por la ruta directa de carretera, ya se encontrara allí. Una esperanza en vano, pues aún tuvimos que esperarle un rato antes de que llegara al punto de encuentro. Ya completado el grupo con todos sus integrantes, seguimos por carretera al siguiente estadio de nuestro recorrido: el club de golf de Los Villares, donde tendríamos que tomar la vereda de la Pasada del Pino hasta Las Jaras. Por el camino perdimos dos unidades del grupo que, para más inri, se confundieron en el cruce del club, y siguieron en dirección a Los Villares. Fue menester una nueva parada para esperarles, antes de continuar.
Emprendimos una divertidísima bajada por la vereda. El campo, merced a unas recientes lluvias, se encontraba saturado de agua y barro, lo que hizo que la bajada fuera un delirio de salpicaduras de barro y agua, y nos dejó la posibilidad de tomar algunas fotos de muy bella factura.
Terminamos de realizar el descenso de la vereda hasta Las Jaras, donde hicimos una parada de avituallamiento, que también sirvió para volver a integrar en el grupo a las señoras que, dos integrantes del grupo, cuyo nombre omitiré aquí, y que no cesaban de rajar como porteras.
Una vez finalizada la pausa, partimos hacia nuestro objetivo del día: el puente romano sobre el río Guadanuño, y el árabe sobre el río Guadiato. Dejamos atrás Las Jaras por carretera, y no tardamos en lanzarnos en trepidante descenso en dirección a los Arenales, que tan sólo interrumpimos para tomar unas excelentes fotos del paisaje.
Salimos de la carretera, tomando un trozo de la antigua vereda del Pretorio, actualmente bajo la carretera de Los Arenales, para descender de manera bastante abrupta hasta el primero de los puentes, el romano.
Desde allí, y tras un rato de charla con un grupo de excursionistas, avanzamos hasta el puente árabe, o Puente Roto, donde de nuevo no pudimos menos que inmortalizar nuestras andanzas.
Tocaba emprender la vuelta. Aunque nuestra idea inicial era descender hasta Los Arenales, y desde allí enlazar por la margen derecha del Guadiato con Trassierra, tuvimos que realizar un cambio de planes. Habíamos quedado con otros amigos del club para hacer un almuerzo a las 14:00h, y se nos había echado el tiempo encima. Así que optamos por realizar la vuelta por carretera, subiendo a Las Jaras, el Lagar de la Cruz, y bajar a Córdoba por el Brillante. Dicho y hecho. Remontamos la vereda del Pretorio hasta la carretera, con un considerable esfuerzo, vista la hora del día, y emprendimos el ascenso hasta Las Jaras. Sin detenernos más que para volver a agruparnos, continuamos el ascenso hasta el Lagar, donde Javi Aljama y Mané marcaron un ritmo infernal, digno de primeras horas de la jornada, que me hizo llegar con la lengua fuera, y con el grupo nuevamente disperso, al Lagar. Y desde allí emprendimos un frenético descenso por carretera, que nos llevó a disgregarnos de nuevo, y llegar, de nuevo dispersados, al punto de encuentro, a las espaldas de La Noreña. Eso sí, prácticamente en hora.
Fue una etapa divertida, con un genial colofón en forma de almuerzo del club, para dar por finalizado el año ciclista de manera oficial.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Santo Domingo – 14% – Pasada del Pino – Puentes Guadanuño y Guadiato – Lagar de la Cruz
Etiquetas: 14% vereda de la pasada del pino, arroyo guadanuño, córdoba, lagar de la cruz, las jaras, mtb, puente árabe, puente romano, río guadiato, santo domingo
El domingo 9 de diciembre salí a rodar con Miguel y Sergio por Sevilla. La etapa consistió en una reedición de la etapa por la Sierra de Aznalcóllar que Miguel y yo habíamos realizado en verano de 2011. Salimos de Aznalcóllar a las 9:15h, con un frío bastante acusado, que había hecho caer la temperatura hasta los 8ºC.
Dejamos atrás Aznalcóllar, tomando la carretera del pantano del río Agrio. Cruzamos una de las colas del pantano, que se encontraba bastante lleno de agua, e incluso estaba desaguando. Poco después abandonamos la carretera, realizando una divertida bajada hasta el vado de la Sebastiana. Vado que, como no podía ser menos, nos llevó a una acusada subida.
Tras un rato de subida, llegamos al desvío que nos habría de llevar, de nuevo en bajada, al arroyo Crispinejo. La etapa era un verdadero rompepiernas, y no tardamos en volver a subir de nuevo. Tras unos kilómetros de ascenso, nos reincorporamos a la pista principal, que nos acabaría llevando de nuevo a la carretera que habíamos dejado atrás, a las 10:55h.
Hicimos una pequeña pausa, que aprovechamos para reponer algo de fuerzas, antes de continuar con nuestro recorrido. Un kilómetro después, volvimos a dejar atrás la carretera -esta vez de manera definitiva- para iniciar un rápido y largo descenso en dirección al arroyo Cañaveroso. Pero no pudimos menos que deternos a contemplar en intenso verdor del paisaje, que contrastaba con el recuerdo que guardaba del entorno, de la vez anterior: un paisaje seco y polvoriento, agostado por el sol, en una zona arrasada por un incendio forestal. Este día se encontraba radiante:
Retomamos el descenso, para llegar poco después al arroyo, que llevaba una cantidad increíble de agua, lo que daba al entorno, de lo poco que se había salvado del incendio de 2004, un aspecto inmejorable:
Pero tras la gran bajada del día, quedaba la intensa subida de 2 kms. hasta la Pata del Caballo. Ahí Miguel dio todo lo que tenía dentro, alcanzando la cima en cabeza. Afortunadamente, casi todo lo que quedaba de etapa era en descenso, por la Cañada Honda, hasta la carretera del pantano, primero, y Aznalcóllar, después. Realizamos el trayecto de la Cañada a toda velocidad, y afrontamos la rampa final de la subida a Aznalcóllar por el parque cercano al pantano. Allí, hice un demarraje final, que me hizo llegar en primera posición a los coches. Dimos por finalizada la etapa a las 12:51h.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Sierra de Aznalcóllar
Etiquetas: arroyo cañaveroso, aznalcóllar, cañada honda, mtb, sevilla, sierra de aznalcóllar
Esta es la crónica de una etapa que pudo ser y no fue: una etapa entre Córdoba y Villaviciosa, en la que ascenderíamos por la Loma de los Escalones y Arrastraculos hasta Cerro Muriano, en la que continuaríamos hasta El Vacar por el Camino Mozárabe, para dirigirnos a continuación hasta Villaviciosa, primero por campo y luego por carretera, para retornar por el Puerto del Aire y Los Arenales, y llegar finalmente a Córdoba por Trassierra y Montecobre. Pero que se quedó en eso, en una intención.
Salimos Ángel y yo a las 7:40h, bien tempranito por la mañana, camino de Villaviciosa -o al menos, eso pensábamos. Habíamos salido con tanta antelación porque los 90 kilómetros largos que calculábamos que íbamos a tardar así lo requerían. pero probablemente habíamos escogido el mejor día para hacer ese tipo de etapa: a diferencia de lo ocurrido en mi etapa de la semana anterior, este sábado apenas rondábamos los 3ºC. Y eso dentro de la ciudad. La máxima para Villaviciosa era de 2ºC, y calculaba que tan pronto como saliéramos a la sierra caeríamos por debajo de los 0ºC. En previsión de eso, había llenado el camelback con agua prácticamente hirviendo, por lo que llevaba una suerte de calefacción central sumamente agradable.
La etapa empezó rara. Dejamos atrás El Camping, y bordeamos el Parque de la Asomadilla, en dirección hacia la joroba de Asland. Y digo que comenzó rara porque, cuando bordeábamos el parque, vimos salir una rata de él, cruzando por delante nuestra. Algo habitual hace algunos años, cuando en vez de parque teníamos un descampado, pero que era inusitado a estas alturas. Y más inusitado aún que la rata, de unos 15 cm. de largo, sin contar la cola, decidiera suicidarse, volviendo sobre sus pasos justo cuando pasaba a su altura. Sonó así como crunch-chof. Al menos no salpicó.
Salimos, pues, de Córdoba por debajo de la Joroba de Asland, para dirigirnos a continuación hacia el puente romano sobre el arroyo Pedroche, que cruzamos. A esas alturas apenas llegábamos a los 2ºC. Pronto nos encaminamos, siguiendo el trazado del Camino Mozárabe, hacia la Carrera del Caballo. Atravesamos Torreblanca y nos internamos, poco a poco, en la sierra, listos para subir la Loma de los Escalones. El campo se encontraba completamente escarchado, y es que no en balde nos encontrábamos a 0.5ºC, y el agua de los camelback se nos estaba empezando a congelar. Por suerte, pronto íbamos a entrar en calor, subiendo la Loma.
Tengo que decir que se me hizo duro, después de tanto tiempo, volver a afrontar una pared como el comienzo de Los Escalones. Y es que hacía tiempo -desde antes de la lesión de espalda- que no afrontaba una subida de ese calibre, pese a hacer bastante kilometraje, y lo estaba sufriendo. Aun así, el día lo merecía. Dejamos atrás la primera pared, y llegamos a la cancela. La pasamos, y pronto nos encontramos subiendo por los escalones propiamente dichos. Y fue entonces cuando llegó el desastre: una rama de pino se introdujo en mi rueda trasera, bloqueando la cadena y haciendo palanca en los radios. Escuché un fuerte crujido, y noté cómo perdía toda la tracción. Al echar pie a tierra y observar los daños, lo tuve claro. La etapa se había acabado para mí. La rama había hecho partirse el puntal de enganche del desviador trasero al cuadro. Y para eso no había recambio que valiera. Era bastante probable que las temperaturas, que rayaban los 0ºC, afectaran a la flexibilidad del aluminio, haciéndolo más quebradizo.
No nos quedó más remedio que desmontar desviador y cadena, y volver, sin transmisión, sobre nuestros pasos. Descendimos la Loma hasta la Virgen de Linares, y desde allí Ángel tiró de mí hasta Córdoba. A tramos, en las subidas, me bajaba e iba corriendo a trote cochinero, pues no era plan tampoco reventar.
Como variación descendimos por el tramo viejo de la N-432 hasta el Club Asland, para luego entrar en Córdoba por la Joroba, y dirigirnos a el Camping. Allí, en casa de Ángel, realizamos el reemplazo del puntal, para descubrir que aún quedaban restos de madera en la corona y en los radios.
Tras el reemplazo, vimos que el cable de cambio también estaba pidiendo a gritos el ser sustituido. Visto lo cual, dimos, pues, por finalizada la etapa.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Córdoba – Loma de los Escalones (etapa fallida)
Etiquetas: córdoba, loma de los escalones, mtb, n-432
El domingo 25 de noviembre realicé una nueva etapa por Sevilla, en compañía de mis habituales, Miguel y Sergio, y en la que nos acompañó Enrique, uno conocido nuestro. Se trató de una etapa que tenía por objetivo principal era recorrer en dirección norte el viejo trazado del ferrocarril del Cala, más allá de La Central.
Así pues, salimos de Las Pajanosas a las 9:15h, con algo de retraso sobre el horario previsto. Teníamos unos 19ºC, una temperatura bastante inhabitual dadas las fechas del año, pero que agradecí enormemente, porque esa mañana me había olvidado los guantes de la bici en casa. Si algún día tenía que salir sin guantes, desde luego que más me valía que fuera ese. Dejamos atrás Las Pajanosas, como de costumbre, en dirección al Zoo de Guillena, tomando a continuación la Ruta del Agua, hasta llegar a la entrada del tramo restringido. Desde allí optamos por variar la rutina de salidas anteriores, y optamos por subir hasta La Cantina por el Cordel de la Cruz de la Mujer. En la subida Enrique, algo fuera de forma tras no haber cogido recientemente la bici, se empezó a quedar un poco, y Miguel le ofreció una rueda durante un rato. Sergio y yo, por nuestra parte, fuimos haciendo la subida en compañía, hasta llegar al punto álgido de la subida, donde estiré un poco, coronando la cumbre en solitario.
Una vez reagrupados, iniciamos un rápido descenso hasta La Cantina, descenso en el que hice mis dos recortes habituales. Esa mañana iba estrenando una cubierta Hutchinson Toro de 2.1” en la rueda trasera, y esa era su prueba de fuego. Tengo que decir que mi primera impresión con esa cubierta fue sumamente buena: pese a tener un taco grande y separado, pensado para barro, no se enganchaba excesivamente a la hora de rodar, y respondía con aplomo y decisión en las bajadas. Estaba quedando sumamente satisfecho.
Llegamos a La Cantina a las 10:20h, y prácticamente sin detenernos, bajamos hasta la presa de Guillena, que cruzamos, para tomar a continuación el viejo trazado del ferrocarril. Las fuertes lluvias caidas recientemente se dejaban notar por doquier: el campo se encontraba muy reverdecido, el barro hacía acto de presencia, y el pantano de Guillena arrastraba una cantidad increíble de fango y maleza.
Llegamos al comienzo de la cuesta del Toro, que abandonamos a mano izquierda, para tomar el comienzo del ferrocarril, cerrado por una portela constituida con una valla de obra. Una vez en el trazado del ferrocarril, tuvimos que salvar varias portelas, sin más inconveniente que abrir y cerrar, y pronto llegamos al túnel que se encuentra frente a la central de bombeo de Guillena. A esas alturas ya habíamos empezado a rodar por un trazado que abundaba en derrumbes, pero que, pese a todo, permitía rodar con algo de soltura. Una vez pasamos el túnel, no podimos menos que datenernos a realizar las primeras fotos de la jornada:
Seguimos ascendiendo, río arriba, hasta alcanzar la altura de La Central, a donde llegamos a las 11:20h. A diferencia de nuestra última visita, las aguas del Ribera de Huelva se encontraban a un nivel muy bajo, lo que nos hubiera permitido, caso de haber llegado a La Central por carretera, cruzar el cauce del río y volver aguas abajo por el ferrocarril. Pero esta vez nuestro objetivo se encontraba aguas arriba.
Aquello era, para nosotros, terra incognita, pues siempre habíamos recorrido el ferrocarril en sentido inverso. Y aunque sobre el papel la vía era transitable hasta el comienzo de la cuesta de la Media Fanega, el estado real del camino era, simplemente, desconocido para nosotros. Tras una breve pausa de 5 minutos, reanudamos la marcha. A esas alturas los derrumbes eran cosa del pasado, y el firme de la vieja vía era poco menos que excelente. Así, fuimos ascendiendo, hasta llegar a la altura de la vieja estación de la Rigüela, donde nos encontramos un grupo de vacas que, asustadas por nuestra presencia, al sur, y de un gran grupo de ciclistas, al norte, no sabían a dónde dirigirse. Finalmente nos apartamos del camino en un pradillo, y los otros ciclistas las hicieron huir dando gritos vaqueros.
Una vez pasamos la estación, llegamos a la primera valla de todo el recorrido que nos encontrábamos cerrada. Teníamos la certeza de que los ciclistas habían pasado por ahí, pero no teníamos claro el punto exacto. Finalmente saltamos la valla, y tras hacer un poco de labor de rastreador, di con el camino, que se encontraba bordeando la cerca que habíamos saltado, y cruzando una zanja, tras la cual se encontraba otra cancela azul -abierta, en este caso- tras la que se recuperaba el trazado de la antigua vía.
Salvadas estas dificultades, reanudamos una vez más la marcha. El río cambió su dirección hacia el oeste, por lo que dejamos de avanzar en dirección norte, ya que el trazado de la vía siempre iba paralelo al del río. Notamos cómo poco a poco el trazado de la vía iba mejorando en su mantenimiento, ya que aguas arriba, a la altura el embalse de La Minilla, la antigua vía se halla reconvertida en vía verde. Y aunque aguas abajo parecía haberse abandonado más este mantenimiento -quién sabe si por algún problema de lindes a la altura de La Rigüela-, seguía notándose una clara mejora con respecto a los tramos más asalvajados por los que habíamos rodado hasta entonces.
Seguimos avanzando, y pronto llegamos a la intersección con la antigua N-630, y con la autovía A-66. Cruzamos ambas por debajo, haciendo uso de un nuevo túnel bajo la autovía, que era una prolongación del viejo túnel del ferrocarril. Era muy llamativo pasar del nuevo túnel, prefabricado y rectangular, al viejo, excavado en la roca y abovedado.
Una vez pasamos los túneles, pudimos divisar una increíble vista de los tres ascensos de la Media Fanega. La autovía A-66, a la derecha, la N-630, a la izquierda, y en medio un tramo antiguo de la N-630. Era impresionante.
Retomamos la marcha a las 12:10h. En vez de seguir por la vía hasta llegar a la N-630, a la altura de Villa Rosario, junto a La Minilla, optamos por atrochar campo a través, y cruzar el Rivera de Huelva por un vado al pie de la autovía. Y como no podía ser menos, pronto nos encontramos saltando cercas y haciendo el ganso. Pero aun así, cruzamos el río sin más inconveniente. El inconveniente, eso sí, se llamaba Cuesta de la Media Fanega, que nos iba a tocar ascender. Una ascensión de casi 5 kilómetros hasta la Venta del Alto, por el viejo tramo de la N-630, con pendientes máximas del 13’5%. Al menos, todo por asfalto y con un tráfico prácticamente nulo, ya que el tráfico convencional circulaba por la autovía, y los moteros lo hacían por la N-630 nueva.
Así pues, iniciamos el ascenso. Enrique se encontraba algo tocado a esas alturas, por lo que opté por rodar con calma, ofreciéndole una rueda, aunque no tardó en descolgarse, subiendo tranquilo, sin prisa pero sin pausa. Sergio y Miguel, por su parte, optaron también por ascender a su ritmo. Sergio coronó en primer lugar, seguido por Miguel. Yo, por mi parte, terminé la subida a las 12:53h. Al poco llegó Enrique, y emprendimos el regreso. Aunque la idea era haber vuelto por El Garrobo y la trialera hasta Las Pajanosas, optamos, dado que llevábamos ya casi 35 kms. de etapa, por volver por carretera a Las Pajanosas. El resto de la etapa no tuvo más historia que un tranquilo descenso hasta la pedanía de Guillena, a donde llegamos al filo de las 13:30h. Y como no podía ser menos, nos ventilamos unas deliciosas tostadas, en mi caso con ajo untado, aceite y sal.
Los datos de la etapa son los siguientes:
Y aquí está el enlace al recorrido de la etapa: Cordel de la Cruz de la Mujer – Ferrocarril del Cala – Cuesta de la Media Fanega
Etiquetas: cuesta de la media fanega, ferrocarril del cala, guillena, la cantina, la central, las pajanosas, mtb, n-630, sevilla