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09 ago 11 Etapa ciclista: Los Morales – Las Jaras – Cuesta del Reventón (07/08/2011)

El pasado domingo volví a dar pedales con algunos amigos en Córdoba. Era la primera salida después de una pausa veraniega en la que el Camino de Santiago y el tostarse vuelva y vuelta en algunas playas gallegas me habían mantenido alejado del maillot, la burra, y el suplicio de montarse a dar pedales en Córdoba (o en Sevilla, tanto da) en pleno verano. Pero como uno es un enfermo de esto, lo primero que hice en cuanto volví a casa tras mis vacaciones fue quedar para empezar a dar guerra por la Sierra.

Todo prometía que iba a ser una etapa de las que hacían época: los ciclotrastornados que salimos así llueve, truene o haga un sol que derrita el plomo, habíamos conseguido repescar para la guerra a viejos compañeros de etapa… e incluso añadir algunos nuevos, equipados incluso con auténticos carros blindados. Parecía incluso que nos íbamos a juntar un grupo de 8 personas para salir a dar pedales. Pero también habíamos tenido que transigir en algunos aspectos. Y uno crucial era el de la hora: quedamos para salir el domingo a las 9:30h. No era algo demasiado grave: al fin y al cabo, en Córdoba el verano estaba siendo bastante suave para lo que es costumbre. Otro de los aspectos fue el recorrido: recortamos las habituales etapas de más de 50 kms. hasta una etapa de menos de 25, y con tramos de carretera, y todo. Esto último no es algo que me viniera -personalmente- mal, después de más de un mes sin rodar, por lo que estaba contento con ello.

Pero poco a poco, la etapa empezó a torcerse. La primera muestra de ello la tuvimos la misma noche del viernes, cuando a las doce y media de la noche las chicharras cantaban en toda una orgía de chirridos más propia de la hora de la siesta que de otra cosa. El fin de semana se adivinaba duro en lo climatológico. Y en los días posteriores no se puede decir que el clima se atemperara, sino más bien todo lo contrario.

En realidad, la culpa es mía por ser optimista, pero no lo puedo evitar. A la hora de la verdad, el domingo a las 9:30h los que estábamos listos para salir nos podíamos contar con los dedos de una mano… e incluso sobraban dos dedos: Javi Aljama, Ángel y yo. Siendo fiel a la verdad, tengo que admitir que es algo que no me sorprendía excesivamente. En realidad, sólo me sorprendía la baja de Mané, pero pronto tuve conocimiento de que estaba librando otras guerras por ahí, ante lo que sólo puedo descubrirme, y darle mi más completo apoyo. :mrgreen:

Total, que a las 9:30h Ángel y yo arrancamos a rodar, con un calor bastante considerable, camino de los Morales. Nos encontramos con Javi en la rotonda de la calle Mayoral, y seguimos con el ascenso. Dado que nos habíamos quedado los de la vieja guardia, desechamos subir por asfalto, para hacerlo por Los Morales. Al fin y al cabo, llevábamos bicis de montaña, ¿no? :)

En estos primeros compases de la etapa me estaba encontrando fantásticamente bien, pero andaba algo preocupado por esa molesta tendencia que tengo a tirar demasiado desde el inicio. Por desgracia, era algo que no mucho tiempo después iba a pasarme factura. Hicimos una pequeña pausa para meter presión a la rueda trasera de Ángel, que estaba algo floja, y seguimos ascendiendo. Rondaban ya las diez de la mañana, y el calor era sencillamente brutal.

Poco después nos metimos en vereda, con la auténtica subida de Los Morales, y pronto empecé a pasarlas canutas, entre el tremendo calor, y el maillot de manga larga que llevaba para evitar quemarme con el sol: había tenido que optar esa mañana entre pasar calor o quemarme. Había optado por lo primero, y no había tardado demasiado en empezar a lamentarlo, en mitad de esas espantosas rampas con hasta el 23% de inclinación, en las que sólo podías respirar vaharadas de aire recalentado. Tuve que echar pie a tierra en unas cuantas ocasiones, antes de alcanzar la Fuente de los Piconeros.

A partir de la fuente, y ante el tremendo calor, marcamos un ritmo tranquilo: plato pequeño y piñón grande, y a subir con calma. Al fin y al cabo, como dijo Ángel más de una vez, se trataba de pasarlo bien, no de echar los higadillos. Con todo, llegamos al Lagar a las 10:42, con un tiempo de subida de 72 minutos, en los que habíamos hecho tres pausas de unos 10 minutos de duración en total. Para lo que estaba cayendo, no estaba mal.

Sin detenernos, iniciamos el descenso por el GR-48 en dirección a Las Jaras. Una divertida bajada, que actuó como un genial bálsamos para olvidar el espanto de la subida anterior. Abandonamos el GR-48 justo antes de que gire hacia el este, en dirección Los Villares, y tomamos una pista -primero- y un sendero -después- que llevan directamente hasta Las Jaras, donde llegamos al filo de las 11:00h… y donde aprovechamos para hacer una bien merecida parada para hincharnos a churros con chocolate. Bueno, con batido de chocolate y cola-cao, que la cosa no estaba como para meterse entre pecho y espalda un chocolatazo caliente.

Tras esta pausa de media hora, reiniciamos nuestra etapa. Sobre el papel, había previsto realizar un tramo de la vereda de la Pasada del Pino hasta las cercanías del Club de Golf, y volver de nuevo casi hasta Las Jaras. Pero vista la hora que era, y teniendo en cuenta que Ángel tenía que estar de vuelta antes de las 13:00h para dirigirse a Málaga, optamos por recortar el recorrido, volviendo directamente al Lagar de la Cruz por carretera, con Ángel en cabeza, marcando un ritmo suave al principio, pero cada vez más intenso, muy a su estilo cuando afronta rampas largas.

Por último, quedaba el enlace desde el Lagar hasta las Ermitas… que no pudimos menos que hacer por campo, bordeando la carretera CV-79.

IMG_3711.JPG

…y donde tuvimos la segunda bajada divertida del día, hasta las Ermitas, donde me hinché de tragar polvo:

De nuevo sin pausa alguna -ya que no andábamos especialmente sobrados de tiempo- emprendimos el tercer y último descenso de la etapa: la cuesta del Reventón, que no tardamos mucho en ventilarnos, especialmente Ángel, que baja con unas dosis de acarajosacadismo enajenado que para sí quisiera Ari Vatanen en plena subida al Pikes Peak:

Aunque, eso sí, paramos a hacernos una bonita foto:

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Finalizamos el descenso a las 12:25h. A Ángel no le quedó más remedio que salir corriendo a su casa, pero Javi y yo dimos por finalizada la etapa en su casa, donde nos esperaban birras, una excelente piscina, y un buen rato de palique.

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El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/08/07: Los Morales – Las Jaras – El Reventón en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 21.3 km
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 6m 29s
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28 jul 11 Puente de Almofrey, Pontevedra

Se ve que no aprendo. El año pasado, aproximadamente por estas fechas, traté de recorrer parte del GR-94 entre Vilarchan y Almofrey. Y como el que haya leído el enlace anterior podrá comprobar, en aquel momento me quedé con las ganas. El caso es que comentando esto con la hermana de Ana y su marido -Mari y Fernando-, nos decidimos a coger el coche e ir para allá hace algunas tardes. Y allá que fuimos. Y por fin pude tomar la foto que llevaba más de un año con ganas de añadir a mi colección:

Puente de Almofrey, Pontevedra

Puente de Almofrey, Pontevedra

Ea, ya estaba. Una nueva muesca en la culata de mi fusil. O de mi cámara. O de mi móvil. Tanto da. La cosa, en condiciones normales, habría quedado ahí. Pero no. Hablando del fiasco del año anterior, a Fernando se le despertaron las ganas de retomar el ciclismo, abandonado hace ya unos cuantos años. Y como yo no necesito gran cosa para apuntarme a un bombardeo, en un abrir y cerrar de ojos decidimos volver a intentar la dichosa etapa ciclista por el GR-94.

Teníamos un pequeño problema, y era el de la falta de bicis: mis máquinas se encuentran en Córdoba y Sevilla, y Fernando tan sólo disponía de su vieja bicicleta de carreras. Así que tuvimos que echarle imaginación al asunto, y desempolvar dos bicicletas de montaña: la de Mari, que llevaba años criando polvo en un trastero, y la de su sobrina, en condiciones similares, con la diferencia en este caso de que nunca había sido estrenada. Recuérdese este hecho porque a la postre es bastante importante.

Así que, dicho y hecho, nos hicimos con las bicis: bicis de montaña de mujer, de cuadro pequeño, factura bastante deficiente, y sin el más mínimo mantenimiento en años. Por la noche, a la vuelta de Almofrey, tratamos de ponerlas a punto: inflado de ruedas, engrasado de cadena y cambios, ajuste -misión imposible, claro- de altura de sillín y manillar, y centrado de frenos. No teníamos siquiera las mejores herramientas, pero sí que teníamos cerveza. Digo… ganas de salir a rodar.

Y salimos. A la tarde siguiente, a la vuelta del acuario, y tras haber dejado a las féminas en la playa. Los problemas empezaron pronto. No teníamos cascos adecuados. Yo tuve que usar el de Fernando, que me quedaba pequeño, y Fernando el de Mari, que también. Portabidones, ni pensarlo. Sólo la botella de agua del Camino de Santiago. Y dónde llevar llaves y el mismo bidón… Bueno, puestos a hacer el ridículo, cogí la pequeña mochila rosa de Helena, la hija de Mari y Fernando, para llevar las cosas. Total, no soy del pueblo y bien puedo permitirme hacer -más- el ridículo.

Al empezar a rodar la cosa no mejoró en absoluto. El cuadro de las bicis nos quedaba ridículamente pequeño, y pese a subir el subir sillín y el manillar el asunto no había mejorado. Así que sólo podíamos pedalear abriendo bastante las rodillas al exterior. Situación pelín incómoda para subir por cuestas empedradas. Pero así es la vida.

El primer problema mecánico llegó a poco menos de dos kilómetros del punto de salida. Noté cómo el pedal izquierdo de la bici de Nerea -que era la que yo llevaba- empezaba a salirse de la biela. Y es que la bici, comprada pero nunca estrenada, no había sido apretada concienzudamente en todos sus componentes, empezando por los pedales… y terminando por el sillin, que pronto empezó a oscilar peligrosamente sobre la tija. Por suerte unos vecinos nos prestaron una llave grifa, y pude apretar ambos elementos.

Seguimos rodando. Poco después de la parada pasamos por el tramo empedrado, donde poco faltó para que las bicis se descuajaringaran de las vibraciones. Bueno, en realidad no faltó poco: lo hicieron. Justo al terminar el tramo, el otro pedal empezó a aflojarse -también podía haberlo previsto, apretarlo por si acaso en la parada anterior-, algo que no era excesivamente grave. El problema gordo lo tuvo Fernando: su sillín empezó igualmente a bailar… y partió la cadena. Game Over.

Volvimos andando a casa. Nuestra excursión se había saldado con unos 5 kilómetros de recorrido, del que sólo la mitad hicimos en bici. El resto lo hicimos junto a la bici. Se ve que esta etapa está gafada o algo. Aunque siendo sinceros, lo raro hubiera sido que en esta ocasión no hubiera pasado algo de esto, o aún peor. Al menos, la recompensa del fin de etapa nos la tomamos igual: un par de birras, para empezar, y un Moriles S.V. de Alvear que había traído desde Córdoba para una ocasión semejante.

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05 jul 11 Etapa ciclista: nocturna de San Jerónimo – Bosque de Fangorn – Bejarano – Los Morales (25/06/2011)

El pasado 25 de junio Mané y yo por fin conseguimos realizar una etapa nocturna. Llevábamos tiempo preparándola, con ganas de salir a rodar, y con el material preparado, pero entre unas cosas y otras no habíamos podido organizar el recorrido. Pero ese fin de semana iba a ser la definitiva. Y aunque en principio íbamos a ser cuatro los que acometeríamos la etapa nocturna, finalmente nos quedamos en dos. Pero ni eso iba a detenernos.

Empezamos la etapa a las 20:30h, con un calor sofocante, y con algo de aire en contra. Bajamos al Cámping, para coger desde allí el camino del canal del Guadalmellato. Nos encontramos a Ángel y Juan. Ángel no había podido venir a rodar con nosotros, y el pobre se veía que se moría de ganas por venir. Pero no sería en esa ocasión. Una vez entrados en el canal, nos dirigimos hacia Medina Azahara, nuestra primera parada. Fueron casi 8 kms. de llaneo por el canal, antes de empezar la primera de las subidas. La subida hasta Medina Azahara es engañosa. Se hace por carretera, que se dirige en línea recta a la sierra, perpendicularmente a las curvas de nivel. Esto produce la sensación de que apenas vas subiendo, cuando en realidad en algo menos de 2 kms. subes desde 130 m. de altitud hasta los 226 de la entrada del yacimiento, con una rampa máxima del 19.6% al alcanzar una curva a izquierdas, antes de la cuesta de San Jerónimo. Con razón íbamos con la lengua fuera, pese a que habíamos llegado a la zona justo en el momento en el que el sol se ocultaba tras la mole del Alto de San Jerónimo.

Nos detuvimos a la entrada del yacimiento unos minutos, lo justo para recuperar algo el resuello, y que Mané pudiera usar su inhalador para el asma. Teníamos una interesante subida por delante, que no queríamos hacer a oscuras. Y sí, lo de interesante es un eufemismo. Hacía muchos años que no realizaba esa subida, pero la recordaba escalofriante: primero hasta la entrada del Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, donde cada rampa brutal era sucedida por otra aún peor. Y desde el monasterio, justo cuando creías que no podía ser más horrible, veías aparecer el camino a tu izquierda, con una pendiente que no cabe más que calificar de absurda.

El primer tramo, hasta la entrada del monasterio, fue apenas un kilómetro de pista que me hizo recordar por qué a veces odio este deporte. No en balde subimos 133 metros, lo que da una bonita pendiente media del 12’5%, con rampas del 21’3%. Pero lo hicimos. Llegamos hasta la entrada del monasterio, que no cabía menos que inmortalizar:

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Sin detenernos demasiado, afrontamos el espanto que teníamos por delante: la subida al Alto de San Jerónimo. 1300 metros de pista con una pendiente media del 13%, y una máxima del 29’8%. Al menos la pista se encontraba en excelentes condiciones. Pero eso no quitaba que en las rampas más duras teníamos que inclinarnos hacia delante porque la rueda delantera perdía contacto con el suelo. Mané incluso tuvo que reducir el recorrido de su horquilla hasta los 120 mm., cosa que hacía mucho tiempo que no se veía forzado a hacer. Pero lo hicimos. Realizamos todo el ascenso del tirón, salvo un segundo que aprovechamos en un descanso de la cuesta para observar la torre de la iglesia del monasterio desde arriba. Llamaba bastante la atención, sobre todo teniendo en cuenta que apenas 400 metros antes la habíamos visto desde abajo.

Una vez terminamos el ascenso, abandonamos la pista, tomando un sendero que conducía a mano derecha. Ese sendero conduce directamente al vértice geodésico que indica la posición exacta del Alto, y se encuentra cortado desde hace años por una infame trinchera reforzada con barras de hierro, en un vano intento de impedir el paso. Nos limitamos a bordearla, y nos detuvimos para tomar unas fotos.

S8000356.JPG

Ya había caído la noche, y era hora de sacar las luces: Mané su lupichin, y yo mi lupichin casera, realizada con un LED de 1000 lumens y una batería de 10.000 mA. :mrgreen: Y aunque el LED que llevábamos era el mismo, en luminosidad tengo que admitir que no había color. la configuración de sus baterías, que proporcionan 7.4 V, y el uso de una buena lente obraban maravillas. La mía, por el contrario, con sus 3.7 V se portaba bien, aunque dispersaba demasiado la luz; pero en esas condiciones necesitabas algo más que “bien“.

Bajamos desde el Alto hasta el cruce de Trassierra, y desde allí nos internamos en el segundo sitio llamativo de la etapa: el bosque de Fangorn. Entramos a las 22:15h, y allí no sólo era noche cerrada, sino que parecía que la luz nunca hubiera alcanzado el lugar… salvo por las luces de club de carretera que llevábamos con nosotros. De hecho, eran demasiado potentes: la luz de Mané empezó a recalentarse, por lo que se vio forzado a bajar el voltaje a los 3.7 V, lo que hacía que nuestras luces estuvieran más parejas. Seguimos con el ascenso, hasta que alcanzamos un pequeño claro en lo más alto del bosque, lugar donde nos detuvimos a cenar a base de bocata.

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El lugar era espectacular, y parecía que en cualquier momento un aparecido pudiera hacer acto de presencia…

IMG-20110626-WA0000-nivelado

…aunque seguro que al vernos con esas pintas salía corriendo despavorido.

Tras saciar nuestra hambre, volvimos a la carga, realizando un descenso por el bosque hasta llegar a la entrada de la urbanización de la Virgen de la Cabeza. En el tramo de llaneo junto a la carretera Mané sufrió un pequeño impacto con un árbol, que lo tuvo un rato fastidiado. Sin muchas más ceremonias tomamos la pista que conduce hasta el lagar del Caño del Escarabita, donde giramos a mano izquierda para dirigirnos hasta la fuente del Elefante. Y desde allí, en la oscuridad más absoluta, iniciamos la subida que, a mano derecha, lleva hasta las fuentes del Bejarano. Pasaban ya de las 23:00h, y era la primera vez que Mané realizaba ese recorrido. Y yo, por mi parte, hacía ya muchos años que no lo hacía. Por suerte llevaba mi buen tomtom, dispuesto a indicarnos el camino si la pifiábamos en la oscuridad.

Por suerte, no fue así, y pudimos seguir los carteles indicadores sin mayor inconveniente. A esa hora la temperatura era enormemente agradable. La verdad, costaba comprender cómo no habíamos realizado una etapa nocturna con anterioridad. Terminamos el ascenso, y emprendimos una ligera bajada hasta llegar al arroyo Bejarano. Estábamos a punto de llegar al lugar crucial de toda la etapa: el primer venero del Bejarano.

El primer venero del Bejarano no es más (ni menos) que el rebosadero del acueducto romano Aqua Augusta, o de Valdepuentes, del siglo I d.C. Llegamos hasta él después de cruzar el cauce del arroyo, girando a mano derecha. Y ahí estaba, en toda su belleza. Belleza que tuve la suerte de poder plasmar en una imagen:

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Tan sólo por obtener esta imagen ya habría valido la pena realizar todo este recorrido. Era una deliciosa guinda para el pastel. Pero por desgracia no podíamos detenernos demasiado. Pasaban ya de las 23:30h, y aún teníamos que volver a Córdoba. A esas alturas llevábamos 18’6 kms. de etapa, y teníamos al menos otros 12 por delante.

La vuelta, al menos, estaba bastante clara: remontaríamos el Bejarano para dirigirnos a las Siete Fincas, y salir por las Dos Columnas. Y desde allí, bajada a Córdoba por Los Morales. Un buen trayecto, pero que suponía que teníamos que realizar 5 kms. de ascenso casi continuo hasta el Lagar de la Cruz, trufado con unas bonitas rampas del 11%. Pero a esas alturas de la etapa, después de haber sido pasados por la piedra en la subida del Alto de San Jerónimo, eso no nos iba a detener.

En realidad se nos hizo bastante fácil hasta que salimos a asfalto. Subimos a un ritmo excelente, incluso demasiado salvaje por un par de paredes que antecedían al tramo de asfalto. Pero ese esfuerzo lo pagamos posteriormente, justo en las rampas finales antes de llegar al Lagar. Aunque es comprensible: llevábamos ya entre pecho y espalda 25 kms. de dura etapa. Pero aun así, lo hicimos. Llegamos al Lagar justo antes de la medianoche, y emprendimos rápidamente el descenso de Los Morales… deteniéndonos tan sólo a activar la cámara:

Fue una bajada tremendamente divertida, en la que Mané -que se la conoce al dedillo- dejó muestras de gran calidad en el descenso. Yo por mi parte, me contenté con no dejar impresa mi cara en un alcornoque o en una piedra. La bajada nos regaló una preciosa estampa de la ciudad de Córdoba, con todas sus luces extendiéndose por las faldas de la Sierra hasta alcanzar el valle. Una vista inolvidable… que no pude tomar con la cámara de fotos, ya que se quedó sin baterías. Pero es algo inolvidable, y que no veía desde hacía años, cuando a Pablo y a mí nos sorprendió la noche realizando ese mismo descenso.

De Los Morales bajamos hasta la Huerta de Hierro por la pista de los eucaliptos, sin mayor novedad. Y desde allí finalizamos la etapa bajando por Sansueña hasta casa, donde llegamos a las 00:30h, justo a la hora en la que había dicho que volveríamos. Era increíble: por acertar, hasta había acertado con la hora de llegada. Y por supuesto, habíamos acertado de lleno con la etapa.

La etapa en Google Maps es la siguiente:


Ver 2011/06/25: Alto de San Jerónimo – Fangorn – Bejarano – Los Morales (Nocturna) en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los siguientes:

  • Distancia (según el GPS): 30,8 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 51m 9s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 52m 48s
  • Pulsaciones medias: 139 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 990 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 31m 50s
  • Consumo total de calorías: 3851 kcal
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26 jun 11 Etapa ciclista: Sierra de Aznalcóllar (23/06/2011)

El pasado jueves 23 de junio, aprovechando que era fiesta en Sevilla, salimos a rodar Miguel y yo por Aznalcóllar. Llevábamos tiempo con ganas de salir a rodar por la zona, ya que era un lugar por que yo, personalmente, no había rodado nunca, y en el caso de Miguel, era el primer lugar donde había cogido su nueva bicicleta de montaña, una Cube AMS que es una auténtica virguería.

Sin embargo, no las tenía todas conmigo. Había sacado algunos recorridos por la zona, y todos ellos coincidían en una cosa: transcurrían por la zona de la sierra de Aznalcóllar que salió ardiendo en el catastrófico incendio de Riotinto de 2004. Para preparar la etapa, había estado consultando la zona en Google Earth, y su aspecto bastante árido. Pero es que además íbamos a empezar la etapa bastante tarde, a las 9:00h. Prometía ser un día duro. Y no me equivocaba.

Acabamos empezando la etapa a las 9:20h, con un calor bastante sofocante. Salimos del pueblo por carretera en dirección al embalse del río Agrio. que abandonamos en el kilómetro 7’5 para tomar una pista forestal. Por desgracia, no me había equivocado. En los siete años transcurridos desde el incendio la zona ha avanzado bastante en la repoblación, pero los árboles plantados apenas levantan un metro del suelo, por lo que todo hacía presagiar que no íbamos a tener una sola sombra en casi 50 kilómetros de etapa. No me equivoqué mucho en el cálculo.

Teníamos por delante 15 kilómetros de subida rompepiernas, con contínuas subidas y bajadas, si bien con una interesante bajada en medio de 2 kilómetros, zigzagueando por la pelada sierra. Miguel empezó con bastante fuerza la primera de las subidas que teníamos entre manos, una rampa da más de 2 kms. con pendientes máximas del 10%. Pronto tuvimos que bajar el ritmo, porque estaba claro que la etapa iba a ser larga, dura, y calurosa. Así fue. Tras realizar el descenso anteriormente citado, tuvimos que afrontar una subida 3’5 kms. que al principio era bastante llevadera, pero que poco a poco fue empinándose, alcanzando pendientes del 20%. Horroroso. A medida que íbamos ascendiendo, empezaron a aparecer pequeñas lagunas empleadas para abrevar ganado o actuar de reserva ante incendios. Daban ganas de pegarse un chapuzón en ellas, pese a presentar un aspecto de agua estancada bastante sospechoso.

A las 10:40h llegamos a la parte superior de la cresta de la sierra por la que estábamos ascendiendo. Habíamos finalizado la primera de las dos subidas más duras que teníamos en la etapa, y las vistas de la zona eran espectaculares. O mejor dicho, debieron de haberlo sido antes del incendio: teníamos ante nosotros una gran cantidad de cerros y valles, todos ellos en mayor o menor grado repoblados, pero que en esta época del año eran un secarral polvoriento en donde no había lugar en el que guarecerse del sol. Sin embargo, la etapa tenía posibilidades… en invierno, o para una etapa nocturna.

Barracones de las Carnicerías (Fotografía de El-genio-de-Sibenik)

Barracones de las Carnicerías (Fotografía de El-genio-de-Sibenik)

Continuamos con la etapa, pasando cerca de unas ruinas que posteriormente pude identificar con los Barracones de las Carnicerías. Seguimos avanzando durante unos kilómetros, de nuevo en trazado rompepiernas, para volver a salir de nuevo a la carretera del embalse del Río Agrio. Aprovechando una de las escasas sombras que había en el trayecto, nos detuvimos a descansar unos instantes. Eran ya las 11:05 de la mañana, y el sol picaba bastante. No era plan detenerse demasiado, por desgracia.

Tomamos la carretera, en ascenso, para abandonarla 2 kms. después por una pista que surgía a mano izquierda. Empezaba una trepidante bajada de 5 kms. por una buena pista que nos permitió alcanzar los 45 km/h en el descenso, y en el que salvamos bajadas del 15’8%. Y llegamos al vergel de la etapa: el valle del arroyo Cañaveroso. Debe de ser una de las escasas zonas que se salvó del incendio de 2004, y mostraba lo que debía de haber sido la zona en otro tiempo: una zona arbolada, llena de vida, y con un gran frescor, proveniente de un arroyo amplio, poco profundo, y de aguas cristalinas que invitaban a bañarse en ellas.

Arroyo Cañaveroso (Imagen de Guadiato16)

Arroyo Cañaveroso (Imagen de Guadiato16)

Lamentablemente, la bajada, y el disfrutar de ese arroyo, suponían pagar un precio: remontar una terrorífica cuesta de 2 kms. con una pendiente media del 10%, que nos hizo sufrir en conjunción con el sofocante calor del mediodía, hasta unos extremos inusitados: llegamos a las 12:00h al final de la pendiente, al filo de la extenuación y el desfallecimiento. Lamentablemente no teníamos mucho tiempo para detenernos, por lo que reanudamos rápidamente la etapa, y nos aprestamos a finalizar los 8’5 kms. de descenso rompepiernas que teníamos por delante, antes de cerrar el anillo, volviendo al embalse del Río Agrio, que marcaría en ocaso de la etapa. Finalizamos el recorrido, rodando los últimos 4’6 kms. hasta Aznalcóllar por la misma carretera que habíamos tomado por la mañana. Entramos en Aznalcóllar a las 12:36h, tras 46’3 kms. de asfixiante etapa. Y en mi caso, con los brazos achicharrados: era el primer día en el que había decidido desechar el maillot de manga larga, que solía llevar para protegerme del sol, y había optado por uno corto, para primar el frescor. Una mala idea. La etapa había sido calurosa en extremo, y sin sombras: ello se reflejaba en mi consumo de agua. Había agotado el camelback de 2 litros, y un bidón auxiliar de 750 cc. Jamás había bebido tanta agua en tan poco trayecto.

El recorrido de la etapa en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/06/23: Sierra de Aznalcóllar en un mapa más grande

Los datos de la etapa son los que siguen:

  • Distancia (según el velocímetro): 46,420 km.
  • Distancia (según el GPS): 46,3 km.
  • Tiempo de etapa: 2h 40m 18s
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 3h 15m 47s
  • Pulsaciones medias: 148 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 184
  • Consumo medio de calorías: 1080 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 2h 20m 50s
  • Consumo total de calorías: 3489 kcal
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23 jun 11 Etapa ciclista: Vereda de Linares (12/06/2011)

Como se ve que con la etapa del 11 de junio no nos habíamos quedado satisfechos, continuamos con la sesión doble del fin de semana haciendo una etapa el domingo 12. En esta ocasión salimos a rodar Javi, Mané y yo. Y el recorrido escogido fue una etapa que ya había efectuado en solitario el pasado 15 de mayo: la vereda de Linares, ya que Mané y Javi tenían interés en recorrerla.

Empezamos la etapa a las 9:15h, lo que fue una interesante diferencia con la etapa del día anterior, que iniciamos a las 7:00h. Tomamos el Vial Norte y pasamos por debajo de la joroba de Asland, y desde allí fuimos por carretera hasta la Campiñuela Baja. Como Javi tenía ganas de ver el Lago Azul (una antigua cantera abandonada), decidimos ir hasta la vereda de Alcolea por el Canal. Tras una pequeña visita al lago, seguimos avanzando por la vereda hasta llegar al cruce con la vereda de Linares.

El recorrido hasta el arroyo Rabanales fue sumamente rápido, y la bajada hasta éste hizo las delicias de Mané y Javi, aunque me emocioné en un par de puntos, y la bici me hizo algunos extraños, que por suerte pude controlar sin mayor problema.

S8000333.JPG

Hicimos una pequeña pausa una vez pasamos el arroyo, aunque no demasiado larga, ya que el calor empezaba a apretar, y aún teníamos por delante la terrorífica doble subida de la vereda, con unas rampas máximas del 18’8%. En esta ocasión hice la subida sin detenerme, al igual que Javi y Mané, pero hay que admitir que fue terrorífica. Eso sí, constituyó un magnífico aperitivo para la bajada que nos esperaba justo a continuación:

Hice la bajada a un mejor ritmo que la vez precedente, aunque acabé metido dentro de un matorral que me provocó un hematoma en la frente, visible durante el resto de la semana. Pero valió la pena. :mrgreen:

Hicimos una nueva pausa en la Virgen de Linares, donde estuvimos un rato de palique, tomando un refrigerio. Un merecido descanso después de una intensa bajada. De nuevo en marcha, bajamos hasta la Carrera del Caballo por el Camino Mozárabe. Desde allí enlazamos por carretera con la cantera abandonada de Pedroche, bajamos hasta el arroyo por el camino que bordea la cantera. En la bajada Javi sufrió una caída que, en condiciones normales no habría tenido consecuencias, pero al quedársele trabado el pedal automático en la cala, le provocó algunos rasguños y una erupción debida a haber caído sobre unas plantas espinosas:

Desde allí finalizamos la etapa volviendo al Naranjo por el Castillo del Maimón. Nos separamos de Javi en la rotonda del Calasancio, y dimos por finalizada la etapa a las 11:50h, tras 21’7 kms. de etapa.

El recorrido en Google Maps es el siguiente:


Ver 2011/06/12: Vereda de Linares en un mapa más grande

Y los datos de la etapa son estos:

  • Distancia (según el GPS): 21,7 km.
  • Tiempo desde el inicio de la etapa: 2h 1m 8s
  • Pulsaciones medias: 132 pulsaciones/m
  • Pulsaciones máximas: 183
  • Consumo medio de calorías: 920 kcal/h
  • Consumo máximo de calorías: 1420 kcal/h
  • Tiempo en zonas de pulsaciones: 1h 15m 32s
  • Consumo total de calorías: 1804 kcal
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